Desde las dinastías faraónicas, pasando por los Fatimíes o los Mamelucos y llegando a nuestros días, los diferentes pueblos que han habitado en Egipto han vivido en torno al Nilo, un río, como lo describió Isaac Asimov, «muy poco corriente». Aunque no es el único, como muchas veces se ha dicho, es uno de los pocos que fluye de sur a norte, el segundo más largo del mundo y tiene su época de mayor caudal en verano.
En sus riberas se desarrolló una de las civilizaciones más antiguas y longevas de la historia de la humanidad. Sus grandes tumbas, sus jeroglíficos y exótica apariencia lo convierten, además, en uno de los países más atrayentes para los viajeros desde que los franceses, durante las campañas de Napoleón, crearon la egiptología. Siempre rica y exuberante en su belleza natural, Egipto es una tierra que sigue fascinando a millones de turistas por su legado de la Antigüedad y por lo que los diferentes pueblos musulmanes han ido dejando detrás.
El sueño de muchos viajeros es visitar Egipto una vez en la vida. Es un país abierto al turismo y preparado para ello que ofrece un enorme abanico de actividades. De las puramente culturales en busca del legado faraónico e islámico, el turismo natural o el deportivo y de relax en las ciudades balneario bañadas por el Mar Rojo y sus arrecifes de coral.
Alejandría
Fundada por Alejandro Magno en el 331 a.C. en mitad de su exitosa campaña contra los persas, la ciudad, en el extremo oriental del delta del Nilo, se convirtió en poco tiempo en el centro cultural del mundo. Hoy es la segunda ciudad más importante de Egipto y tiene claras diferencias con el resto del país.
Frente a algunos que opinan que no hay demasiado que ver, otros opinan que es indispensable. Se trata de una ciudad muy mediterránea y, aunque no queda mucho en pie de la impresionante ciudad helénica, sigue siendo muy atrayente. Claro que si el viajero va buscando restos del Egipto faraónico puede no quedar entre sus mayores prioridades.
La columna de Pompeyo y el anfiteatro son dos de las visitas para seguir el rastro de aquella Alejandría de la Antigüedad. Aunque no quede en pie su famoso faro, una de las siete maravillas del mundo antiguo, se puede visitar la fortaleza de Qaitbay, que se eleva sobre el recinto del faro. Siguiendo ese rastro dejado por Alejandro y los Ptolomeos, la nueva Biblioteca de Alejandría es otra parada que, aunque no imite el antiguo edificio, es un monumento al saber perdido.
Alejándose de la huella antigua, Alejandría tiene mucho que ofrecer. Tiene un aire alegre y abierto, con una vida nocturna muy atractiva. Su precioso puerto es una delicia a cualquier hora del día. El Palacio de la Montaza y sus jardines, las catacumbas de Khom el Shogafa y la Mezquita de Al Mursi completan un callejero cuya visita es una delicia.
El Cairo, la capital de Egipto
Fundada a orillas del Nilo en el 116 a.C. por los romanos sobre una antigua fortaleza persa, el Cairo es hoy una de las ciudades más grandes del mundo, y la más poblada del mundo árabe africano y proximooriental. Debe su nombre a los fatimíes y es hoy la capital de Egipto.
En una situación geográfica privilegiada, El Cairo cuenta con una de las vidas nocturnas más famosas del planeta y hermosos monumentos musulmanes. Además de todo lo que ofrece en sus calles, está muy cerca de la antigua Menfis, de las pirámides de Giza y la Gran Esfinge y de las de Saqqara. La ciudad de los mil alminares es, sin duda, una visita obligada en Egipto, además del principal atractivo del país.
La Ciudadela de Saladino domina, en lo alto de una colina, la parte fatimí de El Cairo. La fortaleza, construida entre el 1176 y 1183 para defender la ciudad ante el peligro de las Cruzadas, es uno de los puntos de interés indispensables. Dentro del recinto está la famosa Mezquita de Alabastro, llamada así por estar recubierta de ese material. Además de la impresionante belleza de la mezquita, construida entre 1830 y 1848, el viajero tiene a su disposición una de las mejores vistas de la ciudad.
Sin salirnos de El Cairo, el mercado de Jan el-Jalili es otra parada obligatoria. Sus estrechas y preciosas calles nos transportarán a otra época en lo que es un mercado típicamente medieval. Muchos de los tenderos no cierran mientras haya clientes y es un lugar perfecto para llevarse un recuerdo. En el barrio copto y sus cercanías, la Iglesia Colgante y la Sinagoga de Ben Ezra merecen mucho la pena. Por último, cualquier amante del Antiguo Egipto no puede irse del Cairo sin visitar el Museo Egipcio.
Giza, Saqqara y Dashur
En los límites de El Cairo se extiende la Necrópolis de Giza, con tres de las pirámides más famosas del mundo es uno de los destinos más solicitados de Egipto y el principal motivo que lleva a muchos viajeros al país africano. Las tumbas piramidales de Keops, Kefrén y Micerinos reinan esta necrópolis, también repleta de mastabas, de entre las que surge la famosa Gran Esfinge.
Más al sur se extienden otras dos necrópolis que, si bien no son tan conocidas, son esenciales para comprender la de Giza. Si anteriormente vimos las pirámides más grandes, en Saqqara y Dashur vemos cómo de mastabas se fue pasando, poco a poco, a la forma piramidal que conocemos. Parte de este proceso está representado en la pirámide escalonada de Zoser y la acodada de Snefru.
El Mar Rojo
Alejada del Nilo, la cara oriental de Egipto mira al Mar Rojo, una línea de costa que desprende una placidez maravillosa. Es un destino habitual para descansar al final de un viaje corto o en mitad de uno largo. Preciosos hoteles en línea de playa harán las delicias de los que busquen una experiencia paradisíaca.
Uno de los destinos más interesantes es Hurghada. El viajero puede encontrar aquí relax, pero también algo de aventura: se realizan muchas actividades de esnórquel para ver coral y también se practica el windsurf. En la Península del Sinaí, hacia el norte, la ciudad balneario de Sharm el-Sheij es otro bellísimo lugar en el que relajarse unos días, un lugar en el que también hay muchas actividades para contemplar los arrecifes de coral.
Luxor
En el sur de Egipto, en la ribera oriental del Nilo, Luxor lleva milenios en pie y fue capital del Impero Nuevo. Conocida antes como Tebas, es el mejor lugar para visitar templos egipcios y está considerado como un gran museo al aire libre. De hecho su nombre, que viene del árabe, significa «los palacios».
En la propia Luxor podemos encontrar el Templo de Luxor, dedicado al dios Amón. Es uno de los templos mejor conservados de Egipto y hay que visitarlo. Representa el templo clásico con avenida de esfinges y grandes pilonos, las estatuas de Ramsés II y las impresionantes columnatas. Sin salir de la ciudad también es obligatorio visitar el complejo templario de Karnak, un enorme conjunto de templos que se convirtió en el mayor centro religioso de su época, y en el que destaca el templo de Amón-Ra.
Al otro lado del Nilo están dos de los mayores atractivos de Egipto. Por un lado el Templo de la faraona Hatshepsut, semi excavado en la roca. Sus tres terrazas superpuestas con pórticos y los relieves que conservan la policromía son las joyas del edificio. Por otro lado, el Valle de los Reyes (y el de las Reinas) contienen algunas de las tumbas más famosas, como la de Tutankamón o la de Ramsés II. Los Colosos de Memnón ponen la puntilla del maravilloso atractivo cultural de la zona.
Asuán
No muy lejos de la frontera con Sudán, Asuán se alza muy cerca de la presa homónima. Es un precioso lugar muy egipcio: el Nilo todavía hace crecer la vegetación, las casas se amontonan en su ribera, a veces escarpada, y las falucas y los cruceros pueblan el río.
Para llegar a Asuán, casi en el extremo sur de Egipto, hay varias opciones. La que más nos gusta y os recomendamos es la de llegar en crucero desde Luxor. Es una experiencia que todo viajero debería experimentar.
Está poblada de islas con un enorme interés cultural: la de Elefantina es Patrimonio de la Humanidad por sus ruinas y su museo es muy recomendable, la de Kitchener es un precioso jardín botánico y la de Agilika brilla por el Templo de Isis y el quiosco de Trajano. En la propia ciudad, la impresionante Mezquita de El-Tabia y el Mausoleo de Aga Khan son dos visitas indispensables.
Pero Asuán, además de ser un bellísimo lugar y contar con atractivos propios, es una puerta de acceso a Abu Simbel. El maravilloso templo de Ramsés II excavado en la roca está casi rozando la frontera con Sudán. La construcción de la presa hizo necesario reubicarlo, tratando de respetar la construcción original en la medida de lo posible. Este enclave, que es otro de los más afamados de Egipto, es una visita obligatoria por la que merece la pena cruzar el país de punta a punta.