En esta web ya le dedicamos a Lisboa dos entradas en las que la recorrimos de la mano de Fernando Pessoa, uno de sus escritores más queridos. Hoy volvemos para recomendaros diez sitios imprescindibles que ver en Lisboa; algunos mas secretos, otros mas conocidos, pero todos ellos parte esencial de esta bellísima ciudad construida, al igual que Roma, sobre siete colinas.
Lisboa es como un teatro clásico cuyas gradas miran al estuario del Tajo. Las obras que se representan en su escenario están envueltas en un atrezzo decadente, romántico y cosmopolita que tiene como telón de fondo el abrazo del Tajo y el Océano Atlántico, la puerta más emblemática de su historia. Hay mucho que descubrir en esta ciudad inagotable, que además tiene en sus alrededores perlas como Sintra o Cascais o Estoril.
Nuestro primer consejo es pasearla sin prisas, subir y bajar sus empinadas cuestas para perderse entre sus gentes, escuchar sus sonidos y paladear sus sabores para empaparse literalmente de su hechizo. Te sorprenderá.
Dejamos aquí diez sitios inolvidables que ver en Lisboa, diez sitios que encierran muchos otros.
Capítulo 1. Cualquiera de sus numerosos miradores
En Lisboa abundan los miradores, como palcos de este teatro que derrama las butacas entre sus siete colinas. Cualquiera de ellos ofrece vistas espectaculares para que no te olvides nunca de esta ciudad. Son lugares imprescindibles e inevitables que ver en Lisboa. Es fácil encontrar en ellos actuaciones musicales en directo. Sonidos del mundo que llegan de África o Brasil gracias a ese mosaico de culturas que es Lisboa. Nuestros preferidos para que elijas:
- EL Mirador de Graça. Es el menos turístico, aunque también lo sea. Allí, junto a la iglesia de Santa María de Graça, hay una placa con un poema titulado Lisboa, que Sophia de Mello Breyner Andresen, asidua de este mirador, le dedicó a la ciudad. Sophia de Mello fue una de las grandes de las letras portuguesas del siglo XX, y la primera mujer de la historia en recibir el Premio Camões.
- El mirador de la Señora del Monte es el más alto. Desde aquí toda Lisboa se ofrece a la mirada. Un auténtico espectáculo.
- Entre los menos turísticos están: el Mirador de los Moinhos de Santana, situado en el entorno de Monsanto. Su nombre le viene por los más de cien molinos de viento que en el siglo XVIII molían la harina que abastecía a la ciudad. Aún quedan dos, que fueron rehabilitados a mediados del siglo XX. Es un lugar muy especial que sirve para acercarse a la Lisboa menos turística.
- Y el Mirador del Jardín de Torel. Un pequeño jardín escondido en un callejón, muy cerquita del ascensor do Lavra. Allí, entre una arboleda que crece frente una terraza abierta a Lisboa, encontrarás unos amigables bancos con reposapiés para descansar del bullicio turístico.
- Pero hay muchos más, no sólo los «oficiales» como el bellísimo de Santa Lucía, el de Las Puestas de Sol, el de Gloria, el de los jardines de San Pedro de Alcántara (un espectáculo al que se accede desde el elevador de Gloria en la Plaça dos Restauradores), y tantos otros que encontraréis en cualquier lista. Hay además muchos escondidos; en restaurantes, bares de copas, hoteles, centros comerciales, en elevadores como el famoso de Santa Justa, o desde cualquier monumento como el emblemático Castillo de San Jorge.
Capítulo 2. Un día en el monumental Barrio de Belém
Este es un lugar único. En él hay museos sorprendentes, monumentos históricos, jardines tropicales y el sabor de una de las siete maravillas de la gastronomía portuguesa: los pasteles de Belém.
Sólo el emblemático y magnífico Monasterio de los Jerónimos y la preciosa y delicada Torre de Belém ya son motivos más que suficientes para acercarse. Ambos son Patrimonio de la Humanidad, y ambos son sitios imprescindibles que ver en Lisboa.
Otro atractivo de este entorno es el Monumento a los Descubridores. Polémica construcción del dictador Salazar como homenaje a los Descubrimientos portugueses en el quinientos aniversario de la muerte de Enrique el Navegante. Infante de la casa Avís, que inició la Era de los Descubrimientos portugueses, que está enterrado en el monumental Monasterio de Batalha.
Nació como monumento efímero en 1940. Salazar impulsó en 1960 su construcción en hormigón para hacerlo definitivo. Su mirador ofrece unas vistas excelentes y desde él se puede admirar, es la única forma de verlo bien, el extraordinario mosaico donado por Sudáfrica que se extiende a los pies del monumento: la Rosa de los vientos.
Los museos y los jardines son otro espectáculo cultural de este barrio esencial de Lisboa.
- El Museo Nacional de Arqueología. Este es un museo estatal que muestra la historia del país luso. Es el más completo del país en materia arqueológica. Situado en el ala occidental del Monasterio de los Jerónimos, en los antiguos dormitorios de los monjes. Fue reconstruido en el siglo XIX en estilo neomanuelino, imitando al original. En la colección hay restos prehistóricos, romanos, visigodos, musulmanes, egipcios y restos del mundo clasico.
- El Museo de la Marina. Es uno de los museos más visitados de Portugal. Situado en el ala oeste del Monasterio de los Jerónimos, ocupa la capilla que construyó Enrique el Navegante en la que los marinos escuchaban misa antes de iniciar un viaje. En sus salas se recorre la evolución de la ingeniería náutica desde el siglo XV. En su colección se encuentran objetos propios de la navegación, la colección de barcos reales, hidroplanos, maquetas de naves modernas, etc.
- El Museo Nacional de Carruajes. Este es otro de los más visitados de Lisboa. Un especialísimo museo situado junto al Tajo. Alberga la que es posiblemente la colección de carruajes reales más completa de Europa. Entre estos destaca un vehículo perteneciente a Felipe II (III de España). Fue construido en España entre los siglos XVI y XVII y es una de las carrozas más antiguas que se conocen.
- El Centro Cultural de Belém, frente al Monasterio, en cuyas instalaciones está el Museo-Colección Berardo que alberga una importante colección de Arte Contemporáneo en la que encontrar obras de Pablo Picasso, Marcel Duchamp, Salvador Dalí, Andy Warhol, Francis Bacon, Amadeo de Souza Cardoso, Paula Rego o Helena Almeida, entre otros.
- El Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología, MAAT, cobijado en un espectacular edificio en la orilla del Tajo. Es un museo de Arte Contemporáneo conectado con la antigua central de vapor Central Tejo (convertida en Museo de la Electricidad), mediante un corredor diseñado por el arquitecto libanés Vladimir Djurovic.
- Varios jardines se extienden por este precioso barrio, pero el Jardín botánico tropical es uno de esos sitios imprescindibles que ver en Lisboa. Para relajarse después de la visita monumental, olvidarse de las colas, y perder la vista entre sus verdes rincones diseñados de manera que creerás que estás en Macao.
Un jardín imprescindible
No te puedes marchar sin probar los pasteles de Belem. Están en la Rua de Belém nº 84, junto al Monasterio. Aunque se encuentra por todo Portugal, estos son los auténticos. Su receta es un secreto muy bien guardado. Hay que tomarlos in situ, porque cuando pasan unas cuarenta y ocho horas ya no son lo mismo. Si los piensas llevar de regalo, deja esta visita para el final.
Capítulo 3. Varias iglesias que ver en Lisboa
Dada la diversidad de culturas que conviven en Lisboa, es fácil encontrar iglesias destinadas al culto de muchas religiones, pero nos vamos a referir aquí a algunas católicas por su monumentalidad y por la historia lisboeta que guardan, los avatares naturales y políticos que cuentan sus muros y el arte que atesoran. Hay muchas donde elegir. Te proponemos algunas:
Además de la joya manuelina que es la iglesia de Santa María del Monasterio de los Jerónimos, en la ciudad de Lisboa hay un ramillete de iglesias que merecen una visita.
La Iglesia de Santo António camino de la Catedral, en la Alfama. Se erige sobre la casa donde nació San Antonio de Padua (llamado así porque está enterrado en Padua-Italia). De la original sólo queda la cripta donde se supone que nació el patrono de Lisboa (título que comparte con San Vicente), cuya onomástica, celebrada el 13 del mes de junio, convierte Lisboa en una fiesta impresionante.
La Seo, Catedral de Santa María la Mayor, mezcla de varios estilos arquitectónicos, es la iglesia más antigua de Lisboa. Superviviente de todas las catástrofes, está situada en el barrio de la Alfama.
Probablemente construida sobre un templo pagano, son muchas las hipótesis sobre el paso de distintas culturas sobre su suelo. El edificio actual se levantó en románico tardío en el siglo XII después de la expulsión de los árabes. Con diversos añadidos a lo largo de los siglos, la última gran restauración, en el siglo XX, le dio el aspecto actual. Hay una curiosidad buscada por los visitantes: tiene una columna desviada a causa del famoso terremoto de 1755.
El Convento del Carmen. En el precioso barrio del Chiado, situado muy cerca del elevador de Santa Justa, se encuentran los restos de este convento carmelita cuyo templo era la mayor iglesia gótica de Lisboa. El terremoto de 1755 la dejó en ruinas que son hoy uno de los más bellos testimonios de aquel desastre. Hay desde allí unas magníficas vistas.
En sus ruinas se encuentra el pequeño e interesantísimo Museu Arqueológico do Carmo, que es la sede de la Associação dos Arqueólogos Portugueses. La plaza en la que se encuentra este convento es uno de esos sitios inolvidables que ver en Lisboa.
O la Monumental San Vicente de Fora (en la foto de portada), copatrono de Lisboa. Obra levantada sobre un antiguo monasterio agustiniano en la época en que fue rey de Portugal Felipe II de España (Felipe I de Portugal), por sus dos arquitectos fetiches: el italiano Filippo Terzi y el español Juan de Herrera (artífice del Monasterio de El Escorial). Conserva restos del monasterio del siglo XVI, un más que interesante muestrario de azulejos del siglo XVIII, y el Panteón de los Braganza.
Capítulo 4. Museos imprescindibles que ver en Lisboa
De los muchos e interesantes museos que se pueden disfrutar en Lisboa y dependiendo de tus intereses, nos parecen imprescindibles todos los que mencionamos en Belém.
Otro imprescindible es el Museo Nacional de Arte Antiguo, todo un lujo donde disfrutar sin colas ni aglomeraciones de lo mejor del arte portugués, y de obras como Las tentaciones de San Antón, un tríptico de El Bosco sobre la lujuria y la avaricia.
Y también encontrar firmas como la de Alberto Durero, o Piero della Francesca, los hermanos Della Robbia, Tiepolo, Zurbarán, o Van Dyck, entre muchos otros.
Su cafetería es uno de esos secretos que guardan a buen recaudo los habitantes de la ciudad. ¡Está casi libre de turistas! Y es una gozada que mira al Tajo.
De los intercambios culturales que Portugal le debe a su vocación marinera hay un despliegue de lujo en este museo, en la colección de Artes de Expansão, como son los Biombos Namban japoneses, o la gran colección de marfiles o de cerámica china. La colección es impresionante.
Está en la calle de las Janelas Verdes (ventanas verdes). En el 92 de esta calle vive Madonna. La terraza tiene vistas de lujo al Tajo, y dicen que son mejores que las de Madonna.
El Museo de la Ciudad, es un recorrido histórico por la vida de Lisboa desde la prehistoria a nuestros días. Su jardín es un rincón tranquilo de Lisboa. Es como un cuento donde todo es posible, gracias a las recreaciones cerámicas de Bordallo Pinheiro.
En la Av. de Berna está el Museo Calouste Gulbenkian. Es uno de los más importantes del mundo, creado gracias a una extraordinaria colección privada. Incluye Arte Islámico, Egipcio, Griego, Asiático y Europeo. También tiene obras de Rembrandt, Rubens, Monet, Van Dyck y Renoir, entre otros. Los jardines que forman parte de este museo son otro espectáculo.
El Museo Nacional del Azulejo, está en la iglesia Madre De Dios (entre Alfama y el Campo de las Naciones). Con una larga historia de destrucciones por incendios y terremotos, este precioso edificio alberga hoy el Museo Nacional del Azulejo, otro sitio imprescindible que ver en Lisboa para entender el arraigo de esta técnica en todo el país.
Capítulo 5. Dejarse envolver entre fados, cantes alentejanos y sabores lisboetas
Cuando llega la noche suena una música enraizada en la cultura portuguesa: el fado, cuyos sonidos surgen en las típicas «casas de fado» para conjurar la nostalgia, el dolor y los sueños perdidos, desde los barrios de Alfama, Mouraria, Bairro Alto y Madragoa.
En noviembre del 2011 la Unesco inscribió el fado, canto popular urbano de Portugal, como integrante de la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La intérprete lisboeta de fados más conocida fue Amália Rodrigues, cuyos restos descansan en el Panteón Nacional. El Panteón está en la iglesia de Santa Engracia, que tiene un mirador de 360º sobre Lisboa.
También forma parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el Canto Alentejano. Un canto coral y varonil, sin instrumentos ni voces femeninas, con letras inspiradas en temas como la vida en el campo, la naturaleza, el amor, la maternidad o la religión y en la evolución actual de la vida cultural y social.
Se puede escuchar en la Casa del Alentejo (Rua Portas de Santo Antão, 58). Donde hay conciertos los fines de semana. El edificio es un palacete del siglo XVII enclavado en el barrio del Rossio. Nació con estilo árabe, para convertirse en un casino de inspiración versallesca donde hoy suenan los ecos del Alentejo. Allí, además de los sonidos únicos de esta música, se come con las tres BBB: Es bueno, bonito y barato. No te lo pierdas.
Capítulo 6. Qué ver en Lisboa además de las recomendaciones habituales
Cualquiera que vaya a Lisboa sabrá de antemano que es «obligatorio» pasear la inmensa y extraordinaria Plaza de Comercio, o la vibrante Rossio, subir al Castillo de San Jorge, dejarse llevar por sus viejos tranvías, perderse por la hermosa Baixa que creó el Marqués de Pombal, pasear el especialísimo Chiado, la bella Mouraria y la inolvidable Alfama, o disfrutar la noche en el Barrio Alto.
Y claro que lo es. Pero hay rincones que se suelen escapar, tan interesantes y tan lisboetas como cualquiera de éstos, y tienen un añadido que los vuelve imprescindibles para dejar de hacer el «turista» un rato, ¡no hay colas ni aglomeraciones! Os proponemos algunos:
El Palacio de los Marqueses de la Fronteira
Situado en el corazón del Parque Forestal de Monsanto (el pulmón de Lisboa), este palacete del siglo XVII es una evocadora construcción de un tiempo en el brilló de manera fastuosa. En sus preciosos jardines encontrarás lo que se ha dado en llamar «La Capilla Sixtina» del azulejo portugués, de la que hablábamos aquí. Paneles de extraordinarios azulejos pintados a mano, que sirvieron de telón de fondo en las noches de fiestas barrocas que se celebraban allí. Testigos de tertulias y palabras de amor, de canciones y poemas envueltos en los perfumes de un jardín inolvidable.
Gestionado por la misma familia, merece mucho la pena acercarse. Las visitas se organizan a diario, cada media hora entre las 10:30 y las 12:00 horas. Se puede ir sin cita previa porque no suele haber colas. Está en Largo São Domingos de Benfica, 1. Hasta allí llega el autobús nº 770.
Para los amantes de las letras
Hay dos citas muy interesantes: a los seguidores de Fernando Pessoa y su famosos heterónimos, les recomendamos visitar su Casa-Museo en el Campo de Ourique. Se trata de un acercamiento a su figura muy bien llevado y atendido por un personal de diez.
La Fundación Saramago, en la Casa dos Bicos. Un edificio del siglo XVI situado en la calle Bacalhoeiros, que ofrece una exposición permanente dedicada a la vida y obra de José Saramago. Hay variadas actividades culturales.
Una mañana en El Barrio de Estrela
Guarda este barrio señorial y burgués algunos de los más bellos y desconocidos rincones de Lisboa como el Jardim da Estrela, uno de los más bonitos y tranquilos de la ciudad, en el que te puedes encontrar con actuaciones de música en directo.
Junto a él está el pequeño y enigmático Cementerio de los Ingleses, el más antiguo de la ciudad. Y además de la imponente Basílica da Estrela está el encantador y recomendable Mercado de Campo de Ourique, convertido en un lugar donde se puede disfrutar de los sabores de Portugal y del mundo a precios muy honestos.
Capítulo 7. Sitios de Lisboa donde comprar objetos únicos
Se podría hacer un recorrido buscando la belleza de las tiendas lisboetas, más allá de lo que vendan. En la Baixa encontrarás unas tiendas muy particulares que venden conservas, sobre todo «latas de sardinas». Son un espectáculo de color y buen gusto. Si te gustan las antigüedades, en Lisboa encontrarás anticuarios que son verdaderas joyas donde perderte. Los mejores los del Barrio de Estrela y los de Chiado.
Un consejo: no te vayas de Lisboa sin ver LX Factory. Es un centro de cultura alternativa y bohemia situado en el barrio de Alcántara. Fue una zona fabril y entre sus edificios industriales de ladrillo y sus llamativos murales de arte urbano encontrarás muebles vintage, objetos de diseño, ropa hindú, diseños locales y mil sorpresas. Allí podrás buscar las nuevas tendencias creativas. Todo en este lugar es original.
Entre sus tiendas encontrarás la que quizá sea la librería más bonita de Lisboa: Ler Devagar. Aunque no te gusten los libros, no te la pierdas. Original y preciosa. Y no salgas de ella sin probar en su cafetería su famoso «O bolo da Marta».
Los domingos se celebra un mercado al aire libre en el que jóvenes creadores exponen sus diseños de muebles, ropa, bisutería, objetos de decoración, etc. LX Factory es un sitio relajante, divertido y nada caro donde almorzar o tomar algo, y si te llega la noche hay también actuaciones en algunos locales.
Otro de los sitios que hay que ver en Lisboa son cualquiera de las tiendas de A Vida Portuguesa. Están en Chiado y en el Mercado da Ribera. La última que han abierto está en un antiguo barrio marginal de Lisboa: Intendente, hoy refugio de artistas e intelectuales, pleno de tiendas vintage y locales de moda. En este renovado barrio lisboeta, en el local de la antigua fabrica de cerámicas Viúva Lamego, A vida Portuguesa ha montado una de las tiendas más bonitas de la ciudad.
Las recomendamos porque son una espléndida representación de la historia de Portugal: la famosa cerámica Bordallo Pinheiro, la vieja crema de manos Benámor, o la mítica pasta dentífrica Couto, objeto de deseo de tiendas famosas de Nueva York. Velas de la marca Portus Gale, jabones y esencias para ambientar que han puesto en el mapa del mundo personajes como la norteamericana Oprah Winfrey, y mucho, mucho más.
Capítulo 8. Una inmersión marina en su magnífico Oceanario
El Oceanario de Lisboa, construido con motivo de la Expo 98, es en realidad un divertido y espectacular museo de biología marina situado en el Parque de las Naciones de Lisboa.
El edificio, al que se accede por pasarelas, es el segundo más grande de Europa. Está instalado en la dársena «Doca dos Olivais», a la orilla del río Tajo sobre el que parece flotar. Tiene una impresionante colección de especies de aves, mamíferos, peces y otros habitantes marinos.
Lo componen cuatro zonas separadas que representan los hábitats de los océanos Atlántico, Pacífico, Índico y Antártico. Su principal atracción es la gran piscina central, donde conviven especies de peces como tiburones, barracudas, rayas, atunes y pequeños y coloridos peces tropicales.
Capítulo 9. Qué ver en Lisboa paseando la orilla del Tajo o navegando por él, o las dos cosas
En 2013 Lisboa inauguró un nuevo paseo de veinte kilómetros que discurre por la orilla del plácido Tajo. Une el Parque de las Naciones con Belém y se ha convertido en uno de los lugares de moda para los lisboetas.
A menos que seas un adicto a las caminatas no te lo recomendamos entero, pero dar un paseo por el río desde Alcántara a Belém supone recorrer unos siete mil metros llenos de placeres para el gusto, la vista y el espíritu. Es una buenísima manera de mirar Lisboa desde la orilla de un río que huele a mar.
Y en el camino encontrarás las famosas Docas de Alcántara, unos viejos almacenes reconvertidos en restaurantes y discotecas; el precioso Museo del Oriente, agradables terrazas bajo el puente 25 de abril, el reputado (con razón) restaurante In Rio Lounge que tiene una estupenda terraza. Pasarás por la Cordoaria Nacional, un edificio del s. XVIII donde se realizaba la manufactura de cabos, se hacían las velas y las banderas para los barcos. En el camino están también el Museo de la Electricidad, y el Palacio de Belém, un edificio rosa que es la residencia oficial del Presidente de Portugal. Y al final llegarás a la zona monumental de Belém, o si lo haces al revés, llegarás al precioso barrio de Alcántara.
En este camino hay una parada recomendada: el parque Tapada das Necessidades. El pintor francés Eduard Manet estuvo hospedado en 1859 en el palacio que justifica este precioso espacio verde, y según cuenta él mismo en sus memorias, estos parajes verdes le inspiraron su famoso Desayuno en la Hierba. El palacio no es visitable pero su terraza trasera sí, y las vistas sobre el Puente 25 de Abril son espectaculares.
Capítulo 10. Qué ver en uno de sus lugares más especiales: el Cementerio de los Placeres
La visita a los cementerios de las ciudades es una actividad cuya demanda ha crecido en todo el mundo. Es una manera de comprender mejor a un pueblo a través de su relación con la muerte. En Ruta Cultural recorrimos ya algunos de los cementerios más famosos del mundo.
Lisboa tiene entre sus cementerios uno monumental y bellísimo, además del mencionado de los Ingleses. Es el Cementerio de los Placeres. Su nombre deriva de la antigua quinta que ocupaba el lugar en el que actualmente se encuentra el cementerio, «La Quinta de Los Placeres». Este es un cementerio con vistas, un espectáculo nostálgico y bellísimo que alberga las tumbas de muchas personalidades del país.
Hay un «rincón de los artistas», en el que se encuentran enterrados actores, cantantes, pintores, escritores, etc. La fadista Amália Rodrigues, inicialmente enterrada aquí, fue posteriormente trasladada al Panteón Nacional, también en Lisboa, por la enorme presión de sus admiradores.
En los Placeres también descansa el escritor italiano Antonio Tabuchi, autor de la celebérrima novela Sostiene Pereira ambientada en la Lisboa de Salazar. Tabuchi fue traductor al italiano de la obra de Fernando Pessoa y profesor de portugués en Italia. Pero sobre todo fue un enamorado de Lisboa.
La monumentalidad del cementerio se explica porque fue el lugar de enterramiento de familias poderosas de Lisboa. En sus tumbas hay un espléndido despliegue de símbolos que reflejan los gustos arquitectónicos y la identificación de creencias o profesiones de los finados: masones, cristianos, heráldica familiar, etc, que configuran una variada y bellísima muestra ornamental.
Los tranvias 25F y 28F llevan hasta la puerta. Hay visitas guiadas gratuitas de las que informan en el Ayuntamiento.