El conjunto arqueológico Mulva-Munigua es una joya de época romana tan poco conocida como impresionante (una de las mejores excursiones que se pueden hacer desde Sevilla). Entre los primeros surcos de la Sierra Morena sevillana, el escalón hacia la meseta, se esconde una pequeña perla que pasó desapercibida durante más de un milenio, y no se estudió a conciencia hasta mediados de la pasada centuria.
Quizás es su situación alejada de grandes núcleos de población la que ha hecho que haya llegado a nuestros días en el magnífico estado en que se encuentra. En cualquier caso, su buen estado de conservación nos ofrece una vista clara de una ciudad romana en miniatura con todos sus ingredientes: las viviendas, el foro y los templos, y por supuesto, las termas y una muralla (la que sin duda se ha llevado peor con el tiempo). Es una ocasión única para conocer una ciudad romana imperial en unos pocos metros cuadrados, y descubrir algunos tesoros que nos sorprenderán.
Los contrafuertes del templo.
Son una de las joyas del conjunto, no pasan desapercibidos a nadie, y cuando nos vamos acercando a las ruinas nos sobrecogen con su porte, que hicieron pensar durante mucho tiempo que se trataba de un castillo medieval y no de un templo romano. Son gruesos, imponentes, llevan en pie casi 2000 años y parece que quieran seguir así durante muchos más.
Las termas.
Esta edificación romana no podía faltar en toda ciudad que quisiera sentirse orgullosa. No es en el caso que nos ocupa grande ni tuvo en su momento brillo especial sobre cualquier otra, pero su estado de conservación da al visitante una idea muy buena de cómo eran realmente unas termas.
Todos hemos visitado ruinas en las que estos baños son arcos a ras de suelo vagamente conservados sin mucho más que decir al profano en la materia. La sensación al visitar estas es de entender a la perfección cómo eran en unos pocos metros cuadrados, ya que podemos ver bien las bóvedas del subsuelo, los baños y salas de los que se componían unas termas romanas.
Las pinturas de las termas.
Por si fuera poco, las termas de Mulva-Munigua guardan pinturas muy bien conservadas. No son murales maravillosos, ni se distinguen demasiado, pero la escasez de pinturas romanas hace que se nos caiga la baba en cuanto vemos unas. A pesar de todo son un buen ejemplo de cómo estaban decoradas las termas, y, ¿no os parecen bonitas?
El templo de Mulva.
Toda la ciudad está coronada por un templo magnífico y genuino en la Península Ibérica. Una construcción que recuerda a algunos templos construidos durante la República en la región del Lazio. Contar con uno a pequeña escala, como lo es todo en Mulva-Munigua, es una verdadera suerte.
Además, las vistas desde lo alto del templo no tienen desperdicio alguno, la pequeña ciudad está rodeada por la naturaleza casi intacta, y podemos ver de forma escalonada cómo el entramado de la urbe discurre hacia abajo, teniendo a la vista una ciudad al completo.