La basílica de San Francisco el Grande es un monumento poco visitado de Madrid. Sus impresionantes espacios interiores, los tesoros artísticos que guarda de la pintura y la escultura españolas de los siglos XVII a XIX, entre los que se encuentran las firmas de Zurbarán, Benlliure, o Goya, de quien ya visitamos los frescos de la madrileña ermita de San Antonio, y el hecho de ser la tercera planta circular de mayor diámetro de la cristiandad, justifica más que de sobra una visita a este edificio cuya titularidad corresponde a la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, organismo autónomo dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
El 19 de octubre de 1980 fue declarada Monumento Nacional, según Real Decreto, recibiendo por tanto la condición de Bien de Interés Cultural (BIC).
Está situado en un lugar céntrico de Madrid, no muy lejos del Monasterio de las Descalzas Reales, otra joya imprescindible de la capital de España. Si quieres entender Madrid desde muchos puntos de vista, mira este artículo, donde se recomiendan catorce libros para conocerla.
Su dilatada historia
Construida en los terrenos en los que según la leyenda, San Francisco de Asís en su periplo por España con la idea de convertir un territorio islamizado, mandó levantar una ermita-convento en 1217. La ermita pasó a ser un eremitorio llamado «cuarto viexo» con una ermita dedicada a la Virgen y una fuente milagrosa. Fue ampliada en el siglo XIV y se dedicó a la advocación de Jesús y María, para pasar a llamarse de San Francisco por costumbre popular. Este templo de estilo gótico fue el que acabó conociéndose como ‘el grande’ gracias a las donaciones de las familias nobles madrileñas que fundaron capillas para ser enterrados en ellas, cuando Madrid se convirtió en capital del reino por decisión de Felipe II.
El convento creció en importancia y riqueza y llegó a recibir la custodia de los Santos Lugares conquistados por los cruzados, mediante una Junta Protectora de la Obra Pía de Jerusalén, y el Comisariado General de Indias.
A lo largo del tiempo y además de convento, ha sido hospital, polvorín, almacén de objetos religiosos, museo, y durante el gobierno de la Primera República, Panteón de Hombres Ilustres, donde descansaron los restos de Alonso de Ercilla, Garcilaso de la Vega, Francisco de Quevedo, Ventura Rodríguez, Juan de Villanueva, Federico Gravina, Juan de Lanuza, y Gonzalo Fernández de Córdoba (el Gran Capitán), entre otros, que a partir de 1874 fueron devueltos a sus respectivos lugares de origen.
Pedro Calderón de la Barca también descansó en San Francisco y fue precisamente su coche fúnebre, de vuelta al cementerio de San Nicolás, el primer vehículo en recorrer en 1874, el recién inaugurado viaducto de la calle Bailén.
Durante la dictadura franquista el templo fue «la iglesia del régimen» Franco escuchó misa muchas veces en esa espléndida rotonda, escoltado por su guardia desde las mismas ventanas en las que en los siglos XVIII y XIX, los reyes seguían las ceremonias.
Hoy las cosas han cambiado mucho y este espacio vive de vez en cuando la magia que se crea cuando la música de algunos conciertos vuela entre las obras de arte que acogen sus muros.
De la obra neoclásica levantada con los fondos de la Obra Pía, ha desaparecido una parte importante del convento, habitado entonces por ciento cincuenta monjes y hoy sólo por ocho, dos de los cuales viven entre Madrid y Tierra Santa. Los terrenos del antiguo convento los ocupa en la actualidad un jardín botánico dedicado a las dalias abierto en 2007 y cuyo solar pertenece al Ayuntamiento de Madrid.
La última restauración se terminó en 2001, después de 29 años de trabajos y la ayuda económica del Ministerio de Cultura. Obras que significaron la recuperación de la grandiosidad de este templo que atesora un importante testimonio de la historia de España hasta el siglo XIX.
La construcción de la basílica de San Francisco el Grande
Sobre el histórico solar los franciscanos planificaron una gran basílica realizada a mediados del siglo XVIII en estilo Neoclásico a partir de un diseño del monje Francisco Cabezas, que continuó Antonio Pló y terminó Francesco Sabatini, en tiempos ya del rey Carlos III que asistió a la misa de inauguración celebrada el 6 de diciembre de 1784.
De planta central y circular coronada por una extraordinaria cúpula. Su espacio interior se desarrolla en torno a ese espacio central que está rodeado por seis capillas circulares coronadas a su vez por seis pequeños domos, y está encabezada por un vestíbulo y cerrada por un ábside donde se encuentra el altar mayor.
La rotonda central sobre la que vuela la cúpula, es un auténtico espectáculo.
La Cúpula más grande de España
La cúpula de San Francisco el Grande tiene 33 m de diámetro y 58 m de altura (72 m desde el suelo), es la más grande de España, y como decimos arriba es la tercera en mayor diámetro de las iglesias cristianas de planta circular, por detrás de la del Panteón de Agripa (43,4 m) y de la de San Pedro del Vaticano (42,5 m), y es la cuarta tras la de Santa María di Fiore, de Florencia (42m), aunque ésta es de planta octogonal.
Tiene mayor diámetro que las cúpulas de Santa Sofía (31,8 m), en Estambul, la Catedral de San Pablo (30,8 m), en Londres, y la de Los Inválidos (24 m), en París.
Fachada principal
Orientada al este, esta fachada neoclásica diseñada por Francesco Sabatini, está configurada de forma convexa para adaptarse a la planta circular.
Reciben al visitante tres arcos de medio punto que se apoyan en pilastras de orden dórico, en el primer cuerpo, que se combina con el orden jónico del segundo cuerpo, en el que aparecen tres ventanales adintelados.
En el clasicista frontón triangular que centra la portada, una cruz de Jerusalén, el escudo de San Francisco y La Corona real identifican la historia del templo, coronado por seis estatuas esculpidas en Londres en 1883 entre las que vemos a San Francisco.
Es la imagen de la Basílica que nos recibe desde la Carrera de San Francisco, compuesta con un ritmo que juega con el número tres: tres arcos y tres ventanas sobre las que se alza en el centro la cúpula escoltada por dos torres.
El tesoro interior
La decoración interior del templo se realizó en un eclecticismo suntuoso a lo largo del siglo XIX, en la que intervinieron diferentes artistas españoles entre los que destacan pintores de la fama de Carlos Luis de Ribera y Fieve, Alejandro Ferrant y Fischermans, José María López-Merlo Pascual, Casto Plasencia, Germán Hernández Amores, Manuel Domínguez Sánchez, José Casado del Alisal, José Moreno Carbonero, Antonio Muñoz Degraín, Salvador Martínez Cubells, Francisco Jover y Casanova, Eugenio Oliva y Rodrigo, José Marcelo Contreras y Muñoz y Manuel Ramírez Ibáñez. La mayoría de sus estudios y bocetos se conservan en el Museo del Prado.
Y escultores de la talla de Jerónimo Suñol, Justo Gandarias Plazón, Mariano Benlliure, Ricardo Bellver, Juan Samsó y Antonio Moltó.
La rotonda central la custodian doce grandes esculturas de mármol blanco de los apóstoles. En la capilla mayor, reciben dos púlpitos diseñados por Amador de los Ríos, y en ella se encuentran las estatuas de los cuatro evangelistas y la sillería renacentista que procede del monasterio segoviano de Santa María del Parral.
Es aconsejable hacer la visita con uno de los guías (son muy buenos), pues de su mano se aprovecha mucho más la historia de toda esa joya artística de la que venimos hablando. No sólo la espectacular arquitectura del templo, si no un recorrido iluminado de manera especial cuando la visita es guiada, por las obras de Goya, González Velázquez, Alonso Cano, Luca Giordano, Zurbarán y Mariano Benlliure, además de los ya citados, y las curiosidades de las piezas decorativas que fueron realizadas por los mejores artistas de finales del siglo XIX.
Aquella restauración la emprendió Antonio Cánovas del Castillo en 1881 (era presidente del gobierno), con la idea de hacer de San Francisco el monumento artístico que es en la actualidad. De aquellos días proceden las 19 campanas, encargadas a los londinenses de Warner & sons, las estatuas de la fachada neoclásica, las vidrieras de la cúpula, que se hicieron en la casa Mayer de Múnich, las verjas, las esculturas del interior, los lienzos, las bellísimas puertas con relieves del pórtico, o los altares de las capillas.
Y aunque se pueden encontrar algunos elementos ornamentales que proceden de los templos anteriores como los mosaicos del siglo XV de una de las capillas, fue aquella voluntad emprendida en 1881, la que hizo de la Basílica un museo del siglo XIX a pesar de haber sido levantado cien años antes.
Un jardín botánico, la dalieda de San Francisco
La Dalieda es un precioso jardín que está situada al abrigo de uno de los muros de la Basílica, en el lugar donde se levantó la primitiva ermita, que antes eran parte de los terrenos de la muralla árabe de la ciudadela defensiva que en un principio era Magerit.
Inaugurada el 7 de mayo de 2007 con algunos de los especímenes de dalias que se cultivaban en la antigua dalieda que había junto al Palacio de Cristal de la Arganzuela.
Las primeras noticias que se tienen en España de la dalia, flor oficial de México, datan de 1517, cuando los expedicionarios españoles descubrieron la península de Yucatán. El médico personal de Felipe II, Francisco Hernández, fue enviado a la Nueva España para que informara de los descubrimientos botánicos y describe en 1570 la enorme belleza de dos especies de flores que los nativos conocían con el nombre de pipa de agua y bastón de agua.
La colección de esta dalieda tiene el considerable número de 724 dalias y la mejor época para verlas en todo su esplendor es principios de junio, luego agostan y vuelven a remontar a finales de septiembre o comienzos de octubre.
Disfrutar de esta emblemática zona de Madrid
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