«Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante. Y así, ¿qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno…»
Así comienza Don Miguel de Cervantes el prólogo de la más internacional, traducida e influyente historia de las letras hispanas. La primera parte titulada El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha vio la luz en 1605, y la Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, diez años después, en 1615.
Don Quijote recorre el mundo
La mayor parte de la primera edición fue a parar a las Indias, de manera que tenemos al enjuto manchego navegando hacia un nuevo continente donde llegará al corazón de tantos y tantos, y su espíritu estará presente en obras como Los Pasos Perdidos de Alejo Carpentier, o en Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, convertida en la segunda obra escrita en castellano más traducida de todos los tiempos. Por no hablar del arte y de las infinitas maneras de hacer presente su imagen en cualquier rincón del planeta.
Pronto comenzó Don Quijote a cabalgar por Europa, visto en un principio sólo como una sátira, donde lo cómico de las situaciones prevalecía sobre la sensatez de sus diálogos. La primera traducción corrió a cargo de Thomas Shelton en 1612, siendo por tanto Inglaterra el primer país europeo que recorrió Don Alonso Quijano. Y el arte no escaparía a su embrujo.
Ya lo auguraba Sancho:
«Yo apostaré -dijo Sancho- que antes de mucho tiempo no ha de haber bodegón, venta ni mesón o tienda de barbero, donde no ande pintada la historia de nuestras hazañas…» (Segunda Parte. Capítulo LXXI)
En 1614 recorría Francia dejando atónitos a nuestros vecinos del norte, en 1622 Italia sucumbía ante el simpar caballero que llegó a Alemania en 1648, donde ya en el siglo XIX los poetas románticos lo convirtieron en un luchador trágico contra la realidad grosera y hostil, defendiendo un ideal que sabía irrealizable. Durante aquellos primeros viajes llegó a Holanda en 1657, siendo ésta la primera edición ilustrada. Y ya no pararía hasta recorrer los cinco continentes. Don Quijote ha llegado a la vida, porque la lengua es vida, a través de 140 idiomas, y aún sigue creciendo esa larga lista de sonidos que traducen sus lúcidos pasos.
Uno de sus primeros lectores en EEUU fue Thomas Jefferson, humanista y erudito y uno de los padres de la Nación, de la que fue su tercer Presidente. La lectura de Don Quijote era una de sus preferidas y tenía un ejemplar en español de la edición de la Real Academia Española de 1781, conservado actualmente en la Biblioteca del Congreso de EEUU.
Cada lector encontrará en Don Quijote un motivo para reencotrarse con él, y al hacerlo, siempre se descubrirá entre alguna de sus líneas. Ya apuntaba Don Miguel sus intenciones en el prólogo de la primera parte:
«Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla.»
Y Rocinante lo conduce a una Babel llamada Órgiva
«… y prosiguió su camino, sin llevar otro que aquel que su caballo quería, creyendo que en aquello consistía la fuerza de las aventuras.» (Primera Parte. Capítulo II)
Órgiva es una de las piezas del «Hilo de perlas acerca de los caminos y los reinos», que describió el geógrafo andalusí Al-Udri a comienzos del siglo XI. Mencionada diez siglos antes por Ptolomeo como una colonia griega llamada Exoche, la actual capital de La Alpujarra de Granada, fue refugio del destronado Boabdil que había dejado su alma en La Alhambra, y hoy lo es de muchos que buscan en este rincón de la tierra, tranquilidad, belleza, naturaleza y el calor de sus gentes.
Órgiva tiene en la actualidad alrededor de 5800 habitantes, de los cuales aproximadamente 1600 son extranjeros y miembros de 53 nacionalidades distintas. Entrada suroeste de La Alpujarra granadina, tiene sobrados encantos para pasearla con los ojos bien abiertos y dejarse llevar por los caminos que la cruzan y la envuelven.
Hay en esos caminos una parada inexcusable, la Biblioteca Hurtado de Mendoza. Una biblioteca Municipal que ofrece a sus vecinos un importante servicio público y en la que encontramos un tesoro muy especial: El Aula Cervantina “Agustín Martín Zaragoza”.
Don Quijote nos espera en un Aula Cervantina a los pies de Sierra Nevada
Inaugurada en el 2001, esta sorpresa para caminantes, atesora nada menos que ciento cincuenta ejemplares de la «Novela de Novelas», y más de quinientas obras referidas a ella: estudios, biografías y críticas, forman el fondo bibliográfico de esta aula, llamando nuestra atención desde vitrinas, armarios y estanterías. Todos ellos son una valiosa fuente de información para investigadores y seguidores de Don Quijote, o simplemente para curiosos.
Esta colección formada a lo largo de muchos años, es una realidad gracias al empeño y la paciencia del Bibliotecario Honorario Agustín Martin Zaragoza, «entusiasta» de Don Quijote, a quien debe su nombre el aula cervantina.
Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro. (Primera parte. Capítulo XVIII).
Comenzó en 1967 con la donación de un Quijote por parte de su Majestad el rey emérito Don Juan Carlos I, entonces príncipe de Asturias, que dedicó y firmó siendo ya Rey en el 1994, en su visita a Órgiva. Después fueron llegando muchas más donaciones de personalidades e Instituciones de todo el mundo, como el Sha de Persia, los reyes de España Felipe VI y Dª Leticia, ambos cuando eran príncipes de Asturias, las Instituciones Real Madrid C. F. y F. C. Barcelona, y algunos presidentes del Gobierno de España.
La actual Directora de la biblioteca Mª Carmen Martín Amat, continuadora del precioso proyecto de su antecesor, nos comenta que el Aula Cervantina guarda entrañables anécdotas surgidas de las donaciones de personas anónimas, como una pareja de ingleses que veraneaban por la zona y se emocionaron ante la coleccion queriendo colaborar, de manera que de regreso a sus islas, enviaron a Órgiva un antiguo ejemplar en inglés que perteneció a su familia.
Hay un buen número de ediciones «raras», entre ellas la que en 1869 hicieron en Dinamarca en lengua danesa, o la de 1977 impresa en esperanto y titulada “Ingenia Hidalgo don Quijote de la Mancha”. De 1892 hay una, en rústica en papel de hilo, en rama. Está impresa en letra bastarda española, publicada por la imprenta Gorchs de Barcelona. Otra rareza importantísima es la publicada por la imprenta Nacional Braille en Madrid en 1947, edición ilustrada que dirigió Don Julio Osuna Fajardo con motivo del IV centenario del nacimiento de Cervantes.
Una de las más curiosas y divertidas es la que escribió entre castigo y chanza, en latín macarrónico, Ignacio Calvo titulada “Historia Domini Quijoti Manchegui traducta en latín macarrónico”, prometiendo con su lectura todo un ejercicio de rejuvenecimiento indudable, pues quien tal haga no parará mientras le duren las páginas.
Hay ediciones que destacan por la belleza de sus ilustraciones; las que creó la imaginación de Gustave Doré o las de Enrique Herreros que ilustró el Quijote en tres ocasiones y en tres formas distintas, o la que en 1898 ilustró la exquisita sensibilidad de J. Moreno Carbonero, o la que llenó de trazos surrealistas Salvador Dalí , y más recientemente una que brilla entre las sombras y escorzos de Antonio Saura, o la que ilustró con ágil mirada Antonio Mingote.
Hay otras antiguas y muy valiosas como la edición de 1732 de Argamasilla de Alba de la que se conserva un facsímil, o la que hizo la Real Academia Española en 1917 con planchas de Juan de la Cuesta.
La lista de idiomas es larga, ya van setenta y nueve, entre los que hay ejemplares de las tres lenguas cooficiales españolas; euskera, catalán y gallego. Y por mencionar otras lenguas: polaco, croata, persa, noruego, occitano, portugués, quechúa, ucraniano, ubezco, y el hebreo, el ruso, el serbio, el griego, el árabe, el chino, el japonés o el coreano, el vietnamita o el yidis.
Además del empuje de las personas que han conseguido convertir en realidad esta Aula Cervantina, dejamos en el aire una razón de peso que seguro trajo aquí a Don Quijote para quedarse regalando luz a quien pasee por su historia: el atractivo envolvente (fermosura diría Don Quijote), de estas tierras que atrapa para siempre a quienes las recorren.
«La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura.» (Primera Parte. Capítulo I)