Descubriendo Bourg-en-Bresse y el Real Monasterio de Brou

Bourg-en-Bresse tiene patrimonio cultural, preciosos paisajes y excelentes vinos. Y el Real Monasterio de Brou, el panteón de Margarita de Austria.

Tumba de Margarita de Austria en el Real Monasterio de Brou. Foto

Bourg-en-Bresse se asienta sobre una fértil llanura en el oriente de Francia, en el límite meridional de lo que un día fue el Franco Condado. Es una región próspera, dedicada desde antiguo a la agricultura y la ganadería. Al Oeste tiene los famosos viñedos del Beaujolais; al Este, los preciosos montes del Jura. En poco más de una hora se puede llegar a Lyon, y también a Ginebra.

No es Bourg-en-Bresse una ciudad de gran tamaño, pero tiene un patrimonio notable. Varios palacios nobiliarios monumentales, esos que los franceses llaman hôtels. Dos grandes iglesias: la Catedral, de estilo gótico, y la Basílica del Sagrado Corazón, construida en el siglo XX como una curiosa mezcla de estilos. Y tiene, sobre todo, el Real Monasterio de Brou, que es su gran joya. Lo mandó construir la gran Margarita de Austria, y algunos lo han llamado el Taj Majal francés.

Alojarse en Bourg-en-Bresse y salir a conocer su entorno privilegiado es, en nuestra opinión, un plan perfecto. Ya sea en tren o en coche de alquiler, los alrededores inmediatos de Bourg-en-Bresse (viñedos, marismas, pueblos con encanto) o los –un poco– más lejanos (Lyon, Ginebra, el Jura, los Alpes…) ofrecen múltiples posibilidades.

Nosotros recomendamos el Le Griffon d’Or, un hotel precioso, que ocupa un edificio de 1701 y está cerca tanto del centro de la ciudad como de la estación de tren.

Las posibilidades para ese turismo relajado, desmasificado que tanto nos gusta son inmensas. Patrimonio, vinos y gastronomía, ciudades, marismas, media montaña, alta montaña. No es una ciudad grande, Bour-en-Bresse, ni aparece en todas las guías, pero lo tiene todo al alcance de la mano. Empecemos por lo más destacado: Margarita de Austria; el Real Monasterio de Brou.

La aparición de Margarita de Austria

A Margarita de Austria ya la conocemos en Ruta Cultural. Hace algún tiempo dedicamos un artículo a las mujeres que conformaron la vida de su sobrino, el emperador Carlos V. Ella, por supuesto, destacaba con luz propia.

A Margarita la conocemos en España porque fue la esposa del malogrado hijo varón de los Reyes Católicos, el príncipe Juan. Pero su vida estuvo más ligada a Francia que a Castilla y Aragón. Antes, casi recién nacida, había sido prometida al futuro rey de Francia, Carlos VIII, que a la hora de la verdad prefirió a Ana de Bretaña y descartó a Margarita y su poderosa dote (que incluía Artois y el Franco Condado). Fue entonces cuando Margarita, en un evento diplomático de importantes consecuencias, casó con Juan (a la vez que su hermano Felipe –el Hermoso– lo hacía con Juana –la Loca–).

Margarita de Austria
Margarita de Austria

Tras la muerte de Juan, y la posterior de Felipe, la figura de Margarita creció. Prácticamente gobernó los Países Bajos borgoñones y lo hizo con criterio e inteligencia, mientras educaba con las mismas cualidades a sus sobrinos, entre ellos el que había de ser emperador.

Su vida personal siguió siendo triste. Casó con Filiberto II, heredero del poderoso Ducado de Saboya, pero fue también un matrimonio malogrado y sin descendencia. Filiberto murió cuando sólo tenía 24 años. Margarita no se casó nunca más. En su lugar, planeó su retiro a un lugar tranquilo y apartado que había de ser también su panteón. Su sobrino Carlos, que la admiraba profundamente, la imitó también en esto cuando decidió retirarse a Yuste en 1556.

Real Monasterio de Brou, Bourg-en-Bresse
Real Monasterio de Brou, Bourg-en-Bresse. Foto.

El lugar del retiro fue Bourg-en-Bresse, donde Margarita decidió construir un precioso monasterio que albergara el sepulcro de su marido, el de la madre de éste –Margarita de Borbón– y el suyo propio. El lugar es una verdadera joya.

El Real Monasterio de Brou, la joya de Bourg-en-Bresse

El Monasterio de Brou tiene una composición única en Francia, con tres claustros superpuestos que articulan el acceso a las principales áreas del complejo. La más destacada es la iglesia, construida según los cánones del gótico flamígero tan en boga en los Países Bajos. Desde su corte de Malinas, Margarita se interesaba por los detalles de su construcción, mientras regía y educaba.

Real Monasterio de Brou
Real Monasterio de Brou. Foto.

En el interior, lo más destacado, como no podía ser de otra manera en un edificio concebido como panteón, son los sepulcros. Los labraron con auténtica exquisitez maestros escultores de Brabante, trabajando con un mármol traído de la mejor cantera de Europa, la de Carrara.

Esculturas en el Real Monasterio de Brou.
Esculturas en el Real Monasterio de Brou. Foto.

Los grandes sepulcros monumentales perpetúan el poder que los grandes linajes ostentaron en vida. En Francia, Brou se incorporó a una ilustre lista: la de los Plantagenet en Fantevraud, la de los Capeto en Saint-Denis, la de los duques de Borgoña en Dijon. Seguro que el cenotafio de Maximiliano I, su padre, en Innsbruck, fue también inspiración y modelo.

La triste historia de Margarita, su amor por Filiberto, truncado en su apogeo, su propia consideración como una de las figuras más notables e inteligentes de aquella época, la objetiva belleza del lugar, todo ello sin duda ha contribuido a que este sea uno de los monumentos más queridos y visitados de Francia. En 2014, el canal France 2 lanzó un programa para elegir el monumento más querido por los franceses. En la lista estaba el Castillo de Chambord, la Abadía de Cluny, la capilla de Saint-Michel d’Aiguilhe, la Catedral de Reims, Versalles, los grandes monumentos de París, la ciudad medieval de Carcasona, Rocamadour, la abadía de Mont-Saint-Michel, Fontevraud, el Palais des Papes de Avignon, la Catedral de Estrasburgo

El ganador fue el precioso panteón de Margarita, el Real monasterio de Brou, en Bourg-en-Bresse. Merece la pena acercarse a verlo.

Posibilidades infinitas para las excursiones

Los amantes de la naturaleza tienen en torno a Bourg-en-Bresse un festival de posibilidades. En las estribacioens del Jura, el río Ain conforma paisajes de una belleza inolvidable. Y más al sur, en las llanuras del Dombes, pantanos y marismas

A unos 24 km al norte, en St-Trivier-de-Courtes, hay un curioso museo dedicado a la vida tradicional en las granjas de la región. Se llama Ferme-Musée de la Forêt, y en él se pueden encontrar una colección de objetos de uso cotidiano y herramientas de trabajo en medio de una antigua casa restaurada. Como un viaje en el tiempo al siglo XVII.

Al oeste Bourg está la zona del Beaujolais, cuyos vinos tienen fama en toda Francia. Con un coche de alquiler, y dedicándole un día, se puede ver casi toda la zona y probar algunos de los mejores vinos –St-Amour, Juliénas, Moulin-à-Vent, Chénas, Fleurie, Chiroubles, Morgon, Brouilly, Côte de Brouilly, Regnié– e impregnarse de la cultura vitivinícola que domina la región.

Dos ciudades, Lyon y Ginebra, están al alcance desde Bourg-en-Bresse. Se tarda poco más de una hora en alcanzarlas. Ginebra es una preciosa –y carísima– ciudad histórica, situada junto al lago del mismo nombre. Lyon es una de las ciudades más interesantes de Francia. En su día hablamos del Vieux Lyon, su barrio viejo, y de su iglesia de Notre-Dame de Fourviere, un espectacular templo neo-bizantino. Pero hay mucho, mucho más que ver.

Desde el Le Griffon d’Or puedes conocer Bourg-en-Bresse y todas las maravillas que tiene a su alrededor. Es un hotel precioso, que ocupa un edificio de 1701 y está cerca tanto del centro de la ciudad como de la estación de tren.

Antiguos molinos, ecomuseos, museos de artesanía, complejos ecuestres… los alrededores de Bourg-en-Bresse están perfectamente equipados para el turismo y pueden satisfacer a todos los gustos. Aquí, una lista de las muchas atracciones de la región.

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