Milán es la capital económica e industrial de Italia, uno de los centros financieros y comerciales del mundo. Sede de la Bolsa italiana y una de las capitales mundiales de la moda. En ella nació la casa Alfa Romeo en cuyo escudo aparece el símbolo de Milan, la famosa serpiente conocida como Biscione. Esta ciudad es sede de firmas como Armani, Miu Miu, Prada, Dolce & Gabbana, Versace o Etro. Milán es uno de los paraisos mundiales del lujo, que ha resistido la crisis gracias al turismo chino y ruso principalmente.

Esta realidad financiera y su aire de ciudad refinada del siglo XIX, la aleja de la seducción que nos producen ciudades como Venecia, Florencia o Roma. Cosmopolita, rica y ambiciosa, es una joya dispuesta para ser difrutada, que tiene además bien cerca un ramillete de lugares espectaculares llenos de historia y de arte.

Milán merece una visita sin prisas. Sede de museos como la Galería de arte moderno, o la extraordinaria Pinacoteca de Brera, situada en el exclusivo barrio de Brera, y muy cercana a la Academia de Bellas Artes. El barrio es una zona donde lo bohemio no renuncia al lujo, y donde os recomendamos disfrutar en cualquier cafetería de una taza del inigualable cafe italiano.

Esta ciudad que fue hogar de Leonardo Da Vinci y Giuseppe Verdi, tiene como vamos a ver atractivos suficientes para enamorar a cualquiera. Si os queréis alojar en un hotel que se os hará inolvidable os recomendamos el Príncipe de Saboya, un lujo encantador.

Teatro alla Scala
Teatro alla Scala. Fuente

Scala de Milán

El Teatro Alla Scala es la ópera más grande del mundo y uno de los referentes emblemáticos de la ciudad.

En 1776, despues de que el antiguo Teatro Ducale hubiera sufrido tres incendios, y gracias a María Teresa de Austria, el arquitecto neoclásico Giuseppe Piermarin, levantó este teatro en los terrenos de la vieja iglesia de «Santa María della Scala«. En 1945 se reinauguró despues del bombardeo de 1943 que lo dañó seriamente. De 2002 a 2005, se remodeló para aumentar los espacios y modernizar todo el sistema tecnológico.

Inaugurado en 1778 con el estreno de L’Europa riconosciuta de Salieri, le siguieron cinco estrenos de Rossini, y varios de Bellini. Desde este emblemático escenario el mundo escuchó por primera vez el aria Casta Diva de la maravillosa Norma, y en 1833 Lucrecia Borgia dejaría en el aire lo bello que es fare l’amore tras la partitura de Gaetano Donizetti. Aquí sonaron por primera vez también los coros de Nabuco, de Verdi, que fue una de las óperas del emblemático compositor que se estrenaron en la Scala, y por acabar estas referencias, metidos ya en el siglo XX, aquí vieron la luz Madama Butterfly y Turandot, entre otras de Puccini.

La temporada que se abre el día 7 de diciembre, día de San Ambrosio, Patrono de Milan, y a lo largo de la temporada ofrece un excelente repertorio de espectáculos.

Si no se tenéis entradas para algún espectáculo, aconsejamos una visita al muy interesante Museo donde además de una importante colección de pinturas, bustos, trajes, y diferentes elementos relacionados con el mundo de la ópera, podréis visitar el gran vestíbulo del teatro y acceder a los pequeños palcos desde los se puede contemplar el grandioso auditorio.

Duomo de Milán
Duomo de Milán. Fuente

La Catedral de Milán

Otro imprescindible en Milán, es su magnífica catedral. Comenzada en 1386, tiene su punto más alto en la Madonnina, símbolo de la ciudad. El duomo es una de las iglesias cristianas más grandes del mundo, su gótico radiante tiene una «rareza» en Italia; las dobles naves laterales que son influencia del gótico francés, fruto de la presencia en sus comienzos de dos arquitectos franceses; Nicolas de Bonaventure y Jean Mignot. Cien años más tarde, durante el mandato de Ludovico Sforza, el duomo recibió un impulso renacentista más en la línea de la arquitectura italiana.

En el siglo XVI intervinieron en su obra Giovanni Antonio Amadeo y Pellegrino Tibaldi, y en el siglo XVIII Filippo Juvarra, y Luigi Vanvitelli. Napoleón Bonaparte, entusiasmado con Milán, llegó a ofrecer del erario francés lo que hiciera falta para acabar el Duomo. Esto no fué posible hasta 1965, fecha oficial de su terminación, aunque aún queden algunos bloques de mármol esperando convertirse en estatuas.

Por el contenido artístico de su interior, por las vistas de Milán que se disfrutan desde sus azoteas visitables, donde se puede pasear entre una multitud de pináculos magistrales, se hace imprescindible una visita a la Catedral

Galleria Vittorio Emanuele II
Galleria Vittorio Emanuele II. Fuente

Galleria Vittorio Emanuele II

Conectando la Plaza del Duomo con la Plaza de la Scala, encontramos la lujosa Galleria Vittorio Emanuele II que se terminó en 1878. Todo bajo sus bóvedas de vidrio es puro lujo, tiendas, restaurantes, cafeterías y bares.

Allí se encuentra el histórico Café Biffi, el restaurante Savini o el bar Zucca, de estilo Liberty. Por haber, hay hasta un hotel que es el primer hotel certificado de siete estrellas en Europa, el Seven Stars Galleria. Imprescindible es probar el Campari, esta bebida es tan histórica en Italia como este bar dela Galería. Se llama el Camparino y se abrió en 1951.

Si se quiere volver a Milán, hay que girar con el tacón del zapato sobre los atributos de un toro, mosáico que representa el escudo de Turín, que está en el suelo del octógono central de la Galería. Una superstición que ha conseguido que se forme un profundo agujero en el suelo.

La última cena
La última cena. Fuente

La última Cena

En el convento de Santa Maria delle Grazie, cuya iglesia fue el lugar de enterramiento de los Sforza desde tiempos de Ludovico el Moro, encontramos en su refertorio la obra maestra de Leonardo Da Vinci. El mural de La última cena.

El muro en el que aparece, fue por suerte, uno de los pocos que quedó en pie después del bombardeo de 1943, a eso hay que sumarle el hecho de que a poco de terminarla en 1497, se comenzó a deteriorar por el tipo de técnica que uso Leonardo. Técnicas nuevas de restauración nos permiten hoy poder disfrutar de esta extraordinara obra de arte.

Sólo el estudio psicológico de cada uno de los personajes hace imprescindible la visita

Castello Sforcesco
Castello Sforcesco. Fuente

Castillo Sforzesco

Actualmente alberga un Museo en el que podemos admirar entre otras la Piedad Rondanini de Miguel Angel, pero este castillo lo comenzó a construir Francisco Sforza en 1450 sobre las ruinas de la residencia de la familia Visconti. Para lo que contrató al polifacético artista y teórico Filarete. Su hijo y sucesor Ludovico el Moro, gran mecenas de las artes que contó entre sus protegidos a Leonardo Da Vinci, se encargó de engrandecer esta que era su residencia oficial sumando al gran maestro a los más insignes artistas de su época, entre los que se encontraban Bernardino Zenale, Bernardino Butinone y Donato Bramante, convirtiendo el castillo en una de las cortes más lujosas de su tiempo.

Ha sufrido muchos intentos de destrucción pero de todos ellos ha curado las heridas y hoy es la sede de varios museos y colecciones de arte muy importantes como: Parte del Museo Arqueológico de Milán y el Museo de arte antiguo. Su pinacoteca tiene obras de Canaletto, Giovanni Battista Tiepolo, Vincenzo Foppa, Tiziano Vecellio y Tintoretto. Tiene también un Museo de instrumentos musicales y una espléndida colección de artes aplicadas y muebles antiguos. Para más información, recomendamos la lectura de este artículo.

Palacio Real de Milán desde las azoteas del Duomo
Palacio Real de Milán desde las azoteas del Duomo. Fuente

Palazzo Reale

El Palazzo Reale o Palacio Real de Milán tuvo desde sus comienzos en el siglo XIII varios nombres; Palazzo del Broletto Vecchio, Palazzo dell’Arengo.

Vio reforzado su papel como centro político con la llegada de los Visconti y luego de los Sforza. A partir de entonces ha sido escenario de una fastuosa vida cortesana, investiduras y recibimientos solemnes y sede del gobierno de la ciudad.

En la segunda mitad del siglo XVIII, cuando Milán pertenecía a Austria, fue revestido de ornamentos y decoraciones inspiradas en el barroco antes de su transformación neoclásica, que recibiría a finales de siglo de la mano de Giuseppe Piermarini, quien había sido investido en 1769 como Arquitecto Real Imperial de la Lombardía Habsburgo.

Desde su remodelación fue palacio de los regentes y lo habitaron desde María Teresa I de Austria a Napoleón Bonaparte, Fernando I de las Dos Sicilias y la Casa de Saboya, y hoy es un importante centro cultural, sede de muestras y exposiciones.

El terrible bombardeo de 1943, de la Segunda Guerra Mundial, del que hemos hablado varias veces por lo mucho que afectó a Milán, dejó muy mal herido este palacio, que aún hoy y después de 20 años de restauraciones, sigue en periodo de reconstrucción en busca de su antiguo esplendor.

En la página oficial del Palacio, se encuentra toda la información de los eventos culturales y la exposiciones que se celebran en él.

Antiguo Hospital General - Hoy Universidad
Antiguo Hospital General – Hoy Universidad. Fuente

Universidad

Esta obra de Filarete, de quien ya hablamos en el Castillo Sforzesco, la consideramos otra cita imprescindible en Milán, visitable al ser Universidad. Es el gran logro arquitectónico de Filarete. Un verdadero avance sobre los edificios de esta tipología que tuvo enormes repercusiones, especialmente en la España de los Reyes Católicos, que la tomaron como modelo para sus hospitales de Toledo y Granada. Con importantes novedades en el tema de la higiene, de planta rigurosamente renacentista, el resultado final no lo fue tanto dado que la construcción se alargó en el tiempo.

Los distintos maestros de obras del hospital incluyeron formas puramente lombardas, usando el ladrillo y la policromía en un sentido ornamental fuertemente arraigado en la zona. Todo ello produce un conjunto heterogéneo en donde lo gótico y lo renacentista conviven, alejando el resultado del rigor y el estricto clasicismo que el maestro Filarete pensó para este edificio.

Basílica de San Ambrosio
Basílica de San Ambrosio. Fuente

Basílica de san Ambrosio

Otra cita imprescindible en Milán, esta preciosa basílica donde se venera al Patrono de la ciudad. Es uno de los templos más antiguos de Milán, construido hacia el año 379, por voluntad de San Ambrosio, entonces obispo de Milán, con la intención de dedicarla a los mártires cristianos de época romana, por lo que se llamó Basílica de los Mártires, el nombre se cambió cuando al morir San Ambrosio fue enterrado allí.

Su trascendencia sobre la arquitectura lombarda es muy grande. Comenzó como un templo basilical, que fue trasnformándose según las necesidades, acabando por convertirse en un característico templo románico.

En el siglo XI fue dotado de una cabecera de tres ábsides semicirculares y escalonados.

Hacia 1140, se levanta ante la fachada occidental un típico atrio porticado, fórmula de la arquitectura paleocristiana que venía siendo recreada por los arquitectos carolingios y otonianos.

En su interior lo más destacado es la cripta, allí se exponen los esqueletos de San Ambrosio, San Protasio y San Gervasio, que aparecen vestidos con sus trajes de gala.

En la página oficial de la Basílica, además de mucha información interesante, se encuentran los horarios de visitas.

Detalle fachada Casa Galimberti
Detalle fachada Casa Galimberti. Fuente

Estilo Liberty

La Belle Époque dejó huellas lo suficientemente hermosas en esta ciudad para que le dediquemos un apartado en estas 10 citas imprescindibles en Milán. En la imagen vemos un detalle la fachada de la Casa Galimberti en la Via Malpighi 3, considerada como uno de los ejemplos más brillantes de este estilo en la ciudad.

Un derroche de creatividad en el revestimiento de la fachada con azulejos vidriados, hierro forjado y el hormigón que configura los balcones con motivos florales, todos diseñados por Giovanni Battista Bossi.

No sólo es el nombre lo que hace diferente la forma de entender este movimiento artístico en Italia. Como en los demás momentos de la Historia del Arte, la península italiana marca la diferencia hacia una explosión vitalista, en este caso del ornamento. Si las formas se entregan a la naturaleza en este momento del tránsito entre siglos, aquí lo hacen con una exhuberancia desbordante.

Milán celebró en 1906 (fecha de construcción de esta Casa) su primera Exposición Universal, el momento coincidió con la explosión del Modernismo en Europa y aquí las familias adineradas construyeron sus palacios con el eco del nuevo estilo. En el resto de Italia, salvo en Turín y en Palermo, este movimiento no tuvo a penas presencia.

Pero aquí encontramos varios edificios como el Palazzo Castiglioni, la Casa Berri-Meregalli, la Casa degli Omenoni o la Casa Campanini, todas ellas situadas en el triangulo formado entre Corso Venezia, Corso Monforte y Corso Sempione Parque, que bien merecen un tranquilo recorrido.

Navigli District  Milán
Navigli District Milán . Fuente

Noche Milanesa

Para terminar estas citas imprescindibles en Milán, nos acercamos al distrito de los Naviglios, de los que quedan sólo la zona del «Naviglio Grande», en el que encontramos la Chiesa di San Cristóforo, y el “Vicolo delle Lavandaie” (Callejón de las lavanderas), que en realidad eran lavanderos porque entonces lavaban los chicos. Y la zona del «Naviglio Pavese».

Estos canales eran la comunicación con los Grandes lagos, a los que os recomendamos una visita, y por ellos entraron los bloques de mármol que vimos en el duomo convertidos en esculturas y columnas. La zona fue hasta finales del XIX un ajetreado puerto que se acabó perdiendo en 1930 cuando se desecaron los canales por cuestiones de salubridad. Hoy quedan sólo estos recuerdos y en ellos hay algunos barcos-restaurantes y en su aceras una variada oferta de locales de música en vivo y bares de todo tipo.

Os recomendamos la heladería-pastelería Amorino, en el Naviglio Grande, para dejaros con un dulce sabor de boca que no olvidareis.

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