Prácticamente en el centro de Sajonia, el pequeño pueblo de Moritzburg se extiende entre bosques y lagos. Muy cerca de Dresde y de Meißen (casi a la misma distancia de ambas), esta pequeña localidad guarda uno de los tesoros del Estado Libre de Sajonia, y uno de los palacios alemanes que más merece la pena visitar.
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El Palacio de Moritzburg es una joya del barroco en un escenario natural inigualable, un espacio, además, al que se adapta en una perfecta sintonía. Es un destino perfecto para una escapada de un día, para así conocer también sus jardines con calma, desde las vecinas Dresde y Meißen o incluso Leipzig, algo más alejada.
Pero antes de entrar en los detalles del palacio y qué puedes ver en sus salas y jardines, te ofrecemos un repaso a su historia para que, cuando vayas, sepas mejor qué estás viendo.
De pabellón de caza a palacio de los placeres
Es algo que ocurre en muchas ocasiones con los palacios de casas nobiliarias y reales, y en el Palacio de Moritzburg encontramos un caso similar al del propio Versalles o al de Linderhof de Luis II de Baviera. El edificio que vemos hoy día empezó como un pabellón de caza, un lugar de recreo para el duque de Sajonia.
Fue Mauricio (Moritz) de Sajonia quien mandó levantar un pabellón de caza en este lugar. Las obras comenzaron en 1542 y terminaron en 1546, en lo que fue una sencilla construcción renacentista sobre un lago artificial. Algunos dicen que es un palacio de cuento de hadas, precisamente por dónde está, y es probable que ya por entonces diera esa sensación a pesar de todos los cambios que ha sufrido.
Desde entonces Moritzburg se convirtió en una zona de caza para la casa Wettin (gobernantes de Sajonia), un lugar al que iban de manera recurrente a relajarse y olvidar, por unos días, el ambiente de la corte. Además, estando tan cerca de Dresde era un lugar idóneo para ello.
Un siglo más tarde, el elector Juan Jorge II de Sajonia realizó una ampliación entre 1661 y 1671. Entre otras cosas, incluyó una capilla que es un buen ejemplo de barroco temprano. Esta capilla, protestante, fue consagrada al catolicismo en 1697 por el nieto de Juan Jorge, Augusto II el Fuerte, quien lo hizo para asegurarse el trono de Polonia, país católico.
A pesar de este cambio de fe, Augusto II el Fuerte no impuso su nueva religión entre sus súbditos sajones y no se olvidó de su lugar de origen. Al contrario, dejó un sello imborrable en Sajonia, donde acometió una enorme cantidad de obras que embellecieron la región, especialmente en Dresde.
Fue, de hecho, Augusto II el Fuerte quien acometió la gran renovación de Moritzburg, que lo dejó tal y como lo vemos hoy día. El mismo rey que levantó el Zwinger en Dresde y remodeló Pillnitz en las afueras de la misma ciudad, convirtió Moritzburg en un palacio barroco entre 1723 y 1733.
Lo que antes era un pabellón de caza levantado por Moritz se había convertido en el Palacio de Moritzburg. Y junto a la gran remodelación de Augusto, también se hizo un parterre en forma de 'U'.
Lo que quería hacer Augusto II el Fuerte en Moritzburg era un palacio de los placeres, una idea no del todo alejada a lo que pretendía para Pillnitz y el Zwinger. No obstante, Moritzburg iba más encaminado a los placeres mundanos y a festejos relacionados con la caza. Su idea era la de tener un templo a Diana (diosa de la caza) rodeado de animales exóticos, con lo que iba a ser una especie de zoológico. Aunque, tras su muerte, en 1733, los trabajados quedaron paralizados para siempre.
Los últimos cambios en el Palacio de Moritzburg fueron hechos por el nieto de Augusto II el Fuerte, el elector Federico Augusto III. Entre 1770 y 1776, amplió los terrenos, dejándolos con una extensión cercana a lo que podemos visitar hoy.
El Palacio de Moritzburg
La pequeña localidad de Moritzburg se abre al lago artificial que domina el palacio. Una pasarela amplia y alargada llega hasta el islote del edificio, cuyas verjas reciben a los visitantes.
El aspecto sencillo y alegre de este barroco no hace menos imponente al Palacio de Moritzburg, cuyas torres le dan cierto aspecto de castillo. No obstante, prima la delicadeza y la belleza con la que está diseñado.
Un gran edificio rectangular es el punto de acceso, que a su vez está atravesado por otro edificio más grande, también rectangular, y que forma dos patios en el interior. De las esquinas de esta sección nacen las cuatro torres.
En el interior, una de las salas más llamativas es la del comedor, donde hay una de las mayores colecciones de trofeos de ciervos del mundo, así como el más pesado de ciervo rojo (19.8 Kg).
Buena parte de los interiores tienen una decoración cuyo leitmotiv es la caza, los animales, lo salvaje. Se puede ver también una interesante colección de porcelana asiática y de la vecina Meißen.
Por otra parte, también podemos contemplar algunas habitaciones en un barroco más recargado que en el exterior. Guirnaldas de oro, tapices y grandes lámparas que, no obstante, no llegan al horror vacui, al contrario, suelen ser salas y habitaciones con mucha luz, alegres.
Los jardines del Palacio de Moritzburg
En el mismo islote donde se alza el palacio, en ambos lados hay dos embarcaderos que se funden con el lago. En la parte trasera, un corto camino salva un delgado canal y nos lleva hacia el jardín francés en forma de 'U'. A pesar de su hermosa apariencia, nunca llegó a terminarse, ni en tiempos de Augusto, ni en los de su nieto Federico Augusto.
Desde este parterre en forma de 'U' el visitante tiene un varias posibilidades para disfrutar del resto de los jardines, que son, prácticamente un bosque trazado por caminos.
Lo más interesante del conjunto está en línea recta hacia el este. Allí, después de una buena caminata, encontramos el Palacete de los Faisanes y el Faro de Moritzburg. Este pequeño palacio en estilo rococó fue mandado construir por Augusto II el Fuerte como un lugar de celebraciones alrededor de los faisanes, y como punto de caza de dichos animales, casi a las orillas de otro lago.
En los alrededores podemos encontrar la fuente de Venus, que está conectada mediante canales a los diferentes lagos de la zona.
Por su parte, tanto el faro (el único en toda Sajonia) como los embarcaderos de la zona, servían a los Wettin para navegar por los lagos que rodean Moritzburg, pero hay algo más. Este lago sirvió para recrear la batalla de los Dardanelos en 1770, que terminó en victoria de Rusia sobre Turquía (enemigo de la cristiandad). Aquí se organizó una batalla naval a pequeña escala en la que los barcos disparaban fuegos artificiales.
En el parque también se puede ver un antiguo edificio barroco tapiado, llamado casa del infierno. Sólo se puede ver por fuera pero la vista es cautivadora, incluso podría haber salido en alguno de los cuadros de Caspar David Friedrich.
Horarios y precios del Palacio de Moritzburg
El Palacio de Moritzburg abre todos los días del año de 10 de la mañana a 6 de la tarde, y está cerrado del 5 al 17 de noviembre.
El Palacete de los Faisanes está abierto del 1 de mayo al 31 de octubre, así como el faro, pero este además puede estar cerrado según la situación del clima. El palacete, además, puede estar disponible para visitar sólo en grupos guiados, así que te recomendamos que preguntes al llegar si es visitable y cómo.
El precio para visitar Moritzburg depende de la temporada, ya que según esta, lo que podemos ver es diferente. No obstante siempre cuesta 8€ la normal y 6,50€ la reducida.
En verano, del 19 de marzo al 25 de octubre, podemos comprar la entrada para la exhibición Barroca, lo que sería el Palacio de Moritzburg como residencia eventual de la corte de los Wettin. Te puedes enganchar a un tour guiado por 2€ más, aunque no están en español.
En invierno, del 17 de noviembre al 3 de marzo, se puede comprar la entrada para la exhibición "Tres nueces para Cenicienta". El palacio se convierte en un cuento de hadas centrado en la película de 1973.
Por último, siempre que esté disponible, se puede comprar una entrada combinada para ver el Palacio de Moritzburg y el Palacete de los Faisanes por 11€ la normal y 9€ la reducida.