Escocia es un país de una belleza sorprendente donde nos espera una extraordinaria variedad de posibilidades y paisajes: ciudades bulliciosas y especialísimas como Edimburgo y Glasgow, las dulces colinas de los Borders o la soledad de los archipiélagos del Norte. De los fiordos rocosos de las Highlands a los bosques y lagos de la zona central. Viajar por Escocia es una oportunidad de practicar turismo cultural adentrándose en una dulce y fascinante tierra de mitos.
Si a los paisajes le añadimos la suculenta cocina, la amabilidad de su gente, tan hospitalarios y afables, y sus tradicciones culturales, fuertes y arraigadas (del arte a la música, del deporte a la historia, del teatro a la literatura), tenemos motivos sobrados para entender por qué tantos viajeros vuelven una y otra vez hacia sus verdes colinas.
Lo que encontrarás al viajar por Escocia en la región de los Borders
La región conocida como los Borders, al sureste de Escocia, guarda entre sus suaves colinas ecos de una historia convulsa de enfrentamientos con Inglaterra, de la que quedan las nobles ruinas de cuatro extraordinarias abadías.
La Abadía de Jedburgh fue fundada en el siglo XII por monjes agustinos franceses en peregrinación. Bastan sus ruinas para hacerse una idea del esplendor de este edificio y de cuánto poder desplegó la religión en esta zona. Como en tantos edificios de Escocia, hay en esta abadía un fantasma que se le apareció en 1285 al rey Alexander III el día de su boda con Yolande de Dreux, para anunciarle su próxima muerte. Ésta sucedió un año después en un fatal accidente al caer el rey de su caballo.
La Abadía de Melrose era parte de un monasterio gótico fundado por los monjes cistercienses en el siglo XII. Son las ruinas mejor conservadas de estos cuatro testimonios históricos, a pesar de que la de Melrose fue destruida varias veces en los diversos combates con los ingleses.
Esta abadía posee una de las joyas históricas de Escocia. En sus tierras se encuentra enterrado el corazón embalsamado del rey Roberto I de Escocia (Robert the Bruce), el único en la historia de Escocia que consiguió su independencia. La Abadía de Melrose es también conocida por los numerosos detalles ornamentales que conserva como santos, dragones o gárgolas.
Los supuestos restos del corazón de Roberto I de Escocia fueron hallados durante unas excavaciones arqueológicas en casi un siglo, en 1921. Cuentan que cuando este mítico rey agonizaba pidió que después de su muerte le arrancaran el corazón y lo llevaran a las Cruzadas y a la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, para devolverlo a Escocia y enterrarlo en Melrose.
La Abadía de Dryburgh cuyo nombre procede de las lenguas celtas, y hace referencia a de darach (banco de roble), en alusión a los ritos de los druidas, se encuentra a orillas del rio Tweed, a unos 5 kilómetros de Melrose. Es la más romántica y sugerente de todas, la menos visitada por el turismo, un lujo donde aún se puede escuchar el silencio, sólo roto por el trinar de los pájaros que se mecen en sus árboles centenarios.
Fue fundada en el año 1152 por monjes premonstratenses y en su historia se añade una sobre otra la destrucción por tres incendios y cuatro guerras. Su mejor época la vivió durante el siglo XV, pero finalmente quedó destruida en el siglo XVI, igual que sus vecinas, con la Reforma protestante. Después llegó la ruina y la decadencia de sus piedras calizas rosadas y el saqueo de las mismas, pero no el olvido.
De ello se encargó en el siglo XVIII David Erskine, conde de Buchan, cuando compró los terrenos para crear un paisaje único en el que las protagonistas son las ruinas de la abadía. Erskine descansa para siempre en la antigua sacristía.
Y el escritor romántico Sir Walter Scott, amigo de Erskiney, enamorado también de este especialísimo rincón, pidió ser enterrado en el transepto norte que él llamaba “el pasillo de Santa María”, donde también descansa otro escocés ilustre, el Mariscal de Campo Earl Haig.
Junto a la abadía, existe un hotel que comparte su nombre y os recomendamos vivamente: Dryburgh Abbey Hotel
La Abadía de Kelso es una construcción de estilo románico. Fue fundada en el siglo XII y con el tiempo se convirtió en una de las más ricas y grandes de Escocia. Su aspecto defensivo se debe a su posición cercana a Inglaterra, que le hizo vivir tantas batallas en la guerra angloescocesa. Fue atacada en diversas ocasiones. De hecho, partes de la estructura fueron desmanteladas, y sus piedras empleadas por los vecinos de Kelso en nuevas construcciones. Aun así, la visita merece sin duda la pena.
Hay mucho más en los Borders, además de aldeas silenciosas y encantadoras rodeadas de paisajes inolvidables, y como en toda Escocia, castillos, testigos de su historia entre los que destacamos el Castillo de Culzean.
En los Borders hay lugares tan curiosos como el New Lanark, una aldea a orillas del río Clide, creada desde la idea del socialismo utópico por David Dale, quien construyó fábricas de algodón y residencias para los obreros. Hoy es un lugar encantador que por su valor histórico es Patrimonio de la Humanidad. Como veis no es gratuito afirmar que Escocia es un paraíso para el turismo cultural.
Dentro de la aldea tenéis otro más que recomendable hotel, el New Lanark Mill Hotel, desde el que disfrutaréis de unas vistas inmejorables de la aldea y del río.
Historias de fantasmas, y recorridos literarios y de cine
En Escocia hay mucho más que fantasmas en sus extraordinarios castillos. Hay innumerables leyendas y relatos populares, que nos han llegado pasando de boca en boca. Hay secretos guardados en destilerías de whisky y huellas de los templarios en lugares como la mágica capilla de Rosslyn, donde, según la leyenda, se escondía el Santo Grial. Muy cerca, en Edimburgo, las cuevas de Gilmerton conservan viejos misterios sin resolver: ¿son un almacén ilegal de alcohol, o un refugio de masones?
Si buscáis entretenimientos urbanitas, Escocia ofrece en sus ciudades museos y galerías para disfrutar del arte, o espectáculos para pasar una noche en el teatro, hacer un recorrido literario, o un itinerario de cine, pasar una tarde de compras, o pasear por uno de esos cementerios que allí los disfrutan como parques.
Esta es una tierra de héroes y personajes legendarios que, reales o no, forman parte ya de la literatura y el cine. Por ello dentro de las variadas actividades que recorrerla puede procurarnos, como curiosidad o divertimento están los recorridos tras los pasos del cine en las películas más taquilleras.
Una sugerencia es que os acerquéis a la parte más desconocida de Escocia, la Costa Este, lugares como Aberdeenshire, Moray y Fife, donde podréis «volar» sobre el Bunne Stane o piedra del capo. Una formación rocosa cerca de la aldea de Gateside que guarda una leyenda sobre amores imposibles.
En Fife descubriréis cómo se hacen los Heathergems, joyas típicas de Escocia realizadas a mano con brezos de las colinas cercanas.
Viajar por Escocia es viajar por la patria del whisky de malta
Más de cien destilerías de whisky se reparten por Escocia, que cuenta con cinco regiones productoras de whisky: Campbeltown, Highland, Islay, Lowland y Speyside. Estáis en la patria del whisky de malta.
El lugar de producción del whisky tiene gran influencia en su sabor. Un manantial de agua cercano, el salitre del mar, la presencia de turba en la zona, y desde luego las técnicas en el proceso hasta conseguir el dorado líquido, los secretos de cada marca, dan resultados diferentes.
Pero si el escocés es el mejor whisky del mundo, eso dicen, el de la isla Islay es el mejor de Escocia. Si no has estado aquí, no has estado en Escocia. Es la isla más septentrional de las Hébridas Interiores, salpicada de granjas, lagos, ruinas ancestrales y destilerías donde se guarda el secreto de sus whiskys ahumados. La llaman la Isla del Whisky, os dejará en el recuerdo sabores de tierra y de humo, de fruta y de mar, de plácidos atardeceres. ¡Inolvidable!
Todo tipo de experiencias os esperan en los tours -variadísimos- de las famosas destilerías de esta preciosa isla llena de referencias celtas, en busca de marcas como la mítica Lagavulin, Laphroaig, Kilchoman, Caol Ila, Bruichladdich, Bunnahbhain, o la que tiene fama de ser la más antigua de la isla Ardbeg, que ha sido galardonada durante años con los premios al mejor whisky de malta del mundo.
Os aconsejamos que aunque catéis allí el sabroso manjar, no vengáis cargados a España con botellas, por dos motivos: vendréis más ligeros y os ahorraréis un dinerito. Allí los impuestos suben bastante el precio.
En Islay se encuentra la Reserva Natural Loch Gruinart, un lugar privilegiado para el avistamiento de aves en el que el senderismo tiene el regalo de un auténtico espectáculo: gansos blancos, frailecillos, codornices, zarapitos, dependiendo de la época del año en el que la visitéis.
Soñando en las Highland
Y por si todo lo visto fuera poco, al viajar por Escocia os encontraréis las sugerentes «Tierras Altas», entre sus brumas y sus maravillosos días de sol, el sol más suave y luminoso de las islas. Desde la plácida ciudad de Inverness, donde os recomendamos el hotel Pitfaranne Guest House, tenéis a tan sólo quince minutos la posibilidad de buscar al famoso Ness.
En las Highland, además de sus impresionantes castillos, os aguarda el encuentro con las «Cairns de Clava», un tipo de cámaras funerarias circulares de la Edad del Bronce recubiertas de piedras.
En Kingussie os encontraréis el Highland Folk Museum, un museo al aire libre que muestra la cultura y el patrimonio tradicional de las tierras altas. Os sorprenderá, como lo hará también el viejo Fort George, una gran fortaleza del siglo XVIII, basada en un diseño de estrella cerca de Ardersier al noreste de Inverness. Fue construido para pacificar las Highlands escocesas en las consecuencias del levantamiento de Jacobite de 1745. Prácticamente inalterada, pues nunca fue atacada, hoy en día está abierta a las visitas mientras mantiene su actividad con cuarteles del ejército.
Hay una romántica y espectacular forma de recorrer las montañas, las ruinas y los castillos legendarios de las Highland. En tren de vapor o en Ferry. Desde la ciudad de Inverness, la línea de “Kyle” conocida como Skye train llega hasta Kyle of Lochalsh os aseguramos que es una de las más espectaculares del mundo.
Y está el Parque Nacional de Cairngorms, que es el doble en tamaño que el Distrito de los Lagos. Tendréis que volver para recorrer sus montañas, senderos forestales, lagos, ríos, y disfrutar de sus zonas de flora y fauna silvestre, de sus encantadores pueblos y sus destilerías, sí tendréis que volver, es mucho lo que os aguarda aquí.
Viajar por Escocia permite practicar desde el senderismo a la navegación entre sus islas
Una parte esencial del turismo cultural es el relacionado con los deportes de naturaleza. Además del golf, que nació en Escocia, hay aquí una variada oferta deportiva. Si queréis conocer las diferencias entre las islas os llevamos a recorrerlas navegando entre sus costas. Si lo que os gusta es el senderismo, en Escocia las rutas son ¿cómo no? una maravilla paisajística tras otra. Si os interesa la escalada os esperan los Munros (montañas que miden más de 900 metros). Hay rutas a caballo, en bicicleta, y con tanta agua alrededor no pueden faltar los deportes relacionados con el liquido elemento, kayak, surf y windsurf, rafting.
Como veis Escocia da para muchos viajes, como en cada lugar del mundo hay una Escocia para cada viajero. Las propuestas son infinitas.
Y para vuestra comodidad os aconsejamos reservar los traslados desde el aeropuerto de Edimburgo, fácil, cómodo y seguro.