A veces es complicado decidir qué ver en Berlín, pues visitar la capital alemana es entrar de lleno en la historia de la formación del país germano desde el remoto y pequeño Margraviato de Brandenburgo. También es asomarse a uno de los puntos clave del pasado más reciente de Europa, con el telón de acero escenificado en el muro de Berlín o los numerosos rastros todavía visibles que dejó la Segunda Guerra Mundial en sus calles.

El callejero de la capital alemana está repleto de historia con su famosa Puerta de Brandenburgo o en el Reichstag y su aclamada remodelación, brilla con la eterna modernidad de sus estaciones de tren que dan la bienvenida a los viajeros y los deleita con palacios como el de Charlottenburg o el de Sanssouci en la cercana Potsdam.

Os presentamos en este artículo un extenso recorrido por la capital alemana para que decidáis qué ver en Berlín (te recomendamos nuestra selección de libros para conocer mejor la ciudad), ya sea en una escapada de unos pocos días, una estancia más prolongada o incluso varias visitas; la ciudad se presta a perderse en ella durante semanas.

Capítulo 1 Berlín, una ciudad ligada a los Hohenzollern

Los inicios de Berlín se remontan de manera difusa cerca del año 1200, cuando se fundaron dos colonias (Berlín y Cölln) en torno al río Spree. En el 1307 ambas colonias se fusionaron y la unión adoptó el nombre de Berlín. Un siglo más tarde la localidad seguía prosperando poco a poco pero ocurrió algo que, sin duda, aceleró el proceso. En 1417, el burgrave de Nuremberg, Federico (de la dinastía Hohenzollern), compró Brandenburgo al emperador Segismundo y, desde entonces, la suerte de Berlín estuvo siempre ligada a los Hohenzollern.

Federico I se convirtió así en margrave (marqués) del margraviato de Brandenburgo y fijó su residencia en Berlín, que se convirtió en la capital brandenburguesa. Era un territorio electoral, con lo que el margrave se hizo con voto en el Sacro Imperio Romano Germánico (SIRG), accediendo a un poder de negociación que será vital para el futuro de Brandenburgo y Berlín.

Poco a poco, esta rama de la familia expandió sus tierras con compras y herencias que salieron de manera adecuada para los descendientes de Federico I. El margraviato, además, no se dividía al morir el cabeza de familia, precisamente uno de los motivos que empujó a Federico I a hacerse con estas tierras. Era algo común en aquella Alemania, lo que la convirtió en un verdadero mosaico cuyas teselas eran minúsculos estados constantemente divididos, reunificados y vueltos a repartir.

Capital de Prusia y del Imperio Alemán

Los Hohenzollern fueron muy pacientes, maestros de las relaciones dinásticas y, con los siglos, forjadores de un ejército cohesionado que levantaba envidias y todavía es estudiado con admiración en academias militares. Dos elementos que conjugaron durante el siglo XVI y XX no sin exponerse a enormes peligros que a punto estuvieron de borrar la dinastía de la faz de la Tierra.

Berlín seguía siendo la capital y Brandenburgo se convirtió en el Reino de Prusia, territorios alejados hacia el noroeste que ofrecieron a la dinastía una preciada salida al mar. Si fueron reyes de Prusia y no de Brandenburgo fue para consolidar su derecho a aquellas tierras, ambicionadas por otras tantas familias. No obstante, la capital siguió siendo Berlín y la corte dejó su impronta en ella, convirtiéndose, poco a poco, en una de las ciudades más importantes de Alemania.

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La proclamación del Imperio Alemán, de Anton von Werner.

Prusia continuó su caminar hasta convertirse en uno de los mayores estados alemanes; disputó el poder a Austria e incluso plantócara a Rusia, Francia e Inglaterra. En 1871, tras haber aplastado a Austria en el 66, Prusia venció en la guerra franco-prusiana y declaró el Imperio Alemán en el Palacio de Versalles. Aquello fue una dulce venganza ya que Napoleón había disuelto el SIRG (I Reich) en 1806, fue en su patria donde los prusianos formaron el II Reich (y por esta sucesión lógica, el de Hitler fue el III Reich).

Berlín en el XX: ciudad del pecado, la opresión y la libertad

No duró mucho el II Reich. Durante el final de la Primera Guerra Mundial el Imperio Alemán se descomponía desde el interior mientras sus jóvenes morían en las trincheras. De aquel colapso nació la República de Weimar, un intento democrático en una Alemania constantemente asaltada por los extremos políticos.

Berlín siguió siendo la capital, ahora de un Estado convulso constantemente agitado y, como capital, se convirtió en el punto por el que entraba todo lo de fuera. Llegó a verse como una ciudad del pecado, como una Babilonia (preciosamente recreada en la serie Babylon Berlin) símbolo de los males que diferentes bandos políticos querían cercenar, lo que finalmente se decantó hacia el nacionalsocialismo en 1933. Llegó un nuevo Reich con un halo de represión que se incrementó con los años.

Si visitas la ciudad te recomendamos que te hagas una una Berlin Welcomecard, una tarjeta turística con acceso ilimitado a la red de transporte público y un extenso listado de importantes descuentos a diferentes lugares (como museos), lo que también os puede ayudar a dedicidir qué ver en Berlín.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y del III Reich, Berlín quedó dividida en sectores tal y como el propio país. Gobernada por potencias extranjeras que fueron dando poco a poco libertad a los alemanes hasta 1991, cuando llegó el fin de la Unión Soviética y la zona oriental alemana y de Berlín marcharon a la reunificación. Un periodo todavía visible en Berlín, ciudad de la reunificación y la libertad, de periodos de grandeza y oscuridad. Una ciudad, ahora, hermosa, moderna, multicultural y respetuosa con su pasado.

Capítulo 2 Qué museos tienes que ver en Berlín para una visita completa y enriquecedora

Ahora que sabemos situar Berlín en un eje cronológico y conocemos algo de su pasado y cómo este se engarza en la historia alemana, es hora de preguntarnos qué ver en Berlín. Lo primero que haremos será sumergirnos de lleno en lo que nos cuentan sus museos, de los que hay muchos y para todos los gustos. Los museos que vamos a recomendar a continuación no sólo contienen objetos que aportan información, también nos cuentan más sobre la historia de Alemania y sobre la de Berlín porque sabemos quién los hizo y por qué tienen las colecciones que tienen.

§1. Museo de Historia Alemana (DHM – Deutsche Historische Museum) es un punto de partida perfecto para el viajero interesado en la historia de Alemania. Está situado en la famosa avenida Unter den Linden, una zona concurrida y que queda a mano de los principales puntos de interés, con lo que no hay excusa para no visitarlo.

Se trata de un museo muy didáctico y entretenido que parte del reinado de Carlomagno, pues tras su muerte en Europa quedaron plantadas las semillas de lo que hoy son Francia y Alemania. Con ese punto de partida llega al pasado más reciente a través de pintura, escultura, objetos que hablan de la vida cotidiana y otras partes de la colección sobre grandes personajes e historia militar.

El museo fue inaugurado en 1987 con motivo del 750 aniversario de Berlín (el mismo año que Ronald Reagan pidió, con la Puerta de Brandenburgo de fondo, el fin del muro). Por entonces algunos pensaron que sería mala idea poner el nacionalsocialismo en un museo porque «se distancia del recuerdo». Hoy es un ejemplo de seriedad académica en un país, por lo general, crítico y frío con su pasado más reciente.

§2. Cuando uno se pregunta qué ver en Berlín, la isla de los museos es esencial, y es famosa, principalmente, por el Museo de Pérgamo. Fue construido entre 1910 y 1930 como tres enormes alas que representan por fuera parte de lo que guardan; su fachada principal recuerda al Altar de Pérgamo, joya de la corona del museo. Pero además de reflejar lo que protege, refleja a la perfección la excelente escuela alemana de arqueología que es, todavía, una de las mejores y más activas del mundo.

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El Altar de Zeus de Pérgamo. Foto

El de Pérgamo, en realidad, podría ser considerado como tres museos, pues tres son sus grandes colecciones. Se puede visitar en un día con una entrada completa, pero el visitante que se toma su tiempo necesitará varios días para ver con tranquilidad el museo.

Si quieres disfrutar del Museo de Pérgamo sin esperas, esta entrada te permitirá ahorrar bastante tiempo para dedicarlo a lo que de verdad importa: las obras de arte.

La colección de antigüedades clásicas es la más famosa, pues es la que tiene el Altar de Zeus (no visitable hasta 2020 por reformas) de la antigua ciudad de Pérgamo (hoy en Turquía). El altar fue trasladado (y muy probablemente salvado de su destrucción) piedra a piedra por Carl Humann y en torno a esta joya de la arquitectura se construyó el museo. Esta colección también tiene la Puerta del Mercado de Mileto y una muy buena colección de esculturas helenísticas.

La colección del antiguo Oriente Próximo también contiene varias joyas nada desdeñables. La Puerta de Istar de Babilonia es una parte esencial del museo y sería un pecado irse de Berlín sin verla. Otros atractivos de esta colección son la vía procesional, también de Babilonia, un modelo de la Torre de Babel y una copia del Código de Hammurabi.

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Mosaico de la vía procesional de la Puerta de Istar.

Aunque no es la más conocida, la colección de Arte Islámico también es algo indispensable que ver en Berlín. La fachada del Palacio de Mushatta es indispensable, aunque, desgraciadamente, fue dañada durante la batalla de Berlín en la Segunda Guerra Mundial. También destacan en esta colección el precioso salón de Alepo y el delicado Mihrab de Konya.

§3. Aunque el rey indiscutible de la isla de los museos sea el de Pérgamo, el Museo Nuevo (Neues Museum) tiene una joya en su colección que bien vale un peregrinaje cultural a Berlín. Los colores del busto de Nefertiti, la esposa del faraón Akenatón, resplandecen en la oscura sala que lo guarda. Su sola presencia en la colección del museo hace que la entrada merezca la pena.

El Museo Nuevo fue el segundo en construirse en la isla de los museos. Aunque en parte reconstruido por sufrir graves daños durante la Segunda Guerra Mundial, data del XIX, cuando fue proyectado para albergar parte de la creciente colección del Altes Museum (Museo Antiguo). Tras décadas en un pecaminoso estado fue restaurado en 2009 mientras su antigua colección andaba repartida por otros museos y ahora es uno de los principales lugares que ver en Berlín.

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Jinete que guarda la entrada del Altes Museum.

Además del famoso busto de Nefertiti, el Museo Nuevo contiene una completa colección de artículos egipcios que hacen de la visita algo obligatorio para todos los amantes del Antiguo Egipto, y un interesante conjunto de objetos prehistóricos que pueblan las preciosas salas del edificio.

§4. También en la muy poblada isla de los museos la Antigua Galería Nacional (Alte Nationalgalerie) se presenta como una parada muy interesante. Se trata de un museo cuya colección se compone de obras del siglo XIX pertenecientes a la Fundación Cultural de Herencia Prusiana.

La galería es una clara muestra de la posición prusiana a lo largo del XIX, una corte capaz de adquirir obras de grandes autores e incluso de reunirlos en ese ambiente de bonanza. En estas salas veremos pinturas de Friedrich como «El monje a la orilla del mar», el «Concierto a flauta de Federico II» de Menzel o «En el conservatorio» de Manet.

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«Monje a la orilla del mar» de Friedrich.

§5. Aunque si el viajero está interesado en una pinacoteca repleta de grandes maestros que ver en Berlín, la Gemäldegalerie debería ser una visita obligada. Cerca de la Potsdamer Platz, la galería está ubicada en el Kulturforum, un espacio dedicado a acoger diferentes edificios culturales para compensar la concentración de museos la zona este de la ciudad.

Esta pinacoteca presenta una de las mayores colecciones de Europa y es, sin duda, una de las mejores para conocer a los maestros alemanes. Pero, con unas 1.500 obras, la galería no se centra únicamente en los germanos, ya que cuenta con obras de pintores europeos desde el siglo XIII al XVIII.

En sus salas podremos contemplar obras de Alberto Durero, Lucas Cranach el Viejo, Hans Holbein, Rogier van der Weyden, Jan van Eyck, Tiziano, Caravaggio o Pedro Pablo Rubens. Una mención especial merecen las pinturas de Vermeer (de quien, en general, hay poco), la sala octogonal dedicada a Rembrandt y otra dedicada a Rafael Sanzio con cinco de sus madonas. Es una galería que no puedes perderte.

§6. Volviendo a la isla de los museos, el Museo Antiguo (Altes Museum) es uno de los primeros edificios del mundo construidos con la idea de albergar una colección, y como tal, lugar indispensable que ver en Berlín. Construido por el maestro del neoclasicismo alemán, Friedrich Schinkel, el Altes Museum es una de las joyas arquitectónicas de la capital alemana y uno de los edificios más representativos de Schinkel.

Alberga una extensa y rica colección de arte romano que lo hace muy llamativo para los amantes de la Antigua Roma. Pero las joyas del museo son otras: una de las mayores colecciones de arte etrusco, una gran muestra numismática del siglo VII a.C. al III d.C. y una excelente colección de arte griego, entre las que destacan la diosa del trono de Tarento o la diosa de Berlín.

Con esta imponente colección es difícil no recomendar la visita al Altes Museum que, además, ofrece una maravillosa vista por fuera con su preciosa fachada. Por si fuera poco, contemplar su colección entre sus hermosas salas, especialmente el atrio interior que recuerda al Panteón de Agripa, conforma un motivo más para comprar la entrada.

Capítulo 3 Visita Berlín y disfrútala a través de sus lugares más representativos

§7. Alexanderplatz está considerado como el centro neurálgico de la ciudad, lo que lo hace un lugar indispensable que ver en Berlín. En torno a esta zona se desarrolló la ciudad desde el 1200 y, a pesar de lo mucho que ha crecido la urbe, sigue estando prácticamente en el centro geográfico de la misma. De hecho, el Nikolaiviertel (barrio de Nicolás), es la zona más antigua de Berlín y está a unos pocos pasos de la imponente torre de televisión de Alexanderplatz.

Es complicado decir cuáles son las mejores vistas de Berlín, pero las que hay en lo alto de la torre de televisión están, sin duda, muy alto en el ranking. Se puede subir sin problema esperando en la cola, pero esta entrada de acceso rápido es una buena forma de hacer la visita de manera mucho más llevadera.

Además de la torre de televisión, en Alexanderplatz hay un poco de todo y es una buena idea alojarse cerca o con una buena conexión de transporte con la plaza, ya que está cerca (teniendo en cuenta que Berlín es una gran ciudad) de los grandes atractivos de la urbe. A lo largo de la enorme zona peatonal hay comercios (incluido un gran centro comercial), el reloj mundial, la Marienkirche (iglesia de Santa María), el todavía imponente ayuntamiento, la fuente de Neptuno y, lindando con el río, el parque Forum Marx-Engels (si lo quieres visitar, no olvides leer antes los libros de Marx y Engels), junto al que se encuentra el AquaDom, un acuario de fama internacional.

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Alexanderplatz y el Nikolaiviertel de noche. Foto

§8. Como si fuera una esquina de Alexanderplatz, el Nikolaiviertel está encajado entre el ayuntamiento y el parque Marx-Engels. Berlín creció en un inicio en torno a la Nikolaikirche (iglesia de San Nicolás) meintras al otro lado de río Spree lo hacía Cölln hasta que, como ya indicamos, ambas poblaciones se juntaron.

El barrio fue durísimamente castigado durante la Segunda Guerra Mundial hasta que en 1987 (con el sempiterno 750 aniversario de la ciudad en mente) se reconstruyó buscando la fidelidad a lo anterior. Gracias a esta iniciativa, el Nikolaiviertel se mantiene como un rincón berlinés con sabor añejo y se pueden ver algunas casas con cierto estilo hanseático junto al coqueto palacio de Ephraim y el el interesante museo barroco (de vida cotidiana burguesa) Knoblauchhaus. Sin duda, una de los lugares imprescindibles que ver en Berlín.

§9. Al otro lado del Spree, junto al Altes Museum, la Catedral de Berlín embellece, si cabe más, la zona. El actual edificio se terminó de construir en 1905 tras demoler el anterior (reformado por Schinkel) por orden del Káiser Guillermo II. La idea del nuevo edificio era «competir» con la basílica de San Pedro del Vaticano con un gran templo protestante.

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La catedral de Berlín con la torre de TV al fondo.

En un estilo neobarroco, la Catedral (aunque nunca ha sido sede de obispo es llamada así) fue adornada con bastante ostentación para los estándares protestantes, en buena medida debido al gusto por el lujo de Guillermo II. Lo más llamativo del interior es, sin duda, la maravillosa cúpula de 98 metros de altura ricamente decorada y que inunda de luz el edificio.

La catedral también cuenta con un pequeño museo que incluye la cripta de los Hohenzollern donde puede verse parte del recorrido de la dinastía. Como último regalo del precioso edificio también se puede subir a los tejados, donde el viajero puede disfrutar de una vista muy bonita. A su izquierda se encuentra ahora en reconstrucción el Palacio Real, aunque todavía no es un punto esencial que ver en Berlín, sin duda hay que marcarlo para los próximos años.

Qué ver alrededor de Unter den Linden, la avenida más bonita de Berlín

§10. Unter den Linden es la avenida más famosa de Berlín. En el siglo XVI, Juan Jorge de Brandenburgo abrió una senda hacia el parque Tiergarten, por entonces coto de caza real, para unirlo directamente con la residencia Hohenzollern en Berlín (lo que se fue convirtiendo en el Palacio Real). En 1647, Federico Guillermo I sembró la avenida de tilos, de donde le viene el nombre, en español «bajo los tilos». A pesar de tomas, saqueos o bombardeos, desde entonces la ciudad siempre ha procurado de que sus ciudadanos disfruten de la sombra de los tilos en su preciada avenida.

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Unter den Linden. Foto

Más allá del bonito origen de su nombre, la avenida siempre ha sido un punto muy importante del callejero de Berlín. En la actualidad conecta la Puerta de Brandenburgo con la isla de los museos y, en extensión, con Alexanderplatz. La propia avenida está salpicada de algunos de los edificios más señeros que ver en Berlín, como la Universidad de Humboldt, el Museo de Historia Alemana o la Nueva Guardia.

§11. Uno de los primeros edificios que vemos en Unter den Linden, si venimos desde la isla de los museos, es el de la Nueva Guardia, una especie de templete conmemorativo con una preciosa portada dórica. En un inicio se construyó para conmemorar la derrota ante Francia y la posterior liberación de Berlín, sentido original que con el tiempo ha ido cambiando. Hoy guarda en el interior la escultura de una madre sosteniendo a su hijo muerto como homenaje a todas las víctimas del mundo sin importar qué hayan sufrido.

§12. Frente a la Universidad de Humboldt la Bebelplatz es otro punto muy interesante de la Unter den Linden. En esta plaza los nazis realizaron la famosa quema de libros prohibidos de 1933. Hoy la guardan el edificio de la Ópera, la biblioteca de la universidad y, en una esquina, la muy curiosa catedral católica de Santa Eudivigis. En el centro de la plaza, un gran panel de cristal simula unas estanterías vacías del tamaño de los libros quemados en 1933.

§13. Muy cerca de la Bebelplatz, a sólo dos manzanas de Unter den Linden, la Gendarmenmarkt es una de las plazas más bonitas que ver en Berlín. Su construcción responde a una reurbanización de 1688 para acoger a hugonotes franceses (protestantes) y, como muestra de ese hermanamiento, se construyó una iglesia francesa para los exiliados.

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La Gendarmenmarkt.

En 1708, los vecinos luteranos alemanes construyeron una iglesia prácticamente idéntica en la otra cara de la plaza, lo que reforzó ese ideal de hermanamiento entre comunidades protestantes. En época de Federico II el grande se añadieron torres casi idénticas, por lo que la plaza es conocida como la de las iglesias o torres «gemelas».

Entre ambas iglesias el edificio de la Konzerthaus (casa del concierto), actual sede de la Filarmónica de Berlín, remata de manera sublime el conjunto. Se trata de uno de los proyectos de Schinkel que en su día fue la Schauspielhaus (casa del drama, es decir, teatro) y fue prácticamente destruido durante la Segunda Guerra Mundial, pero que se reconstruyó respetando al máximo el edificio original.

§14. Si te entra hambre en Berlín hay muchas opciones para recargar las pilas y, aunque las porciones de pizza son una opción universal ampliamente extendida por la capital alemana, lo mejor es decantarse por un currywurst. Se trata de un plato de salchichas con salsa al curry y patatas fritas típico de Alemania que nos recargará de energía para seguir conociendo Berlín. Si eres un enamorado de la gastronomía y te gusta el plato, el museo del Currywurst se encuentra a tres manzanas al sur de la Gendarmenmarkt.

Aunque si pasamos varios días en Berlín y queremos saborear Alemania todavía más, los Bratwurst, un tipo de salchicha que encontraremos como perrito caliente en diferentes puestos, también son una muy buena opción para comer callejeando. Para sentarnos tranquilamente en un restaurante lo mejor sería degustar un Eisbein (codillo de cerdo) o un Schnitzel, algo parecido a un san jacobo procedente de Austria. Y, para finalizar, no hay mejor tentempié que un Bretzel, el bollo alemán por excelencia, que podemos encontrar salado o dulce.

Sumérgete en la historia de Berlín y Alemania en la Plaza de París y el Tiergarten

§15. El final (o el principio) de Unter den Linden desemboca en la Pariser Platz (Plaza de París), rematada por la Puerta de Brandenburgo, un edificio esencial de la historia de Prusia. Inspirada en las puertas de acceso de la Acrópolis de Atenas, la puerta debía llevar la paz hacia Berlín. De hecho en su origen la diosa de la paz (Eirene) cabalgaba en una cuadriga hacia la ciudad.

Cuando Napoleón tomó Berlín se llevó a la diosa a París para exhibirla como símbolo de la victoria. Años después, Napoleón fue derrotado y los prusianos recuperaron a su diosa, pero volvió a subir a su puerta como Victoria, llevando, ahora, los ánimos vencedores hacia Berlín.

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La Puerta de Brandenburgo con el Tiergarten detrás. Foto

Paz, victoria y símbolo de reconciliación entre la Alemania del este y del oeste, la Puerta de Brandenburgo ha sido y sigue siendo uno de los símbolos esenciales de Berlín, tanto que se ha convertido en un souvenir casi omnipresente.

§16. A tan solo unos pasos al norte de la Puerta de Brandenburgo el Reichstag ocupa un bello espacio entre el Tiergarten y el río Spree. Fue construido a finales del XIX debido a que, al fundar el Imperio Alemán, aquel enorme y flamante Estado necesitaba una gran casa parlamentaria.

Con una vida relativamente corta y convulsa, el Reichstag fue testigo de la muerte de la democracia alemana. Durante la batalla de Berlín sufrió gravísimos daños y poco hay que culpar a los atacantes, el partido nazi había convertido el parlamento prácticamente en un búnker.

Tras la guerra, como tantos otros edificios de importancia, quedó abandonado hasta que se remodeló en los 60 pero no fue hasta la reunificación en 1991 cuando alcanzó la configuración actual. El Bundestag (dieta federal en vez de imperial) volvió a Berlín y situó su residencia en el edificio del Reichstag, con una importante reforma (de Norman Foster) que le devolvió su cúpula, terminada en 1999, y lo ha convertido en uno de los principales atractivos que ver en Berlín.

Si no tienes tiempo para verlo absolutamente todo, esta visita guiada de Civitatis es una buena forma de conocer algunos de los lugares esenciales que ver en Berlin.
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La cúpula del Reichstag por dentro.

§17. El Reichstag linda con el Tiergarten, el parque más importante de Berlín, que tiempo atrás había hecho de coto de caza para algunos Hohenzollern. Hoy es el pulmón de la ciudad y es verdaderamente querido por los berlineses. Cuenta con un zoo y unas grandes y preciosas arboledas, y sus canales y pequeños lagos lo convierten en un lugar en el que echar una tarde de relax. También da al palacio de Belleuve, residencia del Presidente de la República Federal Alemana, y hay un enorme monumento a los soldados soviéticos (que participaron en la toma de la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial).

§18. Casi al final del Tiergarten está, que duda cabe, su principal atractivo: la Columna de la Victoria. En un principio fue construida para celebrar la victoria sobre Dinamarca en 1864, pero cuando por fin se pudo inaugurar Prusia se había convertido en el Imperio Alemán, por lo que también sirvió para conmemorar las victorias sobre Austria en 1866 y sobre Francia en 1871.

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La Columna de la Victoria en el Tiergarten.

§19. Si salimos del Tiergarten llegamos la zona de Charlottenburg, un área repleta de galerías de arte y el Museo de la Fotografía. Aunque si hay algo por lo que merece la pena llegar prácticamente a los límites de la ciudad es el Palacio de Charlottenburg.

Federico I de Prusia fue el primer monarca prusiano desde 1701. Antes de formar el nuevo reino, Federico había mandado construir un palacio veraniego en Berlín para su esposa Sofía Carlota, pero cuando se coronó decidió renovarlo lujosamente para que estuviera a la altura de una reina. Sofía Carlota no vio este trabajo terminado y, en su memoria, Federico I lo renombró como Charlottenburg.

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Charlottenburg. Foto

Hasta la creación del Imperio Alemán, cuando los Hohenzollern hicieron del Palacio Real de Berlín prácticamente su única residencia, Charlottenburg fue el lugar preferido por algunos de los monarcas de la familia, lo que llevó a algunos a realizar ampliaciones y reformas. Hoy es un precioso palacio cuyos jardines y algunas de sus salas son auténticas obras de arte y también expone una formidable colección de pinturas francesas del XVIII.

§20. Hacia el sur de la Puerta de Brandenburgo está una de las zonas más modernas y que más han crecido de Berlín en la pasada década. La Potsdamerplatz (que está en el camino a la cercana Potsdam) es un enorme cruce de caminos rodeado de puntos de interés que merece la pena visitar.

El Sony Center se ha convertido, quizás, en el mayor símbolo de la Potsdamerplatz. Se trata de un conjunto de edificios que forman una especie de patio interior rematado por una suerte de cúpula de acero y cristal iluminada de colores al caer la noche. Una zona repleta de restaurantes y otros comercios que la convierten en una de las más concurridas del lugar.

La zona del Daimler Chrysler también es un referente de modernidad, algo más tranquilo que el Sony Center. Los apasionados del cine no se resistirán a contemplar el Berlinale Palast, donde se celebra el festival de cine berlinés. Muy cerca está el Kulturforum, donde hay otros museos de Berlín que merecen la pena visitar y donde la filarmónica tiene otra casa. Y antes de partir, subir al Panoramapunkt de la torre Kollhoff es prácticamente obligatorio, tiene una de las mejores vistas que ver en Berlín.

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El Sony Center iluminado. Foto

§21. Todos necesitamos una parada para refrescarnos de vez en cuando y los cerveceros están de suerte en Berlín. Alemania siempre está en el top tres de consumidores de cerveza y tienen una amplísima variedad de sabores. Berlín está repleta de locales en los que degustar una buena cerveza alemana y sería un pecado marcharse sin haber tomado aunque sea una.

Si además de degustar cerveza, quieres conocer más sobre la bebida, este tour de Civitatis es una manera excelente de adentrarse en la historia del refrigerio preferido de los alemanes.

§22. Casi en línea con la Potsdamerplatz pero al otro lado del Tiergarten, hay un vestigio del pasado que se alza orgulloso con sus heridas entre los edificios modernos. La iglesia-memorial Kaiser Willhem permanece semiderruida tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. La estructura permaneció así tras la guerra hasta que, en la década de los 50, se planeó demolerla pero los vecinos se negaron.

Gracias al empeño de los vecinos la iglesia permaneció en pie y ahora es un monumento que conmemora lo que se pierde en las guerras, y está acompañado de una capilla y un campanario nuevos. Además justo en la iglesia da comienzo la Kurfürstendamm, la otra gran avenida de Berlín que, aunque no es un lugar típico de turismo, es una de las zonas preferidas de ocio por los berlineses y hay varias galerías de arte.

Disfruta de Berlín a través de su río

Berlín es una ciudad con una cantidad enorme de puentes, pues está cruzada por el río Spree y diferentes canales, además, el área de la ciudad es considerablemente grande. Algunos cuentan 969 puentes, otros llegan a más de 2.000. Sean tantos o «tan pocos», hay varios que son imprescindibles.

§23. El más bonito de todos, sin duda, es el Oberbaumbrücke (brücke es puente en español). Es una de las joyas que ver en Berlín y enamora a vecinos y viajeros con su estilo gótico en ladrillo rojo y sus dos torres. Sin duda, una maravilla que merece la pena visitar, y que está junto a la East Side Gallery (de la que hablaremos más adelante).

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Los cruceros son otra forma de disfrutar las ciudades atravesadas por ríos, y los de Berlín dejan buen sabor de boca a los viajeros. Este crucero de 2,5 horas por el Spree es una manera distinta de disfrutar de algunos de los lugares más importantes que ver en Berlín.

§24. El Oberbaumbrücke está muy cerca del Badeschiff, una zona de baño pública que, literalmente, es una piscina sobre el río Spree. Estos muelles que conectan la rivera del río con la piscina es la forma que Berlín encontró para mantener la costumbre berlinesa de bañarse de manera segura en su Spree. Si pasas el tiempo suficiente en la ciudad en verano seguramente agradecerás un baño.

§25. Entre los alrededores del Reichstag y Unter den Linden hay un par de puentes que merecen mucho la pena. El Molktebrücke conecta la zona noroeste de Berlín con el Tiergarten y es otro de los puentes más bonitos de la ciudad con su acabado rojizo y sus bellos decorados. Dando acceso a Unter den Linden desde la isla de los museos, el Schlossbrücke embellece, la que de por sí es, una de las zonas más bonitas de Berlín.

Qué ver en Berlín para adentrarte en la Guerra Fría

Berlín fue uno de los centros más importantes durante la Guerra Fría, época en la que todo giró en torno a los grandes mastodontes que fueron Estados Unidos y la URSS. La ciudad estuvo, tras la Segunda Guerra Mundial dividida en cuatro sectores, aunque con los años se comenzó a hablar de dos, el occidental y el oriental.

Si estás especialmente interesado en conocer la Berlín de la Guerra Fría, este tour de Civitatis es una muy buena manera de conocer lo esencial.

Alemania había sido ocupada tras su derrota y dividida en esferas de influencia para tutelar su futuro. En medio de los vencedores, acabó por ser, en parte, otra trinchera entre los bloques capitalista y comunista que formaron aquella Guerra Fría. La tensión llegó a tal punto que el lado soviético levantó un muro que dividió Berlín y que sigue (con algunos tramos) formando parte de la ciudad.

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Invierno en el puente de los espías.

§26. Siguiendo con los puentes, hacia el suroeste el río Havel delimita de forma natural la separación entre Berlín y Potsdam. El puente que las conecta es el de Glienicke, conocido por haber sido el puente de los espías durante la Guerra Fría, un concurrido lugar de intercambio de prisioneros, pues era la frontera entre la Alemania occidental y la oriental.

§27. Muy cerca del Oberbaumbrücke hay una buena sección en pie del muro de Berlín y es conocido como la East Side Gallery. Es la galería de arte al aire libre más grande del muro (recorre 1,3 km) y en lo que una vez sirvió para separar la ciudad, ahora sirve para exponer grafitis de artistas de todo el mundo. En esta zona de encuentro artístico internacional una de las obras más conocidas es la del beso de Brezhnev y Honecker. Un lugar obligatorio que ver en Berlín.

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El beso de la East Side Gallery.

§28. Aunque el puente de Glienicke es uno de los pasos fronterizos más famosos del mundo, el Checkpoint Charlie lo es en la propia Berlín. Tras la construcción del muro, el alcalde consiguió que sus ciudadanos pudieran visitar el este con numerosas restricciones y el paso era esta caseta fronteriza. Ahora es una atracción turística que aparenta estar todavía en pleno funcionamiento, con el cartel que avisa que estamos dejando el sector americano y con un par de soldados montando guardia.

§29. En la misma calle que el curioso puesto fronterizo está el Museo del Muro del Checkpoint Charlie, que contiene una interesante colección de objetos relacionados con el muro de Berlín. El museo cuenta la historia de la ciudad durante aquella época de Guerra Fría y, especialmente, de la capacidad de resiliencia de los berlineses y sus ingenios para cruzar de un lado a otro.

Berlín, la cultura judía y la memoria del Holocausto

Como capital de Alemania durante el Holocausto, Berlín es un gran lugar para conocer más de cerca uno de los momentos más terribles de la historia reciente de Europa. Tanto la ciudad como el gobierno alemán han mirado a su pasado con dolor y autocrítica y son varios los lugares que recuerdan a las víctimas y explican lo ocurrido.

§30. Scheunenviertel es un barrio que ha tenido un gran desarrollo en las últimas décadas. En la orilla norte del Spree, frente a la isla de los museos, esta zona se la conoce como «barrio judío», aunque no es ni fue un distrito exclusivo. Aquí se concentró gran parte del odio contra los judíos desatado durante «la noche de los cristales rotos» en 1938.

Hoy el barrio ha adquirido un aire bohemio y romántico único en Berlín. Los vecinos lo cuidan con todo su mimo y tiene varios lugares muy interesantes. La Nueva Sinagoga, parcialmente reconstruida, es una preciosa joya por fuera pero que deja que desear por dentro, con un escueto museo que cuenta su historia y la sinagoga en sí misma, no obstante, cerrada al público.

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Cúpula de la Nueva Sinagoga. Foto

Junto a la sinagoga hay un conjunto de patios interiores con un ambiente excepcional para tomar algo y que son esa muestra inmejorable de la modernidad y el aire bohemio de la zona. Nuestro mayor consejo para disfrutar Scheunenviertel es que os perdáis caminando por sus preciosas calles y respiréis el ambiente único del barrio, que lo convierten en un lugar muy interesante que ver en Berlín.

§31. Entre la Puerta de Brandenburgo y el Potsdarmerplatz 2.711 bloques de hormigón forman el Monumento al Holocausto de Berlín. Un memorial a los judíos asesinados hecho para sobrecoger al visitante mientras se pasea entre los pasillos que forman los bloques.

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El monumento al Holocausto.

El centro de información sobre el Holocausto, también allí, no sobrecoge menos. Ofrece un repaso a la historia de la persecución de los judíos por parte de los nazis y, una de las salas, está cubierta por los nombres de las víctimas, sus años de nacimiento y los de su muerte.

§32. Uno de los últimos museos en abrir en Berlín es el de la Topografía del Terror (muy cerca de la Potsdarmerplatz), que rastrea la etapa de gobierno de los nazis. Aunque no se limita sólo al tema del Holocausto, está directamente relacionado al ser una política del partido nazi. Es un museo muy impactante que deja huella en cada visitante.

§33. Otro de los lugares que ver en Berlín para los interesados en el Holocausto y en la cultura judía el Museo Judío de Berlín, no demasiado lejos (al sur) del Chekcpoint Charlie. Se trata de un imponente edificio que cuenta la historia de la cultura judío-alemana que también expone un impactante monumento al Holocausto.

§34. Hacia el norte de Berlín, en Oranienburg, se encuentra el campo de concentración Sachsenhausen, el más cercano a la capital alemana. Fue un campo de concentración donde llegaron a estar recluidos unas 200.000 personas, entre los que murieron miles debido a los trabajos forzados, enfermedades y las técnicas de exterminio de los nazis, ya que contaba incluso con hornos crematorios. La visita es demoledora pero absolutamente recomendable.

El campo de concentración de Sachsenhausen está algo apartado de Berlín por lo que lo más recomendable es disfrutar de la comodidad de un guía que lo explique todo. Esta visita de Civitatis contiene una visita guiada y, aunque el traslado corre a cuenta del cliente en transporte público, el propio guía ayuda a sacar el billete en caso de ser necesario.

Capítulo 4 Dónde alojarte en Berlín

§35. En Berlín hay una amplia oferta hotelera, por lo general, con una gran comunicación con la excepcional red de transportes de la ciudad. Nuestra recomendación es que busquéis hoteles en zonas céntricas, suelen tener muy cerca estaciones con muy buenas combinaciones y os permitirán pasear para hacer algunas de las visitas. Combiene recordar al viajero con tiempo que, entre Alexanderplatz y el Tiergarten hay una enorme cantidad de puntos de interés, alojarse a lo largo de esa zona es la mejor forma de visitar Berlín para vivirla con tranquilidad.

El Pestana Hotel Tiergarten es una magnífica opción. Pegado al precioso parque y algunas de sus zonas más bonitas (incluida la Columna de la Victoria), la cercana estación de autobuses lo deja a unos 20 minutos de la mayor parte de puntos de interés.

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Amanece con vistas al Tiergarten en el Pestana.

Aunque algo caros, los Apartaments am Brandenburger Tor tienen una localización excepcional, al estar a una calle de la Puerta de Brandenburgo. Se trata de una zona perfectamente comunicada desde la que se puede pasear a muchos de los lugares más bonitos de Berlín. Aunque los apartamentos sean algo caros, el precio está totalmente justificado.

Algo más hacia el sur (cerca de Topografía del Terror) y muy bien comunicado, el Three Little Pigs Hostel Berlin es una opción excelente, bien recomendado y bastante más económico. El lugar es difícilmente mejorable, ya que ocupa un antiguo convento.

El Hotel Zoe, del grupo Amano, es una opción muy interesante. Muy cerca de Alexanderplatz, tiene muy a mano la isla de los museos y el comienzo de Unter den Linden, con una combinación de transportes inmejorable y muy bien recomendado, el hotel sigue manteniendo unos precios muy razonables.

Otra opción para alojarse con buenos precios y comunicación es el EnergieHotel Berlin City West, situado en el barrio de Charlottenburg. La zona es tranquila y moderna, con el Tiergarten cerca y el precioso Palacio de Charlottenburg no demasiado lejos.

Esta lista de Booking de hoteles céntricos ofrece una buena gama de opciones.

Capítulo 5 Qué ver cerca de Berlín

Potsdam

§36. «La ciudad de la corte prusiana» es la reina absoluta para las excursiones cerca de Berlín. Potsdam es una localidad pequeña y preciosa que creció mucho desde que Federico Guillermo I la convirtió en su retiro para cazar en 1660. Allí los Hohenzollern construyeron mucho, cuyo mayor exponente es el hermoso palacio de Sanssouci y sus jardines.

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El Palacio de Sanssouci.
Potsdam está muy cerca de Berlín y es sencillo llegar en transporte público, pero si queréis un guía, esta excursión de Civitatis es una buena opción ya que, aunque no tiene billete, el guía ayudará a que todos lo saquen sin mayores problemas.

El curioso barrio de Alexandrowka, colonia rusa, le da un toque diferente a la ciudad, ya que incluso cuenta con una coqueta iglesia ortodoxa. El imponente Palacio Nuevo, el Museo Barberini, el Palacio de la Orangerie y el barrio holandés son otros lugares destacados que deberían estar incluidos en cualquier visita.

Leipzig

§37. Algo más lejos, a unos 160 km, la ciudad de la música es sin duda un destino muy atractivo para una escapada. El vínculo de Leipzig con la música es difícil de ignorar, y es que ni más ni menos que Johann Sebastian Bach trabajó 27 años en la ciudad, primero en el Coro de Santo Tomás y luego en la Gewandhaus, primera orquesta civil de Alemania. Wagner, natural de Leipzig, también estudió aquí y desarrolló sus primeros pasos como músico en su ciudad natal.

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Visitar Leipzig es hacerlo para escuchar música, de alguna de sus orquestas o en los diferentes festivales que hay a lo largo del año. Las galerías comerciales del centro de la ciudad son un buen lugar para ir de compras y callejear por las cuidadas calles. Los interesados en la era napoleónica, además, tienen el colosal monumento a la batalla de las naciones de 1813 como visita obligada.

Dresde

§38. Prácticamente a la misma distancia que Leipzig, Dresde es una ciudad que ha resurgido de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Unas semanas antes del fin del conflicto, un terrible bombardeo Aliado desató una tormenta ígnea que convirtió la población en un amasijo de esqueletos de hormigón. Hoy Dresde brilla de nuevo con el esplendor de antaño.

Ciudad de margraves, electores y reyes, Dresde está repleta de joyas en un casco antiguo donde no hay una calle sin edificios o detalles que merezcan la pena una parada para maravillarse. El Palacio Zwinger es un tesoro en sí mismo que además guarda varios museos como la Galería de los Maestros Antiguos, muy cerca, el aire toscano del Palacio Real de Dresde enamora con su estilo renacentista y las vistas desde su torre. Iglesias como la Frauenkirche y la Hofkirche completan un casco antiguo como pocos en Europa.

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Visitar Dresde desde Berlín es sencillo al haber diferentes opciones económicas y cómodas. Si quieres una visita guiada en español con transporte incluido, esta excursión de Civitatis es una opción muy recomendable.

Estos son sólo algunos de los muchos atractivos de Dresde que recomendamos visitar con detenimiento en nuestra guía de la ciudad. Una estancia aquí se vería recompensada con visitas a un entorno magnífico, con el Palacio de Moritzburg y la ciudad de Meißen muy cerca de Dresde, así como las maravillas naturales de la Suiza Sajona.

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