La ciudad de Londres conserva un gran número de iglesias, y algunas de ellas, como la Catedral de San Pablo o la Abadía de Westminster, están entre los edificios más conocidos admirados de Europa. Al igual que París, las iglesias de Londres son, en su inmensa mayoría, góticas. En Inglaterra, como en Francia o Alemania, el gótico es una suerte de idioma artístico nacional.
Pero, al contrario que París, Londres no conserva demasiadas iglesias "antiguas" (entendamos antiguas como anteriores al siglo XVII). Y eso se debe, sobre todo, a un par de razones. A que Enrique VIII, en 1536, iniciara la llamada Disolución de los Monasterios, como parte del gran cisma que desembocaría en su separación de la Iglesia Católica y en la creación de la Iglesia Anglicana. Y sobre todo a que, en el año 1666, Londres ardiera de forma espantosa. El Gran Incendio dejó sin hogar a 80.000 personas y se llevó por delante 87 iglesias parroquiales, además de la fastuosa Catedral de San Pablo. Durante el siglo siguiente se reconstruyeron la gran mayoría, en algunos casos imitando la antigua fábrica gótica, en otros adoptando un estilo neoclásico, más de moda. La mano del gran Christopher Wren participó en la reconstrucción de 51 iglesias, entre ellas la Catedral.
A pesar de las calamidades, a las que se sumaron, en pleno siglo XX, los intensos bombardeos nazis de de 1940 y 1941, las iglesias de Londres siguen en pie, y en la mayoría de los casos, relumbrantes. Algunas han sido reconstruidas hace uno, dos o tres siglos, en estilos nuevos e imaginativos, siempre con aprecio y admiración al pasado. Otras han sorteado mágicamente todas las catástrofes y se nos presentan hoy casi con el mismo aspecto que tenían hace novecientos años.
Como en un viaje no podemos verlas todas, a continuación citaremos las que en nuestra opinión son las diez iglesias de Londres que más merece la pena visitar.
Saint Martin in the Fields, un tributo al clasicismo en Trafalgar Square
Situada en el corazón de Londres, en plena Trafalgar Square, la iglesia de St Martin in the Fields representa a la perfección el estilo neoclásico.
Se construyó a a principios del siglo XVIII. Su autor fue James Gibbs. La dedicaron San Martín de Tours. Y en la actualidad tiene varias curiosidades. La iglesia está siempre abierta, ofrece conciertos todos los días a mediodía, y en su cripta, en lugar de tumbas, tiene una atractiva y frecuentada cafetería, una librería y una tienda de regalos. Los beneficios financian un programa de ayuda a jóvenes y personas sin hogar que lleva funcionando prácticamente desde la Segunda Guerra Mundial.
El interior es sencillo, luminoso y elegante. En su cabecera hay una preciosa ventana serliana que nos recuerda lo mucho y lo muy profundamente que influyeron los arquitectos italianos Serlio y Palladio en la arquitectura neoclásica inglesa.
Saint Stephen Walbrook, donde Christopher Wren hizo ensayos para San Pablo
Fue una de las muchas iglesias de Londres destruidas por el Gran Incendio de 1666. Seis años después, Sir Christopher Wren recibió el encargo de su reconstrucción, y diseñó un edificio completamente nuevo, blanco, lleno de luz. Desde fuera no parece anunciar nada especial, pero cuando nos adentramos en su interior descubrimos una magnificencia que recuerda directamente a las grandes iglesias bizantinas. Es un espacio abierto, diáfano, interrumpido únicamente por una serie de grandes columnas corintias que, en el centro, soportan los ocho arcos sobre los que se levanta la enorme cúpula central.
Wren ensayó aquí la forma que ya planeaba para sustentar la gran cúpula de San Pablo. Su tamaño colosal se sostiene no sobre pechinas, que era lo habitual, sino sobre arcos, entre cuyos intersticios unas mínimas trompas cierran el espacio circular. St Stephen Walbrook nos recuerda la fascinación que siempre han sentido los arquitectos, especialmente los fascinados por el mundo clásico, por las iglesias de planta central. Su planta es rectangular, pero Wren parece querer corregirlo y conducirnos rápidamente al espacio central, el más sagrado y perfecto.
Holy Trinity, la nostalgia medieval de los románticos del Arts & Crafts
A finales del siglo XIX nació en Inglaterra un movimiento anti-industrial que pretendía retomar las formas de trabajo medievales y resituar al hombre por encima de la máquina mediante la primacía del trabajo artesanal. "Hacer cosas útiles, hacerlas bien y hacerlas bellas" era el lema del movimiento Arts & Crafts, o Artes y Oficios. El Arts & Crafts enlazaba bien con la religión por dos motivos: planeaba en el fondo un retorno a la Edad Media (la época de la Iglesia Triunfante) y situaba su foco en la artesanía cuidadosa, lo que era en el fondo un homenaje al Creador.
Uno de sus más fervientes seguidores fue el arquitecto John Dando Sedding, que fue el encargado de erigir esta gigantesca iglesia anglicana en Sloane Street. Aunque no lo parezca, su ancho supera en veintitrés centímetros el de la Catedral de San Pablo, aunque su longitud y altura sean mucho menores. Está construida, como no podía ser de otra manera, en un estilo neogótico muy imaginativo. Su fachada es un curioso batiburrillo de gótico inglés con cierta influencia colorista italiana, y en su disposición recuerda, paradójicamente, a las grandes estaciones de tren o incluso a las grandes fábricas de la Revolución Industrial.
En su interior tiene una serie de impresionantes vidrieras realizadas por los nombres más conocidos del movimiento, como William Blake Richmond, Edward Burne-Jones, Christopher Whall y el propio William Morris.
La Catedral de Southwark, ejemplo perfecto del gótico inglés
La Catedral de Southwark es uno de los edificios góticos más antiguos de Londres y uno de sus templos religiosos más importantes. Desde el siglo VI hay testimonios que acreditan la presencia de un templo cristiano, y varias excavaciones arqueológicas indican que antes pudo haber un templo romano.
Situado junto al Puente de Londres, fue la primera iglesia que encontraban los visitantes de la ciudad durante siglos, cuando esta era su única entrada. Construida casi íntegramente entre los siglos XIII y XIV en pleno estilo gótico, fue luego restaurada en el XIX, en pleno Gothic Revival, y le fueron añadidas ciertas fantasías románticas.
Mejor así, pues los constructores del Puente de Londres, visto el mal estado en que se encontraba entonces la iglesia, habían planteado su completa demolición, la reorganización urbanística de la zona y su reconstrucción desde cero en otro solar.
Entre los parroquianos más famosos de su historia destaca William Shakespeare, en cuyo honor se añadió una escultura y una enorme vidriera, ambos añadidos del XIX. Los tours literarios de Londres suelen pararse aquí a admirar tan poco habitual atractivo, pues el propio Shakespeare no fue especialmente devoto y quizá los miembros de su cuadrilla del Globe los que más pasaran por aquí.
La Iglesia del Temple, la sede londinense de los Templarios
¿Una iglesia circular? ¿Levantada en el siglo XII por los templarios? ¿Usada como sede de la Orden en Londres y como lugar donde ordenar a los nuevos miembros de la orden? Si los atractivos históricos no son suficientes (y con los templarios de por medio, siempre lo son) añadiremos uno más: la Iglesia del Temple es una maravilla.
¿Que por qué es redonda? Los templarios fueron durante siglos los encargados de proteger a los cristianos que peregrinaban a Tierra Santa. A Jerusalén. Y allí se encuentra lo que ellos llamaban el Templum Domini, el Templo del Señor. Hoy lo conocemos como Cúpula de la Roca pero en otro tiempo fue el Templo de Salomón. Su importancia y sacralidad lo convirtieron en un icono de la conquista cruzada. Los templarios lo llevaban en su nombre (Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón) y terminaron adoptando su esquema de planta central para la construcción de todas sus iglesias.
La Iglesia del Temple de Londres ha sido restaurada un par de veces (por Christopher Wren, primero, y más adelante en época victoriana), y luego reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial, después de haber sido alcanzada por las bombardeos alemanes, pero no ha perdido belleza ni deja de impresionar a quien se acerca a visitarla.
La tranquila parroquia de San Dunstán, una de las más antiguas iglesias de Londres
En el año 952 dC, Inglaterra solo empezaba a librarse del yugo de los vikingos. Era una época incierta, deseosa de héroes. Uno había sido Alfredo el Grande, brillantemente representado en la reciente serie de la BBC The Last Kingdom. Otro será Dunstán, niño destinado a la santidad, Abad de Glastonbury, Arzobispo de Canterbury, vencedor del demonio y aficionado y ducho en el arte de hacer dibujos y letras sobre el papel. Hoy es el santo patrón de los orfebres.
Fue el más popular santo de Inglaterra hasta que Thomas Beckett le robó de un plumazo todo el protagonismo, pero su nombre, presente hoy en no pocas iglesias, y sus restos siguen descansando en la Catedral de Canterbury, uno de las joyas góticas de Inglaterra. Una de esas iglesias que llevan su nombre es uno de los edificios más antiguos de Londres. Está en el East End, entre Stepney Way y Stepney High Street, y es una pequeña preciosidad.
Hecha con piedra labrada del condado de Kent, St Duntain rezuma sencillez y humildad, paz y espiritualidad. Es mejor visitarla al atardecer, que es cuando mejor se aprecia la belleza antigua del edificio y su enorme patio ajardinado. Y conviene dar una vuelta por la iglesia para apreciar sus abundantes y sorprendentes gárgolas. En el interior, junto al Altar, se conserva un tesoro: un crucificado sajón datado entre los siglos X y XII, una auténtica rareza que resulta impresionante.
Para visitarla por dentro, mejor mirar primeros los horarios actualizados en su página web.
La Catedral de Westminster, el centro católico de Londres
No confundir con la Abadía de Westminster. La Catedral de Westminster es la iglesia más importante de la confesión católica en el Reino Unido, y es, precisamente por eso, un edificio relativamente reciente. Se empezó a construir en 1890 porque, hasta aproximadamente cincuenta años antes, el culto católico seguía teniendo numerosas restricciones, sociales a la par que legales, en un país de mayoría anglicana.
Superadas las trabas legales, los católicos londinenses reunieron fondos para construir una gran Catedral y, cuando lo hicieron, encargaron a John Francis Bentley un edificio de estilo bizantino.
Verdaderamente, era difícil plantear una iglesia tradicional, que siguiera en un esquema neoclásico inspirado en San Pedro del Vaticano. Eso ya lo había hecho Christopher Wren con la Catedral de San Pablo. Así que Bentley, inspirado sin duda por los gustos de una época en la que cabían todos los revivals (véase Notre-Dàme de Fourviere, en Lyon), se fue de viaje a Venecia a estudiar a fondo otra de las grandes catedrales cristianas, la de San Marcos. Y habría ido también a Estambul, a estudiar Hagia Sophia, de no haberse puesto tremendamente enfermo.
Si los protestantes erigieron en San Pablo un nuevo Vaticano, los cristianos trasladaron a Westminster una nueva versión de San Marcos. Hay que admitir que el resultado es encantador. La Catedral de Westminster es un edificio tremendamente original, que recuerda inmediatamente a su modelo veneciano pero consigue crear su propio ritmo y mantener su coherencia interna. Integra los aires bizantinos de Venecia con otros ecos muy distintos, los del románico italiano, que sin duda Bentley estudió profundamente. Sólo así se explica ese su gracioso, gigantesco y extemporáneo campanile bicolor.
Dentro, la iglesia es una sucesión de columnas de mármol de Carrara, cúpulas gigantescas, altares y fabulosos mosaicos de fondo dorado que nos trasladan a los primeros tiempos del cristianismo, una época libre de cismas en la que sólo había una iglesia. La católica.
Saint Bartholomeu the Great, una iglesia normanda conservada de milagro
San Bartolomé es un pequeño (o gran) milagro. Se trata de una iglesia normanda, construida en el año 1123 por un tal Rahere, presbiterio de la Catedral de San Pablo que quiso dar gracias a Dios por salvarse de una fiebre.
Los recios muros normandos (que es en el fondo un tipo de románico) fueron construidos para durar, y el destino tuvo en buena consideración la iglesia de Rahere.
St Bartholomeu se salvó de la Disolución de los Monasterios, aunque fue derribada parte de la iglesia. Un siglo después, se salvó también del Gran Incendio de Londres. En el siglo XX esquivó las bombas de los nazis, y aunque estaba decaída y abandonada, experimentó una importante restauración, que no reconstrucción, y hoy el visitante puede adentrarse, tras una fachada de estilo Tudor que en nada anuncia la joya de su interior, en un templo que conserva columnas y ábsides de nueve siglos de antigüedad. Un maravilla y un privilegio como pocos.
La Catedral de San Pablo, la obra maestra de Christopher Wren
"Hay que hacer lo que sea para salvar San Pablo", dijo Winston Churchill en pleno bombardeo alemán. El gran icono de Londres, salvando el célebre Big Ben, es la cúpula, inmensa, de la Catedral de San Pablo. Fue una obsesión de Christopher Wren, ansioso de igualarse a los maestros Miguel Ángel y Brunelleschi y dotar a su ciudad de una iglesia comparable a las de Roma o Florencia.
Lo consiguió, pero hubo de luchar contra un encargo que quería un templo más tradicional, una iglesia de planta de cruz latina que Wren tuvo que adaptar para que la cúpula siguiera siendo el elemento central. Que hoy veamos un edificio coherente y unitario es consecuencia de uno de los mayores talentos arquitectónicos que han existido, un personaje irrepetible que fue también el fundador de la Royal Society. Una mente preclara y brillante.
La fachada de San Pablo, de dos pisos, integra de manera fantástica la tradición clásica y el tradicional gótico inglés, callado pero presente en sus altísimas torres laterales. Y qué decir de la fantástica cúpula, imitada luego por doquier, con su doble caparazón, sus contrafuertes integrados y su célebre Galería de los Susurros.
El interior es una maravilla que quiso competir en grandeza con San Pedro del Vaticano, pues esta fue la primera catedral protestante construida como tal. En sus altares y capillas están enterrados personajes de la talla de Lord Nelson, John William Turner, el Duque de Wellington y el propio Christopher Wren. Además, son emocionantes los memoriales de Gallipoli y de los soldados americanos que ayudaron a Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial.
Su importancia la han convertido en uno de los lugares más visitados de Londres. Su alcance y complejidad aconsejan una visita informada. Recomendamos reservar con antelación, para evitar colas. Esta opción añade audioguía y la posibilidad de sumarse a una visita guiada.
La Abadía de Westminster, joya del Gótico y pura historia de Inglaterra
Templo sagrado de la monarquía británica, panteón de reyes y personajes ilustres, ejemplo sobresaliente del maravilloso gótico inglés. La Abadía de Westminster contiene un conjunto de maravillas que ningún viajero puede permitirse ignorar.
Se construyó en el siglo XII, aunque posteriormente fue renovada en el mismo estilo gótico que vemos hoy en día. Sobrevivió al Gran Incendio, que no llegó a la zona de Westminster. Fue golpeada por varias bombas incendiarias alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, pero afortunadamente sólo afectaron a una pequeña parte.
Hay que tomarse la visita con calma y detenerse a admirar sus fachadas, las altísimas torres de su entrada principal, las agujas y gabletes de la fachada del crucero. En su interior, además de la magnífica nave principal, hay que admirar la Lady Chapel, con esas asombrosas bóvedas de abanico, y el Rincón de los Poetas, donde varias lápidas homenajean a Chaucer, Dickens y Shakespeare, admirar las tumbas y memoriales de algunos de los personajes más ilustres de Inglaterra, o pasear por su inolvidable Claustro, de inalterada belleza gótica.
La visita a la Abadía de Westminster es obligada y, por lo tanto, todos los turistas la hacen. Conviene reservar con antelación y llevar algún tipo de información para entenderla bien. Esta opción incorpora ambas cosas. Así evitamos prisas de última hora.