He dicho asombro donde otros quieren decir costumbre. Así comienza el prólogo del libro de Francisco Robles, Semana Santa. Antología Literaria, libro recomendable para aquellos a quienes les parezca atractiva esta mezcla: Literatura, Sevilla y Sentimientos.

La frase es de Borges, y no podríamos encontrar mas certera síntesis para reflejar lo que pretendemos en este artículo; acercar a quien lo lea al asombro que nos produce la vivencia de esta fiesta cuando nos asomamos a ella levantando el velo superficial del costumbrismo.

La Semana Santa es un tapiz que se teje a lo largo de todo el año, renovando cada primavera un tejido que llega al siglo XXI, pero que lleva en Sevilla muchos siglos. Tantos como para dar lugar a imágenes como las siguientes, que en un alarde de aparente cotidianidad provocan conversaciones como poco, llamativas.

Conversación de estilos
Conversación de estilos. Fuente
Para disfrutar de la Semana Santa sevillana, que requiere un esfuerzo físico, os proponemos una selección de hoteles en los que no se deja de «respirar» el ambiente de la ciudad. Todos cercanos a La Catedral. Todos muy especiales.
Bajo las Setas
Bajo las Setas. Fuente

Pero la fiesta tiene sus raíces en el lejano monte Gólgota, y son numerosos los personajes históricos entrelazados con aquel lugar de Jerusalén y con la búsqueda de la Cruz donde se sacrificó a Jesús.

El Hallazgo milagroso del madero en que murió Jesús

Hacia el año 326, la emperatriz Elena de Constantinopla, madre de Constantino, en un empeño por encontrar la cruz donde murió Jesús, hizo derribar el templo dedicado a la diosa Venus en el monte Gólgota, que había levantado el emperador Adriano, nacido en la sevillana ciudad de Itálica.

El milagroso hallazgo del madero provocó la construcción de un templo mítico: La Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. Y alrededor de ese Lignum Crucis, cuyas reliquias se repartieron por toda la cristiandad, se extendió la costumbre de rememorar la Pasión de Cristo en la misma fecha en que ocurrieron los hechos, es decir, en la primera luna llena después del solsticio de la primavera.

De manera que cada año se comienza celebrando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén el domingo de Ramos y se termina el domingo siguiente procesionando su Resurreción.

Domingo de Ramos en la Basílica del Santo Sepulcro
Domingo de Ramos en la Basílica del Santo Sepulcro. Fuente

Un poco de Historia de la Semana Santa de Sevilla

Desde el siglo XIII, cuando Sevilla es conquistada al caid Axataf, hasta el siglo XV, toda la historia de la Semana Santa sevillana, está envuelta en mitos y leyendas sin base documental clara en la que apoyarse. Una de las primeras manifestaciones de penitencia documentada que se dio en la ciudad, partió de la Casa de los Adelantados Mayores de Andalucía, donde dice una leyenda que reposan las cenizas de Adriano, a quien hemos encontrado ya dos veces rondando esta historia.

Era un Viacrucis que allá por el siglo XVI, recorría los momentos más significativos de la Pasión de Cristo, y que acabó cambiándole el nombre al palacio para ser conocido como La Casa de Pilatos.

Desde entonces Sevilla habla de flagelantes, disciplinantes y más tarde de nazarenos. De Pasión, de cofradías, de gremios, de caridad, de cultos que proceden de aquellos hechos sucedidos en Jerusalén, para llegar a nuestros días hablando de procesiones.

En el camino
En el camino. Fuente

La celebración de los cultos pasionistas fue cambiando según las épocas. La Semana Santa como la conocemos hoy es fruto de un importante influjo barroco, que en Sevilla encuentra un telón de fondo hecho a medida. Sevilla es una ciudad barroca y por sus calles se mecen obras maestras nacidas de manos de artistas que se movieron entre el final del Renacimiento y el fructífero camino del Barroco.

Anónimas obras que anteceden en el tiempo a las realizadas por Juan Bautista Vázquez «El Viejo» y por Martínez Montañés que entrega su testigo Manierista a un alumno portentoso: Juan de Mesa. Con ellos Marcos Cabrera, Francisco de Ocampo o Pedro Roldán, de quienes hablaremos en otra ocasión.

La lista es larga y continúa hasta nuestros días, pues metidos ya en el siglo XXI siguen surgiendo de gubias andaluzas, esculturas procesionales que buscan inspiración en los tiempos del Barroco.

El Amor de Juan de Mesa, de fondo la Colegiata de El Salvador
El Amor de Juan de Mesa, de fondo la Colegiata de El Salvador. Fuente
María Santísima de la Estrella
María Santísima de la Estrella. Fuente

Un número de 60 hermandades desfilan por la Semana Santa de Sevilla y hacen estación de penitencia en su magna Catedral, el corazón desde el que laten sus rezos. Una estación de penitencia que une en este rito devocional a las cofradías de barrio y a las que entroncan su historia con la más alta aristocracia.

Para llegar a la Catedral se recorren muchos caminos. Vírgenes y Cristos mecidos a hombros por cuadrillas de costaleros al compás de marchas envueltas en incienso, en pétalos de flores, bordados, tañidos de campanas, saetas, nazarenos, mantillas y luces de cirios que lloran. Durante el resto del año fluye una encrucijada que desemboca en un plenilunio de emociones, de sentimientos, de fiesta, de asombro.

Mantillas
Mantillas. Fuente
Lloviendo pétalos
Lloviendo pétalos. Fuente
Banda de música
Banda de música. Fuente

Una conversación entre lo sagrado y lo pagano

Esa encrucijada de caminos se construye a base de trabajo, de creatividad, de tradición y de arte, de muchísimo arte.

El asombro del que hablamos cuando se mira esta fiesta desde fuera, únicamente como espectador, es en realidad una mezcla de asombros. Asombroso parece que el aparente caos que invade el centro de Sevilla y que va increscendo a lo largo de la semana para alcanzar su culmen en la «Madrugá» del Jueves Santo, sea en realidad un flujo natural entre actores y espectadores.

Flujo entre escenas
Mezcla. Fuente

Asombro produce que lo efímero de esta fiesta, una semana irrepetible cada año, se haya convertido en un monumento de siglos cuya arquitectura se sustenta en un diálogo sin tiempo, en el que cambian las voces pero se repiten las palabras; cambian los actores, pero se repiten las escenas; todo es nuevo y a la vez es antiguo, todo es de ahora pero viene de lejos.

Y ese monumento inmaterial sigue creciendo con los siglos, y se ofrece cada vez a más miradas asombradas de gentes, cristianas o no, que se dejan embeber por la explosión de vida y de belleza que trae la Pasión de la primavera a Sevilla.

La Borriquita
La Borriquita. Fuente

Los oficios de la Semana Santa de Sevilla

Convertida en un poderoso imán turístico, la Semana Santa de Sevilla es objeto de deseo de viajeros atraídos por su indudable atractivo. Este video, toda una invitación a la fiesta, es prueba de la importancia que tiene para Sevilla esta Semana Grande.

Pero para la mayoría quedan en la sombra las manos que levantan cada una de las piezas del monumental encuentro, que se enmarcan en un escenario económico y social menos sonoro, pero imprescindible.

Hemos hablado antes de los escultores, de los antiguos y de los nuevos. Sus obras son las protagonistas de esta historia, pero necesitan una coorte de artistas que diseñen y elaboren el resto del escenario.

De los talleres de entalladores y ensambladores salen las canastillas y los pasos. A veces los mismo artífices que dan vida a esculturas y pasos policroman sus obras, a veces lo hacen pintores reconocidos, como lo hiciera Francisco Pacheco con el Cristo de la Misericordia de Martínez Montañés, hoy en la Catedral.

Cristo de la Misericordia
Cristo de la Misericordia. Fuente

Están además las manos que diseñan y bordan las magníficas piezas que visten a Vírgenes y Cristos, y los Palios o Estandartes que procesionan la hermandades.

Manto de la Esperanza de Triana
Manto de la Esperanza de Triana. Fuente
María Santísima de la Angustia. Semana Santa en Sevilla.
María Santísima de la Angustia. Semana Santa en Sevilla.. Fuente
Paso de Palio de la Esperanza de Triana
Paso de Palio de la Esperanza de Triana. Fuente

Las de los orfebres, que levantan barales y forjan coronas, y candelerías donde las velas, pinceles magníficos de la noche sevillana, dibujarán momentos inolvidables.

Y el temblor de las velas, las flores de cera que lloran con la Madre en el camino hacia el templo, y las manos que extienden alfombras de flores a los pies de cada escena.

Cirios y Flores
Cirios y Flores. Fuente
Nuestro Padre Jesus de las Penas
Nuestro Padre Jesus de las Penas. Fuente

Las cuadrillas de costaleros guiados por el corazón del capataz, harán caminar las escenas de la Pasión entre la multitud. Desde enero es habitual encontrarse ensayos por las calles sevillanas.

Ajustando el Costal
Ajustando el Costal. Fuente

Hay muchos más corazones detrás de esta fiesta; quienes visten las imágenes, preparan, limpian y cuidan cada una de las piezas que son atrezzo indispensable de la representación.

Y las manos expertas como las que trabajan en el IAPH. Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico restaurando y conservando los tesoros que enriquecen un patrimonio cultural, testigo de la Historia de Andalucía.

Es una pena no poder describir con palabras las sensaciones que provoca el aroma del incienso que anuncia la llegada de un Cristo y como cambia ese aroma ante la femenina llegada de la Madre. Cuando el calendario y la efímera presencia del azahar coinciden, los evocadores aromas se multiplican.

Incienso
Incienso. Fuente

De lo que si podemos dejar un testigo es de la música, su historia, sus protagonistas y las notas que han inspirado esta fiesta son todo un recorrido en el tiempo que retomaremos con seguridad.

Las marchas procesionales ahondan su historia en el siglo XIX de la mano de las marchas fúnebres. Son muchos los nombres que están detrás de estos sonidos, mencionaremos al menos a Don Manuel López Farfán, director de la banda Soria 9, que dejó el sello indeleble de marchas como Pasan los campanilleros y La Estrella Sublime o La Esperanza de Triana y El Dulce Nombre.

Músicos
Músicos. Fuente

Y las Saetas, esas flechas que van de corazón a corazón, cuyo incierto origen las relaciona con una fusión entre las llamadas a la oración de los almuédanos árabes y las salmodias sefardíes, y que a partir del siglo XIX se impregnaron de los sones flamencos con que las escuchamos hoy en cualquier rincón de Andalucía.

En ese escenario abigarrado, tiene un papel esencial un actor imprescindible, El Pueblo de Sevilla. No hay mejor indicador del pálpito de esta semana que sus gentes, mayores y jóvenes, chiquillos y ancianos, pobres y ricos, famosos y anónimos. Hay que estar atentos al pulso de sus emociones, sus lágrimas, sus aplausos, sus silencios, sus descansos, sus tradiciones, que cambian incluso la gastronomía en estos días, disfrutando de manera especial del famoso tapeo sevillano.

En definitiva su especial manera de vivir como cotidiano un acontecimiento inusual y extraño ante las miradas ajenas.

Los balcones se engalanan para recibir la visita anual de los pasos.

Balcones de Sevilla
Balcones de Sevilla. Fuente

En la cercanía de sus templos todo el barrio acompaña a la entrada y la salida de la hermandad.

Espereranza
Espereranza. Fuente

En las calles, el metro o los autobuses, la figura de los nazarenos se funde con naturalidad entre el ir y venir de las gentes.

Penitente
Penitente. Fuente
Penitencia
Penitencia. Fuente

En todas las miradas posibles, puede haber un punto de encuentro, y un descubrimiento que se nos escapó. Este corto, obra de Mateo Cabeza, es una original y sensible mirada al monumento que acabamos de admirar. Es un documental premiado en el SHORT OF THE YEAR de 2015, que organiza Promofesta.

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