Hace unas semanas hablábamos en este blog de la magia que envuelve el mundo de la vidriera, y dejábamos pendiente una mirada a este escultor nacido en Tacoma, Washington, que lleva desde muy joven buscando expresar su feliz idea del arte de la escultura a través del vidrio soplado. Cuenta que una de sus inspiraciones contínuas es el jardín de su madre en su Tacoma natal, donde comenzó su andadura.
Chihuly se graduó en la Universidad de Washington, en Seattle, licendiándose en Diseño de Interiores. Cursó un Máster en Ciencias de la Escultura en la Universidad de Wisconsin y otro Máster en Bellas Artes en la Escuela de Rhode Island del Diseño.
En 1968 gracias a una beca Fulbright, estudió en la fábrica Venini de Murano, donde aprendió que el trabajo en equipo es fundamental en las técnicas del vidrio soplado. El proceso que fragua estas piezas necesita la implicación de una serie de personas que actúan en una sincronía como la que ocurre en una orquesta, así surge esta especie de milagro que explican mejor que cualquier palabra las imágenes de sus obras.



Ha montado instalaciones centradas en la idea del jardín, fruto de su fascinación por las formas abstractas que le ofrecen la naturaleza, los jardines o el océano y sus criaturas. De todos ellos hay reflejos en sus esculturas.
La búsqueda del paraiso a través del jardín es un anhelo perseguido por el hombre desde las culturas más ancestrales. Chihuly ha intervenido con sus creaciones en un buen númeo de parques, entre los que se encuentran: el Conservatory Garfield Park, en Chicago y “Mille Fiori” en el Museo de Arte de Tacoma. Desde el año 2001 ha dejado su huella en varios jardines botánicos como en el Garfield Park de Chicago, en el Real Jardín Botánico de Kew, cerca de Londres, en el Jardín Botánico de Nueva York, en el Pittsburgh Phipps, o en el Botánico de Missouri, entre otros muchos.



La organicidad de sus esculturas de vidrio se mezclan con naturalidad entre la flora de los jardines o las formas arquitectónicas, añadiendo fantasía y belleza a los caminos cotidianos. La danza de la que hablábamos al principio la compone aquí la unión entre la naturaleza, el arte y la luz.


Su enorme éxito hace que encontremos sus esculturas cubriendo techos de hoteles, casinos y museos.



Cuando se acerca a tamaños más pequeños, nos sorprenden pequeñas joyas que producen una fascinación más alcanzable, por su cercanía; en ellas la explosión del color sigue envolviento un movimiento que es una constante en toda la obra de Chihuly.





Desde el año 2000 una impresionante lámpara creada por Dale centra el hall de entrada del espléndido Victoria and Albert de Londres.
En 1976 y en 1979 sufrió dos accidentes. Uno le costó la vista de un ojo y el otro la imposibilidad de mover libremente un brazo, con lo cual no puede soplar vidrio. Pero lejos de alejarle de su empeño, simplemente cambió el rol, según sus propias palabras «ahora no soy bailarín, soy coreógrafo». En efecto, dirige un grupo de personas que lleva a cabo sus diseños, aunque la composición de estas «musicales y coloridas esculturas sigue siendo obra suya»
El espectacular juego de luces y formas despierta la imaginación de la mirada sorprendida de quienes se crucen con sus obras.

La naturaleza y el Cosmos en una coreografía sin límites.

La mayor exposición permanente de su obra se encuentra en el Museo de Arte de Oklahoma City. Es además empresario y tiene una galería en el Las Vegas City Center en Gallery Row, ciudad de la que dejamos unos cuantos consejos para visitarla, y dos tiendas en asociación con los MGM Resorts International, una en el famoso Hotel Bellagio de Las Vegas, del que hablábamos en nuestra entrada sobre las vidrieras, y otra en el MGM Grand Casino en Macao.