Edimburgo, capital de Escocia desde 1437, conocida popularmente como la vieja chimenea, es un lugar muy especial que merece más de un viaje, algo que saben muy bien quienes han estado allí. Situada en la costa este de Escocia, a orillas del fiordo del río Forth, fue uno de los centros culturales más importantes durante la Ilustración. Hoy sus aproximadamente medio millón de habitantes, cuentan con cuatro importantes universidades.
Edimburgo fue en 2004 declarada por la Unesco como Ciudad de la Literatura, convirtiéndose en la primera ciudad del mundo en obtener esta distinción, cuya idea partió a propuesta de la propia Edimburgo y de cuya lista forman parte las ciudades españolas de Granada y Barcelona.
Tiene esta ciudad rincones oscuros que fueron escenarios de las más terribles historias, y a pesar de que los guías turísticos hablan de la existencia de fantasmas, nosotros sólo vimos una ciudad llena de gentes cordiales que son uno de sus más hermosos recuerdos. Ciudad de preciosos jardines, dueña de una bellísima arquitectura y de un ambiente dinámico y atractivo, que vive inmersa de lleno en el siglo XXI sin olvidar su pasado.
Sus distritos The Old Town (ciudad antigua) y The New Town (ciudad nueva) son Patrimonio de la Humanidad desde 1995.
The Old Town (ciudad antigua)
No se nos ocurre mejor forma de empezar a conocer Edimburgo que recorrer Old Town. La vieja ciudad donde todo empezó, que ha conservado su estructura medieval y muchos de sus edificios de la Reforma Protestante. Coronada por un imponente castillo del que os hablamos aquí, que sobresale desde una peña formada por los restos de un tapón volcánico. La visita es imprescindible, podéis hacerla guiada, o por libre, para lo que os aconsejamos que llevéis las entradas y evitaréis colas interminables.
Old Town se derrama desde un lateral de la peña, colina abajo a través de su calle principal, la Royal Mile, de la que salen pequeñas calles llamadas closes o wynds entre las que se encuentra la Lady Stair’s Close, que conduce al Museo de los Escritores. La Royal Mile termina en la abadía de Holyrood, de la que sólo quedan sus ruinas junto al palacio de Holyroodhouse, levantado como residencia real en 1128 y que hoy es la residencia oficial de la familia real en Escocia.
Entre la encrucijada de callejuelas que parten a ambos lados de la Royal Mile hay una serie de plazas grandes donde encontramos la Catedral de Saint Giles, Las Cortes, el Museo Real de Escocia, la Universidad de Edimburgo, y numerosas calles subterráneas, la The Real Mary King’s Close, que son antiguas reliquias de la historia constructiva de la ciudad, y de las que parten historias y leyendas llenas de fantasmas. Aquí una visita guiada en la que os presentarán algún que otro fantasma.
También está el Scotch Whisky Experience, en el que se puede recorrer el proceso de elaboración del whisky, y la Camera Obscura and the World of Illusions: una colección de ilusiones ópticas que cuenta, en lo alto de la torre, con unos espejos refractores que permiten ver una fotografía en movimiento de Edimburgo. Muy cerca está la The Hub, una antigua iglesia gótica que sirve de sede al famoso Edinburgh International Festival que se celebra todos los veranos.
Siguiendo colina abajo encontramos la Calle Victoria, «Victoria Street», una pendiente en forma de C, construida en dos niveles que conecta el puente «George IV Bridge» con Grassmarket. Toda la magia cabe en esta colorida C llena de tiendas y restaurantes. En ella se inspiró J.K. Rowling para darle vida al bullicioso Callejón Diagón de los libros de Harry Potter, convirtiendo sus tiendas en comercios para los magos.
Al final de Victoria Street se encuentra Grassmarket, una plaza que fue antaño lugar de ejecuciones públicas y que hoy es un bullicioso lugar de encuentro repleto de bares y restaurantes.
Muy cerca está el tranquilo cementerio de Greyfriars, en el que nos detuvimos en nuestra lista de cementerios del mundo.
Casi al final de la avenida se encuentran dos de los callejones más encantadores, el White Horse Close y el Dunbar’s Close. El primero se abre a un pintoresco patio de vecinos, y el segundo desemboca en unos románticos jardines al estilo del siglo XVII.
New Town, la ciudad nueva de Edimburgo
En los siglos XVI y XVII Edimburgo crecía alrededor de la Royal Mile protegida por las murallas, y tenía un serio problema de superpoblación que intentaron solucionar con la construcción de precarios edificios de varias plantas, donde los habitantes se apiñaban en condiciones poco saludables e inseguras. Este problema urbanístico propició la creación de la New Town, una ciudad nueva cuyos planos comenzaron a trazarse en el siglo XVIII y que permitió la expansión de la ciudad.
La New Town, que proyectó James Craig, es considerada una obra maestra del desarrollo urbanístico. Nació como una zona residencial, pensada para familias pudientes, que hoy está abierta a todos, ya que es el área comercial y de oficinas de la ciudad. Recorrida de norte a sur por tres calles paralelas: Princes Street, George Street y Queen Street, abrazadas por dos amplias plazas al este y al oeste: St Andrew Square y Charlotte Square.
Una sucesión de elegantes construcciones de estilo neoclásico y georgiano, conocidas como terraces, se distribuyen en un perfecto plano ortogonal en el que nos encontramos con fachadas cuya decoración se teje entre columnas y coloridas puertas de entrada.
Entre estas espléndidas calles respiran jardines privados como el de Queen Street, o los de Princes Street, hoy abiertos a todo el mundo pero que en el pasado eran también privados. Estos jardines habitados por un ejército de ardillas, tienen un curioso y famoso reloj floral cuyo diseño cambia cada primavera, y otro icono de Edimburgo: la fuente de Ross, junto a la cual surgen las imágenes del Castillo que viajan en las cámaras de todos los visitantes.
A poco que nos alejemos del bullicioso centro, encontraremos que la New Town es un elegante remanso de tranquilidad. Precisamente desde el centro se accede al famoso Calton Hill, una colina que guarda una colección de monumentos en la cima que le ha valido a Edimburgo otro sobrenombre: «La Atenas del Norte». Entre ellos está el National Monument, una réplica inacabada del Partenón de Atenas.
Y quizá el más fotografiado de estos monumentos sea el recuerdo al filósofo escocés Dugald Stewart, levantado en 1831 inspirado en La linterna de Lisícrates, también en Atenas. (en primer plano de la fotografía de cabecera).
Otro curioso monumento es el Nelson Monument, una torre en forma de telescopio en honor al vicealmirante Nelson, que conmemora la batalla de Trafalgar, convertido en un pequeño museo que transita por la vida del militar. Desde el final de la terraza, a la que se llega tras subir 143 escalones se tienen unas espléndidas vistas de Calton Hill.
Desde la Waterloo Place se accede al Old Calton Cemetery, que forma parte de las rutas de fantasmas de la ciudad, y a la salida del cementerio nos encontramos con la Princes Street (La calle de los príncipes). Avenida comercial de la ciudad, construida sólo en la cara norte. Bulliciosa arteria llena de tiendas donde encontrar souvenirs y cafeterías que reciben la luz en sus plantas altas desde las que se difrutan unas bellísimas vistas de la Old Town.
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En la ciudad nueva se levanta la Scottish National Gallery, y el Monumento a Scott desde cuya torre gótica se disfrutan unas espléndidas vistas de Edimburgo. Y los viejos y señoriales grandes almacenes Jenner’s, los más antiguos de Edimburgo (1838).
Y para hacer honor a su título de Ciudad Literaria en la Charlotte Square, que permanece cerrada gran parte del año, se celebra cada verano el magnífico Edinburgh International Book Festival.
Una parte encantadora de la ciudad nueva, alejada del bullicio de centro es el barrio de Stockbridge, un lugar cercado por la naturaleza, bohemio y familiar, con casas y calles de cuento, donde vivir debe ser una delicia.
Cercanías de Edimburgo
Edimburgo es destino perfecto para una escapada en verano. Si el tiempo disponible lo permite hay cerca de Edimburgo numerosos lugares que merecen una visita en los que nos pararemos en próximas entradas, como el Jupiter Artland, un jardín escultórico a poco menos de media hora de la ciudad, en el que una serie de artistas contemporáneos han dejado su obra entre los sorprendentes terrenos que les ofrece la naturaleza.
O la Capilla de Rosslyn, por la que ya nos paseamos en Ruta Cultural. A unos quince kilómetros de Edimburgo, os espera un especialísimo lugar cuya historia, salpicada de intrigas y misterios nos os defraudará. Como tampoco lo harán los frondosos bosques que la rodean.
También a quince kilómetros está el precioso pueblecito de South Queensferry, desde cuyo puerto os podéis acercar en uno de los barcos que recorren el Firth of Forth (de abril a octubre) a la maravillosa isla de Inchcolm, y conocer su histórica abadía medieval.
Hay mucho más, seguiremos recorriendo este fantástico y acogedor lugar de la tierra. Cualquier información que necesitéis para visitarlo, o si queréis que os montemos un viaje a la medida de vuestras aficiones, no dudéis en poneros en contacto con nosotros. Somos especialistas en hacer pura artesanía viajera.
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