La encantadora península de Istria, en el extremo noroccidental de Croacia, es una tierra en la que se mezclan sin solución de continuidad los legados romano, bizantino y veneciano. Siguiendo los pasos de Augusto, el primer emperador de Roma, iniciamos en este rincón croata una ruta que nos llevará por buena parte del Mediterráneo y por algunas de las mayores ciudades de la Antigüedad.
Nuestra primera parada, Pula, es una ciudad de sesenta mil habitantes que destaca por el buen vino, la pesca, la construcción de barcos y, cómo no, el turismo.
Como tantas otras ciudades del Mediterráneo, Pula tiene una historia milenaria, y fue ya un importante puerto en la Antigüedad. Prueba de ello son las importantes ruinas romanas que nos han traído hasta aquí: unas muy relacionadas con Augusto, otras no tanto, pero casi todas excelentes tanto en valor como en estado de conservación.
¿Cuál fue la relación de Augusto con Pula? Resumiéndolo mucho, la siguiente: primero la destruyó, y luego, en un lapso de pocos años, la reconstruyó más grande y monumental.
Lo explicamos. Pula era una ciudad romana antes del siglo I a.C.. De hecho, dada su privilegiada situación geográfica entre Italia e Iliria, era un puerto importante desde bastante antes.
En los últimos años de la República Romana, Julio César y Casio Longino habían impulsado su conversión en colonia, lo que atestigua por sí solo la importancia de la ciudad. Pero en aquelos años turbulentos la participación de Casio Longino iba a ser problemática, pues este era el padre del mismo Cayo Casio Longino que en las Idus de Marzo del año 44 a.C. asesinó a Julio César.
Aquel acto, ya se sabe, originó una guerra civil que enfrentó a Casio y Bruto, los asesinos de César, con Octaviano (el futuro Augusto), Marco Antonio y Lépido. Los primeros fueron los derrotados, y con ellos las ciudades que los apoyaron. Pula, por la relación que había establecido con Casio Longino, tomó partido por el bando equivocado, y como castigo fue reducida a escombros una vez que Augusto se hubo desecho de todos sus rivales.
Pero, ejecutado el castigo, el mismo hombre que la había destruido ordenó su reconstrucción, y Pula recibió entonces el título de Colonia Pietas Iulia Pola Pollentia Herculanea y levantó un buen número de monumentos, muchos de los cuales permanecen en excelente estado de conservación.
El Anfiteatro
El principal es el Anfiteatro, que se empezó a construir en el año 27 a.C. y fue luego ampliado por Vespasiano en el 79 d.C., justo cuando empezaban en Roma las obras del Coliseo.
Es un anfiteatro enorme y con varias curiosidades. Por ejemplo, tiene tres pisos en un lado –el que da al mar– y dos en el otro, que se alza sobre un piso más elevado. Otra: desde su interior –y con más facilidad hoy, que está en ruinas– se puede ver el mar–, privilegio raro y bellísimo.
En su exterior se alzan cuatro filas de torres que extienden unos metros más las arcadas exteriores del edificio. Debieron servir para canalizar hacia fuera el agua de las lluvias, pero quizá, también, como sostenes de algún tipo de toldo o techo que suavizara el efecto del sol en las gradas. En su lado más alto estas torres miden 30 metros de altura.
El Anfiteatro de Pula albergaba en la Antigüedad a 23.000 espectadores, lo cual es extraordinario teniendo en cuenta que la población de la ciudad no pasa en la actualidad de 60.000.
La arena del coliseo, que en época romana fue escenario de batallas navales y peleas de hombres y animales, que en el Medievo albergó torneos medievales y ferias de caballeros, hoy es sede del Festival de Cine de la ciudad –el más antiguo de Croacia– y del Festival del Verano, que incluye especáculos de música, danza y teatro.
Los pasos subterráneos, antaño espacio para los gladiadores bañados en sangre y sudor, son hoy salas de exposiciones, y allí se muestran objetos y aparejos relacionados con la tradición vitivinícola y olivarera de la región: máquinas y ánforas usadas para la producción, conservación y el transporte del aceite y del vino.
Puertas, arcos y murallas
En Pula se conservan también buenos lienzos de muralla, varios arcos y algunas de las puertas que en época romana daban acceso a la ciudad.
De todo ello, lo más monumental es el Arco de los Sergios, de estilo corintio, construido entre los años 29 y 27 a.C. –en plena época de reconstrucción de a ciudad– en honor de la familia local de los Sergios, tres de cuyos miembros llegaron a ostentar importantes cargos políticos. En su mometo debió erigirse solitario, pero el crecimiento de la ciudad lo ha engullido por sus lados hasta dejarlo curiosamente rodeado de viviendas.
El Templo de Roma y Augusto
El edificio más directamente relacionado con Augusto es el llamado Templo de Roma y Augusto, cuya construcción se fecha entre el año 2 a.C. y el 14 d.C.
Es un clásico templo romano con pórtico tetrástilo, elevado sobre podio, con columnas corintias de 17 metros de altura y con un friso ricamente decorado muy similar al de la Maison Carrée de Nimes.
Se dedicó a la diosa Roma –que personifica al Estado romano– y al emperador Augusto, aunque a un Augusto todavía no deificado (sólo será Divi Augusto después de su muerte).
Permanece en tan buen estado porque, como en otros muchos casos, su uso fue cambiando con el tiempo. Se usó primero, durante la dominación bizantina, como iglesia, luego como granero, y durante el siglo XIX como museo arqueológico. En 1944 las bombas de la Segunda Guerra Mundial lo dañaron gravemente, pero entre los años en 1945 y 1947 fue de nuevo puesto en pie y hoy alberga una buena colección de relieves y esculturas antiguas.
Pula tiene mucho más: hermosas iglesias, mercados y playas, y en el resto de la península de Istria hay mucho que ver. Pero preferimos no mezclarlo, y ya que sólo vinimos siguiendo los pasos de Augusto, dejaremos el resto para una próxima visita.