La costa Adriática tiene en Italia, a la altura de Le Marche, una buena colección de pueblos costeros especializados en eso que llaman “turismo de sol y playa”, con modernos resorts y hoteles con piscina.
La mayoría tienen poco o ningún interés para el viajero interesado en la cultura, pero otras, como Pesaro, Rimini, o Fano –que visitamos hoy– sí son visitas recomendables por su patrimonio y por su historia.
Fano tiene un centro histórico pequeño pero muy bien dotado; con una plaza amplia y elegante llamada Piazza XX Settembre adornada en su su centro por una hermosa fuente renacentista dedicada a la diosa Fortuna, donde se celebra cada año un carnaval que tiene el orgullo de ser el más antiguo de Italia; con un par de docenas de iglesias, entre las que destaca su preciosa Catedral románica; con un Museo Civico dedicado a la historia de la ciudad, con una Pinacoteca con obras de Guercino, Guido Reni y Michele Giambono; y con un palacio que perteneció a la dinastía gobernantes de la ciudad, los Malatesta.
En época Romana Fano, llamada entonces Iulia Fanestris, era una de las más importantes ciudades del Adriático, y por ella pasaba una de las vías más importantes desde el punto de vista estratégico, la Via Emilia.
Precisamente en el punto donde la Via Emilia entraba en la ciudad se levantó un arco de triunfo monumental, para celebrar la construcción de la muralla defensiva que les fue concedida por el emperador en el año 9 –ó 10- d.C.
Una inscripción situada en el friso acredita su procedencia augustea:
El emperador César Augusto, hijo del Divo Giulio (Julio César), pontífice máximo, cónsul por trigésima vez, tribuno por trigésimosegunda vez, aclamado emperador por vigesimosexta mez, padre de la patria, ofreció la muralla.
En el siglo IV fue redecorado por Constantino y le fue añadida una nueva inscripción, hoy perdida.
En 1463 la artillería de Federico de Montefeltro, en su lucha contra un Segismundo Pandolfo Malatesta ya caído en desgracia, destruyó todo el piso superior, cuyas piedras rotas se utilizaron para construir la iglesia de San Michele, adyacente al arco.
Precisamente en un bajorelieve de dicha iglesia quedó testimonio del antiguo aspecto del arco con sus dos niveles aún intactos.
El monumento original contaba, sobre la clave de su arco mayor, con abundante decoración, especialmente de animales y probablemente de elefantes.
La presencia de los elefantes tiene sentido, pues la muralla y reurbanización de Fano se hizo en conmemoración de la victoria en la Batalla del Metauro, que fue la que puso fin, en la Segunda Guerra Púnica, a la presencia cartaginesa en Italia. Presencia que había iniciado Aníbal Barca cruzando los Alpes con decenas de elefantes.
El cuerpo superior estaba conformado por un pseudopórtico corintio con siete vanos separados por pilastras, lo que debía darle una cierta semejanza estilística con otros arcos augusteos, como el de Spello, el de Aosta y el de Authon, en la Provenza.
En la próxima etapa continuaremos por la Via Emilia en dirección Norte, hacia Rimini, donde nos espera otro soberbio arco augusteo y una ciudad aún más monumental que tiene con estos arcos una relación de la mayor importancia histórica.