El Albert Memorial está situado en Kensington Gardens, alineado en un eje central con el Imperial College de Londres y con el Royal Albert Hall, que forman parte del Salón Central, complejo conocido también como Albertópolis (en South Kensington); una manzana de arquitectura victoriana y de extraordinario valor cultural y educativo.
En ella están, entre otros centros, los museos Victoria&Albert, Natural History Museum y el Science Museum que visitamos en la lista de museos de Londres.
El nombre de Albertópolis es el reconocimiento al príncipe Alberto, por ser el impulsor de este complejo. La zona la compró la «Royal Commission for the Exhibition of 1851» (de la que Alberto era Presidente), con los beneficios obtenidos de la Exposición Universal de 1851, para la que se construyó en Hyde Park, el célebre Palacio de Cristal de Joseph Paxton.
¿Porqué se levantó este monumento?
Es verdad que el impulso más importante para su construcción fue el empeño de la reina Victoria de homenajear a su amado esposo Alberto, que había fallecido en 1861, con tan sólo cuarenta y dos años, de fiebres tifoideas. Dicen que Victoria no superó nunca su muerte y su nostalgia llenó Reino Unido de homenajes a Alberto .
Pero este memorial en realidad se había planeado ocho años antes, como agradecimiento por su decidida apuesta por la que fue la primera Exposición Universal de la historia. La idea era levantar un monumento en memoria de la Exposición presidido por una estatua del Príncipe, su principal promotor.
La intención primordial de aquella Exposición era mostrar al mundo la superioridad de la industria británica. Por eso la organizaron en Londres bajo el nombre de la "Gran Exposición de los Trabajos de la Industria de Todas las Naciones" o, simplemente, la "Gran Exposición", e invitaron a participar en la misma a países de cuatro continentes: Europa, América, Asia y África.
Hasta entonces se habían celebrado otras en París, en Madrid y en Berlín. Pero todas ellas tuvieron un carácter nacional. De modo que los primeros en celebrar un evento de carácter internacional fueron los ingleses. El éxito fue rotundo.
El Príncipe Alberto y sus efigies.
Cuando le sugirieron a Alberto la idea de la estatua, como parte de un memorial a la exitosa Exposición de 1851, no le hizo mucha gracia. Sobre este tema escribió:
Puedo decir, con perfecta ausencia de humbug (falsedad), que preferiría no ser la característica más destacada de tal monumento, ya que me molestaría en mis tranquilos paseos en Rotten Row para ver mi propia cara mirándome, y si (como es muy probable) se convirtiera en una monstruosidad artística, como la mayoría de nuestros monumentos, sería una molestia para mi ecuanimidad ser ridiculizado permanentemente y que se rían de la efigie.
Pero en le transcurso entre la idea y su realización el príncipe falleció, y la Reina y sus asesores decidieron levantar el actual Albert Memorial.
En realidad fueron muchos los monumentos erigidos en su honor, a pesar de la petición de Alberto de que no se crearan efigies suyas, las hay por todo el Imperio británico. Los más destacados de estos homenajes son el Royal Albert Hall y el Albert Memorial en Londres. A Victoria todo le parecía poco para que el pueblo no olvidara nunca a su marido.
Del exceso de memoriales erigidos en honor de Alberto da una idea un comentario que Charles Dickens le hacía a un amigo, en el que le decía que estaba buscando una «cueva inaccesible» para escapar de ellos.
Después de muchas deliberaciones y proyectos diferentes, el monumento le fue encargado a George Gilbert Scott.
El Albert Memorial, una loa a la cultura y a la industria
El estilo elegido por Sir George Gilbert Scott fue una interpretación muy libre del neogótico. El monumento es un recargado dosel que contiene la estatua del Príncipe Alberto mirando hacia el complejo que él ideó.
El dosel se levanta en la parte más alta de una plataforma construida de forma escalonada con piedra de granito, en cuyas esquinas reinan grupos escultóricos con vocación simbólica, relacionados con temas de la Exposición Universal y con la personalidad del Príncipe Alberto.
Inaugurado en 1872, después de diez años de trabajos, tiene ciento cuarenta y ocho pies de alto y costó alrededor de ciento veinte mil libras.
Los cimientos del monumento
Los cimientos del Albert Memorial, que según Scott son "una serie de catacumbas curiosamente intrincada y pintoresca", están compuestos por ochocientos sesenta y ocho arcos de ladrillo, construidos sobre una base de hormigón de diecisiete pies de espesor.
Sobre este "panel de abejas" se apoyan los escalones de granito, que elevan el monumental homenaje a un príncipe humanista.
La estatua del Príncipe Alberto
La estatua del Príncipe, obra de John Henry Foley, se instaló en bronce, sin dorar, en noviembre de 1875 y un años después se doró (no sabemos que opinaría él al verse tan reluciente). Alberto sostiene con su mano derecha un catalogo de la Gran Exposición de 1851.
La estatua sedente del Príncipe está situada sobre una base de mármol, y cubierta por un dosel de formas góticas con una decoración "generosa".
A finales del siglo XX el monumento tuvo que ser restaurado y la estatua de Alberto se cubrió de láminas doradas, devolviéndole todo el esplendor pues, durante ochenta años, estuvo cubierta con pintura negra.
No está claro porqué estaba cubierta de negro. Hay dos teorías al respecto; una habla de que fue cubierta deliberadamente para evitar que fuera un objetivo fácil en los bombardeos de la Primera Guerra Mundial.
Otra teoría es la que sugieren las investigaciones del English Heritage, que creen que el recubrimiento negro era anterior a 1914 y fue debido a una reacción a la polución atmosférica, que había eliminado la primitiva capa dorada.
El Friso del Parnaso del Albert Memorial
Conocido como el Friso del Parnaso (el lugar donde habitaban las musas de la mitología griega), es una base de mármol sobre la que descansa el dosel que cubre al Príncipe protector de la cultura. Este friso está decorado con estatuas que representan a los pintores, arquitectos, escultores, poetas y músicos más importantes de la Historia.
Son ciento sesenta y nueve esculturas que representan a: Mozart, Beethoven, Leonardo da Vinci, Rafael Sanzio, Alberti, Brunelleschi, Shakespeare o Milton, entre otros.
Henry Hugh Armstead talló las ochenta figuras de las partes sur y este: los pintores, músicos y poetas. John Birnie Philip se encargó de las figuras de las partes oeste y norte: los escultores y arquitectos, que están ordenados por orden cronológico.
EL Friso del Parnaso del Albert Memorial es la referencia más clara de este monumento a la cultura. Sobre él está anclado el templete y sobre él descansa la estatua de Alberto. También lo son sus mosaicos que veremos después.
Los grupos escultóricos que rodean el monumento
Sobre las esquinas del Friso del Parnaso hay cuatro grupos escultóricos que representan los cuatro continentes que participaron en la Exposición Universal de 1851: Europa, Asia, América y África, identificados por un animal y varias figuras humanas vestidas con ropa típica de cada lugar.
Europa está representada por un toro, que alude a la historia mitológica de la seducción que la bella Europa desplegó sobre Zeus. América por un búfalo, África por un camello y Asia por un elefante.
En el dosel relucen, doradas como la del príncipe, una serie de esculturas alusivas a las artes prácticas y las ciencias: la Astronomía, Geología, Química, Geometría, Retórica, Medicina, Filosofía y Fisiología, y a las Virtudes: la Fe, la Esperanza, la Caridad y la Humildad, y la Entereza, la Prudencia, la Justicia y la Templanza.
Encima de éstas, si dirigimos la mirada hacia lo alto del monumento, aparecen ángeles, también dorados, con los brazos levantados hacia el cielo y una cruz dorada que remata el dosel.
En los tímpanos del dosel, brillan también una serie de mosaicos que rinden homenaje, por medio de una figura alegórica, a las cuatro artes: poesía, pintura, arquitectura y la escultura.
Y en las enjutas de los arcos, apoyando a las alegorías, hay una serie de personajes históricos: el rey David y Homero (poesía), Apeles (el pintor más famoso de la Grecia Antigua) y Rafael Sanzio (pintura), Ictinos (el arquitecto del Partenon) y Salomón (arquitectura), y Fidias (el más famoso escultor de la Atenas de Pericles) y Miguel Ángel (escultura).
Estos mosaicos fueron diseñados por la firma Clayton and Bell y realizados por la casa Salviati de Murano, en la laguna de Venecia, cuyos trabajos se encuentran en tantos edificios emblemáticos de Londres.
Bajo los mosaicos una inscripción recorre todo el dosel: Reina Victoria y Su Gente – A la Memoria del Príncipe Consorte Albert – Como un Tributo de su Gratitud – Por una Vida Dedicada al Bien Público”.
En torno al templete encontramos, en las esquinas más bajas de los escalones, otros cuatro grupos de esculturas que representan el Comercio, la Ingeniería, las Manufacturas y la Agricultura, actividades que eran la base de la economía del país.
Materiales del Albert Memorial
Scott y sus colaboradores utilizaron, además de los granitos de colores, bronce, esmaltes, piedra dura, dorado (muy generoso), mosaicos de vidrio y mármol "siciliano" (de las canteras de Calonnata y Paleri en Carrara) llamado "campanella".
Los bloques de granito llegaron de Escocia e Irlanda, no sin problemas, porque el trasporte hasta Londres fue toda una odisea. Acabaron llegando por el Támesis, después de pasar por auténticas aventuras.
Los ocho grupos de esculturas son de mármol, mientras que la estatua del Príncipe, bajo su dorada cubierta protectora, es de bronce metalizado, cosa que no agradó a todos, pues el mármol les parecía a muchos un material más elegante.
El Albert Memorial tiene además y sobre todo, el material del que están tejidos los sueños; los que hicieron posible aquella primera Exposición Universal, los que tejieron el Salón Central y los de una Reina que sobrevivió más de cuarenta años al amor de su vida.
El Albert Memorial ha resistido al tiempo y a las bombas, a las críticas, a las restauraciones y a las modas, y hoy es un protagonista cotidiano de los paseos por los jardines de Kensington. En sus escalinatas descansan y charlan vecinos y visitantes.
Su silueta señala el camino hacia esa prodigiosa manzana cultural londinense, en la que se dan cita el saber, la belleza, la ciencia, el arte, la historia y los espectáculos que se celebran en uno de los teatros más importantes del mundo: El Albert Royal Hall, el otro gran monumento al Príncipe Alberto.