Hoy nos asomamos a diez iglesias de Sevilla, eslabones que explican la historia de esta ciudad. Diseminados por su caserío, van desgranando el paso del tiempo, actúan como monumentales ejemplos arquitectónicos y son contenedores de auténticos tesoros artísticos.
La mayoría son sedes de alguna Hermandad que procesiona en Semana Santa y están unidos al pulso íntimo de la vida de sus gentes.
La confección de esta lista, difícil de hacer ante el amplio abanico de posibilidades, ha seguido cierto orden cronológico o de estilos. Desde las iglesias gótico-mudéjares que parten de antiguas mezquitas, después de la conquista de la ciudad por Fernando III, en las que se fusionan el lenguaje gótico que llegó con los castellanos, con algunos restos de las mezquitas sobre las que se levantan, y la impronta de la mano de obra de los alarifes árabes que se quedaron en Sevilla, conocidos como mudéjares. Nos paramos también en un ejemplo de Renacimiento y varios, cómo no, de la seña de identidad de Sevilla, el barroco con el que cerramos el paseo.
Traemos también a la lista un ejemplo de uno de los muchos e interesantes conventos sevillanos, el de Santa Paula, por la singular y bellísima portada de su iglesia.
Solo nos queda mencionar un grupo de iglesias que son hitos turísticos, la Basílica de la Macarena, la del Gran Poder, la del Patrocinio (El Cachorro de Triana), todas ellas levantadas en el siglo XX en honor a las imágenes titulares de las Hermandades a las que dan nombre, dado el enorme fervor popular que despiertan, como ocurre en Triana con su bellísima Esperanza, en la Capilla de los Marineros de la calle Pureza.
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Y aunque nos saltemos el orientativo orden cronológico, empezamos con el templo de los templos de Sevilla, su magnífica Catedral.
Catedral de Santa María de la Sede
No sólo es la mayor y más importante de las iglesias de Sevilla; es el templo gótico más grande la cristiandad. Theófile Gautier la denominó «la montaña hueca» y no es para menos: sus volúmenes crecen desde el enorme espacio en el que se levantaba la mezquita mayor de los almohades de Isbiliya. De aquella hermosa mezquita sólo quedan algunos restos magníficos. Queda la esbelta torre, conocida como la Giralda por la imagen que la corona y que remata el campanario «perfecto» que diseñara Hernán Ruiz II para cristianizar el antiguo alminar, cuyo yâmûr brillaba desde kilómetros antes de llegar a la ciudad en aquellos lejanos tiempos.
Queda el sahn (patio de abluciones) aunque muy modificado, y parte de la que fue su principal puerta de acceso, (en la foto), conjugando los ecos islámicos con el Renacimiento, de manera magistral.
Hoy el templo cristiano, sobre el que tenéis toda la información aquí, es, arquitectónica y artísticamente, una joya que pertenece al Patrimonio de la Humanidad.
Omnium Sanctorum
Es una de las más antiguas entre las iglesias de Sevilla. Se levantó sobre una mezquita almohade hacia 1249. Después del terremoto de 1355 se reformó con el estilo gótico-mudéjar, y ya en el siglo XX, tras el incendio provocado durante la guerra de 1936, cuando quedaron sólo los muros y las pilastras en pie, se reconstruyó, reinaugurándola el 12 de octubre del año 1940.
De sus principios quedan la fachada, en la que destaca la excepcional portada labrada en piedra y constituida por un arco apuntado con arquivoltas y baquetones, y la torre, que conserva el alminar almohade coronado con el campanario cristiano.
En su interior guarda auténticos tesoros escultóricos, aquí nos fijamos en el arcosolio que hay a los pies del presbiterio, con dos arcos decorados con azulejos del XVI, XVIII y XX, con esculturas yacentes de terracota para los sepulcros de los Duques de Sánchez-Dalp, atribuidas a Mercadante de Bretaña, escultor que fusiona el final del gótico hispánico con influencias flamencas y borgoñonas.
Santa Ana
Santa Ana fue la primera iglesia de nueva construcción tras la reconquista cristiana que se levantó en Sevilla, (o en Triana), entonces extramuros de la ciudad, lo que explica que su aspecto exterior conserve cierto aire defensivo.
Fue levantada en el año 1276 por orden de Alfonso X el Sabio, en agradecimiento a Santa Ana por curarle una enfermedad que atormentaba sus ojos. Es una construcción gótico-mudéjar.
Santa Ana es para Triana lo que la Catedral para Sevilla. De hecho, en Semana Santa, las hermandades trianeras hacían parada de penitencia en ésta iglesia. Esto cambió en 1830, cuando la hermandad de Nuestra Señora de la O fue la primera en cruzar el puente de barcas para hacer estación de penitencia a la Catedral, en años sucesivos lo harían el resto de las hermandades trianeras. En 1852 se inauguró el puente de Triana facilitando la comunicación con Sevilla, pero aún hoy cruzar el puente es ir o venir de Sevilla.
Destacable de su contenido artístico es el retablo mayor que tiene una colección de valiosas pinturas sobre tablas, obra de Pedro de Campaña, del año 1557, y en el centro del mismo la hornacina con las imágenes de Santa Ana, con la Virgen y el Niño, fechadas en el siglo XIII.
San Marcos
La Iglesia de San Marcos de Sevilla que guarda una convulsa historia a la que ha sobrevivido diríase que de milagro, se encuentra en la calle San Luis, que fue el cardo máximo de la ciudad romana, y más tarde sería calle mayor de la Sevilla islámica, porque en uno de sus extremos se abría uno de los principales accesos a la ciudad desde el exterior, la actual Puerta de la Macarena.
Templo de estilo gótico-mudéjar, en ángulo con la espléndida torre permanece la portada de finales del siglo XV. Sobre sus arquivoltas góticas decoradas con dientes de sierra, se extiende una franja horizontal de sebka (mudéjar), y a ambos lados de la misma hay unas pequeñas figuras bajo doseletes góticos.
El interior del templo, de paredes blancas, se encuentra prácticamente libre de decoración añadida, lo que resalta aún más la belleza de sus elementos constructivos, como los arcos de herradura apuntados y enmarcados en alfiz que que separan las naves, y hablan de la mezquita que fue este templo que se abre a la Capilla Mayor con un arco toral de estilo gótico.
Portada de la iglesia del Monasterio de Santa Paula
Entre los muchos e interesantes conventos sevillanos, nos paramos en el de Santa Paula, porque la interesantísima portada de acceso al templo (en la imagen), en la que se combinan el ladrillo agramilado con los arcos apuntados, alfiz, flameros y medallones, que se terminó en 1504, es un lazo de unión entre el gótico, el mudéjar y un incipiente Renacimiento, por la presencia en su decoración del ceramista que introdujo en Sevilla las técnicas renacentistas, el italiano Francisco Niculoso Pisano que trabaja aquí junto al escultor medieval Pedro Millán, cuya colaboración fue esencial en el Oratorio de Isabel la Católica en el Alcázar de Sevilla.
La iglesia se levantó entre los años 1483 y 1489, con una sola nave, con cabecera plana y coros alto y bajo a los pies, es de estilo gótico-mudéjar, tiene en sus muros algunos paneles de cerámica de Niculoso Pisano. Las cubiertas a base de bóvedas nervadas profusamente decoradas con tracería gótica en la cabecera, y un magnífico artesonado mudéjar en la nave, obra de Diego López de Arenas, realizado en 1623.
En cuanto al contenido artístico de la misma, encontramos obras de José Fernando de Medinilla, Alonso Cano, Juan Martínez Montañés o Felipe de Ribas.
Para visitarlo y endulzaros con los productos artesanos de las monjas de clausura, toda la información aquí.
Y a un paseo de diez minutos tenéis el Hotel Casa 1800 Sevilla, desde el que escucharéis las campanas de la Giralda.
Iglesia de la Anunciación
Fundada en 1565 como iglesia de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús, adosado a la iglesia estaba el colegio jesuita que hoy es la Facultad de BBAA sevillana.
El proyecto inicial de Bartolomé Bustamante fue modificado por Hernán Ruiz II, Maestro Mayor de la Catedral que lo finalizó. En su fachada de ladrillo, destaca su magnífica portada que vemos en la foto, flanqueada por dos potentes columnas jónicas que soportan un alto entablamento con frontón recto, que refleja la influencia de Palladio en el maestro cordobés.
En su interior nos encontramos con obras de Juan Bautista Vázquez el Mozo, Martínez Montañés, Francisco Pacheco, Juan de Roelas, o Juan de Uceda.
Y en su cripta se encuentra el Panteón de Sevillanos Ilustres como Lorenzo Suárez de Figueroa, Rodrigo Caro, Alberto Lista, Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer, y otros ilustres fallecidos en la ciudad, como Benito Arias Montano, Fernán Caballero, o José Amador de los Ríos.
La iglesia tiene entrada libre. Para visitar el Panteón, toda la información la tenéis aquí.
Santa María la Blanca
La iglesia de santa María de las Nieves fue mezquita, después sinagoga, y desde 1391 es iglesia cristiana.
En 1661 se derriba toda la iglesia transformándola en el barroquísimo templo que conocemos hoy, gracias a las yeserías atribuidas a Pedro Roldán. Según Bonet Correa «aquí está el cénit y el punto de arranque de la yesería hispánica barroca». A ellas se suman las pinturas murales, en las que intervino Murillo. Murillo realizó cuatro grandes lienzos semicirculares que fueron expoliados durante la invasión francesa. Hoy los dos más grandes están en el Museo del Prado. En la iglesia hay dos réplicas. Los otros dos, más pequeños están uno en el Louvre y el otro en la colección de Lord Faringdon.
Junto a la iglesia, tenéis un hotel singular y bellísimo: Las Casas de la Juderia.
La visita es gratuita pero tiene horarios muy reducidos, os aconsejamos llamar al teléfono 954 41 05 93.
Basílica Colegial de El Divino Salvador
Construida sobre los restos de la mezquita de Ibn Adabbas, Mezquita Mayor de la Sevilla de época califal(siglo IX), conserva de éstas fechas el Patio de Abluciones, con algunos testigos de época romana, y la base de su alminar coronado con el cuerpo de campanas. De todas las iglesias de Sevilla es la más grande, después de la Catedral.
La espléndida fachada manierista guarda en su interior un templo barroco espectacular y un tesoro artístico entre el que se encuentran el Retablo del Cristo del Amor, escultura de Juan de Mesa, el Retablo Mayor, monumental representación del barroco sevillano, y el colosal Retablo portada de la Capilla Sacramental presidida por un magnífico altar de plata de estilo rococó, que cobija la escultura de Jesús de la Pasión, obra de Martínez Montañés, los dos retablos son obra de Cayetano de Acosta, del siglo XVIII.
Hay mucho más, claro. Y toda la información de la visita cultural la tenéis aqui, y podéis combinarla con la visita a la Catedral.
En la plaza que lleva su nombre encontraréis a partir del atardecer un ambiente de «tapeo» de lo más sevillano.
A trescientos metros tenéis el hotel Palacio Pinello, un lujo.
Iglesia de San Luis de los Franceses
El sermón labrado en su cúpula da sentido al edificio, es una cita del Libro de los Proverbios:
«Si quit es parvulus veniat ad me». «El que es como un niño, que venga aquí».
Sobre un antiguo palacio mudéjar se construyó este magnífico templo entre 1699 y 1731, consagrado a San Luis, Rey de Francia. Es considerado como el más suntuoso de todos los templos barrocos hispalenses. Con planta de cruz griega sobre la que se alza una cúpula considerada una de las más monumentales de Sevilla.
Un amplio programa iconográfico de exaltación jesuítica cubre por completo los muros y la cúpula de la iglesia, donde dejan parte de su mejor trabajo profesional pintores de la talla de Lucas Valdés y Domingo Martínez, así como el escultor Pedro Duque Cornejo.
En su cripta se encontraron más de doscientos restos de cadáveres, la mayoría en osarios, otros sobre el piso sin caja mortuoria, de hombres, de mujeres, de niños, e incluso algún feto. La voz popular habla de que hace cincuenta años «los niños ya jugaban en la zona a cazar a las brujas, pues los ruidos y los comentarios sobre fantasmas y aparecidos formaban parte de lo cotidiano».
Iglesia de San Jorge en el Hospital de la Caridad
«Yo, don Miguel Mañara, ceniza y polvo, pecador desdichado, pues lo más de mis logrados días ofendí a la Majestad altísima de Dios, mi Padre, cuya criatura y esclavo vil me confieso. Servía a Babilonia y al demonio, su príncipe, con mil abominaciones, soberbias, adulterios, juramentos, escándalos y latrocinios; cuyos pecados y maldades no tienen número y sólo la gran sabiduría de Dios puede numerarlos, y su infinita paciencia sufrirlos, y su infinita misericordia perdonarlos»
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Así se confesaba el promotor de la reconstrucción de esta magnífica capilla cuyo mensaje iconográfico guió él mismo. Sus muros acogen mensajes sobre la fugacidad de la vida, la misericordia y la humildad, a las que le dan forma nada menos que Bartolomé Esteban Murillo, Juan Valdés Leal, Pedro Roldán y Bernardo Simón de Pineda
Sobre su imprescindible visita, historia y actividades, tenéis toda la información aquí.
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