En plenos Montes Metálicos, al sur de Sajonia, se encuentra Seiffen, un pequeño pueblo alemán de postal. Con apenas 2.000 habitantes esta localidad, cerca de la frontera con la República Checa, es muy reconocida en Alemania y en el resto del mundo, al menos entre los apasionados de la Navidad y sus cuentos, especialmente en su vertiente centroeuropea.
Los Montes Metálicos son llamados así por un rico pasado en la minería metalífera, cuyas betas llamaron la atención de pobladores en busca de un sustento. Aunque la economía de la zona cambió hace tiempo, se les sigue conociendo por su pasado minero. Cerca de Dresde y de la Suiza Sajona, es una de las regiones más bonitas del Estado Libre de Sajonia. Como decíamos antes, un lugar de postal.
Entre los diferentes pueblos de la zona, uno de los que más fama ha tenido siempre ha sido Seiffen. Es uno de los principales centros productores de juguetes de madera artesanos, muy enraizado en la tradición regional y con una importancia especial de los juguetes y adornos navideños. Se puede decir que, de alguna manera, en Seiffen se da vida a la Navidad.
De mineros a artesanos
La primera vez que se menciona Seiffen en documentos es en 1324, y por aquel entonces era conocida como «Cynsifen». Como en otros lugares de los Montes Metálicos, la «fiebre metalúrgica» atrajo a pobladores para explotar las betas de minerales, con una gran importancia de la plata.
No obstante, los depósitos metalúrgicos no duraron para siempre. Al mismo tiempo que Castilla y Aragón se embarcaban en el ciclo de la exploración, conquista y colonización de América (donde se encontraron grandes depósitos de plata), las minas centroeuropeas comenzaban a decaer.
En el mismo corazón de la región montañosa que antaño había alimentado a sus habitantes gracias a los minerales, los vecinos de Seiffen buscaron otra salida para subsistir: la madera. Si había algo que abundaba en la zona, además de metales, eran bosques. Los mineros se convirtieron en artesanos en una tradición que dura ya alrededor de medio milenio.
El reconocimiento internacional no tardó demasiado en llegar. En 1699, Johann Friedrich Hiemann llevó juguetes de madera a la feria de Nuremberg, donde estos objetos artesanos triunfaron. La clave residió en dos factores: la depresión económica del lugar permitía poner los juguetes a un precio bajo, y la calidad de los mismos, a pesar de tener un precio tan competente, era muy alta.
Desde entonces el mundo ha cambiado mucho, así como la categoría de Seiffen. Ahora sus juguetes y objetos navideños son caros, especialmente si lo comparamos con manufacturas de países asiáticos, pero siguen siendo ejemplo de la mayor calidad y a pesar de los cambios económicos, el pequeño pueblo sajón sigue siendo un referente de artesanía en un mundo industrial.
Seiffen y la Navidad
Entre la producción artesana en madera de Seiffen siempre ha destacado la temática de la Navidad. Allí las tradiciones alemanas se mezclan con lo checo (así como en la comida) dada la natural porosidad de las zonas fronterizas, aunque lo alemán es lo que más peso tiene.
En Seiffen se hacen algunas de las mejores Pirámides Navideñas de Alemania. Se trata de una decoración navideña más con forma de carrusel que de pirámide. El juguete suele tener al menos dos (lo hay de uno) niveles (cada nivel se estrecha, de ahí lo de «pirámide») y una hélice en lo alto.
Cada nivel de una Pirámide Navideña tiene diferentes representaciones navideñas centroeuropeas y todo el conjunto está rodeado de velas. Al encender estas velas, el impulso que genera el fuego mueve la hélice, que a su vez hace girar los diferentes niveles y el carrusel cobra vida. Es un objeto típico de las navidades alemanas y en Seiffen se manufacturan algunos de los mejores del país.
De la zona de los Montes Metálicos también es el Schwibbogen, un candelabro decorativo que, aunque hay de muchos tipos, suelen estar más relacionados con la minería. De hecho, son de metal, y es que a pesar de la decadencia minera, tanto en Seiffen como en toda la zona se siguió trabajando el metal. Estos candelabros son semicirculares, de este modo representan una cavidad (una mina) y en el interior figuras realizando labores mineras. No obstante, también se pueden encontrar este tipo de candelabros con motivos navideños.
En 1816, Ernst Theodor Amadeus Hoffmann escribió «El Cascanueces y el rey de los ratones» un cuento de navidad que se convirtió en un clásico navideño alemán y que no tardó en trascender sus fronteras. En 1892, el ballet «El Cascanueces» se presentó en San Petersburgo, con música de Tchaikovsky, uno de los ballets más famosos del mundo y que Walt Disney también usó en la gran pantalla (de hecho, la empresa acaba de sacar otra película ‘El Cascanueces y los cuatro reinos’).
El caso es que desde que Hoffman popularizó este cuento navideño alemán, se hicieron juguetes del Cascanueces. Soldados, con uniformes al gusto y la tradición de cada región, que muestran sus grandes dientes con los que, por un hechizo, cascan nueces. Y, por supuesto, Seiffen manufactura desde entonces algunos de los mejores Cascanueces del mundo, muñecos de madera que se suelen ver mucho por Alemania en Navidad y que se venden a todo el orbe.
A pesar de que fue Nuremberg donde los juguetes de madera de Seiffen entraron por la puerta grande en el mercado alemán y europeo, y podemos encontrar sus productos en lugares de todo el mundo, el pueblo sigue haciendo su feria navideña, muy pintoresca y visitada. No es la más grande ni la más famosa, pero es una de las más auténticas de Alemania.
En Seiffen se hacen desfiles navideños con una gran importancia de la tradición mineras; se iluminan antiguas rutas a las minas y se hacen desfiles festivos. La zona nevada, los bosques y las pequeñas casas pintorescas junto a las luces de Navidad convierten al pueblo en un lugar mágico. El mercado navideño y el Museo del Juguete son lugares preciosos para ver, comprender y vivir la Navidad. Y, claro está, para volver a casa con un recuerdo, pero no uno cualquiera: uno con siglos de tradición, confeccionado con esmero, mimo y tiempo.
Otro de los atractivos de Seiffen es su Bergkirche (Iglesia ‘Kirche’ de la Montaña ‘Berg’). Es una congregación luterana pensada para la música, en lo que podríamos decir que es una Frauenkirche de Dresde en miniatura y mucho más sencilla. Antes de la Navidad, sus misas o músicas de Adviento son famosas y recomendadas por los viajeros.
Hoteles en Seiffen
Aunque Seiffen se puede ver en un día y la mayoría de viajeros escoge esa opción de escapada, también hay un atractivo inherente en la localidad que a más de uno hará dudar. Pasar unos días de relax en medio de la naturaleza en un pueblo tan pintoresco es una opción muy interesante, así que te dejamos los mejores hoteles de Seiffen para que planees bien tu viaje.
El Hotel Sonne es una opción muy buena y ampliamente recomendada por los clientes, y está a solo 250 metros del centro. El Landhotel zu Heidelberg es también otra opción interesante y que cuenta con unas opiniones muy buenas, la única pega es que está a 2 km del centro, pero en este ambiente natural puede incluso ser una ventaja si te gustan las caminatas. Lo mismo ocurre con el Berghof, que también está respaldado por magníficas críticas.
Lo último que te queremos recomendar es que, si estás pensando una escapada que incluya alojamiento en un hotel en Seiffen, lo planees con tiempo. Tiene una oferta hotelera fantástica para ser un pueblo tan pequeño, pero sigue sin ser mucha, especialmente si piensas ir en Navidad.
Qué hacer cerca de Seiffen
La zona alrededor de Seiffen se presta, especialmente, a dos cosas: senderismo en los Montes Metálicos y rutas en coche a lo largo de la frontera con República Checa. El turismo rural y natural está en boga y esta región es un lugar magnífico para ello. Además quedarse en la zona es la mejor excusa para disfrutar de las riquezas culinarias, algo que te recomendamos hacer en el Restaurante Schwartenberg, muy cerca de Seiffen.
Cogiendo el coche hacia suroeste está Olbernhau, un pueblo más grande con un casco antiguo precioso y, también, muy pintoresco, que merece la pena visitar. Seguidamente está Marienberg, con el castillo Scharfenstein cerca, en lo que es una más que recomendable visita.
El camino hacia el suroeste continúa con diferentes pueblos y algunos castillos que merece la pena. No obstante, al estar tan cerca también te recomendamos cruzar la frontera checa y conocer pueblos como Chomutov, Litvínov o el precioso Kadaň.
Sería un pecado no decir que, si estás en Sajonia, visites Dresde o Leipzig, o ambos, a ser posible. Aunque lo más normal es que si viajas a Seiffen lo hagas desde una de esas dos ciudades, que son dos de los destinos más bonitos e interesantes que hay en Alemania, que no se puede conocer sólo a través de Berlín.