En plena ciudad de Múnich, capital del Estado federado de Baviera, se abre un enorme parque que contiene una de las joyas de la ciudad y uno de los mayores legados de la casa Wittelsbach. El Palacio Nymphenburg es un ensueño de verano cuyo nombre, tan evocador, significa «el castillo de las ninfas».
Hoy está en pleno tramado urbano de Múnich, pero cuando se comenzó a levantar, allá por 1664, la ciudad aún quedaba algo alejada del palacio. Por suerte, a pesar de que el desarrollo urbanístico ha rodeado al conjunto arquitectónico y sus jardines, ha respetado su entorno y todavía cuenta con sus 229 km cuadrados de lagunas, canales y arboledas y, por supuesto, con sus espléndidas construcciones.
Si visitas Múnich, apunta el Palacio Nymphenburg en tu agenda y reserva un buen espacio, ya que vas a querer muchas horas para visitarlo con calma y así conocer a fondo esta joya, impregnarte de su esencia y sentir un gran pesar a la hora de marcharte. Es probable que una parte de ti se quede para siempre en este rincón de Múnich.
De palacete a joya de los Wittelsbach
Como adelantábamos unas líneas arriba, la historia del Palacio Nymphenburg comenzó en 1664. Por aquel entonces, el Elector Fernando María de Baviera y su esposa Enriqueta Adelaida de Saboya, encargaron un palacete de estilo italiano al arquitecto Agostino Barelli, que diseñó el elemento central del conjunto que hoy vemos: un edificio cuadrado en un estilo barroco sencillo de colores claros.
En 1675 esa primera parte del palacio fue completada. Era una pequeña residencia veraniega rodeada de jardines y separada de Múnich por campo abierto. No obstante, ya en aquella época no se encontraba demasiado alejado de la ciudad.
Fue en 1679 cuando el heredero (Maximiliano II Emanuel) del matrimonio que comenzó el Palacio de Nymphenburg accedió al trono, y fue él uno de sus principales impulsores. A lo largo de los siglos, Nymphenburg ha sido ampliado y reformado en diferentes ocasiones pero, incluso a lo largo de 300 años, los diferentes miembros de la casa de Wittelsbach han mantenido, a pesar de los cambios, la línea original del palacio.
En 1701, Maximiliano II Emanuel mandó ampliar el Palacio de Nymphenburg con dos nuevos pabellones, uno al norte y otro al sur, conectados al central. Estos nuevos pabellones eran también cuadrados, lo que confirió mucha solidez al conjunto. El nuevo Elector se desligó de la tendencia italiana que sus padres (él prefería lo francés) y afrancesó el palacio, pero siempre con un profundo respeto por lo estructural y es lo que, a simple vista y sin conocer su historia, nos podría llevar a pensar que todo el edificio se levantó de una sola vez.
En mitad de la reforma, Maximiliano II Emanuel partió a la guerra de Sucesión Española, en la que participó del lado de los Borbones (su abuela era hija del primer Borbón). A su vuelta a Múnich en 1715, llegó con artistas franceses y de otras procedencias conocedores de lo último en moda francesa. La reforma y la expansión del Palacio de Nymphenburg continuó.
Las obras de expansión continuaron, y esta vez se delimitó un nuevo espacio para los jardines, obra de la que viene su extensión actual. Los principales artífices de esta fase de las obras fueron el arquitecto Joseph Effner y el paisajista Dominique Girard. Del plan que trazaron Joseph y Dominique salió, en buena medida, el Palacio Nymphenburg que conocemos hoy día, en un barroco francés.
Entre 1726 y 1745, el Elector (y más tarde emperador del SIRG) Carlos Alberto, continuó con el plan ideado en tiempos de su padre, como la luna en cuarto creciente que se adentra en una laguna artificial frente a la fachada principal del Palacio Nymphenburg. De aquí partiría una ciudad ideal que se llamaría Carlstadt (ciudad de Carlos), aunque el complejo nunca llegó a ser esa ciudad y, como ya hemos visto, acabó integrado en Múnich.
También de esta fase es el Amalienburg, que lleva el nombre de su esposa María Amalia de Austria. Se trata de un pequeño palacio exento en estilo rococó, muy cerca del conjunto principal de Nymphenburg. Esta pequeña construcción se convirtió, al igual que Sanssouci en Potsdam, en una de las joyas del barroco rococó europeo, cuya sola presencia hace que toda la visita merezca la pena.
Más adelante, el hijo de Carlos Alberto, Maximiliano III José, continuó con las reformas en el Palacio Nymphenburg. Este, en inicio, pequeño pabellón, se había convertido en una de las residencias favoritas de la casa Wittelsbach, y hubo pocos miembros de la familia que no aportaran parte de su personalidad al conjunto arquitectónico, cuidándolo y enriqueciéndolo dentro de la línea marcada por Fernando María y Enriqueta Adelaida allá por 1664.
A Maximiliano III José le debemos la decoración rococó (cogiendo el testigo de su padre) del gran salón (o salón del mármol) del Palacio Nymphenburg. Asimismo, introdujo esculturas de dioses olímpicos a lo largo y ancho de los jardines que, por entonces, tenían un trazado francés, con una gran importancia de la simetría.
Entre finales del XVIII y principios del XIX, el Palacio Nymphenburg terminó de alcanzar el aspecto que tiene hoy. Algunas habitaciones fueron redecoradas en estilo neoclásico (especialmente con los muebles) y, en tiempos de Maximiliano I José (primer rey de Baviera), los jardines fueron completamente remodelados en estilo inglés: menos simetría, más boscoso y con lagunas irregulares, pero todavía con algunas reminiscencias del anterior trazado francés.
Aunque tras la muerte de Maximiliano I José el Palacio Nymphenburg no se sometió a nuevas reformas permaneció como una de las residencias preferidas por la casa de Wittelsbach, y fue cuidado hasta 1918, cuando pasó a manos del Estado.
El Palacio Nymphenburg
El conjunto arquitectónico de Nymphenburg se compone de un elemento central del que irradia todo: el pabellón cuadrado de 1664. A pesar de las numerosas ampliaciones y las reformas que ha sufrido el palacio desde entonces, este elemento ha quedado como el más grande y ricamente decorado de todos los edificios palaciegos. Como decíamos antes, los miembros de la casa Wittelsbach mostraron un profundo respeto por la idea original a pesar de las transformaciones que acometieron.
Frente a este pabellón se extiende la Luna en cuarto creciente con una fuente en su interior, elemento que está en un semicírculo cuya parte central es un estanque y el resto césped. Se trata de una especie de abanico que da la bienvenida al visitante y que ofrece una panorámica del Palacio de Nymphenburg al completo, de los anexos (que hoy son museos) al cuerpo central del edificio.
Todo el conjunto palaciego está conectado por galerías, dos de ellas (las que juntan el centro con los anexos) pasan por encima de unos canales que rodeaban en origen el palacio. En suma, y si lo viéramos a vista de pájaro, Nymphenburg parece, precisamente, un ave batiendo las alas.
Al otro lado del pabellón central, donde empiezan los jardines de Nymphenburg, se extiende una explanada ajardinada en estilo parterre en cuyo centro hay una fuente. Tanto esta parte como el semicírculo frontal donde está la Luna en cuarto creciente son los restos del trazado francés de los jardines.
Esta explanada trasera se abre a un estanque alargado (o canal) que, tras cientos de metros, se abre un poco casi al final de los jardines, donde dos esculturas del río Isar (recorre Múnich y es afluente del segundo) y el Danubio. En realidad, el estanque nace aquí, y crea una sutil cascada que alimenta con agua el gran canal que llega y rodea el Nymphenburg. Las esculturas, con una clara reminiscencia helenística, representan a esos ríos alimentando con sus aguas los jardines, llevando la vida.
El interior del pabellón central guarda una de las salas más hermosas del Palacio Nymphenburg, el llamado salón del mármol. Es el espacio más representativo del conjunto, que fue encargado por Maximiliano III José en rococó, estilo que su padre introdujo en el complejo en el también precioso Amalienburg.
En esta zona del palacio también está la Galería de Bellezas de Luis I, una colección de 36 retratos de las mujeres más bellas del mundo, según el rey y su corte. Entre estas pinturas, destaca el retrato de Lola Montez (en realidad Elizabeth Rosanna Gilbert), una bailarina irlandesa de la que el rey quedó enamorado. De hecho, fueron amantes y le concedió el condado de Landsfeld.
Aquello no sentó bien entre parte de la corte ni entre los súbditos. No querían que Lola Montez se entrometiera en los asuntos de Baviera y, a este problema, a Luis I se le sumó la ola de revoluciones de 1848. Al final, el rey abdicó en su hijo, Maximiliano II, que hizo más o menos lo que quiso. En realidad, buscó un equilibrio entre las pretensiones liberales de la revolución y entre el absolutismo católico.
También en esta zona del palacio se encuentra la habitación en la que nació Luis II de Baviera. No es de extrañar que, rodeado de tanta belleza al nacer, la siguiera buscando durante el resto de su vida. Se trata de uno de los reyes más famosos de Europa al que le tocó vivir una época que no le gustaba. Prusia ganaba el pulso por el dominio sobre Alemania a Austria, frente a lo que Baviera quedó cada vez con menos independencia. De hecho, aunque mantuvo su título real de manera honorífica, murió en lo que ya era el Imperio Alemán, dirigido por los prusianos.
En cualquier caso, el rey nacido en esta habitación de Nymphenburg no realizó obras en el palacio. En su lugar, se centró en levantar otros edificios. Descontento con la política europea, residió en Múnich lo menos que pudo, y construyó el precioso Palacio de Linderhof (que está en nuestra lista de palacios alemanes), el de Herrenchiemsee y el reconocido Castillo de Neuschwanstein (que está en nuestra lista de castillos alemanes).
Museos
En el anexo sur hay dos museos, y son los que están dentro de lo que todavía se considera el Palacio de Nymphenburg, no obstante, se pueden comprar entradas generales o sólo al palacio o los museos. En realidad se trata de un único museo, el Marstall, con dos colecciones separadas pero relacionadas con la casa Wittelsbach.
La primera de las colecciones, y la principal, presenta carruajes y trineos de la casa Wittelsbach. De entre el espectacular conjunto, destaca el carruaje que usó Carlos Alberto en su coronación como emperador, así como los que encargó Luis II de Baviera para sus travesías por los Alpes.
En el mismo edificio, pero en la planta alta, está la segunda colección, de porcelana de Nymphenburg. Como en el Albrechtsburg de Meißen, Maximiliano III José, fundó en 1747 una factoría de porcelana estatal, del todavía Electorado de Baviera, y lo hizo en este palacio. Es una ocasión única para conocer una de las mejores colecciones de porcelana de Nymphenburg.
Por otra parte, en el anexo norte hay otro museo. No forma parte ya del conjunto palaciego (y por lo tanto, no hay entrada combinada para este museo), aunque esté dentro de uno de los edificios que formaron parte del mismo. Se trata de un museo de historia natural muy recomendado e interesante para ir con niños. El problema es que si no sabes alemán quizás no te merezca la pena.
Jardines de Nymphenburg
Los jardines, ahora conocidos como el Parque de Nymphenburg, son de libre acceso, con lo que la visita para conocer el conjunto palaciego, aunque sea por fuera, es casi obligatoria si estás en Múnich. No nos gusta decirte a dónde tienes que ir pero, sin duda, te recomendamos, aunque sea, dedicarle unas horas a Nymphenburg.
El parque comienza en la fachada trasera del palacio y se extiende en 229 Km cuadrados en lo que, prácticamente, es un bosque. Sus principales atractivos son el gran estanque alargado (o canal) que termina en la cascada que alimenta el resto del complejo. Esta cascada, a su vez, está alimentada por el río Würn, que es afluente del Ammer, que alimenta al Danubio. A ambos lados del estanque hay dos lagos, el Badenburger y el Kleiner. A orillas del primero hay un templete de Apolo y el Palacio de Badenburg, una casa de baños. A orillas del segundo, el Palacio de Pagodenburg, un edificio octogonal con azulejos de Delft.
Ya muy cerca de Nymphenburg, a la altura del jardín en estilo parterre, se encuentra Amalienburg, el palacio que Carlos Alberto construyó para su mujer María Amalia de Austria. Este pequeño palacio rococó es una de las grandes joyas del conjunto del Nymphenburg y su interior merece la pena. Contiene una pequeña galería de los espejos que es una auténtica maravilla.
En paralelo al Amalienburg, pero al otro lado del parterre está la Magadalenenklause, uno de los edificios más peculiares del Nymphenburg. Se trata de un vanitas arquitectónico, una ermita dedicada a María Magdalena y, aunque parezca estar en estado ruinoso, no es así. Fue construida con la idea de que pareciera una ruina para recordar la fragilidad de lo que construimos sobre la Tierra y, por supuesto, nuestra propia fragilidad. Por dentro encontramos una decoración grutesca claramente barroca. Un edificio único que se construyó en época de Maximiliano II Emanuel, el gran impulsor del Nymphenburg.
Junto a esto, también se pueden realizar travesías en góndola por el canal central del Palacio Nymphenburg. Sólo se puede en temporada de verano, duran 30 minutos y cuestan 15€ por persona. Puede ser caro, pero la oportunidad, desde luego, lo merece.
Precios y horarios del Palacio Nymphenburg
Los horarios y precios del Palacio Nymphenburg son flexibles en caso de que no nos interese todo el conjunto por falta de tiempo o cualquier otro motivo. Se trata de un conjunto grande en el que podemos pasar todo el día, de hecho, hay un restaurante cerca del parterre por si necesitamos cargar las pilas.
La entrada combinada, que da acceso a todo, cuesta 11,50€ y 9€ la reducida en horario de verano: del 1 de abril al 15 de octubre. Durante el invierno cuesta 8,50€ y 6,50 la reducida, esto se debe a que los palacios del parque están cerrados, con lo que sólo se puede acceder al Nymphenburg y al Museo Marstall.
La entrada sólo al Palacio Nymphenburg cuesta 6€ y 5€ reducida.
La entrada sólo al Museo Marstall (con la colección de porcelanas) cuesta 4.50€ y 3.50€ reducida.
Por último, la entrada a los palacios del parque (Pagodenburgo, Badenburgo, Amalienburg y Magadalenenklause) cuesta 4,50€ y 3,50€ la reducida. Vale la pena recordar que estos sólo están abiertos en verano, del 1 de abril al 15 de octubre.
Los horarios en verano van de 9 de la mañana a 6 de la tarde en todos los elementos visitables (Nymphenburg, palacios del parque y museo) y en invierno van de 10 de la mañana a 4 de la tarde (salvo los palacios del parque están cerrados).