La Provenza es una región asociada a los paisajes de color lavanda, pero ni estos campos se extienden por toda la región, ni se pueden ver en cualquier momento del año. Es el verano, entre junio y septiembre pero con especial intensidad durante el mes de julio, cuando adquieren ese color intenso que colorea los paisajes de una región ya de por sí hermosa de tonos que parecen irreales.
La mejor zona para disfrutarlos es el área al noroeste de Aix-en-Provence: el Parque Nacional del Lubéron, la Drôme provenzal y toda la zona que rodea el Mont Ventoux. Es esta una zona bendecida también con un rico patrimonio cultural, con preciosos pueblos colgantes y entre ciudades tan atractivas como Arles, Avignon, Orange o Aix. La ciudad aixois es, de hecho, una de nuestras preferidas para organizar escapadas veraniegas.
El plateau de Valensole
La lavanda se cultiva tanto en campos pequeños y cercados como en largas extensiones. Los primeros, normalmente alternados con otros cultivos (cereal, girasol, viñas) forman bonitos mosaicos de colores, pero los más impresionantes son esos campos extensos dedicados exclusivamente al cultivo de la lavanda y el lavandín (que presenta una mata más voluminosa y abierta). Uno de ellos, seguramente el mayor, se encuentra en la meseta –o plateau– de Valensole.
Valensole es un bonito pueblo provenzal, con varios monumentos dignos de ver y con un calendario de fiestas obviamente condicionado por el cultivo que lo rodea y envuelve. A finales de septiembre, cuando termina la recolección, muchos productores abren sus puertas al público y se celebran exposiciones, demostraciones y concursos de corte de lavanda.
La abadía de Senanque
En pleno Parque Natural del Luberon, junto a a Gordes, uno de los pueblos colgantes más bonitos de toda la Provenza, se encuentra esta abadía cisterciense con casi ocho siglos de historia. Tiene un aspecto austero, sencillo y sin decoración, fiel a las preceptos que la fundaron; un aspecto que se funde a la perfección con la suave sencillez de los montes y los paisajes que la rodean. La abadía merece una visita por sí misma (al igual que el maravilloso románico provenzal) y los alrededores son verdaderamente hermosos, pero en verano, durante la floración de la lavanda, el campo, no muy extenso, que se extiende junto a la abadía convierte el lugar en una verdadera maravilla. Quizá sea una de las fotos más repetidas en guías de viaje y carteles promocionales, pero es que es irresistible.
El Museo de la Lavanda en Coustellet
En Coustellet, también a pocos kilómetros de Gordes pero en la dirección opuesta que Sénanque, está el museo más completo de los dedicados a la lavanda en la Provenza. Lo creó la familia Lincelé, dedicada al cultivo de la lavanda desde hace cinco genraciones, en 1991. Lo hicieron para mostrar todos los secretos de la flor más simbólica de la Provenza, explicar su proceso de maduración y recolección y los muy variados usos que se le da: jabones, aceites, perfumes, licores, etc. El museo ha tenido un éxito espectacular, pero sigue siendo un lugar familiar y acogedor que cuida admirablemente los detalles y ofrece todo tipo de actividades. El sitio perfecto para aprender los secretos de la lavanda, antes, o después, de salir a recorrer sus campos.