Solitaria y humilde emerge en los campos de Berlanga la ermita de San Baudelio de Berlanga, la «Capilla Sixtina de Soria».
Emplazada como está en un paisaje tan sobrio como hermoso, su aspecto exterior puede engañar al viajero. Tiene esta pequeña ermita el ADN del arte islámico, no en vano la construyeron alarifes mozárabes. Hay un dicho popular que lo explica muy bien, es la idea de cómo eran las casas musulmanas: «la casa del moro nada por fuera y por dentro un tesoro»
Que no te engañe su aspecto exterior, amigo viajero, estás ante uno de los ejemplares más importantes del arte mozárabe español.
Las primeras huellas en la historia de San Baudelio de Berlanga
Su origen parece estar en un eremitorio excabado en la roca. Tendremos que imaginar que los primeros eremitas buscaban entre estas rocas la paz, el silencio y el cobijo que le procuraba un entorno que hoy no conocemos. Eran aquellos tiempos en que la Península Ibérica podía recorrerla una ardilla de norte a sur, de árbol en árbol.
En realidad no sabemos cuánto tiempo llevaba funcionando aquel refugio de almas situado en un cruce de caminos entre las dos Castillas y Aragón, cuando Fernando I el Magno -constructor de otra «Capilla Sixtina», el Panteón de San Isidoro de León donde está enterrado- pacificó la zona, hacia el año 1060.
Sí sabemos que en 1136, se trasladó la jurisdicción de la ermita y el monasterio a la diócesis de Sigüenza. Esta es la primera vez que aparece San Baudelio de Berlanga en un documento, en el que se le referencia como un monasterio construido por mozárabes en tiempos visigodos.
Después años de olvido y abandono. La suerte y el empeño de algunos consiguió que hoy esté esperándonos a las afueras de Casillas de Berlanga.
«…esa ermita, olvidada en medio del monte…, ha llegado verdaderamente por milagro hasta nuestros días, acudamos a su conservación los que amamos el arte.» M. A. Álvarez y J. R. Mélida
El edificio actual de San Baudelio de Berlanga
Sobre los restos de aquel lejano monasterio, del que no queda más que la cueva primitiva, a la que se accede desde el interior de la iglesia, y una fuente de la que aún mana agua, se levantó el edificio que vemos hoy. En su exterior hay una necrópolis rupestre, de unas veinte tumbas antropomorfas datadas entre los siglos XI y XII.
Su arquitectura es un viaje a las mezquitas islamicas; dos cuadrados construidos con sillarejo forman la nave y el ábside. Este tiene al exterior una ventana de herradura que ilumina el altar mayor.
Al atravesar el doble arco de herradura que sirve de acceso nos encontramos en el edén. Una palmera de vivos colores, símbolo del paraíso, sujeta la bóveda del cuadrado principal, (aquí se han querido ver influencias esotéricas templarías u oculistas), no lo sabemos, pero es cierto que la solución arquitectónica es original, bella y sugerente. Una elevación a la bóveda celeste que da grandiosidad a un espacio tan pequeño.
… Tu ermita y tus elefantes. / Ya sería una cabaña / con ovejas trashumantes. / —No, más bien una mezquita, / Tan chiquitita. / La palma / me llevó el alma…. / (Gerardo Diego)
Al final de la columna, se abren los ocho brazos de la palmera y dejan entrever ocho huecos a modo de ventanas formados con arcos de herradura. Son las ventanas de un camarín, ¿una cámara secreta?, que tiene una pequeña cúpula formada por ocho nervaduras cruzadas que recuerdan el mihrab de la Mezquita de Córdoba.
Una llamativa e íntima tribuna se alza a los pies de la iglesia. A ella se puede llegar por la escalera adosada al muro frente a la entrada, o desde el exterior a través de otra puerta formada por una arco de herradura.
Se apoya esta tribuna sobre dieciocho columnillas con arcos de herradura que dibujan cinco naves y tres tramos, una de las cuales origina una capilla junto a la columna-tronco de la palmera. Es muy similar a una mezquita de cinco naves.
Las pinturas de San Baudelio de Berlanga
– Que no. /– Sí, madre, que sí. / Que yo los vi. / Cuatro elefantes / a la sombra de una palma; / los elefantes, gigantes. / – ¿Y la palma? / – Pequeñita. – / ¿Y qué más? / ¿Un quiosco de malaquita? / – Y una ermita. / – Una patraña / tu ermita y tus elefantes. (Gerardo Diego)
Sí Gerardo Diego tenía razón, un fascinante microcosmos pictórico de estilo románico, relata todo un mundo lleno de mensajes y simbolismo espiritual en este emblemático edificio, único en nuestro patrimonio histórico-artístico.
Datadas entre los siglos XII y XIII fueron realizadas por pintores de distinta formación y procedencia. En ellas se distinguen las manos de tres maestros diferentes, destacando uno de ellos que conocía las fórmulas de la pintura ítalo-bizantina, en las escenas de la Vida de Jesús, y otro más espontáneo y expresivo cuyas escenas de caza tienen la impronta de un fuerte carácter hispánico.
Inspiradas en marfiles y cerámicas de la época califal cordobesa, sus autores debían conocer también el mundo de la miniatura.
La temática de las mismas ofrece un repertorio que va desde lo geométrico que mira al mundo de los tejidos: tondos, zigzags, vegetales, atauriques, se pasea por la naturaleza con animales exóticos de temática oriental: elefantes blancos, osos blancos, camellos.
Escenas en las que aparecen los hombres en momentos de cacería y de lucha, que se han relacionado con los ataques árabes, y otras escenas que narran pasajes bíblicos, y entre todo ese universo aparecen en varios emplazamientos cruces templarias.
Para verlas en la situación que ocupaban en los muros de la ermita, es imprescindible consultar el libro de Gómez-Moreno, Iglesias Mozárabes. En él ya hacía referencia el ilustre historiador del desmantelamiento de las mismas:
«¡Júntanse a los primores de la construcción, las pinturas murales, en su mayor y mejor parte desaparecidas vergonzosamente…!»
Os dejamos en la imagen una recreación que explica el porqué del sobrenombre de «Capilla Sixtina del arte mozárabe»
Un viaje provocado por la dejadez y el desconocimiento
La desoladora historia de estas pinturas, parte de ellas vendidas «legalmente» a coleccionistas extranjeros, las han abocado a un viaje por el mundo llevándolas a ser expuestas descontextualizadas y rompiendo el discurso que narraban, en varios museos norteamericanos.
El Museo de Boston adquirió Última Cena y Las Marías en el sepulcro, dos de los mejores paños del conjunto. Más tarde, el Museo de Indianápolis se interesó por La entrada en Jerusalén y otros fragmentos menores, pasando el resto al Museo de los Claustros de Nueva York (Una rama del Metropolitan).
Algunas volvieron a España, pero no a la ermita, las podemos ver en el Museo Del Prado. Fue «gracias» a un trueque del gobierno español, que en 1957 se desprendió del ábside de la iglesia románica de San Martín de Fuentidueña (Segovia) que está hoy en el Metropolitan Museum de Nueva York donde también están parte de las pinturas de San Baudelio de Berlanga que no volvieron a España, en la sección de Cultura Medieval de Iberia
En mayo de 2002 se terminaron de restaurar las pinturas de la ermita. Una restauración con una larga historia que comenzó por el arranque de algunas de las pinturas en 1965. Conservadas en el Instituto del Patrimonio hasta su reinstalación que concluyó como decimos comenzando el siglo XXI.
Un viaje a San Baudelio de Berlanga en la hermosa tierra de Soria
La ermita por sí sola, ya merece un viaje, pero es que además estamos hablando de un entorno único, la bella tierra de Soria. Tierra de castillos, de románico y mozárabe, de paisajes únicos, inspiradores de leyendas como la Laguna Negra de Urbión que inspiró a Machado, y de caminos serenos y solitarios.
Hay una buena oferta hotelera en estas tierras. Desde aquí os recomendamos dos hoteles cercanos a la ermita de San Baudelio de Berlanga, desde los que podréis moveros por esta provincia privilegiada y disfrutar de una gastronomía arraigada en su historia y su naturaleza.
Uno es el Hotel Rural la Estación del Alma, en la cercana población de Almazán. Ubicado en una vieja estación ferroviaria, encontraréis en él además de un servicio excelente, tranquilidad y literatura. Sus habitaciones están dedicadas a escritores como Antonio Machado, García Lorca o Gerardo Diego, de quienes encontraréis obra en ellas y en su biblioteca.
Y el otro es el Castilla Termal Burgo de Osma. Un precioso hotel más que recomendable, que ha reproducido en su spa la ermita de San Baudelio de Berlanga, de modo que mientras os relajáis en sus instalaciones, podréis recordar la magia de este edificio inigualable.