Cinco lugares para enamorarte de Nueva Zelanda
Descubre el encanto mágico de Nueva Zelanda, uno de los últimos territorios en ser colonizados por el ser humano

Se cree que a lo largo del siglo XIII los primeros pobladores polinesios llegaron en canoa a Nueva Zelanda. Tras una serie de viajes que, según los investigadores, habría comenzado en Taiwán en el 3.000 a.C., aquellos humanos que pisaron por primera vez la tierra virgen de Nueva Zelanda, desarrollaron la que hoy conocemos como cultura maorí.
Ya a partir del siglo XVIII fue cuando los contactos con viajeros y comerciantes anglosajones se hicieron más habituales, hasta que parte de estos se fueron asentando en las islas. Así comenzó a formarse la Nueva Zelanda que conocemos hoy: una sociedad de mayoría blanca en la que lo maorí, aunque sea numéricamente inferior, forma parte esencial de la misma. Un ejemplo de esto es la selección nacional de rugby, los famosos All Black, en la que blancos, mestizos y maoríes bailan una haka antes de comenzar los partidos.
Nueva Zelanda es una tierra mágica que ha servido como escenario de rodaje de El Señor de los Anillos, la adaptación cinematográfica que Peter Jackson hizo de las novelas de fantasía de Tolkien. De hecho, cualquier fan los libros o las películas puede visitar Hobbiton, tan real como en la gran pantalla, sólo que en vez de en La Tierra Media, está cerca de Rotorua.
Las dos grandes islas que conforman el país (junto a otras pequeñas) atesoran una fauna y flora únicas, gracias al aislamiento geográfico de Nueva Zelanda, uno de los últimos lugares que el ser humano colonizó. Os invitamos a conocer esta tierra de valles, playas, montañas y lagos de la mano de algunos de sus lugares más icónicos.
Wellington
La capital de Nueva Zelanda no podría faltar en esta lista. En el estrecho de Cook, desde donde se puede divisar la isla sur y sus montañas, Wellington es la capital más meridional del mundo. Desde el monte Victoria obtendremos unas vistas inigualables de la ciudad, y es una ruta de senderismo que merece la pena realizar.

Ya en la propia ciudad, el museo Te Papa Tongarewa es una parada indispensable en la capital neozelandesa. Su salas contienen colecciones de historia natural de las islas, cultura e historia. Uno de los mejores lugares para empaparse del legado maorí de Nueva Zelanda.

Otro de los lugares que no pueden faltar por visitar en la capital es Zealandia, un refugio natural visitable, y una de las mejores formas de conocer la vida animal y la flora del lugar. Un paraje que sirve para conservar ese legado natural, y para darlo a conocer.

Y si por casualidad eres fan de El Señor de los Anillos, y del cine en general, no puedes irte de Wellington sin pasar por la Cueva Wate. En realidad no es una cueva, sino un estudio de diseño y efectos especiales que ha trabajado en la famosa trilogía, pero también en películas como Blade Runner 2049, Narnia o El Reino de los Cielos.
Parque nacional Fiordland
En Nueva Zelanda uno espera encontrar una gran variedad de paisajes, pero quizás lo último que podría esperarse es ver fiordos. Siempre los asociamos a Noruega, pero no son exclusivos de escandinavia, y resulta que en la isla sur neozelandesa hay un enorme parque natural compuesto por fiordos.

Fiordland es una región geográfica en la que destacan los picos nevados de los Alpes del Sur, y esos impresionantes fiordos, o valles inundados por el mar. Una estampa inigualable de la que Milford Sound es el fiordo más famoso y turístico, y un lugar que cualquier viajero que pare por estas tierras debería visitar.

Queenstown
Esta pequeña localidad en un entrante del lago Wakatipu es un atractivo turístico de primer nivel en Nueva Zelanda. La ciudad ofrece descanso en un entorno natural único, además de un surtido de deportes de aventura que hacen la visita indispensable a los amantes de dichas actividades.

Pero además del deporte, varias rutas de senderismo que bordean el lago y se adentran en las montañas aumentan exponencialmente el atractivo de Queenstown, cuya zona ha sido escenario de la serie Top of the Lake. El cercano lago Moke o el parque Fiordland amplían, si cabe más, la oferta de turismo natural de la ciudad.

Auckland
Si importante es Wellington, Auckland no lo es menos, ya que es la capital económica de Nueva Zelanda y la ciudad más poblada del país con 1.2 millones de habitantes. Como tal, presenta una vida cultural y nocturna muy interesante, con una buena oferta de bares, restaurantes y actividades culturales.

Donde mejor se refleja esa actividad cultural es en la Galería de Arte de Auckland, que contiene una extensa colección de arte de diferentes épocas y lugares, además de alojar exposiciones itinerantes de primer nivel. Otro lugar que debemos visitar es el Museo Memorial de la Guerra, con un interesante recorrido por conflictos internos y externos como la Primera Guerra Mundial.

La Sky Tower es la dominadora indiscutible de la ciudad, y otro de los sitios que merece visitar, ya que no encontraremos otra vista 360 igual de Auckland. El puente del puerto es otra imagen emblemática que merece la pena una visita, así como la terminal de ferries.

Rotorua
Rotorua es otro enclave natural indispensable para conocer Nueva Zelanda. Situado a orillas del lago Rotorua, la ciudad tiene unas vistas privilegiadas, además de ser una de las mejores formas de entrar en contacto con la cultura maorí. Y, por supuesto, para pasar unas horas en el spa polinesio.

En el Instituto de Artes Maorí se pueden hacer diferentes actividades, desde visitar un poblado maorí viviente, en el que se podrán contemplar, entre otras manifestaciones maoríes, bailes típicos de gran interés. Además, el visitante tendrá la oportunidad de contemplar, también, el géiser activo que hay en el recinto, otra experiencia indispensable en Nueva Zelanda.
Muy cerca de Rotorua se encuentra el lago geotérmico Wai O Tapu. Junto con lo experimentado en la ciudad, conforma una visión completa de la fuerza geotérmica de la naturaleza, además de su innegable belleza.

Rotorua no está demasiado lejos de las cuevas de Waitomo, un destino diferente y que merece muchísimo la pena el traslado en coche. Se pueden visitar de varias maneras: con un paseo en barca o a pie, siempre con las precauciones necesarias. Las cuevas, plagadas de estalactitas, están, además, repletas de luciérnagas, dejando un «cielo estrellado» en lo que es uno de los mayores espectáculos de Nueva Zelanda.
