Los castillos del Loira son uno de los principales atractivos de Francia. Es una zona que destaca en un país repleto de joyas desde París, una de las urbes más bonitas del planeta, a la Provenza y su lavanda, del románico francés a la exuberancia del gótico y el barroco.
El valle del Loira es, sin duda alguna, uno de los mayores tesoros de Francia. En la zona noroccidental del país, bajo la Bretaña y la Normandía, se extiende la región de los Países del Loira. Una sección del río y sus territorios aledaños son patrimonio de la humanidad y uno de los destinos más bonitos y solicitados de Francia.
Lo que hace único al Valle del Loira es su maravilloso entorno natural que, llamado «el jardín de Francia», es una de las zonas más bonitas del país en la que, además, las bodegas producen vinos de fama mundial. Pero si destaca por algo, por encima del resto de atractivos, es por sus castillos. Os presentamos esta ruta, de este a oeste y que os recomendamos hacer en coche, por algunos de los castillos del Loira más bonitos.
Castillo de Sully-sur-Loire
Hacia el sureste de la preciosa ciudad de Orleans, un buen enclave en el que hospedarse para la primera parte de la ruta, el pequeño pueblo de Sully-sur-Loire es la primera parada en el maravilloso Valle del Loira. Es una pequeña localidad con encanto a orillas del río y tiene uno de los pocos castillos que se pueden ver desde fuera sin pagar entrada.
El castillo de Sully-sur-Loire se encuentra rodeado de agua. Además de estar entre el río Loira, el Sagne y el d’Oison, un estanque rodea por completo el edificio. Se trata de uno de los exteriores más bonitos de un castillo del Loira, que cumple con ese ideal de fortificación rodeada de agua que tiene tanta fuerza en el imaginario colectivo. Es una visita que merece mucho la pena.
El castillo de Chambord
Hacia el otro lado del Loira, al suroeste de Orleans, el sueño de Francisco I se alza rodeado de bosques y estanques entre la atenta mirada de los turistas. Además de ser el más famoso, el castillo de Chambord es el más grande del Loira y, qué duda cabe, uno de los más bonitos.
Fue concebido como un gran parque de caza para el monarca y, como buena parte de los castillos del Loira, construidos más como lujosas residencias y seña de ostentación de poder que como fortalezas reales, de ahí su extraordinaria belleza.
En Chambord trabajaron arquitectos italianos que dejaron la impronta del Renacimiento italiano en el castillo, que lo convierten en uno de los más interesantes de visitar tanto por fuera como por dentro. Atribuida en parte a Leonardo da Vinci, su escalera de caracol es uno de los atractivos más famosas de Chambord.
Castillo de Cheverny en el Loira
Siguiendo hacia el oeste por el río en busca de más castillos del Loira, Blois emerge como una preciosa población perfecta para hacer noche si se quiere degustar el valle poco a poco. Con su propio castillo, el Real de Blois, la catedral de Saint-Louis, la torre de Foix, el puente de Jacques Gabriel y varios museos, la localidad ofrece mucho al viajero.
Pero si nos detenemos aquí es porque a unos diez kilómetros al sur el castillo de Cheverny es el protagonista de la zona. Sencillo y muy elegante, es uno de los que menos apariencia de castillo dan, y es que se presenta ante el visitante como un precioso palacete renacentista. Inspiró la casa del Capitán Haddock, de Tintín, historietas de las que tiene una exposición.
Por fuera y por dentro Cheverny desprende buen gusto, con lo que la visita al completo merece mucho la pena. Los jardines se complementan perfectamente con el castillo con actividades como paseos en barca para completar un día perfecto.
El castillo de Chaumont
Hacia el oeste de Blois, desde donde podemos visitar uno o dos castillos más antes de «mudarnos» a Tours, justo en la ribera del Loira, se alza el castillo de Chaumont y sus jardines.
Chaumont es uno de los castillos del Loira mejor conservados y, sin dejar de ser muy bonito, es justo lo que cualquiera se espera de un castillo: grandes torreones y una puerta a la que se llega a través de una pasarela.
Los preciosos jardines del castillo, elevado ligeramente sobre el Loira, son otro aliciente más para visitar este precioso enclave. A pesar de su belleza, a Catalina de Médicis no le resultó suficiente como residencia, pues su esposo Enrique II pasaba los días en Chenonceau con Diana de Poitiers, su amante. Cuando murió el Rey Catalina obligó a Diana a intercambiar morada y, aunque Chaumont sea muy bonito, probablemente entenderemos por qué lo hizo en nuestra siguiente parada.
Castillo de Chenonceau en el Loira
Ya más cerca de la ciudad de Tours que de Blois, con lo que es un buen momento para cambiar de residencia temporal a esta preciosa población, se encuentra uno de los más bonitos entre los castillos del Loira: Chenonceau.
Hacia el sureste de Tours, en el río Cher (afluente del Loira), se encuentra el castillo de Chenonceau. Sobre el río, y no en su ribera como sería de esperar, el castillo cruza el Cher como una suerte de Ponte Vecchio florentino en su versión Chateau francés. Una verdadera maravilla que lo eleva entre los dos más famosos y hermosos castillos del Loira junto al de Chambord.
No es de extrañar que Diana de Poitiers estuviera encantada con su residencia ni que Catalina de Médicis quisiera arrebatársela. Chenonceau es conocido como el castillo de las damas, y que estuvo habitado por diferentes mujeres que dejaron una impronta arquitectónica y lo colmaron de historias. Fue Diana quien mandó construir el puente y Catalina la galería de dos plantas. Durante la Revolución Francesa y, tras haber sido un convento, Louise Dupin lo convirtió en un salón literario, por donde pasaron personalidades como Voltaire, Montesquieu o Rousseau.
Chenonceau es un pequeño museo sobre el Cher con obras de Murillo, Poussin, Rubens, Tintoretto o Van Dyck. Sus maravillosos jardines, con los nombres de Diana y de Catalina, son otro gran atractivo, a los que se hacen unas visitas especiales por la noche entre el 14 de julio y el 15 de agosto.
Castillo de Amboise
Hacia el este de Tours, siguiendo la ribera del Loira, se encuentra Amboise, una localidad dominada por uno de los más antiguos castillos del Loira. En el recinto del castillo Real de Amboise nació el rey Carlos VIII, que acabó eligiendo el lugar como bastión de la dinastía de los Valois. Fue el primero, Carlos VIII, en llevar las influencias italianas al valle del Loira tras una vida centrada, en parte, en campañas militares en Italia.
Francisco I continuó con la construcción, con la inestimable ayuda de las ideas de Leonardo da Vinci, que en esta ocasión sí se sabe con seguridad que trabajó en el Castillo, a diferencia de Chambord. De hecho, da Vinci vivió en Clos-Lucé, un pequeño castillo también visitable y conectado por un pasadizo subterráneo al castillo Real, y está enterrado en su capilla. Por belleza y por historia merece mucho la pena visitarlo.
Castillo de Villandry en el Loira
Muy cerca de Tours, siguiendo el río hacia el oeste, Villandry se eleva con mucha sencillez rodeado de vegetación. El edificio es, en este caso, lo secundario del conjunto, aunque no deja de evidenciar el buen gusto constructivo en la zona. Los jardines de Villandry son, con mucho, los más hermosos de los castillos del Loira.
En total son seis los jardines que completan Villandry y están ideados como lienzos vegetales cada uno con una temática diferente. Son tan impresionantes de contemplar a pie como a vista de pájaro. El jardín del agua, el del Sol, el huerto decorativo o el laberinto son algunos de los jardines más bonitos de esta maravilla vegetal que, además es un huerto ecológico.
Villandry, que tras pasar por diferentes familias estaba de capa caída, fue adquirido por el español Joaquín Carvallo y la estadounidense Anne Coleman, matrimonio que lo restauró y le devolvió el esplendor de antaño en 1906. Aunque el interior no es la parte que más atrae a los visitantes, el salón oriental es una joya de aires moriscos.
El castillo de Saumur
Tras Tours, siguiendo el cauce del río hacia el oeste, Saumur aparece como una bellísima localidad cruzada por el Loira. Es un lugar perfecto para degustar los vinos del lugar y hacer noche ya que, a una hora de Tours, es mejor y más natural seguir en dirección oeste que no ir y venir desde la anterior ciudad.
En un promontorio, el castillo de Saumur domina por completo la localidad, lo que le concede unas vistas sin igual. Es, probablemente, el castillo del Loira con mejores vistas de todos, y es que la preciosa Saumur cruzada por el río es una vista por la que de por sí merece la pena la visita.
El castillo es, además, una muy bella construcción de la dinastía Valois. En ese promontorio y con su aspecto de cuento de hadas, los viajeros que busquen castillos con más apariencia defensiva y belleza arquitectónica quedarán, sin duda, encantados.
Castillo de Brissac en el Loira
A una media hora al oeste de Saumur, y muy cerca de Angers (ciudad que merece la pena visitar), las siete plantas del castillo de Brissac se alzan imponentes en su parque de 70 hectáreas. Es el más alto de los castillos del Loira y mezcla a la perfección la apariencia de robusta fortaleza con la de lujosa residencia nobiliaria.
Lleva cinco siglos en la familia y su actual propietario vive allí con lo que las visitas son algo más limitadas que en otros casos, pero los viajeros pueden seguir deleitándose con diferentes estancias interiores. Desde estancias más medievales y otras claramente renacentistas, el interior de Brissac es una joya cuidadosamente presentada, cuyo teatro privado es, quizás, una de las partes más llamativas.
Nantes y otros castillos del Loira
Una ruta por los castillos del Loira acaba y empieza donde cada uno prefiera. De este a oeste hemos propuesto esta para seguir el cauce del río hasta Nantes donde, el castillo de los duques de Bretaña es otra parada muy aconsejable para los amantes de estas estructuras.
A lo largo del valle del Loira hay más castillos que merecen la pena visitarse como el de Angers, Langeais, Brézé o Rivau, y varias ciudades en las que se pueden pasar varios días conociendo y degustando la gastronomía y los famosos vinos del Loira.
La propia Angers o Nantes son ciudades que, por su cercanía a los castillos, son de una visita casi obligatoria. Más allá de Nantes, muy cerca, están el mar y la desembocadura del Loira, un río que ha conectado durante siglos a lo largo de su ribera las aspiraciones y el gusto por el lujo de familias nobiliarias y reales. Tras empaparnos de su historia y arquitectura, el mar nos llama en verano como promesa refrescante para final de viaje, que podemos disfrutar en las playas de Saint-Nazaire o Pornichet.