No conozco mejor definición de la palabra arte que ésta: "El arte es el hombre añadido a la naturaleza." Vincent Van Gogh. Cartas a Theo.
Cuando era niño veía su nombre en una lápida del cementerio de la iglesia donde su padre ejercía como pastor. Allí estaba enterrado un hermano fallecido al nacer y cuyo nombre heredó. No sabemos si guarda relación con la muerte del primer Vincent Van Gogh, pero su madre nunca le demostró mucho cariño al segundo. Fue ella quien le guió en sus primeros dibujos (a todos los hermanos), e incluso a fabricar sus propios lápices de ceras.
Vincent Van Gogh descansa en el cementerio de Auvers-sur-Oise, a unos treinta kilómetros de París, bajo otra lápida con el mismo nombre que aquella que veía en su infancia. A su lado, cubiertas las dos bajo un manto de hiedra verde, otra tumba cobija los restos de su querido hermano Theo.
Su muerte, provocada por un disparo, está envuelta en un espeso misterio. En un principio se dijo que fue un suicidio, después, que pudo ser un accidente fortuito, pero cada vez cobra más cuerpo la posibilidad del asesinato. Un grupo de jóvenes burgueses cuyo "cabecilla" era René Secrétan, dueño del arma que mató a Van Gogh, estuvieron burlándose de él y humillándole horas antes de su muerte.
En Auvers-sur-Oise pasó los últimos setenta días de su intensa vida. Vincent Van Gogh fue un hombre atormentado, apasionado e inquieto, sin duda excesivo. Vivió treinta y siete años durante los cuales tuvo al menos treinta y ocho direcciones, entre otros sitios vivió en: La Haya, Bruselas, Amberes, Amsterdam, Londres, París, Ramsgate, Arlés, Saint-Rémy-de-Provence y en la citada Auvers-sur-Oise, que vive hoy volcada en la figura del genial pintor holandés.
Mucho más han viajado sus obras. Sus más de novecientos cuadros y mil seiscientos dibujos, así como sus grabados, están repartidos por museos y colecciones de todo el mundo. En vida Vincent Van Gogh vendió muy pocos cuadros, uno de ellos fue "El viñedo rojo" que pintó en Arlés en 1888.
Durante mucho tiempo esta preciosa estampa de vendimiadores pasó por ser la única obra que vendió en vida. Hoy se expone en el Museo Pushkin de Moscú. Lo compró la pintora belga Anna Bosch que pagó por él el equivalente a unos setecientos euros. Pero aunque vendió algunos más, Van Gogh nunca pudo vivir de la pintura.
En la actualidad su firma, que convoca precios millonarios, es deseada por coleccionistas y museos de todo el mundo.
Entre las innumerables ciudades donde encontrarse con obras de Vincent Van Gogh están Berlín, Dresde, Colonia, Munich, Sidney, Viena, Bruselas, São Paulo, Toronto, El Cairo, Edimburgo, Nueva York, París, Avignon, Jerusalén, Madrid, Milán, Roma, Osaka, Tokio, Amsterdam, La Haya, México, Londres, y un larguísimo etcétera.
Durante aquellos setenta últimos días, mientras intentaba curar sus brotes psicóticos bajo los cuidados del doctor Gachet, tuvo tiempo de pintar setenta y dos cuadros, mas de treinta dibujos y un grabado.
El camino hasta encontrarse con la pintura
Van Gogh adquirió un buen nivel cultural de manera autodidacta, pues tuvo que dejar los estudios con sólo quince años para ayudar en la maltrecha economía familiar. A pesar de lo cual hablaba cuatro idiomas y consiguió los conocimientos necesarios para desarrollar su gran pasión, la pintura. Aunque antes transitó por distintos caminos profesionales.
Comenzó trabajando en Goupil & Co (más tarde Boussod & Valadon), una importante compañía internacional de comercio de arte de La Haya, de la que su tío Vincent y su hermano Theo fueron socios. Se adaptó bastante bien a esta nueva vida, llegando a escribir:
Es un negocio maravilloso. Cuanto más tiempo se trabaja en él más ambicioso se vuelve uno.
La empresa lo trasladó a una sucursal de Londres y después a París, lo que le permitió estar en contacto con el efervescente mundillo del arte de la capital francesa y recibir influencias de pintores como Jean-François Millet, cuya obra le llamaría especialmente la atención.
Su difícil carácter le complicó siempre la vida. Fue despedido de esta importante empresa porque intentaba influir en los clientes según sus propios gustos. Vincent no se cortaba un pelo al opinar contra algún autor por muy de moda que estuviera, y aconsejar a los clientes que no compraran su obra.
Desencantado con esta faceta profesional, durante la que fue rechazado por la primera mujer de la que se enamoró, intentó ser pastor como su padre. Pero de nuevo la intensidad de sus actitudes y su imposibilidad de acatar órdenes que contradijeran sus ideas acabaron con esta etapa de manera frustrante.
De modo que con veintisiete años Vincent Van Gogh había sido rechazado por su madre, por la iglesia y por la mujer que amaba, y decidió refugiarse en la pintura.
Las mujeres de Vicent Van Gogh
El carácter apasionado e impulsivo de Vincent no era bien entendido por las mujeres. Las dos primeras ocasiones en las que se volvió loco de amor fueron dos fracasos muy dolorosos para él y fueron un anticipo de lo que sería su vida amorosa.
La primera fue Eugenia, que era hija de la patrona de la pensión donde se hospedaba en el barrio londinense de Convet Garden. Se enamoró locamente de ella, pero la chica estaba comprometida y lo rechazó.
En la primavera de 1881 Vincent llegó a Etten, en los Países Bajos, para visitar a su hermano Theo. Allí se enamoró perdidamente de su prima Cornelia Adriana Vos-Stricker, que acababa de enviudar. Le propuso de inmediato matrimonio y ella espantada le dijo que jamás. Pero Vincent no aceptaba un no por respuesta y siguió insistiendo, siempre sin éxito, y con el enfado de sus tíos y de su padre.
Después de estos rechazos, dirigió su vida a la religión e intentó hacerse pastor protestante. Como tampoco consiguió ser un predicador se fue a La Haya para dedicarse de lleno a la pintura.
En enero de 1882 encuentró pidiendo limosna en las calles de La Haya a Christina Clasina María Hoornik, a quien llamaba “Sien”. Con treinta y dos años, aquella prostituta alcoholizada, embarazada y con una hija conmovió el corazón del artista y la llevó a su casa. Sien y sus hijos fueron sus modelos. Vincent Van Gogh tenía veintinueve años.
Este invierno me encontré una mujer embarazada que tenía que hacer la calle para ganar su pan, ya sabes cómo. La tomé como modelo, y he trabajado con ella todo el invierno… he podido protegerla a ella y a su hija del hambre y del frío compartiendo con ellos mi propio pan. Comencé una nueva vida, no a propósito, sino porque tuve la oportunidad de empezar de nuevo y no rehusé hacerlo.
Vincent se enamoró de Sien y quiso casarse con ella, pero esta tuvo que volver a la prostitución pues él no vendía su obra y eran cuatro a la mesa. Al enterarse Theo de sus planes de boda le amenazó con retirarle el dinero que le pasaba y Vincent la abandonó.
Hacia finales de 1884 se mudó a Nuenen, también en los Países Bajos, aquí pintó su primera gran obra: "Los comedores de patatas", y aquí se enamoró perdidamente de una vecina: Margot, que tenía diez años más que él.
La relación era imposible por la negativa de Margot, que ante la insistencia de Vincent intentó suicidarse con estricnina. Esto provocó un escándalo que hizo que Van Gogh se marchase de Nuenen. Pero aquellos dos meses de amor no correspondido los recordó el artista hasta su muerte.
En sus Cartas a Theo le escribe a su hermano:
…amar es fácil, lo difícil es ser amado por quien uno ama.
En 1890 Van Gogh conoció a Marguerite Gachet. Marguerite era hija del doctor que cuidó de él en aquellos setenta últimos días de su vida en Auvers-sur-Oisey. Uno de sus famosos retratos es precisamente de su amigo el doctor Gachet, que a pesar de la amistad y el cariño que los unía no consintió que su hija se uniera a aquel desequilibrado artista, al que sin embargo ella amaba de verdad.
Durante mas de cincuenta años Marguerite se ocupó de que no faltara en la tumba de Vincent un ramo de flores amarillas.
Su hermano Theo. Su amigo y su único apoyo
Theo Van Gogh era el hermano pequeño de Vincent. Fue un marchante de arte de éxito, socio de Goupil&Co. Las cosas le iban bien y cuidó económicamente de Vincent que era incapaz de salir adelante por sí mismo. Lo apoyó siempre, cuidó de su hermano y lo animó para que hiciera lo que más le apasionó siempre: pintar.
Theo intentó dirigir la carrera de Vincent y gracias a él conoció en París, donde vivieron juntos en una casa de Montmartre, a Paul Gauguin, Paul Cézanne, Henri de Toulouse-Lautrec, Henri Rousseau, Camille Pissarro y Georges Seurat.
Fue Theo quien convenció a Gauguin para que visitase a Vincent, que se había trasladado a Arlés. Gauguin era reacio a vivir y compartir su trabajo con el conflictivo Vincent, pero Theo lo convenció de una manera incontestable: le pagó una cuantiosa deuda a cambio de que acompañara a su hermano.
Las cosas no salieron bien, eran dos caracteres muy fuertes y acabaron como el rosario de la aurora. Fue durante su convivencia en Arlés cuando Vincent perdió media oreja. No se sabe bien si fue él mismo quien se la cortó o tuvo ayuda de Gauguin que después de aquello salió corriendo y nunca más volvieron a juntarse.
Theo murió unos meses después que Vincent, con tan sólo treinta y tres años. Fue su esposa quien se ocupó de enterrarlo junto a su hermano y quien, años después, se encargó de la publicación de las cartas que durante veinte años Vincent le envió a su hermano Theo.
Estas cartas son una biografía del artista y del hombre, que se desnuda ante su hermano, pero además son una confesión estética que ayuda a entender mejor la obra de este creador único. Cartas a Theo es un libro imprescindible para conocer a fondo la obra y la personalidad de Vincent Van Gogh.
La obra de Vincent Van Gogh
"Los comedores de patatas", que se encuentra en el Museo Vang Gogh de Amsterdam, es como dijimos antes, su primera gran obra, fechada en 1885. Lejos aún de los luminosos colores que caracterizarán su obra posterior, este cuadro es un retrato realista y conmovedor de la pobreza en la que vivían los campesinos de Nuenen. Ayudado por los colores oscuros y terrosos muestra en él la clara influencia del francés Jean-François Millet.
Antes, durante su estancia en La Haya, dejó una serie de pinturas realistas también, entre las que destacan los retratos de su amada Sien y de sus hijos.
Durante su estancia en Amberes, después de huir de Nuenen por el escándalo con su vecina, se acercó a las estampas japonesas y al modelado, pero fue en París durante el tiempo que vivió con Theo cuando se acercó a los impresionistas y su paleta se llenó de la luz de aquellas pinturas que marcaron su obra.
En la etapa final de París pintó varios retratos de Père Tanguy, que ofreció la trastienda de su negocio como sala de exposiciones que usaron Gauguin, Seurat y el mismo Van Gogh. Uno de esos retratos se considera la obra más representativa de esta etapa.
Convencido de que necesitaba encontrarse con la luz del Mediterráneo, se marchó a La Provenza, donde se encontró con los colores puros que había estudiado en las estampas japonesas.
Aquel fue un periodo fértil para su obra, pero si cuando llegó a París apenas le quedaban dientes por culpa de la sífilis, aquí el abuso de la absenta y las incontables horas de trabajo agravaron su condición física y su debilidad mental.
Llegó a Arlés en 1888 y su paleta se llenó de amarillos, verdes y azules intensos, y sus pinceladas se comenzaron a tornar en ondulantes surcos de impaciencia y pasión.
Pintaba sin parar y dejó paisajes, retratos, puestas de sol, autorretratos como el "Autorretrato con la oreja vendada"; interiores como su "Dormitorio de Arlés", o "El café de noche" que pintó en tres noches consecutivas, o flores como sus famosos "Girasoles" o el precioso campo de "Lirios".
Estos últimos años estuvieron marcados por su inestabilidad mental y sus internamientos voluntarios en psiquiátricos como el de Saint-Rémy-de-Provence donde ingresó un año antes de su muerte. Allí nacieron los remolinos de su famosa "Noche estrellada", considerada su obra maestra.
Para ver este cuadro, que realizó Van Gogh con óleos humedecidos y pinceles muy finos, hay que visitar el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Regresó a París y de allí se marchó a Auvers-sur-Oise. Enamorado de los paisajes de Auvers, cuidado por el doctor Gachet e ilusionado con la hija de éste, Margarita, se volvió a fundir con la pintura y no paró de pintar hasta encontrar la muerte dos meses después de su llegada.
Estoy plenamente absorbido por estas llanuras inmensas de campos de trigo sobre un fondo de colinas, vastos como el mar, de un amarillo muy tierno, un verde muy pálido, de un malva muy dulce, con una parte de tierra labrada, todo junto con plantaciones de patatas en flor; todo bajo un cielo azul con tonos blancos, rosas y violetas. Me siento muy tranquilo, casi demasiado calmado, me siento capaz de pintar todo esto. Le escribía a Theo.
Retrata a su médico, casi esculpe en el lienzo la iglesia de Auvers, se llena con los paisajes que rodean el pueblo. Utiliza un formato horizontal de doble cuadrado, como el que usó para inmortalizar el "Campo de trigo con cuervos", que se puede ver en el Museo Van Gogh de Amsterdam.
En sus "Cartas a Theo" Vincent le habla de la soledad y la melancolía que tienen estos últimos paisajes de trigales bajo cielos amenazantes. Algunos vieron en los cuervos que sobrevuelan los campos de trigo una premonición de la muerte.
En Auvers, desaparecieron poco a poco los colores cálidos de la Provenza. Sólo dos días antes de su muerte se sumergió en las "Chozas en Cordeville, en Auvers-sur-Oise", expuesto en el Museo de Orsay de París, donde las casas parecen engullidas por la espesa vegetación.
A Vincent Van Gogh, que pintaba in situ, lo ha catalogado la historia como Postimpresionista. En algún epígrafe tenía que estar, pero es seguro que no hay otro autor tan personalísimo y único, tanto en la técnica como en el tratamiento matérico de los temas, como este loco, sensible y maravilloso artista que es uno de los grandes genios de la pintura.