Sevilla tiene varios monumentos que brillan con luz propia en una ciudad repleta de joyas. Uno de ellos se eleva entre los árboles del parque de María Luisa, una parada de por sí obligatoria para cualquier viajero. Las torres norte y sur de la Plaza de España de Sevilla se vislumbran a lo lejos como un anuncio; una llamada que el visitante rara vez ignora.
La plaza de 50.000 metros cuadrados se sitúa en el extremo nor-este del parque. Rodeada por una frondosa vegetación donde los protagonistas son los pavos reales, la Plaza de España es un punto y aparte completamente abierto. A través de una de las avenidas de tierra que atraviesa el antiguo jardín del Palacio de San Telmo, las copas de los árboles dan paso al azul sempiterno del cielo sevillano. Frente al visitante aparece una enorme fuente como epicentro de la majestuosa plaza, en una vista panorámica como pocas en el mundo.
La Plaza de España de Sevilla es un abrazo a América
A principios del siglo XX se comenzó a gestar la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Su finalidad era la de mostrar un hermanamiento entre España y sus antiguas colonias ultramarinas (ya sólo quedaba presencia en el Sáhara), y como seña de identidad tendría un gran edificio. La Plaza de España fue resultado de ese proyecto, de la búsqueda de una construcción que transmitiera el alma de la futura exposición.
La Plaza de España de Sevilla tiene una configuración semi elíptica, con un edificio que domina el conjunto. Es una construcción inspirada por las villas palladianas con alas curvas. Los extremos de las alas están rematadas con las torres que despuntan por encima de los árboles del parque.
El visitante siente que Sevilla extiende sus brazos (que son las alas curvas) dándole la bienvenida. Y es, en parte, para lo que el edificio fue diseñado. La Plaza de España mira al Guadalquivir, el único camino hacia las colonias americanas durante siglos, hacia donde alarga sus brazos como hermanamiento con Hispanoamérica.
La Plaza de España de Sevilla, el epicentro de la exposición
La Plaza de España fue proyectada, como hemos señalado anteriormente, como edificio central de la Exposición Iberoamericana de 1929. Tras presentar un anteproyecto que contentó a la organización, el arquitecto Aníbal González fue el elegido para llevar a cabo la plaza.
La construcción, sin embargo, llevó más tiempo del deseado, y es que aunque en 1914 se pusiera la primera piedra, Aníbal González realizó cambios significativos en el proyecto hasta 1918. Pero el mayor problema fue que las obras, sencillamente, no avanzaban al ritmo deseado. En 1925 Miguel Primo de Rivera, temiendo que no se cumpliera el calendario deseado, nombró a un comisario regio y gobernador civil de Sevilla para acelerar el proceso de construcción.
Un año más tarde, con lo fundamental de la Plaza de España ya terminado, Aníbal González dimitió del proyecto y lo relevó José Cruz Conde. En ese mismo año se decidió que la Exposición Iberoamericana se haría en abril de 1929. Aunque a simple vista las obras estaban casi completas en el exterior del edificio, quedaba mucho trabajo que hacer en sus interiores.
Finalmente el conjunto fue terminado a tiempo y un mes antes, el 9 de mayo, la plaza fue inaugurada por todo lo alto en una ceremonia que reunió a las más altas autoridades del país. La exposición ya tenía completo su edificio que, como epicentro de la misma, fue el telón de fondo escogido para el cartel promocional.
Un paseo por España
Recorrer el conjunto arquitectónico de la Plaza de España de Sevilla es dar un paseo por el país. A lo largo de las alas en curva hay grandes bancos decorados con cerámica, y en ellos se representan a las provincias españolas. La plaza se divide en cuatro tramos en los que hay 48 provincias (Canarias entonces sólo tenía una y Sevilla tiene representaciones murales al margen) con su propio mural cerámico, generalmente mostrando algún monumento característico o un momento histórico concreto.
Cada uno de los tramos del conjunto monumental cuenta con 14 arcos y bajo estos están los bancos de las provincias. Al comienzo y al final de cada uno de estos tramos es donde está representada Sevilla, con diferentes escenas sobre sus fiestas y costumbres. Aunque en un inicio las provincias estaban ordenadas de manera alfabética, antes y después de la exposición hubo algunos cambios. Uno de ellos llegó a cambiar el banco de Navarra por Pamplona, alterando de este modo el orden alfabético.
La mayor parte de estos cambios se debieron a que la Plaza de España fue ideada con un interés propagandístico. Se pretendía plasmar una imagen de unidad y concordia, y algunas de las escenas expuestas en estos bancos se consideraron poco adecuadas para dichos intereses. Tal fue el caso de Navarra, donde estaba representada la muerte de García IV, y fue cambiada por el actual reparto del Reino.
Aunque quizás no sean el principal atractivo ni lo más llamativo de esta zona de la plaza, sobre los bancos hay otra exposición importante de España. Entre los arcos vemos bustos de algunos de los personajes esenciales de nuestra historia. Podemos ver a Séneca, a Quevedo, Fray Bartolomé de las Casas, Magallanes, Carlos V, Velázquez y Castelar entre otros.
Uno de los mayores exponentes de la arquitectura regionalista
A finales del XIX y principios del XX en España se debatía en ambientes académicos si el país debía tener un estilo arquitectónico característico. En parte como rechazo al modernismo, y en parte como una búsqueda de las raíces, surgieron diferentes movimientos regionalistas. Algo que podría definirse como un historicismo local, y del que la Plaza de España es uno de los mayores exponentes y, sin duda, el más importante de Andalucía.
Para Aníbal González tuvo mucha importancia el Renacimiento arquitectónico, y tuvo especial interés por los tratados de Andrea Palladio, en quien se inspiró para el diseño de la planta de la plaza. Así quedó la zona edificada con una gran nave central de la que parten dos alas curvas, con otras dos naves a la mitad, y las dos torres cerrando el conjunto.
Además de los azulejos cerámicos, de una importancia y tradición histórica sin igual en Sevilla, la otra principal característica de la edificación es el ladrillo visto, que otorga a la plaza un aspecto mudéjar. Junto al orden renacentista que reina en todo el conjunto, las torres lo rematan con aspecto más barroco, tanto que encajarían a la perfección con el campanario de muchas iglesias barrocas. De hecho algunos académicos sevillanos se opusieron al proyecto por considerar que harían sombra a la Giralda (algo que se repetiría con el puente del Alamillo, el del Centenario o la más reciente torre Pelli).
Bordeando el interior de las alas hay un canal cruzado por cuatro puentes, que representan a Castilla, León, Aragón y Navarra. Es complicado, por no decir imposible, escoger algo entre todo el conjunto arquitectónico, pero el canal es difícil de ignorar. Otorga a la plaza un elemento único, y refuerza esa idea de hermanamiento entre metrópolis y colonias, unidas por un viaje a través del agua en un planeta esférico. Que personajes como Colón y Magallanes estén representados en la plaza no hace más que reforzar dicha idea.
Visita obligada y escenario cinematográfico
La Plaza de España de Sevilla no sólo se convirtió en el lugar emblemático de la Exposición Iberoamericana de 1929, sino que desde su inauguración se ha hecho con un hueco entre los monumentos más importantes de Sevilla. Cerca del centro de la ciudad, y situada dentro del parque de María Luisa, es un lugar recurrente para los sevillanos, y una visita obligada para los turistas.
Ofrece, no obstante, más posibilidades que el recorrido por los bancos o por las galerías porticadas para ver sus ricos artesonados. El servicio de barcas para navegar el canal es uno de sus principales atractivos, y aunque la mayor parte de los edificios están cerrados al público, una de las naves alberga el Museo Militar Histórico de Sevilla.
Aunque las torres de la Plaza de España de Sevilla no hacen sombra a la Giralda, brillan con luz propia en una ciudad a la que no le faltan monumentos. Tanto ha llamado la atención que ha sido escenario cinematográfico en cuatro ocasiones. Los espectadores la han podido ver en la gran pantalla en Lawrence de Arabia, El viento y el león, El dictador y en Star Wars.
Como conjunto que agrupa diferentes herencias culturales y como proyecto de hermanamiento con las antiguas colonias españolas, la Plaza de España de Sevilla es una visita de máximo interés. El paso del tiempo ha demostrado que, además, es un conjunto arquitectónico que se ha ganado la etiqueta de atemporal. Ha enriquecido tanto a Sevilla que un viaje nunca estará completo sin un paseo por una de las plazas más bellas del mundo.