Entre grandes ciudades imperiales (como Marrakech) de sus diferentes dinastías, las hermosas dunas de sus desiertos, pequeños pueblos bereberes, la imponente cordillera del Atlas y sus preciosas poblaciones bañadas por mares y océanos Marruecos es uno de los destinos más atractivos de África.
Marruecos también es conocido como «Al-Magrib» o «el lugar por donde se pone el sol», al haber sido tradicionalmente el lugar más al oeste del mundo árabe. Es una joya muy cercana a España y Europa abierta al viajero. Su compleja mezcla arábiga, bereber y la todavía importante impronta española, portuguesa y francesa genera unos contrastes entre lo árabe, lo norteafricano y lo occidental que enriquecen una tierra de por sí maravillosa. Os la presentamos a través de diez de sus lugares más bonitos.
Tánger
Es uno de los puntos más frecuentes para acceder a Marruecos gracias a su puerto y el constante trasiego de ferrys, que navegan principalmente desde Algeciras y Tarifa dada su cercanía. Entrar en barco en el país, disponiendo así de vehículo propio, es una de las mejores maneras de conocerlo; no es un viaje demasiado caro y ofrece la libertad de movernos con nuestro propio medio de transporte.

A tan sólo 16 km de España, Tánger cuenta con un pasado muy interesante. Envuelta en la mitología grecolatina, uno de los mayores atractivos turísticos son las grutas de Hércules. Se sabe de presencia fenicia, cartaginesa y después romana, también fue vándala, bizantina y árabe, portuguesa, española y británica y, por supuesto, marroquí. Durante buena parte del siglo XX fue un condominio internacional, convirtiéndola en un importante foco de espías durante la Guerra Fría.

La medina de Tánger es uno de sus principales atractivos que mantiene el encanto típicamente marroquí. Aquí podemos encontrar la Mezquita de Sidi Bu Abid, el palacio de Mendub y la Medubia. La Mezquita Grande, antigua catedral portuguesa, la Sinagoga Nahón, reconvertida en museo, el cementerio hebreo y el museo de la Legación Americana son lugares que merecen la pena la visita. Y nunca puede faltar la alcazaba.
Chauen
En el noroeste de Marruecos, una pequeña ciudad sobresale entre las montañas del Rift. Chauen atrapa a los viajeros por su casco antiguo teñido de azul. En esas estrechas calles que suben y bajan y donde podemos encontrar muchas marroquinerías es donde la ciudad más brilla.

En sus alrededores podemos encontrar una pequeña cascada llamada Ras El Ma; un manantial que abastece de agua a los vecinos de Chauen. Una antigua mezquita española corona una colina desde la que se puede contemplar una panorámica de la ciudad. La cercanía con el parque natural Talassemtane y las cascadas de Akchour hacen de Chauen el destino perfecto para el senderismo.

Tetuán
«La paloma blanca» se encuentra cerca de Tánger y la española Ceuta. Está considerada como la ciudad más andalusí de Marruecos (debido a los refugiados andalusíes que se asentaron) y fue capital del protectorado español de 1913 a 1956. En esta sencilla población de blancas casas destaca su medina, que atrapa al viajero con el encanto de sus calles.

Junto a la cotidianidad de la medina y los zocos, la Gran Mezquita de Tetuán domina la ciudad y aporta el contraste del color con su alminar. El palacio real fue improvisado por Hasán II en la antigua comisaría española; hubo un pulso entre el Rey de Marruecos y las pretensiones autonomistas de la ciudad que se saldó con la visita del monarca a este palacio que aún se conserva. Otro lugar destacado es Bab El Ucla, antigua y hermosa puerta de acceso a la ciudad, que todavía se puede contemplar con un tramo de muralla.

Marrakech
Es una de las cuatro ciudades imperiales y fue fundada por los almorávides en el 1062 a los pies del Atlas. El alminar de la Mezquita Kutubía es uno de sus símbolos y es visible desde varios kilómetros. Manteniéndose en pie desde el siglo XII, este alminar influenció al que hoy conocemos como torre campanario en Sevilla, la Giralda.

La medina de Marrakech se corresponde con la antigua ciudad medieval amurallada, sus calles enrevesadas están repletas de encanto. La plaza de Yamaa El Fna es otro de los lugares más famosos y centro neurálgico de Marrakech; los tenderos, músicos y cuentacuentos la llenan de vida. El precioso Palacio de la Bahía es una visita obligada, así como los jardines de Majorelle y de la Menara. Tampoco podemos dejar de lado la maravillosa Madraza de Ali Ben Youssef.

Marrakech también es un lugar privilegiado por lo que rodea a la ciudad. El valle feliz de Ait Bouguemez está a poco más de tres horas en coche; salpicado de poblaciones que se funden con su entorno, es una de las mejores maneras de conocer lo bereber. Tampoco queda demasiado lejos Tinmel, con su preciosa mezquita reflejo del poder almohade.
Casablanca
Escenario cinematográfico de una de las películas más aclamadas de la historia, Casablanca es una ciudad que difícilmente necesita presentación. La fuerte influencia colonial francesa la convierte en un enclave único en Marruecos, y es que no son pocos los edificios que mezclan la tradición marroquí, la occidental y el art decó, como la catedral del Sagrado Corazón.

Una de las estrellas indiscutibles de Casablanca es la Mezquita de Hassan II, que aunque no exenta de polémica durante su construcción en 1993, se ha convertido en símbolo de la ciudad. Desde el paseo marítimo el viajero puede ver las olas rompiendo contra la explanada sobre la que se alza; una estampa mágica.

En el hermoso edificio del Instituto Cervantes todavía se enseña español y merece la pena ver lo poco que dejan del Palacio Real, segunda residencia del Rey. También resalta entre la atractiva oferta de Casablanca el Museo del Judaísmo Marroquí.
Fez
En el 798 Idrís I fundó Fez a orillas del río homónimo. Su sucesor la convirtió en capital de la dinastía idrísida y ha llegado a nuestros días como la ciudad imperial marroquí más antigua y con más embrujo de las cuatro.

Es la capital cultural y religiosa de Marruecos gracias a su universidad Al-Qarawiyyin (también mezquita), la más antigua del mundo en funcionamiento. Fue fundada en el 859 por Fatima al-Fihri como Madrasa y con el paso de los siglos fue abriéndose a más campos de estudio.

La medina de Fez, Fes El Bali, es inigualable. Libre de tráfico, el viajero se transporta a otra época tras los muros de la medina, donde sólo se ven peatones y burros. Los siempre animados zocos, las cubas de las curtidurías, las madrazas de Bou Inania y Al Attarine y el Palacio Real completan un atractivo turístico impresionante.

Esauira
Bañados por el Atlántico los fuertes muros de la medina de Esauira protegen la pequeña ciudad del envite de las olas. Esos muros, pertenecientes a una serie de fortalezas levantadas por los portugueses, se llaman Skala de la Kasbah, donde todavía los cañones apuntan al océano.

Junto a la curiosa medina, escenario escogido para Juego de Tronos, el puerto es otro de los atractivos de la ciudad, con sus preciosas barcas pintadas de azul, y refleja la actividad pesquera de Esauira. Los vientos alisios que llegan a sus playas la convierten, además, en uno lugar idóneo para el surf, el windsurf y el kitesurf.

Mequinez
En las faldas del Atlas Medio se eleva Mequinez, otra de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, una ciudad en la que las joyas de su pasado imperial todavía brillan con mucha fuerza. Mulay Ismaíl, Sultán de Marruecos, trasladó su corte de Fez a Mequinez en 1675, renovando gran parte de la ciudad.

Una de las obras cumbres de esta renovación es la puerta Bab Mansour, considerada la obra más bonita de su sultanato es, además, la puerta más grande de Marruecos y África del Norte. El palacio-museo Dar Jamai es una bonita e interesante forma de asomarse al gusto por el lujo árabe. La madraza Bou Inania es otra maravilla de Mequinez, así como la Gran Mezquita y el mausoleo del propio Mulay Ismaíl.

Merzouga
Cerca de la frontera con Argelia, al sur del Atlas, un pequeño pueblo en el desierto del Sáhara es uno de los mayores atractivos de Marruecos. Es un lugar especial porque es la puerta a Erg Chebbi, un maravilloso desierto de dunas que no podemos perdernos.

Excursiones en 4×4, en dromedario o simples y cortos paseos. Desde el propio pueblo de Merzouga o en lujosos campos de jaimas en mitad del desierto. Son muchas las formas de las que podemos disfrutar de Erg Chebbi y todas son recomendables.
Rabat
Es la capital actual de Marruecos y otra de las cuatro ciudades imperiales. Bañada por las aguas del Atlántico, Rabat comenzó a tener importancia como campamento fortificado durante el sultanato de Abd Al-Mumin, cuando fue base de operaciones para incursiones almohades en la Península Ibérica. Fue su nieto, Yaqub al-Mansur, el que proyectó una gran ciudad en aquel enclave.

De esa ciudad quedan algunos vestigios, como la torre de Hassan o la alcazaba de los Udaya, dos emblemas de Rabat. Tras la muerte de Yaqub al-Mansur y con la llegada de los benimerines, la corte se trasladó a Fez y Rabat quedó en segundo plano. Debido a la expulsión de los moriscos de la Península Ibérica, Rabat recibió nuevos pobladores que la impulsaron de nuevo. Mucho tiempo después volvió a ser capital del protectorado francés y, tras la independencia, se mantuvo su estatus.
Dar-al-Mahkzen es el palacio real y sede del gobierno marroquí, un edificio que impresiona. La necrópolis de Chella es un complejo en el que se conoce actividad desde época fenicia, y se han encontrado vestigios de una población romana. La Catedral de San Pedro y el mausoleo de Muhammad V son otros lugares de interés que merecen la pena visitar.
