A medio camino entre Rotterdam y La Haya, menos de quince kilómetros la separan de las dos, se encuentra Delft, una tranquila y preciosa ciudad holandesa, que dista sólo sesenta kilómetros de Amsterdam y veinticinco de Leiden (la cuna de Rembrandt y del movimiento artístico De Stijl). Hoy Delft es una pequeña ciudad universitaria símbolo histórico de la Casa Real Holandesa.
Conocida en el mundo por ser la ciudad de Johannes Veermer y el centro de producción de una cerámica de influencia oriental, con «denominación de origen de Delft», cuyo prestigio recorrió Europa. Desde Delft las técnicas de este delicado arte llegaron a los azulejos portugueses cubriendo muros de casas y palacios de Lisboa y de todo Portugal.
Su pequeño casco histórico, que merece la pena pasear con tranquilidad, además de un gran encanto, atesora un número importante de edificios históricos muchos de ellos situados en el viejo canal Oude Delft y en la Plaza del Mercado, y: tres iglesias monumentales, un ayuntamiento cuya arquitectura contiene vestigios desde el Gótico al Renacimiento y una de las plazas más grandes de Europa. Y todo esto rodeado de jardines y canales que le dan a Delft un aire romántico y apacible.
No es una mala idea, si vas a pasar uno días en la zona, alojarte en Delft. Porque es tranquila, bonita, animada y está muy cerca de los grandes centros turísticos del corazón de Holanda. Aquí te dejamos el enlace de un hotel con encanto casi en el centro, pero puedes acceder a una oferta más amplia.
Guillermo de Orange, "El Taciturno" en el Prinsenohof
Delft es una ciudad íntimamente relacionada con la Casa Real Holandesa, los Orange-Nassau. Y lo es gracias a que el príncipe Guillermo el Taciturno se refugió en ella durante los últimos años de su vida. Desde el Prinsenohof (El Palacio del Príncipe), dirigió su lucha por la independencia contra La Corona Española.
Con apenas once años, se convirtió en Príncipe de Orange, por la muerte sin descendencia de su primo Renato de Châlon, que tenía extensas propiedades en los actuales Países Bajos. Durante su minoría de edad fue el Emperador Carlos V quien actuó como regente del principado. Carlos V envió a Guillermo (hasta entonces educado como protestante), a Bruselas para que recibiera una educación católica bajo la supervisión de María de Austria, hermana de Carlos y regente de los Habsburgo en los Países Bajos.
Fue favorecido tanto por Carlos V como por Felipe II, gracias a lo cual su ascenso político y militar se convirtió en una carrera fulgurante. Esto no evitó que Guillermo se pusiera del lado de la nobleza holandesa que reclamaba más poder ante los españoles. Además Guillermo, que acabó declarándose calvinista, era partidario de la libertad religiosa en una época marcada por la Inquisición que no contemplaba ese tipo de opciones.
Felipe II lo acabó declarando en rebeldía en 1580, y Guillermo después de muchos avatares se refugió en Delft, convirtiendo los edificios de un viejo convento de estilo gótico tardío en su residencia y en el corazón de la lucha por la independencia. Allí murió asesinado por Balthasar Gérard, partidario del rey español, que en 1584 le disparó acabando con su vida. Gérard no pudo escapar de Delft y fue ajusticiado de una manera espantosa. Las huellas de los disparos permanecen en la pared del vestíbulo donde el Taciturno acabó sus días.
En la actualidad el Palacio del Príncipe es el Museo Municipal (Stedelijk Museum Het Prinsenhof) de la historia de Delft. En él se recuerdan aquellos hechos y numerosos testimonios de la Guerra de los Ochenta Años, que culminó en 1648 con el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas (antecedente de los actuales Países Bajos).
Además de una interesantísima colección de la preciosa cerámica de Delft, en el museo se pueden ver también colecciones de arte relacionadas con la Casa de Orange-Nassau y naturalezas muertas, tapices, platería, esculturas medievales y retratos de la familia real holandesa. Entre las obras más interesantes están el lienzo ‘Llorando a Cristo’ de Maarten van Heemskerk o el ‘Juicio de Salomón’, del taller de Rubens.
Los canales en la historia de Delf
En la época de Guillermo el Taciturno, Delft era la tercera ciudad más importante de Holanda, tras Dordrecht y Haarlem, y además estaba custodiada por murallas, lo que favorecía la seguridad del Príncipe.
Pero su historia comenzó hacia el 1100, aunque no fue hasta mediados del siglo XIII cuando la excavación que dio lugar al canal Delft, del que toma su nombre, favoreció la agricultura y Delft se convirtió en una próspera ciudad comercial. Constituida como ciudad con un fuero fechado el 15 de abril de 1246 de manos del conde Willem II.
En 1389 Delft obtuvo el permiso del duque Alberto I, para excavar su propio canal hacia el Merwede (una zona donde confluyen varios ríos). En su boca, Delft construyó su propio puerto: Delfshaven, hoy perteneciente a Rotterdam. Pero gran parte de Delft quedó destruida por un incendio en 1536.
Un siglo después sus preciosos canales, regados por el río Schie, se multiplicaron . Desde su puerto entraban y salían al mundo las preciadas piezas de cerámica azul. En Delft se instaló una sede de la Compañía de las Indias Orientales a la que llegaban piezas de porcelana China, inspiradoras de su famosa cerámica. Delft vivía su edad de oro. La prosperidad comenzó a decaer por culpa de una explosión de su polvorín ("Kruithuis"), que en 1654 destrozó comercios y edificios sumiendo a la población en un ambiente de desastre.
Sin prácticamente tiempo para recuperarse, en 1672 la Guerra Franco-neerlandesa significó para Delft un declive inevitable. Las compuertas que sujetaban el mar se abrieron para evitar la invasión del enemigo. Los campos se anegaron y la ciudad se apagó. Pasado el conflicto las vecinas ciudades de La Haya, como centro de gobierno y Rotterdam como ciudad portuaria, eclipsaron a Delft hasta el punto que de las treinta fábricas de porcelana sólo quedaba en el siglo XIX la Porceleyne Fles, que continúa existiendo en nuestros días.
Sus murallas se derribaron en el siglo XIX, sólo quedan algunos vestigios. Delft se abrió al mundo con la llegada del ferrocarril en 1847, que ayudó a la creación de nuevas industrias. Se fundó la Academia Real, hoy Universidad Técnica de Delft, y el TNO (instituto de investigación), que han convertido a la ciudad holandesa en un importante centro tecnológico y científico.
En la actualidad sus canales, por los que entró la prosperidad, habitados por plantas acuáticas y peces, llegan a todos los rincones del mundo en las cámaras de los viajeros que la visitan.
La cerámica blanca y azul de Delft
Una de las principales atracciones de Delft es la cerámica azul. Y algunas fábricas ofrecen visitas guiadas donde descubrir cómo se trabaja esta preciosa cerámica, la historia y las variedades de la producción. Una de las fábricas más antiguas y famosas es la Royal Delft y la Delft Pottery De Delftse Pauw, que puedes visitar.
Esta famosa cerámica se elabora en Delft desde el siglo XVI cuando artesanos italianos establecidos en Amberes, llevaron la técnica de la mayólica renacentista a tierras holandesas, adaptándola a los colores y motivos de la porcelana china. En 1576, huyendo de las tropas de Felipe II, se asentaron en Amsterdam, Rotterdam, Haarlem, y por supuesto, en Delft. En el puerto de Delft, como hemos visto antes, había una sede de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Una de sus más preciadas importaciones era la porcelana china de la dinastía Ming.
Buscando la manera de competir con aquella carísima y demandada porcelana oriental, extendieron la cerámica decorada en azul sobre blanco por toda Holanda. La policromía que llegó desde España desapareció. El azulejo se convirtió en una sinfonía azul y blanca que se mantuvo hasta la mitad del siglo XVIII.
Ceramistas holandeses como Willem van der Kloet y Jan van Oort se instalaron en Portugal, dada la gran demanda de la aristocracia portuguesa que buscaba especialmente el estilo delicado de los azulejos de Delft. De esta manera, palacios, jardines e iglesias del país luso, se llenaron de historias inspiradas en la mitología, en hechos históricos o en relatos bíblicos.
Encontrarás en mercadillos y tiendas de recuerdos los típicos molinos, zuecos y otros objetos que pasan por ser esa delicada cerámica. Ten en cuenta que si bien el precio de la auténtica es mucho mayor, si te lo puedes permitir, merece la pena la artesana, pintada a mano por ceramistas profesionales. Aunque no seas experto se nota mucho la diferencia.
Las iglesias de Delft
En el casco antiguo de Delft, y casi al lado una de otra, hay tres monumentales iglesias llenas de historia cuya visita se hace imprescindible para acercarse a la historia de la ciudad.
El Oude Kerk. La Iglesia Vieja de Delft
A orillas de uno de los canales de Delft se mantiene erguida esta preciosa iglesia protestante de estilo gótico. Su torre tiene parte de los cimientos en un espacio del antiguo curso del canal que fue desviado para su construcción. Esta circunstancia ha hecho que los cimientos cedieran y, a pesar de que han conseguido enderezarla, tiene todavía un desvío de unos dos metros. Es la torre inclinada de Delft, a la que durante mucho tiempo llamaron "Jack el torcido".
Hacia el año 1200 se comenzó a construir con un trazado típico basilical, una nave central más alta que las dos laterales, que ha cambiado mucho a través de los años. Fue construida para sustituir un antiguo templo de madera del siglo XI. Conocida popularmente como "El viejo John", el Oude Kerk ha tenido que superar, además del paso del tiempo, las vicisitudes por las que ha pasado la ciudad de Delft: el incendio en 1536, la inestabilidad del proceso protestante y la explosión de 1654 que la dañó gravemente. Su aspecto actual, luminoso y medieval, dista mucho del diseño primitivo, pero conserva un sabor único.
Entre otras lamentables pérdidas están sus vidrieras medievales que se hicieron añicos en la explosión de 1654. Los vidrios provisionales que cubrieron las ventanas fueron sustituidos a mediados del siglo XX por el artista Joep Nicolas, reconocido maestro vidriero neerlandés, que dejó en este templo de Delft una de sus mejores obras.
Hay unas cuatrocientas personalidades enterradas en esta iglesia, entre las que destacan Anton van Leeuwenhoek, el inventor del microscopio y el maestro del barroco holandés Johannes Vermeer.
Una de las campanas que ocupan su torre inclinada, la llamada Trinidad (Bourdon) que con sus casi nueve toneladas llama a la población de Delft desde 1570, ha sido "condenada" a sonar sólo en situaciones muy excepcionales, porque sus vibraciones dañan peligrosamente la ya de por si frágil torre.
Nieuwe Kerk. La Iglesia Nueva de Delft
En estilo gótico flamígero fue construida esta iglesia protestante, muy cerca de la vieja (con la misma entrada se pueden visitar las dos). Es una basílica con planta de cruz latina que se construyó a partir de 1396 y su fachada es uno de los frontales de la Marktplatz (Plaza del Mercado), situada frente al Ayuntamiento. Es el panteón de la Familia Real.
Desde su torre que mide alrededor de cien metros, lo que la convierte en una de las más altas del país, se disfrutan de las mejores vistas de Delft. Desde esta torre los científicos Simon Stevin y Jan Cornets de Groot realizaron sus famosas pruebas de caída. Con dos bolas de plomo (una diez veces más pesada que la otra), demostraron que la diferencia de peso de dos objetos, que tengan el mismo tamaño, no impide que caigan a la misma velocidad.
El diseño de esta iglesia es puro simbolismo. En su planta de cruz latina (símbolo de Cristo), se levantan las doce columnas del presbiterio (donde está situado el mausoleo de Guillermo de Orange), que son el símbolo de los apóstoles; los cuatro pilares del crucero el de los cuatro evangelistas; y los dieciséis profetas están representados en las dieciséis columnas de la nave central.
En su cripta están enterrados la mayoría de los miembros de la Casa de Orange-Nassau, bajo el mausoleo de Guillermo de Orange el Taciturno, que fue enterrado en 1584 dentro de la iglesia, porque el panteón de la Familia Real en Breda, estaba en manos de los españoles. La ornamentación del mausoleo Guillermo de Orange, se debe al escultor Hendrick de Keyser que la creó en 1614.
La iglesia católica de Delft. Maria van Jessekerk
La Maria van Jessekerk de Delft es una parroquia neogótica, católica romana. Fue construida entre 1875 y 1882 y diseñada por Evert Margry. Originalmente esta iglesia estaba dedicada a San José, pero desde 1971 se cambió la advocación a María de Isaí.
Está cerca de la Plaza del Mercado, y fue la primera iglesia católica construida después de la Reforma, en el centro de la ciudad. Construida en 1837 sobre los cimientos de una anterior del siglo XVII. Está abierta desde las 9,30 hasta las 5 de la tarde. Merece la pena una visita a su interior. Aunque ha sido restaurado, en su planta de cruz latina hay un buen despliegue artístico que justifica esta recomendación: las vidrieras, el órgano que es una «rareza» con dos mil cuatrocientos tubos, el precioso Viacrucis del siglo XIX, esculpido en madera de roble, y en general el rico aspecto mural del edificio.
Sus dos torres, que son distintas, están inspiradas en las torres de la Vieja Iglesia y de la Iglesia Nueva.
Otros sitios de interés en Delft2h>
El Centro de Vermeer de Delft
En Delft Vermeer se ha convertido en un reclamo turístico. Montado en el edificio que albergó la Guilda de San Lucas, El Centro Vermeer, recorre la vida del pintor, y ayuda a transitar a través de su trabajo y sus circunstancias vitales, por un viaje de descubrimiento sobre la vida de la ciudad en el siglo XVII.
La recreación de su estudio es un acercamiento a su modo de trabajar, a su investigación para llegar a dominar la luz de la manera magistral que lo hizo, y a la búsqueda de sus colores. En el segundo piso hay una exposición permanente titulada Mensajes de amor de Vermeer que es un recorrido por los detalles ocultos y los objetos simbólicos que aparecen en sus obras cuando habla del amor.
El Molino de Ross
Literalmente significa "Molino Rosa" y es uno de los pocos molinos que quedan en esta zona del país. Está a pocos minutos del Centro Vermeer. Es una joya escondida e inesperada de acceso gratuito (se puede hacer una donación).
Construido en 1679 (aunque muy modificado), es un hexágono de piedra que estuvo acompañado de otros molinos en la zona de las murallas de la ciudad. Restaurado en 1990, funciona como antaño y ofrece información sobre la importancia que tuvieron estos molinos de viento en la ciudad de Delft, que convertían el maíz en harina (una exposición se encarga la explicación). Pero además el molinero atiende amablemente a los visitantes mientras enseña cómo funciona la maquinaria de este edificio.
Las vistas desde la cima (merece la pena subir), son una belleza: los tejados de Delft, sus calles y canales, las torres de sus iglesias, etc. Ten en cuenta que no siempre está abierto, si ondea una bandera azul ¡has tenido suerte!, no te lo pierdas.
El Ayuntamiento de Delft, historia viva de la ciudad
EL Ayuntamiento de Delft cuya historia se remonta al siglo XIII, es una obra de 1620 diseñada por Hendrickde Keyser en lenguaje renacentista, que mantiene una simetría perfecta. Construido alrededor de la Torre del Conde, de estilo gótico tardío del siglo XIII (único vestigio del edificio incendiado en 1618). La torre fue utilizada como cárcel medieval y se puede visitar (con cita previa). Es un testigo de tiempos crueles donde se guardan instrumentos de tortura.
La fachada que da a la Plaza del Mercado, decorada con conchas doradas, recuperó con la restauración del siglo pasado, que llevó a cabo el arquitecto Jo Kruger, el aspecto original del diseño de Hendrickde Keyser que había sido muy modificado, devolviéndole todo el sabor del Renacimiento holandés. En este ayuntamiento se publicaron las amonestaciones del matrimonio de Vermeer con Catharine Bolnes.
En la Edad Media el mercado estaba detrás del Ayuntamiento como la Stadsboterhuis, donde se comerciaba la mantequilla holandesa, que era uno de los productos de exportación de la entonces próspera ciudad de Delft (hoy en el nº 17 de la calle Markt). En la misma calle, en el nº 11, estaba la casa de depesaje, Stadswaag, una báscula pública que desde la Edad Media fue el lugar obligatorio donde se pesaban los artículos de más de cinco kilos. Ya en el siglo XVIII en este mimo edificio, que hoy es un pub, estaban los gremios de orfebres y plateros y el de los boticarios. Unas placas en la fachada siguen recordando a estos históricos gremios.
La Puerta del Este. Oostpoort
Oostpoort, la Puerta del Este, ha sido y es inspiradora de artistas de todos los tiempos. No es de extrañar. Es un bello ejemplo de arquitectura defensiva de la Edad Media en esta zona, y un símbolo de Delft. Johannes Vermeer, Jan van der Velde el Joven, Jan van Goyen, Gerbrand van der Eeckhout y Jan de Bisschop son sólo algunos de los pintores cautivados por esta puerta, que es una de las entradas más antiguas de la ciudad. Ha permanecido erguida desde la Edad Media, sobreviviendo al resto de las edificaciones defensivas (había nueve puertas de acceso a Delft), la mayoría demolidas en el siglo XIX.
Es conocida también como la Puerta de Santa Catalina y se libró del incendio de 1536 y de la explosión de 1654. Adosada a los restos de la antigua muralla, hoy es un centro cultural donde se organizan exposiciones de arte.
Los mercados de Delft
Otro atractivo de la ciudad de Delft son sus mercados. Sus habitantes están acostumbrados a hacer las compras entre multitud de visitantes, turistas y vecinos de localidades cercanas.
La Plaza del Mercado, Marktplatz de Delft
Llama la atención que en esta pequeña ciudad se encuentre una de las plazas más grandes de Europa. En ella el bullicio del mercado, cuyos puestos se extienden desde el Ayuntamiento hasta la Iglesia Nueva, le da vida y colorido a la ciudad todas las semanas.
En la Plaza del Mercado, los jueves se concentran unos ciento cincuenta puestos donde encontrarás además de ropa y accesorios para bicicletas (este es el país de las bicis), todo tipo de alimentos: quesos, pescado, verduras, frutos secos, fruta fresca, pan y dulces.
El Mercado de las Flores
Hay pocas cosas más evocadoras de Holanda, además de sus quesos y sus molinos, que los mercados de flores en sus bucólicos canales. A cinco minutos de la Plaza de Mercado, los jueves también, se monta en el Brabantse Turfmarkt (un canal y una calle encantadores) el mercado de flores. Este precioso rincón se llena de mil colores y olores que derraman los múltiples puestos de flores.
Los sábados también se monta aquí una version "mini" de este mercado con unos cincuenta puestos de flores.
El Mercado de Antigüedades
Si te gustan las antigüedades, en Delft tienes dos oportunidades semanales de trastear entre piezas de decoración y muebles antiguos, pinturas olvidadas, cerámicas y, mil y un objetos, entre los que encontrar algo evocador cuando vuelvas a casa.
Este interesante mercado de antigüedades se celebra los jueves y los sábados. El del jueves se monta a lo largo del canal de la calle Hippolytusbuurt. El del sábado que es más grande e incluye un mercadillo de libros, se monta en los canales de las calles Hippolytusbuurt y Wijnhaven.