En la preciosa ciudad de Cracovia, colgado en una de las salas de su Museo Nacional está el retrato mundialmente conocido como La Dama del Armiño. Un cuadro fascinante que el genio de la Toscana, Leonardo da Vinci, pintó gracias a un capricho amoroso que vivió Ludovico Sforza en el Castillo Sforzesco de Milán.
La Dama del Armiño es el retrato de Cecilia Gallerani cuando contaba a penas diecisiete años. Es una de las obras más conocidas de Leonardo da Vinci. Quizá sea la única obra del italiano que ha estado en manos privadas. Leonardo da Vinci pintó este bello y enigmático cuadro alrededor de 1490 a instancias de Ludovico Sforza, duque de Milán, conocido como "el Moro". La bellísima Cecilia era su amante. Una joven nacida en Siena, que había vivido con su familia en Florencia y Lucca.
Los retratos femeninos de Leonardo da Vinci
La Dama del Armiño es uno de los cuatro retratos femeninos que conocemos de Leonardo da Vinci. Los otros son la famosa Gioconda, el retrato de Ginevra de Benci y La Belle Ferronière. Esta última la han identificado algunos como Cecilia en una etapa madura. Una hipótesis discutida y difícil de probar. Pero a la vista de los retratos y conocida la historia entre los protagonistas, para nada imposible.
Se sabe que Leonardo da Vinci tituló su obra: Retrato alegórico de Cecilia Gallerani. También se sabe, gracias a un soneto de Bernardo Bellincioni fechado en 1493 (una loa a Leonardo y a Cecilia), que en esa fecha ya estaba terminado. Existen además unas cartas entre Cecilia Gallerani e Isabella d’Este, quien en 1498 le pidió prestado su retrato pintado por Leonardo. Además la interpretación de la iconografía del cuadro ha llevado a la aceptación de que, efectivamente Cecilia Gallerani es La Dama del Armiño.
¿Quién era Cecilia Gallerani?
Nació en el seno de una familia de relevancia en Siena. Su padre fue Fazio Gallerani, quien ocupó cargos importantes en Milán y llegó a ser embajador en Florencia y en Lucca.
Cecilia Gallerani era una joven culta y hermosa. Recibió una cuidada educación en latín, entonces sólo accesible para las clases altas. Era conocida por su gran reputación como cantante, escritora y compositora de música. Organizaba tertulias con intelectuales milaneses, donde se hablaba de filosofía y otros temas humanistas, a las que asistía Leonardo da Vinci.
El escritor italiano Matteo Bandello, que tenía el extraño cargo de «novelista de la corte» Sforzesca, la describió como una patrona de las artes. Cecilia mantuvo un pequeño salón en el Palazzo Carmagnola de Milán. Cuentan que aquel fue el primer Salón de Europa.
No se sabe cuándo se convirtió en amante del Duque, pero atando cabos, es fácil deducirlo. Existe un documento fechado en junio de 1487 en el que es liberada de un compromiso matrimonial contraído durante su infancia con Giovanni Stefano Visconti. Cecilia tenía entonces quince años, ya estaba en Milán y es muy posible que el interés de Ludovico Sforza en ella fuera el motivo de esa ruptura.
En el verano de 1489 dejó a su familia y se fue a vivir a una casa en la parroquia milanesa de Nuovo Monasterio. Resulta verosímil pensar que fuera el nido de amor de Gallerani y Ludovico. Otro dato que apunta al interés del Duque en Cecilia es que aquel mismo año uno de sus hermanos, Sigerio, mató a un hombre en una pelea y escapó de la justicia gracias a la intervención del poderoso Ludovico.
Cecilia acabó viviendo en «La Roca», unos aposentos del castillo Sforzesco de Milán. Tuvo un hijo con Ludovico: Cesare Sforza Visconti. A Cesare lo nombró su padre, con tan sólo seis años, arzobispo de Milán. La carrera de Cesare Sforza se truncó pronto, falleció con poco más de veinte años.
Ludovico Sforza estaba prometido a Beatrice d’Este. Aquella boda pactada con la familia Ferrara corrió serio peligro. El embajador de Ferrara en Milan, Jacopo Trotti, le envió al padre de Beatrice una carta en noviembre de 1490, en la que le contaba:
…las intenciones de Ludovico con respecto a la madonna Duchessa nostra (Beatrice) no estan claras, ya que seguía locamente enamorado de quella sua innamorata (Cecilia). "La tiene con él en el castillo, la lleva a todas partes y quiere regalarle todo. Está embarazada y tan bella como una flor; y él a veces me lleva a visitarla". Leonardo, el vuelo de la mente.
La boda de Cecilia se canceló, pero el matrimonio de Ludovico con Beatrice d’Este se celebró en 1491 a pesar de que Ludovico hizo todo lo posible por retrasarla. Había fuertes razones políticas para que así fuera.
Al enterarse Beatrice de que su esposo seguía visitando a su amante, Cecilia tuvo que abandonar sus apartamentos en la sede de la corte ducal. La flamante esposa se negaba a tener relaciones con «il Moro» mientras Cecilia siguiera en el castillo.
Ludovico le regaló a su amante el feudo de Saronno, al norte de Milán, como prueba de su amor. Las necesidades de Cesare fueron atendidas con celo por su padre, y al parecer el hijo de Cecilia era uno más en la familia. En la Pinacoteca de Brera de Milán se puede ver esta tabla a la témpera, en la que aparece Cesare de rodillas junto a su padre frente a Beatrice y Maximiliano, el hijo mayor del matrimonio.
Ludovico Sforza no era un modelo de depravación como lo había sido su hermano el duque, pero disfrutaba de las ventajas que en el terreno sexual ofrece el despotismo. Consideraba que sus súbditas, como los ciervos de sus cotos de caza, estaban a su disposición, y cualquier mujer en la que se posaran sus ojos, fueran cuales fuesen sus sentimientos, sabía que ese favor equivalía a un pasaporte a un mundo de comodidades y privilegios del que disfrutarían no solamente ella, sino también toda su familia. Leonardo, el vuelo de la mente.
La historia de este trío amoroso está oculta en el retrato de la joven Cecilia. Protagonizada por Ludovico Sforza «el Moro» y dos mujeres extraordinarias: la esposa; Beatrice d’Este, una de las más bellas y cultivadas princesas del Renacimiento, gran mecenas de las artes, inteligente y puede que enamorada del duque, y la amante; Cecilia Gallerani, la fascinación de Ludovico.
Si otro famoso retrato de Leonardo, La Belle Ferronière, es realmente de Cecilia, el montaje al pie de este párrafo mostraría una situación repetida miles de veces: un hombre atrapado entre el deseo por varias mujeres (la de la izquierda es Beatrice d’Este), y el triunfo de la esposa sobre la amante.
En la esquina derecha de este montaje, aparece el retrato conocido como La Bella Ferronière (título erróneo, pues al parecer la modelo no es francesa, sino Lucrezia Crivelli, la concubina milanesa que sucedió a Cecilia). Aunque como decimos hay historiadores que ven en este retrato a Cecilia con algunos años más.
Fuera como fuese, la corte sforzesca de Milán sirvió con naturalidad a la libertina vida de Ludovico que, amantes aparte, debió amar a su esposa. Cuando ésta falleció, sólo seis años después de la boda, el duque cayó en una profunda depresión.
Leonardo da Vinci en la corte de Ludovico Sforza
Desde 1482, Leonardo da Vinci trabajaba a las ordenes de Ludovico como Consejero de Fortificaciones y Maestro de festejos y banquetes de la corte de los Sforza.
Además de ingeniero y jefe de festejos, Leonardo se ocupaba de las cocinas de palacio. Fue un gran cocinero, y en el campo de la gastronomía también un visionario. Pero deslumbró a Sforza con su valía como arquitecto, urbanista, inventor, pintor y escultor. Ludovico le llamaba El Apeles Florentino.
En aquellos años felices nació de su ingenio la que quizá sea su obra más importante: La Última Cena, que milagrosamente sigue admirándonos en el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie de Milán, donde Leonardo da Vinci lo pintó. Y, entre otras muchas obras, nació en aquellos años milaneses la primera versión de La Virgen de las Rocas, además de innumerables inventos y proyectos arquitectónicos y urbanísticos.
Leonardo y Cecilia fueron grandes amigos. El genio Toscano acudía a las tertulias que ella organizaba en su Salón renacentista donde se hablaba de Filosofía, Teología, Arte, Literatura y tantos temas humanistas. Mucho debió amar «el Moro» a esta interesante mujer, para encargarle su retrato al que consideraba el mejor pintor de Italia de aquellos momentos.
Leonardo da Vinci siguió al servicio de Ludovico hasta que, en 1499, las tropas de Luis XII de Francia conquistaron el Ducado de Milán y los Sforza fueron destituidos.
Comienzan los viajes de La Dama del Armiño
Cuando Cecilia tuvo que abandonar el castillo Sforzesco, la instalaron en el Palacio de Verme en Milán. En 1492 la casaron con el conde Ludovico Carminati y "el Moro" le regaló el Palacio de Carmagnola, en Saronno, muy cerca de Turín, que entonces pertenecía a Milán. Allí vivió tranquila Cecilia y tuvo cuatro hijos más. El Palacio fue embellecido para Cecilia por Bramante y Leonardo da Vinci. Hoy es el Piccolo Teatro de Milán, un emblemático centro de la cultura milanesa.
Al morir su esposo y su hijo Cesare, se retiró a un castillo en San Giovanni in Croce, cerca de Cremona. Cecilia restauró el viejo castillo y lo convirtió en un espléndida villa, hoy visitable, que ha sido restaurada y ampliada a lo largo de los siglos.
En todos estos desplazamientos el famoso retrato se trasladó con ella. Cecilia falleció en 1536, no se sabe la fecha exacta. Está enterrada en la tumba de la familia de su esposo, Los Carminati, en la iglesia de San Zavedro, en San Giovani in Croce.
Cecilia sólo se separó del retrato de Leonardo en una ocasión. Isabella d’Este, marquesa de Mantua, cuñada de "El Moro" y admiradora de Leonardo da Vinci, le pidió el favor de que se lo enviara a Mantua para poder admirarlo. Reacia al principio, acabó dejándole el retrato a la marquesa y ésta se lo devolvió un mes después.
De modo que de Milán, La Dama del Armiño viajó a Carmagnola, luego a San Giovani in Croce y a Mantua.
Después de la muerte de Cecilia poco se sabe del paradero del famoso retrato. En el siglo XVIII se podía ver de nuevo en Milán, en la colección de los marqueses de Bonasana. Hacia 1790 el príncipe Adam Jerzy Czartoryski se lo compró a los marqueses y se lo regaló a su madre Izabela. Pasó a formar parte de la colección de arte de Izabela, quien lo colgó en su galería, conocida como la Casa Gótica, cerca de Cracovia.
A partir de aquí la suerte de La Dama del Armiño corre paralela a la de la familia Czartoryski y a la convulsa historia de Polonia.
Un breve análisis del retrato de la Dama del Armiño
Antes de seguir tras la pista de las vicisitudes del retrato de Cecilia, miremos despacio esta tabla de nogal de 54,8 cm × 40,3 cm, que Leonardo da Vinci trabajó con una técnica mixta al óleo y al temple. La perfección de la pincelada, que no se deja notar ni aún acercándose, crea una perfecta ilusión de realidad.
Como vimos antes, Leonardo lo tituló Retrato alegórico de Cecilia Gallerani. Vestida a la spagnola, la modelo está envuelta en una alegoría que representa la relación entre el Duque (que paga el cuadro) y su amante (la modelo). Hay detalles que sugieren un erotismo intencionado: la mano de Cecilia que acaricia el animal es una clara alusión sexual, y los accesorios que la adornan se han interpretado como símbolos que hablan de Cecilia como una mujer sometida, prisionera del poderoso duque. Dos cintas rodean su cabeza, atándola: la banda dorada que roza sus cejas y la cinta negra que ata su frente. Y un collar de dos vueltas que acaricia su cuello y su escote.
El famoso armiño que tiene Cecilia en sus brazos no deja de ser en cierto modo una ironía. Asociado con la pureza y la limpieza; su temperamento le hace preferir caer en manos de los cazadores antes que refugiarse en una guarida llena de barro, para no mancharse, es aquí un símbolo erótico que oculta el embarazo de la modelo.
El refinamiento del animal, que sin duda la retratada tenía, añadido a los mensajes eróticos y a la mirada inteligente y retadora de Cecilia, conforman el retrato de una mujer en aquel momento poderosa y admirada. Los años derrumbarán esa sensación. Pero entonces Cecilia Gallerani ostentaba el poder de la seducción como ninguna otra en la corte Sforzesca.
El armiño es también una alusión emblemática a Ludovico, que está presente en el retrato a través del animal. En 1488, Ferrán de Aragón, rey de Nápoles, le había investido con la Orden del Armiño. Ferrán era el abuelo de Isabel de Aragón, que fue duquesa de Milán, de quien se dice pudo ser la modelo de la Gioconda (entre otras muchas candidatas, muy discutidas).
De manera que los amantes aparecen juntos, en un retrato en que el armiño sujeta con sus garras a la chica y ésta le acaricia, mientras que su mirada vigilante va dirigida hacia el mismo lugar que la de su amada.
En el interesantísimo libro: Leonardo, el vuelo de la mente al que nos hemos dirigido para completar estas líneas, su autor Charles Nicholl, ve a este pequeño animal como el símbolo de un depredador, como lo fue Ludovico Sforza "el Moro".
El cuadro es un avance importante en el camino del retrato en la Edad Moderna. Leonardo da Vinci era un gran conocedor de la naturaleza, de las propiedades físicas de la luz, de la anatomía humana y de la de los animales. Tenía también un gran dominio de la psicología. Su maestría en la técnica pictórica y su vocación investigadora dieron lugar a esta innovadora obra de arte en su tiempo.
Leonardo da Vinci abandonó aquí la tradicional representación de perfil y realizó una perspectiva de medio perfil, o tres cuartos, que muestra gran parte del torso. Consiguió un dinamismo que no se había visto hasta entonces al girar la cabeza en sentido contrario al del cuerpo. La composición de la figura la consiguió al concentrar la luz en una única fuente, situada ante el rostro de la modelo.
Los rayos X han desvelado la existencia de una ventana abierta en el lado hacia el que está girada la modelo, que Leonardo eliminó más tarde. También han descubierto que el retrato no siempre tuvo un armiño. Leonardo tenía la costumbre de corregirse a sí mismo y hay tres «etapas»: una sin armiño y dos en las que el armiño va tomando la fuerza que al final reflejó el maestro.
Las peripecias de La Dama del Armiño con la familia Czartoryski
Antes de terminar el siglo XVIII, como vimos unas líneas arriba, el príncipe Czartorysky le compró a los Bonasana La Dama del Armiño. A partir de aquí compartió con ellos el convulso destino de Polonia, cuyo territorio estuvo repartido entre Rusia, Prusia y Austria.
Junto con otras obras maestras, de Rafael y Rembrandt entre otros, La Dama del Armiño estuvo expuesta en la Casa Gótica de Puławy, muy cerca de Cracovia. Casa aledaña a un edificio llamado el Templo de la Sibila. Estos edificios formaron el primer Museo Nacional polaco hasta que, en 1830, los rusos invadieron Polonia y los Czartoryski se trasladaron primero a Klemensów y luego a Sieniawa, donde establecieron el primer Museo Vivo de Polonia, con la extraordinaria colección familiar.
En 1842 la complicada situación polaca llevó a los Czartoryski a exiliarse en París. Adam Jerzy compró el Hotel Lambert, situado en la isla de San Luis, a orillas del Sena, muy cerca de Notre Dame. Allí se instaló la valiosa colección de arte y el edificio se conviertió en la residencia francesa de La Dama del Armiño durante treinta años.
A Cecilia le hubiera gustado este hogar. Expuesta en el salón de música, la amante de Ludovico Sforza asistió a veladas culturales con la élite intelectual europea. Ante ella actuaron Chopin, Berlioz o Listz. Actuaciones a las que asistían escritores como Alphonse de Lamartine, Balzac o George Sand (nombre tras el que se ocultaba la escritora Amantine, pareja de Prosper Mérimée y Chopin, entre otros).
La Dama del Armiño fue testigo de cómo Charles Le Brun decoraba con fastuosos frescos el salón de la música. Allí enamoró a Delacroix, a quien la historia le concede el honor (no esta probado) de haber retocado el fondo del retrato, que en su parte izquierda al parecer era gris azulado.
Tras la derrota francesa en la guerra Franco-prusiana de 1871, el príncipe Wladyslaw escondió las obras en el sótano y huyó. La Dama del Armiño quedó a merced de su suerte hasta que Cracovia ofreció su arsenal como museo y en 1876 la valiosa colección de los príncipes volvió a Polonia y La Dama del Armiño colgó de las paredes del Museo Czartoryski en Cracovia.
Durante la I Guerra Mundial la dama y toda la colección Czartoryski estuvo protegida en La Galería de Pinturas de los Maestros Antiguos, en el Palacio Zwinger de Dresde, hasta que, en 1920 volvió a Cracovia.
En la Segunda Guerra Mundial La Dama del Armiño vivió quizás su aventura más peligrosa. En 1939, Augustyn, el padre del actual príncipe, llevó la colección de nuevo a Seiniawa ante la amenaza nazi. Era una huida sin fin. Las bombas alemanas sobre Seiniawa les obligaron a huir. La esposa, Dolores de Orleans, estaba embarazada de Adam. Detenidos por la Gestapo consiguieron un salvoconducto por mediación de Italia y España. Llegaron a Sevilla, ciudad de inicio y fin para la familia: allí nació Adam, el actual príncipe, y murió el padre.
En 1940 los nazis encontraron la colección y la escondieron para el proyectado museo de Adolf Hitler en Linz. Fue expuesto brevemente en el Kaiser Fridrich Museum de Berlín y reservado después para el museo privado de Hitler en Linz.
La Dama del Armiño acabó formando parte de la colección particular del gobernador nazi de Polonia, Hans Frank, en cuya villa de Baviera fue descubierto en 1945 por el Comité polaco-americano. En la película The Monuments Men se ve cómo la encontraron junto con otras muchas obras de arte. Hubo que restaurarla, pero al fin estaba a salvo.
Después de cuarenta y seis años de comunismo, el Tribunal Supremo polaco decidió que el príncipe Adam Karol Czartoryski-Bórbon Krasinski y Orléans, era su dueño original. Adam creó la Fundación Princes Czartoryski para proteger la colección. En diciembre de 2016 el gobierno polaco se la compró y hoy es patrimonio del pueblo de Polonia.
Como hemos visto, los avatares del amor y la guerra han marcado esta pequeña y maravillosa tabla de nogal, que salió del taller milanés de Leonardo da Vinci hacia 1490.
Debido a la remodelación del Museo Czartoryski, el cuadro estuvo desde mayo de 2012 hasta abril de 2017 en el Castillo de Wawel. Tras pasar a titularidad estatal, se expone desde el 19 de mayo de 2017 en el Museo Nacional de Cracovia, hasta que finalicen las obras en el Museo Czartoryski.
Exposiciones por las que ha viajado La Dama del Armiño
Desde que fue recuperado por los príncipes Czartoryski, el cuadro ha viajado otras veces, pero ya mimado como lo que es: un tesoro de la pintura occidental, solicitado a menudo para ser admirado en varias muestras importantes, entre ellas:
- El retrato europeo entre los siglos XV y XX (Moscú, Museo Pushkin, 1972)
- Circa 1492: Art in the Age of Exploration (Washington DC, National Gallery of Art, 1991-1992)
- La Dama con Ermellino, Roma, Palazzo del Quirinale; Milán, Pinacoteca di Brera; Florencia, Palazzo Pitti, 1998-1999)
- Botticelli to Titian. Two centuries of Italian Masterpieces (Budapest, Szépmüvészeti Múzeum, 2009-2010)
- La edad de oro de Polonia. Tesoros de las colecciones polacas siglo XV al siglo XVIII. En las Salas Génova del Palacio Real de Madrid, 2011