Rembrandt nos mira desde el autorretrato que encabeza este post, que se encuentra en la Colección Frick de Nueva York, envuelto en una inmensa majestad. La del artista que ha conseguido pintar para sí mismo, lejos de las exigencias del mercado, y se retrata desde la serenidad de haberse sido fiel. Grande en su humildad, nos brinda toda una lección de honestidad.

El cuatro de octubre de 1669 fallecía en Amsterdam el más grande pintor de los Países Bajos, Rembrandt Harmenszoon van Rijn. Van Gogh dijo sobre el trabajo de Rembrandt: "hay que haber muerto varias veces para pintar así".

El próximo año se celebrarán un buen número de exposiciones con motivo de la conmemoración de los 350 años de su muerte, en Amsterdam, la ciudad donde se hizo inmortal, en La Haya, en Delft, en Dordrecht, en Leiden, donde nació y en Leeuwarden. También los museos de Amsterdam y otras ciudades, donde se exponen sus obras, celebrarán actividades especiales. Todo un despliegue festivo en honor del maestro barroco cuyas obras se exhiben en los museos más importantes del mundo.

Un viaje para conocer su obra recorrería gran parte de Europa y algunas ciudades de América. En Londres hay varios museos que exhiben obras importantes de Rembrandt: La National Gallery, el Victoria and Albert, la Wallace Collection y el Kenwood House. En la Colección Frick, en Nueva York hay uno de sus impresionantes autorretratos, y dos más en el Metropolitan de la misma ciudad. Nos lo encontramos también en el Museo del Prado de Madrid, en el Louvre de París, en museos de Washington, Boston, Los Ángeles, en Dresde, en Estocolmo, en Varsovia, en Haarlem, en La Haya, en Kassel, en Berlin, en museos de Colonia, de Munich o de San Petesburgo.

Pero su vida y su crecimiento como artista se fraguaron entre Leiden y Amsterdam.

Si vas a Amsterdam y quieres visitar el Rijksmuseum, acompañado por un experto y sin hacer colas, y acercarte a conocer Rotterdam, La Haya y algunas ciudades más relacionadas con el mundo de Rembrandt. En Civitatis tienes todas estas actividades.

Rembrandt nos dejó una biografía de sí mismo a través de sus magníficos autorretratos. Y son magníficos más allá de su extraordinario dominio técnico, lo son por la demoledora honestidad de su mirada, en ninguno de ellos, y nos dejó autorretratos durante veinte años, hay el más mínimo rastro de autocomplacencia. Del joven bohemio de los primeros, al viejo sabio del final, la tremenda humanidad de su mirada es el mejor testimonio biográfico que nos ha dejado este artista, que vivió en la cumbre y descendió a los infiernos de la soledad y el olvido.

Rembrandt. Autorretrato entre 1665 y 1669. Kenwood House. Londres
Rembrandt. Autorretrato entre 1665 y 1669. Kenwood House, Londres

El encuentro con los pinceles en Leiden

Rembrandt nació el 15 de julio de 1606 en Leiden, que hoy es una ciudad de la provincia de Holanda Meridional, concretamente la cuarta más poblada de esta provincia, después de Róterdam, La Haya y Dordrecht.

La vida de Rembrandt se desarrolló en el siglo XVII, un periodo conocido como la Edad de oro neerlandesa. Una época en la que el país vivió su momento más brillante en ciencia, comercio, cultura e influencia política.

Rembrandt nació en el seno de una familia acomodada. Su padre era molinero y su madre era hija de un panadero, entonces actividades muy lucrativas. Estudió el primer curso de Filosofía y Letras en la Universidad de Leiden. Pero desde muy joven sintió afición por la pintura y dejó la universidad para entrar en el estudio del pintor Jacob van Swanenburgh.

En el centro de Amsterdam y con las mejores críticas, se encuentra el Hotel Amsterdam central bed and breakfts, que es una buena opción para moverse desde aquí por los lugares de Rembrandt. Otra posibilidad es alojarse en Leiden, su patria chica, donde recomendamos este pequeño hotel, muy bien valorado por los clientes.

Allí estuvo tres años, pasando luego a Amsterdam donde durante seis meses afianzó su aprendizaje en el estudio de Pieter Lastman, un pintor especialista en cuadros de historia, donde al parecer conoció las técnicas del claroscuro del italiano Caravaggio.

De vuelta a Leiden, en 1625 abrió su estudio a medias con su amigo Jan Lievens. Además de dar clases de pintura, se hizo un hueco en el mercado por su extraordinaria habilidad como retratista, y en 1629 el estadista Constantijn Huygens lo introdujo en la corte. Apenas tenía veinticinco años y su fama creció hasta el punto de que el príncipe Frederik Hendrik le hiciera importantes encargos.

En sus años de Leiden, Rembrandt trabajó en temas religiosos y alegóricos de pequeño formato. Pintó también muchos tronies; un tipo de retratos, típicos del barroco holandés, en los que el pintor resalta una expresión facial exagerada, bien por unas facciones muy hermosas o por alguna pieza llamativa de su atuendo, o alguna actitud o gesto grotesco del retratado. Valga como ejemplo que en un catálogo de la obra de Vermeer aparecen como tronies "La joven de la perla" y "La joven de la flauta".

Cuando se trasladó a Amsterdam llevaba consigo bien aprehendida la lección barroca, una muestra es «El Rapto de Europa», todavía de pequeño formato, que realizó Rembrandt entre Leiden y Amsterdam, considerada como un «Brillante ejemplo de la Edad de Oro del Barroco»

Rembrandt. El rapto de Europa
Rembrandt. El rapto de Europa. 1632. Getty Center de Los Ángeles, California

Rembrandt se trasladó a Amsterdam, donde ya era un pintor famoso

Su fama le llevó en 1631 a trasladarse a Amsterdam, donde siguió ascendiendo su prestigio por su gran dominio en el arte del retrato. Amsterdam crecía vertiginosamente como centro de negocios, y su prosperidad se reflejó en el éxito de Rembrant. A su llegada se alojó temporalmente en casa de su amigo, el marchante de arte Hendrik van Uylenburg, primo de la que sería su esposa, Saskia.

De estos primeros años en Amsterdam es la Lección de Anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, de 1632, la obra que lo elevó a lo más alto de la escala artística en su país. Cambió la composición tradicional de los retratos de grupo, en los que los personajes aparecían en fila, el joven Rembrandt los agrupa alrededor del doctor Tulp, que pagó el retrato, a quien escuchan atentamente con expresiones de sorpresa y atención los alumnos de esta lección en directo, a la que invita también al espectador. Las distintas expresiones de los rostros son magistrales.

Rembrandt. Lección de Anatomía
Rembrandt. Lección de Anatomía. 1632. Mauritshuis, La Haya

En la medida que ascendía su fama, crecían su fortuna y sus contactos sociales. Era tal su reputación que, para poder atender los encargos que le llegaban, tuvo que abrir un taller con más de cincuenta alumnos.

En esta etapa de sus primeros años en Amsterdam dirigió su mirada hacia una representación más dramática en las escenas bíblicas y mitológicas y aumentó los tamaños de sus lienzos. Lo vemos en "Sansón y los filisteos" de 1636, para cuya composición, eligió el momento en que es abatido por los filisteos, después de que Dalila le cortara su poderosa melena.

La luz, que entra desde fuera del cuadro, se centra en el gesto de dolor del israelita, mientras roza tan solo a sus verdugos y a Dalila, en un claro uso de las técnicas del claroscuro del maestro italiano Caravaggio, que difundieron en el Norte de Europa los "Caravaggistas de Utrech"

A lo largo de su vida buscó siempre un lenguaje propio sin traicionar la tradición clásica. Minucioso en los detalles, en este cuadro vemos esa marca de la casa, aquí visible en las armaduras y los cascos e incluso en el bordado de la ropa de Dalila. La luz barroca se vuelve dorada en los pinceles de Rembrandt y la utiliza, como nadie, para retratar las emociones humanas.

El Cegamiento de Sansón
El Cegamiento de Sansón. (Detalle). 1636. Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt

La pintura de historia de Rembrandt

Como pintor de historia Rembrandt fue un artista muy personal. Muy influido por Rubens, en su obra se advierten también fuertes influencias de Tiziano, Tintoreto, Velázquez, Ribera y Veronés. Su búsqueda de una mirada propia hacia la historia le llevó a utilizar para sus cuadros modelos cercanos: su hijo Titus, su esposa, sus padres y amigos y sus amantes, con los que representó a personajes históricos.

Caravaggio ya había hecho algo similar, pero el italiano fue más lejos, buscó modelos en los bajos fondos, tabernas y prostíbulos para representar personajes bíblicos.

Rembrandt encontró una forma nueva y personal de narrar los hechos. Añadió teatralidad y espontaneidad a lo que había aprendido de Rubens, Tiaziano o Tintoretto. Los modelos no posaban para él, se movían como en una obra de teatro. Vestidos con telas y abalorios orientales (que coleccionaba) , descontextualizaba la vestimenta y "olvidaba" los atributos de los santos y personajes, lo que ha complicado su identificación a los historiadores.

La imagen de abajo, muestra esta dificultad de la que hablamos. Es su hijo Titus representando, según unos a Palas Atenea, según otros a Alejandro Magno. Se puede ver en Museu Calouste Gulbenkian, de Lisboa.

Pallas Atenea. 1655.Museu Calouste Gulbenkian, Lisboa
Palas Atenea. 1655.Museu Calouste Gulbenkian, Lisboa

De los años felices al dolor y la soledad

Con veintiocho años, en 1634, se casó con Saskia van Uylenburg, hija de un acaudalado burgomaestre, que llevaba consigo una dote importante. Tuvieron cuatro hijos y vivieron en un acomodado barrio judío de Amsterdam.

El enamoramiento de Rembrandt por aquella chiquilla arrobada ante un artista de éxito es palpable en las múltiples ocasiones en que la retrató. Abajo dejamos un retrato del principio de esta relación en el que Rembrandt convierte a Saskia en la diosa Flora. Una Flora del Norte, vestida con suntuosas y tupidas telas, provocando desde la inocencia de su mirada. Tan alejada de la sensualidad de la mirada de Flora en la Primavera de Boticcelli.

Flora de Rembrandt. 1634.  Hermitage de San Petersburgo
Flora de Rembrandt. 1634. Hermitage, San Petersburgo

Durante los ocho años siguientes la desgracia se cebó con el matrimonio: fallecieron tres de sus cuatro hijos, la madre de Rembrandt, su cuñada favorita y finalmente en 1642 la misma Saskia, cuando Tito, el único hijo que les vivió tenía tan solo un año.

Unido a estas desgracias encadenadas en su vida personal, su popularidad como pintor comenzó a apagarse. Después de pintar su obra maestra en 1642, Ronda de noche (cuyo tema era la formación de una compañía de la milicia holandesa bajo el mando del Capitán Banning Cocq). Fue difícil entender aquel enorme avance pictórico para una sociedad que disfrutaba con el estilo de pintura elegante (amable), o de esplendorosos paisajes.

La Ronda de noche

Enmarcado en la tradición de los retratos de grupo tan de moda en la "Edad de Oro neerlandesa" aparece este retrato que Rembrandt realizó entre 1640 y 1642, en plena debacle emocional. Su título original fue "La compañía militar del capitán Frans Banninck Cocq y el teniente Willem van Ruytenburgh", según consta en un boceto preparatorio. Pero fue rebautizado en el siglo XIX como Patrouille de Nuit por la crítica francesa, y Night Watch por Sir Joshua Reynolds, de donde viene su nombre popular "Ronda de noche".

En realidad Rembrandt no pintó una escena nocturna. La verdad es que en el siglo XIX el cuadro estaba en una situación de pésima conservación; los barnices oxidados y la suciedad acumulada oscurecían de tal modo la escena que la hacía parecer nocturna.

Al restaurarla en 1947 se descubrió que no se desarrolla de noche sino de día. Los personajes se preparan para salir de un portalón en penumbra que recibe un potente rayo de luz que los ilumina con intensidad.

El cuadro fue un encargo de la Corporación de Arcabuceros de Ámsterdam para decorar el Gran Salón, del Kloveniersdoelen, sede de la milicia.

Ronda de Noche. Rembrandt. 1642. Rijksmuseum .Amsterdam
Ronda de Noche. Rembrandt. 1642. Rijksmuseum, Amsterdam

En el se ve al capitán Frans Banninck Cocq dando la orden de marchar al alférez Willem van Ruytenburch. Detrás se preparan los dieciocho integrantes de la Compañía. Esta obra, que sigue siendo propiedad del Ayuntamiento, permanece cedida al Rijksmuseum.

Lejos del estatismo propio de los retratos corporativos, Rembrandt le otorgó un movimiento muy original, para lo que hizo una composición en la que puso el ordenamiento de los personajes al servicio de la plástica y no del protocolo. Esto no gustó mucho a algunos de los miembros de la Compañía, que tuvieron que pagar unos cien florines cada uno (pagaron más los personajes principales que aparecen en el centro de la escena), porque algunos son difíciles de identificar.

En aquel momento La Ronda de Noche pasó casi desapercibida para la crítica que en todo caso fue negativa. La atrevida composición del «rebelde» Rembrandt no la entendieron bien. Algo que suele pasar en todos los cambios de la historia del arte

Retratos y autorretratos de Rembrandt

No creemos que haya ningún pintor de su siglo que mirara con más profundidad un rostro humano que Rembrandt van Rijn. Y lo hizo además con una creatividad que le llevó a ir en contra de las modas, lo que le costó más de un desaire. Desde hace tiempo la fotografía utiliza su sistema de iluminación para el retrato, que se bautizó como «el triángulo de Rembrandt», cuando se quiere añadir dramatismo y profundidad al retratado.

Con una luz lateral dejaba medio rostro iluminado mientras el otro medio, casi en penumbra, reflejaba la sombra producida por la nariz. También utilizó la iluminación frontal, consiguiendo la misma demoledora emoción. Para eso, supo penetrar, como nadie, en lo más hondo del ser humano a través de la mirada.

Dejamos una imagen de «Chica apoyada en un marco», la pintó en 1641, utilizando un triángulo frontal de luz, que marca su rostro y sus manos. En su dilatada historia ha compartido momentos de zozobra con la Dama del Armiño de Leonardo, por su relación con la familia Czartoryski. Cayó, como la ilustre dama leonardesca, en manos de los nazis. Hoy, mientras saca sus manos del marco, clava su mirada al espectador en el Museo del Castillo Real de Varsovia.

Chica apoyada en un marco
Chica apoyada en un marco. 1641. Castillo Real de Varsovia

Sólo él fue capaz de representar a las diosas como mujeres de carne y hueso, con la piel de gallina y con rostros y cuerpos muy alejados de la belleza ideal. Fue elegido por aristócratas y ricos comerciantes de su época para pasar a la posteridad, vestidos a la moda del momento o disfrazados con ropas y atributos orientales, que el maestro coleccionaba con avidez.

Sus autorretratos son dignos de un artículo aparte. Las caracterizaciones con las que aparece en ellos, gracias a sus disfraces, han hecho correr ríos de tinta. Se ha mostrado vestido de burgués, de mendigo, de apóstol, de pintor orgulloso de su profesión. ¿Está haciendo con ellos un retrato de las clases sociales, para demostrarnos al final de sus días que todo es vanidad, que lo que importa es ser uno mismo?. No dejó de retratarse hasta los últimos días de su vida.

Autorretrato, 1658. Colección Frick, Nueva York
Autorretrato, 1658. Colección Frick, Nueva York

Rembrandt a partir de 1645

Sus experiencias personales le reafirmaron como artista en su búsqueda de un realismo alejado de la idealización clásica. Perdió aún más interés por la belleza idealizada, e insistió en la belleza de lo cotidiano. Se alejó del canon clásico y realizó una pintura empastada, buscando la relación que existe entre la vista y el tacto.

Fue un gran coleccionista de obras artísticas caras, tenía obras entre otros de Rubens y Van Eyck, telas y objetos raros y costosos, que utilizaba para sus cuadros. Todo lo perdió por sus deudas.

Después de la muerte de Saskia empezó a descuidar sus encargos. Tuvo problemas con algunos de sus mecenas porque se dedicó a pintar para sí mismo. Esto era una rareza en aquel momento en el que no se entendía su profesión sin un objetivo mercantil.

Estas circunstancias, unidas a algunos errores económicos con sus inversiones, le llevaron al principio de su decadencia social y económica, por contra alcanzó la plenitud de su lenguaje pictórico. Aquí empieza la etapa más triste y la más original.

Última etapa, a partir de 1650

Rembrandt dejó atrás su carácter extrovertido y esto se reflejó en sus obras, que perdieron el movimiento agitado para encontrarse con la reflexión, la introspección y el pensamiento.

Ya no se ven los atributos de sus personajes, iba en busca del alma y aparece lo más íntimo de ellos. La evolución es una clara búsqueda de la mirada interior del ser humano. Sus personajes históricos aparecen solos, consiguiendo así un monólogo interior, como en esta «Cabeza de Cristo», nostálgico, melancólico y sin ningún atributo que lo identifique.

Rembrandt. Cabeza de Cristo. 1648. Gemäldegalerie de Berlín
Rembrandt. Cabeza de Cristo. 1648. Gemäldegalerie, Berlín

Su pintura aparece cada vez más empastada. Se reivindica como artista, pinta lo que él quiere y como él quiere.

Los amores de Rembrandt

El gran amor de Rembrandt fue su esposa Saskia, que ha pasado a la historia por ser su modelo, su inspiración y su alegría. Hoy Saskia nos mira desde sus cuadros encarnando a mujeres bíblicas y mitológicas desde una cercana realidad; la de una mujer normal, para nada perfecta físicamente, que despertó el más sincero amor en un genio que retrató como nadie los estados de ánimo.

Maestro en captar expresiones, Rembrandt pintó la inocencia, la ingenua malicia, la melancolía y la felicidad de esta mujer que habita en la historia de la pintura despierta, dormida, enferma, madre, sana, diosa y virgen.

Durante la enfermedad de Saskia contrataron como niñera a Geertje Dircx, para ayudarle con el único hijo que les quedaba, su querido Titus. Geertje se convirtió en su amante y acabó denunciando por perjurio a Rembrandt porque no cumplió su promesa de matrimonio. Le condenaron a pagarle doscientos florines al año como indemnización, pero enterado el maestro de que había empeñado algunas joyas de Saskia, consiguió encerrarla en un hospicio para pobres en Gouda.

Rembrandt. Su hijo Titus en 1657. Wallace Collection de Londres
Rembrandt. Su hijo Titus en 1657. Wallace Collection, Londres

A finales de 1647 Rembrandt comenzó una relación con Hendrickje Stoffelsdochter Jaegher, veinte años más joven que él, a quien había contratado como asistenta doméstica. Tuvieron una hija en 1654 llamada Cornelia (Rembrandt tuvo otras dos hijas con ese nombre con su esposa Saskia, que fallecieron). Su relación le costó a Hendrickje la excomunión por parte de la iglesia calvinista, por vivir con un hombre sin estar casada.

No sabremos si fue por amor, por valentía o por miedo a verse sola con una niña sin padre, el que caso es que a Hendrickje no le importó el escándalo que supuso seguir viviendo con Rembrandt sin estar casada.

Lejos de dejar al artista, cuando este más necesitaba su apoyo, asumió el "castigo" social que le infringió la iglesia, siguió junto a él y fundó un negocio de arte a medias con Titus. Le hicieron un contrato para que pudiera vender sus cuadros y se convirtió así en su jefa. Fue una manera de mantener alejados de Rembrandt a sus acreedores: Los biógrafos del artista han escrito: "Ella organizó su vida para él y lo salvó de la caída total después de su bancarrota".

Fue también, o eso se cree, modelo del maestro en múltiples obras de su etapa juntos. Como su "Betsabé" de 1654 y "Mujer bañándose" del mismo año, en el que sólo terminó de modelar las piernas y el pecho, dejando el resto como abocetado, lo que le ha valido a este cuadro ser considerado un preludio del impresionista Degas.

Rembrandt. Mujer bañándose. 1654. National Gallery, Londres
Rembrandt. Mujer bañándose. 1654. National Gallery. Londres

Hacia 1662 todavía recibía encargos importantes. De esta fecha es otra de sus obras maestras: "Los Síndicos de los pañeros"

Un encargo de la Corporación de Fabricantes de Paños, en el que retrató a cinco síndicos y un empleado de la Corporación, al fondo de pie y sin sombrero, que había desarrollado un nueva técnica para tejer los paños.

Rembrandt puso en este cuadro especial atención para que quedaran contentos los clientes de los que capta con habilidad su personalidad. Entre todos forman una muestra de las clases sociales y religiosas de Amsterdam: menonitas, católicos, reformistas, etc. Construido a base de manchas de color y de luz con una pincelada suelta, como lo había hecho Tiziano.

Rembrandt. Los Síndicos de los Pañeros
Rembrandt. Los Síndicos de los Pañeros. 1662. Rijksmuseum, Amsterdam

Fue un regreso a los grandes formatos, utilizó colores más intensos y sus pinceladas eran más pronunciadas, alejándose de los rasgos distintivos de su primera época, cuando trabajaba más los detalles. Algunos historiadores creen que fue un posicionamiento en el debate que surgió entonces sobre la primacía del "acabado" o la calidad matérica de la pintura, que él defendía.

Todavía en 1667, sólo dos años antes de su muerte, Cosme III de Médici, gran duque de la Toscana, visitó a Rembrandt en su domicilio cuando viajó a Ámsterdam, para hacerle algún encargo.

En sus últimos años, su amigo Van Loon lo visitaba con frecuencia y comentó: "en aquel miserable cuarto veía milagros de color tan grandes que dejarían mudo de asombro al mundo".

El legado de Rembrandt

Rembrandt sobrevivió casi a toda la familia, salvo a su nieta Titia, hija de Titus, y a su última hija Cornelia. Hendrikje Stoffels, falleció en 1663, Titus en 1668 y sólo un año después falleció Rembrandt, que fue enterrado en una tumba sin nombre en la iglesia Westerkerk de Amsterdam.

En el arte dejó una herencia de más de seiscientas pinturas, mil cuatrocientos dibujos y al menos treinta aguafuertes (láminas grabadas), técnica que manejó de manera extraordinaria, y en la que también innovó en el mismo camino que en la pintura.

Con todo ese legado pictórico Rembrandt nos dejó no sólo un reflejo social de su época, nos dejó también una invitación a profundizar en la psicología y el aspecto anímico del ser humano. Aprovechó la clave de la pintura barroca: la luz y la sombra, con ellas nos abrió la puerta para acercarnos a los cambios que el tiempo marca en el cuerpo y el alma del hombre, retratando el bien y el mal, dos valores perennes en la historia de la humanidad.

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