La sorpresa está presente en el mundo de las vidrieras desde que se descubrió el vidrio. No se sabe muy bien cómo fue el hallazgo, ni donde exactamente. Si le hacemos caso a lo que nos cuenta Plinio el Viejo en su Historia Natural, fue un hallazgo casual ocurrido a unos mercaderes egipcios cerca de Fenicia, que usaron piedras de natron, al no encontrar otra cosa para calentar su cena campestre, después de la cual, pasaron la noche bajo las estrellas.
El natrón es una especie de sal, conocida en Egipto como «sal divina», que se utilizaba entre otras cosas para embalsamar. A la mañana siguiente descubrieron que las piedras al enfriarse se habían fundido con la arena y se habían formado unas piezas transparentes y duras, que resultaron ser el vidrio.
Fueran o no éstos mercaderes quienes se encontraron con el vidrio de manera tan sorprendente, lo que sí es historia probada es que fueron los fenicios, en el siglo I a.C. quienes descubrieron la técnica del soplado, gracias a la cual aparecieron en las mesas los primeros vasos, y se pasó de utilizar el cristal como bolitas para collares y piezas cerámicas a doblegar ese material duro, transparente y frágil, que mantiene una complicidad con la luz cercana a la magia.
Hoy el vidrio es tan cotidiano en nuestras vidas que casi ni nos damos cuenta de su presencia; vajillas, gafas, pantallas, relojes, y un sinfín de objetos que nos acompañan a diario.
En la arquitectura contemporánea encontramos muchos ejemplos de cómo los muros de los edificios se han convertido en el reflejo del devenir de las ciudades, árboles, personas, coches u otros edificios. Forman parte viva de los mismos, y cambian de color en función de las horas del día o del clima, gracias al reflejo de nuestras protagonistas.
Las primeras vidrieras
Pero hasta llegar aquí, la arquitectura se sirvió de los vitrales; composiciones a base de vidrios de colores ensamblados con varillas de plomo, con intenciones llenas de mensajes y simbología en los edificios religiosos. El paso de la luz por los cristales fue utilizado por la iglesia con un bello símil al compararlo con la inmaculada concepción de la Virgen María, pues concibió a Jesús (Luz Divina) sin romperse ni mancharse.
Si bien es verdad que su uso también ayudó a mejorar la vida, protegiendo a los fieles del frío, el calor y la oscuridad.
Hasta hace poco la historia del vitral en Europa se ha relacionado con el románico, concretamente con las iglesias de la Île de France, pero recientes descubrimientos arqueológicos nos obligan a mirar hacia el año 540.
En la iglesia de San Vitale, en Rávena, han aparecido unos fragmentos de vidrios que presentan el perfil de un Cristo bendiciendo, fechados en esa época. No es extraño que por la temprana relación de esta zona italiana con Oriente, recibieran sus influencias antes que el resto de Europa, pues fueron los árabes quienes introdujeron la técnica del vitral en el viejo continente.
De lo que no hay duda es de que fue a partir del siglo XIII, y en la plenitud del gótico cuando las vidrieras llegaron a un punto culminante. En sus comienzos los diseños se montaban con piezas de colores, y para dar forma a las figuras se utilizaba un esmalte grisáceo, como vemos en estas de la Catedral de Le Mans, del siglo XII.
O este medallón perteneciente a una vidriera de la Basílica de Saint-Denis, fechado en el siglo XII, que narra cómo Moisés es salvado de la aguas.
La llegada del Gótico, el auge de las vidrieras
Las iglesias, desde la transición del Románico al Gótico, se sirvieron de los vitrales para aligerar el peso de sus elevados muros, y para llenar de historias bíblicas y de santos las imponentes naves con sus luces de colores.
Un ejemplo ineludible de la historia del vitral, son los muros de este relicario francés, Le Saint-Chapelle, consagrado en 1248 y situado en la parisina Île de la Cité:
A los sorprendidos ciudadanos medievales les debía parecer pura magia ver reflejadas en las tumbas catedralicias de clérigos y poderosos, las figuras de Cristo, de la Virgen o de los Santos, que por efecto de la luz bajaban desde los vanos a compartir sus rezos, para después volver a las alturas.
¿Quiéres saber más sobre el gótico frances? ¿O sobre las iglesias de París?
Los artistas medievales que le dieron vida a las vidrieras
Poco sabemos de los hombres y mujeres que estuvieron detrás de aquellas espléndidas creaciones medievales, ni de las herramientas y medios con los que contaban para su labor.
Con el avance de la arquitectura, los vitrales formaron parte de las tracerías góticas y ocuparon el lugar de la pintura al fresco, tan abundante en las iglesias románicas, convirtiéndose en el soporte donde se desarrolló esta pintura gótica que era a la vez una Biblia en imágenes.
Tal fue el auge de los artistas del vitral que el rey Ricardo II de Inglaterra creó el puesto de vidriero real en el siglo XIV, y su contemporáneo francés Carlos VI hizo lo propio en sus dominios. El imaginario gótico convertido en vidrios de colores fue enormemente fructífero.
Abajo dejamos algunas imágenes de vitrales de iglesias góticas en Francia, Alemania y España, muchas de ellas, aunque destinadas a templos con un claro lenguaje gótico, fueron terminadas en el Renacimiento, circunstancia que se refleja en el incipiente cambio de estilo que va apareciendo en ellas.
Sobre el altar mayor del Duomo de Siena se encuentra el conocido como «ojo de la catedral», diseñado por el artista sienés Duccio di Buoninsegna, hacia 1287. Narra escenas de la vida de la Virgen, y como la mayoría de las vidrieras suele pasar desapercibida ante el enorme despliegue artístico del templo. Si vas en un día de sol, no olvides mirar hacia arriba, es deslumbrante.
Las vidrieras en el Renacimiento
Con el cambio de ideas y de formas artísticas, que ahora miraban a la Antigüedad Clásica, cambió el vocabulario plástico de las vidrieras, y los diseños de los encargos más importantes pasaron a manos de pintores consagrados, mientras las realizaban los maestros vidrieros, que seguían siendo considerados como artesanos.
Las técnicas se fueron ampliando y los esmaltes se fundieron con los vidrios, de manera que éstos, en el Renacimiento, fueron utilizados como lienzos donde se narraban historias divinas y humanas. Nombres como Alberto Durero, Simone Martini o Lorenzo Ghiberti están detrás de algunos diseños de la época.
En el Museo Real de Arte e Historia, de la ciudad de Bruselas, encontramos estos magníficos ejemplos de vitrales renacentistas:
Y cambiando de país, en el extraordinario museo londinense de Victoria and Albert, del que hablamos aquí, encontramos este bellísimo ejemplo, procedente de la basílica alemana del monasterio de Steinfeld, en la Renania del Norte, realizado por Gerhard Remisch entre 1526 y 1557.
Con la llegada del Barroco, su uso prácticamente desapareció y no fue hasta el Neogótico, cuando nombres como Viollet-le-Duc recuperaron la antigua técnica de los vitrales.
Las vidrieras en el cambio de siglo: el Modernismo
El movimiento Arts and Crafts inspiró a mediados del siglo XIX una mirada a la naturaleza y a la artesanía, como rebeldía ante las manufacturas industriales, y recuperaron el oficio del vitral, silenciado durante siglos, para introducirlo en la vida cotidiana en todo tipo de edificios. Valga un ejemplo como el de la iglesia de La Trinidad de Boston, que es trabajo conjunto de Burne-Jons y Morris, dos nombres implicados en este movimiento.
Con el cambio de siglo, las influencias de Arts and Crats enraizaron de manera prodigiosa en el Modernismo, que según cada país recibe un nombre diferente: Art Nouveau (Bélgica y Francia), Sezession (Secesión de Viena, Secesión de Múnich), Jugendstil (Alemania y paises nórdicos), Modern Style (en los países anglosajones), Nieuwe Kunst (en Países Bajos), Floreale o Liberty en Italia.
Fué con estos movimientos artísticos cuando la vidriera dejó de ser principalmente un mensajero religioso para fundirse en el ámbito civil. Nombres como el norteamericano Louis Comfort Tiffany, o el francés Henri de Toulouse-Lautrec, derrocharon creatividad y sensibilidad en el mundo de la vidriera. Ellos firman a la limón esta belleza que podéis disfrutar en el Museo Orsay de París
O esta otra, del maestro norteamericano, que actualmente se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Houston
O el extraordinario mural de la educación en la Universidad de Yale, donde la firma Tiffany deja entre otros estos ejemplos:
O, en Barcelona, esta espectacular ventana de la Casa Lleó y Morera:
En París, los almacenes Lafayette nos regalan esta espléndida cúpula:
Y en el Palacio de La Música de Cataluña, de Lluís Domènech i Montaner, las vidrieras forman parte de un auténtico derroche de imaginación:
Unos años después de construir este espectacular Palacio de la Música catalán, fechado hacia 1908, estalló la gran Guerra en 1914 (de la que encontrarás información en la Revista de Historia Rea Silvia).
Las dos guerras que destrozaron Europa en el pasado siglo, dañaron infinidad de monumentos, como la Catedral de Reims, que sufrió heridas considerables, de las que los restauradores han dejado testimonios para la memoria.
La emblemática iglesia, herida pero orgullosa de su historia, volvería a resurgir de sus cenizas y hacia 1974, un judío ruso que residía en París inauguró las vidrieras que diseñó para la capilla central del ábside de la reconstruida catedral.
Hablamos de Marc Chagall, cuyo museo en la Provenza os recomendamos. Pintor que como pocos supo entender el sentimiento de la luz.
Chagall y sus poderosos azules dejaron en esta iglesia gótica el mismo mensaje que aquellos lejanos maestros contaron hace siglos, el sacrificio de Cristo y la victoria de su Resurección. Mensaje cristiano que es una metáfora en vidrio del devenir de este edificio en el convulso siglo XX.
Las vidrieras en el mundo contemporáneo
Otros grandes creadores han dejado atravesar sus obras por la magia de la luz, como Matisse, Fernan Léger, Pierre Soulages, el mexicano Leopoldo Flores, el extraordinario Narcissus Quagliata, o el «coreógrafo» del vidrio Dale Chihuly, a cuya obra le dedicamos un post.
Y por supuesto de la mano de arquitectos como Le Corbusier, Frank Lloy Wrigtht, Ernesto Basile, o el brasileño Oscar Niemeyer, Jean Nouvel, o Norman Foster, entre otros muchos. El mundo de la vidriera sigue fascinando y sorprendiendo como en éstas últimas imágenes que dejamos a continuación.