El fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 no supuso la calma o la estabilidad para todo el mundo. Aunque en buena parte de Europa los siguientes 15 años significaron la tranquilidad y el progreso de la socialdemocracia, impulsado desde Estados Unidos con el Plan Marshall, para la Europa del este la situación fue bien distinta.

Truman y Stalin en Postdam
Truman y Stalin en Postdam (sentados a la derecha), de amigos a enemigos en pocos años Foto

El mundo se configuró en dos bloques; uno bajo la influencia estadounidense y el otro bajo el control directo de la Unión Soviética. Fue esta parte de Europa para la que, según Tony Judt, la Segunda Guerra Mundial no acabó hasta que se disolvió la URSS en 1991. Y fue la Europa en la que estuvo Berlín, aislada de la República Federal Alemana pero con más de media ciudad bajo control occidental.

Hacia la Guerra Fría

Poco después de terminar la guerra, Estados Unidos y la URSS tuvieron serios conflictos de intereses en las crisis de Irán y Grecia, lo que se puso mucho más serio en las guerras de Corea y Vietnam en la década de los 50. Aunque no hubo enfrentamientos directos entre ambas potencias, la Guerra Fría era una realidad y confeccionó ese mundo de dos bloques en el que estabas en un lado o en otro.

La partición de Alemania tras la IIGM
La partición de Alemania tras la IIGM

Alemania fue un caso particular porque al término de la guerra se aplicó, a pequeña escala, todo lo que vino después para el resto de Europa. Fue dividida en zonas de influencia (Austria también) y ocupada militarmente: una para cada potencia Aliada. No obstante, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia pronto buscaron una solución más compacta para aquel entuerto y dirigieron una campaña para unificar Alemania, a lo que la Unión Soviética se opuso.

Mientras la tensión crecía entre ambos bloques por las crisis de Irán y Grecia, Estados Unidos introdujo en las zonas occidentales de Alemania el Plan Marshall, además de una nueva moneda que los soviéticos no aceptaron en su zona. Para tensar más la cuerda, Stalin mandó bloquear en 1948 la entrada a Berlín, que también estaba dividida en zonas de influencia, pero se encontraba en mitad del territorio controlado por la URSS.

Estados Unidos desplegó un puente aéreo para mantener conectada la Berlín occidental con el resto de Alemania y, en 1949, nació la República Federal Alemana. El nuevo Estado alemán no contaba con la parte oriental, en la que Stalin creó la República Democrática Alemana ese mismo año.

El muro de Berlín, enemigo del progreso

Durante la década de los 50 hubo dos hechos que echaron más leña al fuego. La creciente tensión entre los dos bloques aumentó con la carrera armamentística. Las dos grandes potencias echaron un pulso para tener más y mejores misiles balísticos y más potentes bombas atómicas. A principios de los 60, la estabilidad y la prosperidad en la Europa occidental quedaron en entredicho; se extendió el miedo ante una inminente guerra atómica que nunca tuvo lugar.

Soldados de la RDA bloquean la frontera antes de construir el muro
Soldados de la RDA bloquean la frontera antes de construir el muro. Foto

Por otra parte, los efectos del Plan Marshall dieron sus frutos por toda Europa, especialmente en la RFA, cuya industria automovilística despegó como un cohete, desbancando incluso a la británica. Vivir en la parte occidental era mucho mejor que hacerlo bajo el control de Moscú. Berlín, por encima de todo, era un escaparate del progreso socialdemócrata que los ciudadanos de la RDA tenían en primera línea.

Muchos empezaron a pasarse al otro lado, Berlín era una puerta abierta de par en par a un mundo mejor. Es difícil calcular la pérdida de capital humano que esto supuso para la URSS, pero fue una preocupación en Moscú, y la mejor manera de frenarlo que pensaron fue construir un muro. La madrugada del 13 de agosto de 1961, sin previo aviso, la URSS levantó en Berlín el «muro de protección antifascista». El muro de Berlín. Aunque en realidad fuera un muro para evitar que sus ciudadanos se vieran tentados por el capitalismo.

Presos en casa

La comunicación entre ambos sectores fue duramente restringida. Vivir detrás del muro de Berlín no fue fácil. Sólo una de las estaciones de tren del lado comunista quedó abierta para conectar ambos lados bajo estrictos controles. Una representación muy ajustada de aquella Berlín es la película «El puente de los espías», de Steven Spielberg.

El muro, en cierto sentido, fue uno de los mejores elementos de márketing para el bloque occidental, ya que mostró a todo el mundo el totalitarismo de la Unión Soviética. La situación económica de Berlín oriental empeoró, porque los ciudadanos soviéticos no podían trabajar en el lado occidental y fue el fin de todo tipo de intercambio.

La zona muerta del muro en 1977 Foto

A pesar de todo, no fueron pocos los que trataron de recuperar su libertad a costa de la vida. Los soldados que custodiaban el muro estaban allí con orden de disparar a matar a los civiles que supuestamente protegían. El 17 de agosto de 1962, la muerte a tiros de Peter Fletcher, que intentaba saltar el muro, fue televisada por los medios occidentales.

El fracaso del totalitarismo

Aunque Estados Unidos había tenido muy mala prensa durante los 60 por la guerra de Vietnam, a la URSS se le complicaron todavía más las cosas en los 80. Problemas en el partido, una dura crisis económica y la guerra de Afganistán se le juntaron de golpe. El desastre de Chernobyl fue la puntilla que evidenció al mundo la total carencia de medios de la URSS. Gorbachov, el nuevo líder del partido, propuso cambios suaves que no fueron a ningún lado. Finalmente, optó por volver a la democracia y los ciudadanos pudieron votar en 1989 por primera vez en unas elecciones libres desde 1918.

Manifestación en Alexanderplatz, en 1989, contra el muro
Manifestación en Alexanderplatz, en 1989, contra el muro. Foto

Durante 1989 se sucedieron las protestas que clamaban por elecciones libres en varias repúblicas satélites de la URSS. Gorbachov prometió que Moscú, al contrario que en el pasado, no mandaría a los tanques en caso de que no ganara el partido. Los procesos independentistas comenzaron en Polonia y Hungría, y ese mismo año la RDA aprobó la libre circulación en Berlín: el muro había llegado a su fin y los berlineses salieron a la calle a tirarlo tras 28 años de existencia. Fue en este momento cuando, según Tony Judt, la Europa del Este, incluida la Berlín oriental, comenzó a salir de la Segunda Guerra Mundial.

Los berlineses de ambos lados festejando el fin del muro
Los berlineses de ambos lados festejando el fin del muro de Berlín. Foto

Al mismo tiempo, la reunificación alemana estaba en marcha. Con cierto tono cómico, parte de este proceso se puede ver en «Good Bye, Lenin!», la película de Wolfgang Becker, en la que una convencida comunista alemana en coma despierta tras la caída del muro. Una colosal estatua de Lenin es sustituida por enormes carteles de Coca-Cola y el muro de Berlín borrado casi al completo del callejero de la ciudad.

Memorial y destino turístico

Para visitar la capital alemana al más puro estilo de la Guerra Fría, te dejamos dos recomendaciones. La primera, una visita guiada que responderá a todas las preguntas que puedas tener sobre el muro de Berlín.

La segunda, un alojamiento, el OSTEL (Das DDR Hostel). El edificio es una construcción típica de la época de la RDA, y toda la decoración de las habitaciones está pensada para sentirnos como si estuviéramos en los años 70. Sería conveniente, eso sí, viajar con los papeles en regla en caso de que la Stasi haga una visita sorpresa. Nadie quiere acabar al otro lado del telón de acero.

Todavía quedan en la capital alemana tramos del muro, convertidos a memorial de aquella división y las vidas que se llevó por delante en nombre del totalitarismo. El memorial del muro conserva un tramo con torre de vigilancia y ofrece una excelente visión de cómo eran las instalaciones. En la Capilla de la Reconciliación, destruida en 1985 y reconstruida en el 2000, se suelen recordar a las víctimas que trataron de saltar el muro.

El Checkpoint Charlie en la actualidad
El Checkpoint Charlie en la actualidad. Foto

Algo más distendida es la visita al Museo del Muro, uno de los muchos museos de Berlín dedicados a la etapa comunista o la guerra fría, que comenzó en 1963 como colección de las cosas más significativas que pasaban alrededor del muro. Además cuenta con el famoso Checkpoint Charlie frente a la puerta. El paso fronterizo conserva la garita y los sacos de arena como muro de contención; es, sin duda, uno de los lugares más icónicos de Berlín.

Cruces en memoria de las víctimas, 1990
Cruces en memoria de las víctimas, 1990. Foto
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