La descubrió el toscano Giovanni da Verrazzano en 1524 y la llamó Nueva Angulema, con la idea de que fuera para los franceses. Pero los primeros en asentarse fueron colonos holandeses, que la llamaron Nueva Amsterdam, hasta que, en 1664, cayó en manos inglesas y fue rebautizada como Nueva York.

De aquellos tiempos, tan antiguos, no quedan restos visibles, pero los siglos XVIII, XIX y XX sí siguen presentes en las calles de esta urbe global, que tiene mucho que ofrecer –más de lo que parece– a los amantes de la historia.

En Nueva York hay iglesias que compiten en grandeza mientras tratan de imitar las viejas catedrales europeas; grandes edificios neoclásicos que dan solemnidad a los grandes centros del gobierno o de los negocios; y grandes monumentos dedicados a la cultura y a los viajes.

Antes de recorrer estos edificios emblemáticos de Nueva York os recomendamos una excursión imprescindible para captar la esencia de esta ciudad. No os la perdáis.
Saint Paul
Saint Paul’s Chapel

Saint Paul’s Chapel

No es ni la más grande de las iglesias neoyorkinas ni la más notable, pero sí la más antigua: se construyó en 1766 (es el edificio público en uso continuado más antiguo de la ciudad), imitando a la londinensa St-Martin-in-the-Fields (y resulta entrañable pensar que, entonces, su torre fue el punto más alto de la ciudad) y veinte años más tarde sobrevivió al Gran Incendio que destruyó más de 500 edificios cercanos, durante la ocupación británica de la Guerra de Independencia.

En 2001 sobrevivió intacta al atentado contra las Torres Gemelas, a pesar de estar a pocos centenares de metros no perdió “ni una ventana” y se convirtió en el primer refugio de los afectados (hoy alberga un pequeño museo con recuerdos de aquella tragedia).

New York City Hall
New York City Hall. Fuente

City Hall

El histórico Ayuntamiento de Nueva York se construyó entre 1802 y 1810, en un estilo que mezcla el georgiano –que fue la adaptación norteamericana del Renacimiento europeo–, visible sobre todo en el interior, y un neoclásico de clara inspiración fracesa que se hace palpable en la fachada exterior.

En el interior destaca el impresionante espacio central, conocido como rotunda, rodeado por diez columnas corintias y adornado por exquisitas escaleras de caracol. Allí reposan los dos grandes héroes de la guerra de Secesión: Abraham Lincoln y Ulysses S. Grant.

New York Trinity Church
New York Trinity Church. Fuente

Trinity Church

Las catedrales góticas, a las que la Trinity Church neoyorkina rinde homenaje, suelen ser los edificios hegemónicos en sus ciudades. Incluso en muchas ciudades europeas la legislación ha prohibido superar en altura a sus estilizadas torres-companario para no empequeñecerlas. En cambio en Manhattan, entre Broadway y Wall Street, Trinity Church parece una iglesia diminuta entre los altos rascacielos que la rodean, aunque en 1846, cuando terminó de construirse, fuese el edificio más alto de la ciudad.

Para un visitante acostumbrado al urbanismo europeo, la visita a su interior y las vistas desde su torre (que en lugar de mirar hacia abajo invitan a alzar la vista) están rodeadas de esta curiosidad adicional.

Saint Patrick
Saint Patrick’s Cathedral. Fuente

Saint Patrick’s Cathedral

La Catedral de la Archidiócesis de Nueva York está en la Quinta Avenida y, frente al Rockefeller Centre, sus dos torres de cien metros de alto (similar altura tienen las de Chartes, 30 metros menos las de Notre-Dame) palidecen en altura, aunque su presencia siga siendo magnífica.

Se construyó a finales del XIX en estilo neo-gótico, y en su construcción intervinieron artistas italianos, ingleses y franceses. Los joyeros de Tifanny’s se ocuparon de los altares de Saint Louis y Saint Michel, y William Ordway Partridge esculpió una pietà que, no pudiendo competir en belleza con la de Miguel Ángel, es tres veces más grande.

Los rascacielos que la rodean la empequeñecen, pero también nos dan una oportunidad inimaginable en Europa: contemplar una catedral… desde arriba.

Saint John the Divine
Saint John the Divine. Fuente

Cathedral of Saint John the Divine

Es la catedral más grande del mundo y fue consecuencia directa de la construcción de la Saint Patrick’s. Si aquella iba a ser la catedral católica de Nueva York, la fe protestante debía tener un templo, al menos, comparable.

La construcción se inició en 1892 y aglutinó casi todos los revivals de la época: románico, gótico y bizantino. Su enorme nave, sus vidrieras, su rosetón y sus magníficas esculturas de piedra la convierten en un templo espectacular y una visita obligada, aderazada además con los frecuentes actos musicales y teatrales que alberga.

Federal Hall
Federal Hall. Fuente

Federal Hall

Verdadero templo de la democracia estadounidense, el –hoy llamado– Federal Hall se construyó en 1700 como ayuntamiento de la ciudad, y tras la Independencia fue, mientras se construían en Washington los nuevos edificios gubernamentales, el primer Capitolio de los Estados Unidos. Aquí tomó posesión de la presidencia George Washington y aquí se introdujo en la Constitución la sacrosanta Carta de Derechos.

Destruido en 1812 y reconstruido en 1842, fue sede de la oficina de Aduanas y del Tesoro; hoy es monumento histórico –visitable– y memorial dedicado a los importantes eventos que en él tuvieron lugar.

New York Stock Exchange
New York Stock Exchange. Fuente

New York Stock Exchange

El capitalismo norteamericano tiene su templo en Wall Street, junto al Federal Hall. Es la Bolsa más concurrida y con más transacciones del mundo, y tiene su sede en un edificio histórico, construido en 1903 por George Post en un estilo que recuerda directamente a las fachadas de los templos clásicos.

En el tímpano aparecen varias figuras que representan “las fuentes de la prosperidad americana”, aunque el evento histórico más comúnmente asociado con este edificio no tenga nada que ver con la prosperidad: aquí estuvo, el 24 de octubre de 1929, el epicentro de La Gran Depresión.

Alexander Hamilton Custom House
Alexander Hamilton Custom House. Fuente

Alexander Hamilton Custom House

Construido entre 1902 y 1907, es una de las obras maestras del neoclasicismo norteamericano y no sólo por su arquitectura: tanto en su extraordinaria fachada como sus bellísimos interiores están decorados por algunos de los mejores artistas de la época, como Albert Jaegers, Daniel Chester French o Louis St. Gaudens.

A la altura de la escalinata de entrada se extienden cuatro grandes grupos escultóricos que representan los cuatro contienentes de Asia, América, Europa y África, y sobre la cornisa superior, una serie de esculturas representan a las grandes naciones marítimas y comerciales, trazando una línea histórica que va de los fenicios a los Estados Unidos y reclamando así el legado de la prosperidad y la civilización a través del comercio.

Construido originalmente como sede para la Casa de Aduanas, hoy alberga el –muy interesante– Museo de los Indios Americanos.

New York Public Library
New York Public Library. Fuente

New York Public Library

La segunda mayor biblioteca del país (después de la Biblioteca del Congreso) y la cuarta del mundo, la Biblioteca Pública de Nueva York no es sólo un bellísimo edificio neoclásico sino un verdadero icono (reconocido mundialmente gracias a su frecuente presencia en el cine) de la cultura y de las letras.

Además de su solemne aspecto exterior, sus amplios espacios interiores crean estupendos espacios para la lectura, y albergan de forma habitual eventos y charlas en torno a los libros y a la cultura.

Grand Central Terminal
Grand Central Terminal. Fuente

Grand Central Terminal

Normalmente, las estaciones son edificios funcionales que transportan a los viajeros a los destinos que quieren visitar, pero la estación de Gran Central Terminal es un destino en sí mismo; una estación que recibe no sólo viajeros sino visitas turísticas y que figura entre los edificios más visitados del mundo (a juicio de historiadores como el británico David Cannadine, también como uno de los más majestuosos).

Situada en pleno centro de Manhattan, construida en 1913, Gran Central Terminal es un complejo monumental iluminado con luz natural, estructurado en torno a enormes espacios adornados con una meticulosa atención al detalle, que invita al visitante a mirar más allá de las taquillas y los paneles de información.

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