Los templos griegos son uno de los atractivos turísticos más visitados en muchas ciudades cuya historia se remonta a los tiempos de Solón, Pericles o Alejandro, y que han tenido la suerte de conservarlos, aunque sea en ruinas.
Antiguamente fueron el alma de esas ciudades y su lugar más sagrado. No al modo de nuestras modernas catedrales, pues los templos de los griegos eran lugares cerrados. Eran la casa de un dios, o más bien la casa de la estatua de un dios, que quedaba custodiada en el interior. Todos los rituales y ceremoniales religiosos se celebraban fuera del tempo, y allí mismo la ciudad dedicaba estatuas a sus héroes militares y deportivos, y celebraba fiestas que impulsaron el desarrollo de la lírica, la música o teatro.
El templo griego siempre se caracterizó por la extrema rigidez de sus proporciones, tan estudiadas que cualquier pequeña reducción o ensanche habría alterado su belleza. Los más primitivos fueron de adobe o madera, tan modestos y pequeños como habitaciones, pero poco a poco, en una progresión lenta y constante, se fueron haciendo de piedra y mármol y se embellecieron con pórticos de columnas y con pinturas. Pero desde sus más modestos inicios aparece ya el gusto griego por la medida y la proporción, y con él desarrollaron esos conjuntos inmortales que conocemos como órdenes.
En la siguiente lista mezclamos templos en estado ruinoso, pero de importancia capital en la evolución de la arquitectura o en lo simbólico, y otros que en su tiempo quizá fueron menos relevantes, pero que han sorteado a los avatares del tiempo permaneciendo –casi– intactos. Algunos se han conservado muy bien por haber permanecido en uso, en forma de iglesias cristianas o cumpliendo otras funciones. Es una lista, nos parece, de hermosos lugares que conocer, rincones llenos de historia, portadores de una belleza nunca perdida.
Si te gustan este tipo de lugares, estas bellezas evocadoras, barnizadas por el paso del tiempo, te interesará también nuestra lista de ruinas romanas que merecen un viaje. Y si eres aficionado a los libros, aquí tienes una selección de diez para entender el arte clásico.
Sin más, te dejamos con la lista. Los que siguen son diez templos griegos que merece especialmente la pena conocer, y que te transportarán de inmediato al mundo antiguo.
El templo de Hera en Olimpia
De forma perfecta, si bien exageradamente alargado, este Heraion es uno de los templos más antiguos que en Grecia se pueden visitar. Data del siglo VII a.C. y debió sufrir varios derrumbes y reconstrucciones, pues aún en el siglo II d.C., cuando lo visitó Pausanias (el gran viajero de la Antigüedad), quedan algunas columnas hechas no de piedra sino de troncos de árbol.
Es un templo períptero (es decir, rodeado de columnas) y hexástilo (con seis de ellas en su pórtico), que sería luego la combinación más repetida. Tiene el opistodomos (sala trasera) más antiguo del que se tiene constancia. Custodiaba en su interior un Hermes de Praxiteles milagrosamente conservado.
El templo de Apolo de Delfos
Fue tristemente destruido en uno de esos tristes episodios de intolerancia religiosa, el liderado por el emperador Teodosio contra los templos paganos. En estado de ruina, sólo pueden verse los cimientos y algunas columnas recuperadas en las excavaciones, que permiten confirmar cómo era, en su última versión, un templo dórico hexástilo, que albergaba una colosal estatua del dios Apolo.
Más que esto, la importancia del templo y del sitio de Delfos es que fue sede del más famoso oráculo de la Antigüedad, y en su interior daba consejo o presagio la Pitia. La importancia simbólica del templo, la belleza natural de los alrededores y las piezas que se conserva en los cercanos museos hacen de esta una visita obligada.
El templo de Afaia en Egina
El templo dedicado en Egina a la diosa local, Afaia, es el compendio perfecto del dórico clásico y el más nítido anticipo del Partenón. Las columnas son ya más delgadas y el éntasis (la mayor anchura de las columnas en su parte central) casi inapreciable; los equinos del capitel menos chatos y más armónicos.
Maravilla aparte de este templo son las esculturas de sus frontones, compradas por Luis I de Baviera y conservadas desde 1811 en la Gliptoteca de Múnich. Hablan, entre otras cosas, de las hazañas que en Troya realizó el héroe local, Áyax.
El templo de Hera en Paestum
Lo llamaron basílica sus descubridores, creyendo por su tamaño colosal (mide 24 x 54 metros) que era un edificio romano. Es, en realidad, un templo arcaico dedicado a la diosa Hera, igual que su “hermano” llamado erróneamente “templo de Poseidón” (hoy se conocen como templos de Hera I y Hera II).
Se percibe intacto el encanto robusto del dórico más antiguo: anchas columnas con exagerado éntasis, unos capiteles curiosamente delgados y achatados, y una fachada de nueve columnas, que obliga a desempolvar el poco usado término de eneástila. Estas pequeñas rarezas son más habituales en las colonias que en la Grecia continental. Paestum está en la Campania, en la antigua Magna Grecia, y es una de las mejores excursiones que se pueden hacer desde Nápoles.
El Templo de Apolo en Bassae
Pausanias, el gran escritor de “guías de viaje” de la antigüedad, hablaba maravillas del templo de Apolo Epicuro en Bassae. Está situado en una pequeña elevación de terreno, solitario, en medio de las montañas de Arcadia. En la actualidad lo cubren unas carpas de lona para protegerlo, por lo que el efecto paisajístico se ha perdido, pero sigue conservando su magnífico interior.
Es un templo hexástilo que tiene la extraña particularidad de combinar columnas pertenecientes a los tres órdenes. Su columnata exterior es dórica, pero en su interior se transforma e incluye una elegante columnata jónica entre la cual se introduce la mayor rareza: el primer capitel corintio conocido.
El Templo de Zeus en Olimpia
En el bosque sagrado de Olimpia se erigía, en honor de Zeus, el más hermoso de los templos del Peloponeso. Era un edificio de tamaño colosal (27 x 64 metros), construido por arquitectos de la generación anterior a la que levantó en Atenas el Partenón
Pocos años después de su construcción albergó una de las estatuas de culto más admiradas de la antigüedad, ejecutada por Fidias en honor al rey de los olímpicos, en oro y marfil. Fue una de las siete maravillas de la antigüedad.
Lamentablemente nada queda de todo aquello. El templo está en ruinas, pero en el Museo de Olimpia sí se han conservado valiosas piezas de sus frontones. Y se puede visitar el “taller de Fidias”. No es poco.
El Templo de la Concordia de Agrigento
Con permiso del templo de Hefestión, en Atenas, puede decirse que el de la Concordia de Agrigento es el templo griego que mejor ha capeado los avatares del tiempo. Más allá de la decoración, está notablemente intacto, gracias a su uso ininterrumpido como iglesia cristiana entre los siglos VI y XVIII.
Construido en en el siglo V aC, poco antes de que los cartagineses destruyeran la ciudad, es un ejemplo modélico de la sobriedad y el equilibrio arquitectura dórica. Una curiosidad: su fachada principal es la que inspira el logotipo de la UNESCO.
El Partenón, rey de los templos griegos, y el resto de la Acrópolis
El más bello y monumental de los edificios de Atenas ha llegado a nosotros en un estado de conservación que puede calificarse de excepcional. Dórico y octástilo, la impresión de elasticidad que producen sus líneas es el resultado de la curvatura de muchos elementos teóricamente rectilíneos. No sólo las columnas: el estilóbato es más alto por el centro; las columnas de las esquinas son más voluminosas y todas las del peristilo se inclinan hacia atrás; las superficies verticales caen ligeramente hacia el interior y el entablamento hace lo contrario. Si te interesa, en este artículo lo explicamos al detalle.
En la misma Acrópolis hay otros dos templos magníficos: el Erecteion y el diminuto y precioso de Atenea Niké. El Hefestión, fuera del recinto sagrado, también debería visitarse por su excepcional estado de conservación.
El Templo de Démeter en Segesta
En Segesta, a pocos kilómetros de Palermo, se encuentra uno de los templos mejor conservados del Mediterráneo, y no porque fuera usado como iglesia, que es lo habitual, sino porque nunca se terminó y se construyó aislado de poblaciones locales, lo que evitó el uso de sus materiales.
La construcción se debió abandonar súbitamente, porque ni siquiera las columnas llegaron a ser estriadas. Nunca tuvo techo. Puede decirse, no sin emoción, que el templo de Démeter en Segesta lleva más de dos mil años en el mismo estado en que puede verse hoy.
El Templo de Poseidón en Sunión
Quizá sea, en la actualidad, el más escénico de todos los templos griegos. Y puede que también lo fuera en el lejano siglo V aC, cuando Pericles, en plena edad de oro del imperio ateniense, ordenó su construcción sobre las ruinas de un templo más antiguo.
Se erige sobre un promontorio a 60 metros sobre el mar, en un lugar estratégico por el que habían de pasar todos los barcos que se dirigían a Atenas, un lugar mítico en el que según la leyenda se había suicidado Egeo, dando nombre al mar.
Del Templo de Sunión sólo quedan quince de sus treinta y cinco columnas dóricas, con menos estrías de lo habitual para combatir la erosión del mar. Pero sigue siendo un templo soberbio y un lugar especial y simbólico, una excursión obligada desde Atenas y una de las vistas más hermosas de toda Grecia.