Según la mitología las musas son las inspiradoras de la música y el arte. Nos preguntamos si hay algún lugar en el mundo donde las musas hayan enredado a diestro y siniestro con tanto acierto como en Venecia. Esta es una propuesta para visitar Venecia buscando los sonidos que Calíope y su hijo Orfeo dejaron prendidos entre los canales y los palacios de la Sereníssima. Veamos porqué dicen que Venecia es la música.
Venecia es una ciudad romántica, voluptuosa y sensual, llena de placeres para el cuerpo y el espíritu. Una de las definiciones de música dice que es el arte de combinar melodía, ritmo y armonía. Podría ser también la definición de Venecia, quizá por eso digan que Venecia es la música.
Cuando busco un sinónimo de la palabra música, encuentro siempre solamente una palabra: Venecia. Friedrich Nietzsche
La música en Venecia suena entre sus canales y acaricia los delicados protagonistas del urbanismo veneciano, sus puentes. Los puentes de Venecia dibujan sutiles arcos que vuelan sobre el agua. Y son los puentes los que marcan la cadencia musical de esta ciudad única. Los puentes, y el movimiento del agua que mece las góndolas.
La historia de Venecia y su relación con la música
Venecia fue fundada en el año 413, en un lugar lleno de pequeñas islas en la costa del Adriático. Fue durante la Edad Media cuando progresivamente la Serenissima se constituyó como Estado y se convirtió en una de las principales potencias económicas del mundo, ocupando un lugar preponderante en los intercambios comerciales entre el Mediterráneo occidental y el oriental. Además, gracias a que sus instituciones de poder fueron muy estables durante casi un milenio, pudo representar un papel político esencial.
Los venecianos la constituyeron como La Serenissima Repubblica di Venezia llamada también Serenissima Repubblica di San Marco, pues San Marcos es su santo patrono.
Su economía floreció y los productos exóticos del lujo oriental se acumulaban en sus muelles y bodegas. Cosmopolita y abierta, hombres de todas las razas circulaban por sus canales y en Venecia se hablaban todas las lenguas conocidas.
Se había convertido en un estado rico e importante y dejaba testimonio de ello embelleciendo sus palacios con las manos de los mejores arquitectos, escultores, pintores y decoradores del momento. Y entre esta opulencia social crecía una importante demanda por la literatura y la música.
A finales del siglo XV Venecia era la ciudad de Europa más importante a nivel político, económico y urbanístico. Pero el descubrimiento de América propició nuevas rutas de comercio. Constantinopla pasó a manos de los turcos, lo que supuso el cierre de la ruta comercial de Oriente. Y la Serenissima sufrió la derrota ante los franceses en la batalla de Agnadello. Todo se sumó para mermar su poder.
Lejos de rendirse, Venecia se reinventó, y aunque dejó de ser la más poderosa, siguió conquistando al mundo por su belleza. Se vendió tan bien que nadie dudaba de que el Gran Canal era la calle más bonita del mundo. Nacía el mito de Venecia. Un mito construido a base de arte y cultura que cambió el poder político por el cultural en un derroche de hedonismo y belleza. La Marca Venecia, que ha sido todo un éxito, estaba acuñada. Hoy tiene otro reto por delante: no morir de éxito.
En su apuesta por la cultura y el arte Venecia celebra uno de los eventos culturales más prestigiosos del mundo: La Bienal de Venecia. Arte, Arquitectura, Cine, Danza, Teatro y dentro de esta magna celebración se celebra el Festival Internacional de Música Contemporánea que fue organizado por primera vez en 1930.
La música y el color de Venecia
En palabras del historiador Checa Cremades:
«La ciudad del Adriático, antes de constituirse en uno de los centros capitales de creación sensual e intelectual de belleza artística, arquitectónica, literaria y musical de Occidente a partir de finales del siglo XV, había participado con pasión e intensidad en el sistema medieval de imágenes, religiosas y profanas, en el que, como sabemos, los valores culturales y religiosos, a menudo casi mágicos, predominaban sobre todos los demás. De ahí, la importancia para la Historia del Arte del renacimiento veneciano porque «se trataba de sacar a la pintura de sus funciones esencialmente religiosas y culturales para llevarla a terrenos más puramente estéticos y específicamente artísticos”.
Y el color inundó también la música. La capacidad de crear contraste entre el drama y la calma en una misma pieza, es lo que se llama cromatismo musical. Las partituras se llenaron de color en la Venecia del Renacimiento y fueron una aportación de la Escuela Veneciana a la música de todos los tiempos.
El poder del color fue uno de los rasgos distintivos del clasicismo renacentista en todas las artes, y ese poder ya lo tenía Venecia. Una vital y hermosa Afrodita llamada Venecia. Ella era la inspiración cromática y sensual de artistas de todas las ramas que escribieron el Renacimiento veneciano atrapados por la belleza de la Serenissima.
Las composiciones policorales venecianas contrastaban con la apuesta de Florencia por el desarrollo de la monodia y la ópera. Las innovaciones de la Escuela Veneciana marcaron la transición de la música renacentista al barroco musical. En la Basílica de San Marcos las representaciones corales e instrumentales eran todo un acontecimiento. El cargo de Maestro de Capilla de San Marcos era deseado por todos los músicos importantes. Claudio Monteverdi lo consiguió en 1613, impulsando la música veneciana a la cima de la ópera en Italia durante más de un siglo, junto a Florencia.
San Mauricio, una iglesia convertida en Museo de la Música
En una iglesia del barrio de San Marco, la iglesia de San Mauricio, se encuentra el Museo de la Música de Venecia. Dedicado a la lutería; el arte de crear instrumentos de cuerda, viento y percusión. La mayor parte de los instrumentos expuestos son violines, violonchelos y contrabajos. Y una interesante descripción de cómo se hacen y cuál ha sido su evolución a lo largo de la historia. Vivaldi está presente en cada rincón de este precioso y poco visitado museo que además es gratuito.
El núcleo de la colección lo forman una serie de instrumentos que pertenecen a los tres últimos siglos, época floreciente de la fabricación de violines en Italia. Es un rincón veneciano que no se debe perder ningún amante de la música.
Muy cerca también de la Plaza de San Marco, se encuentra el Conservatorio de Música Música «Benedetto Marcello”. Ocupa el bellísimo Palazzo Pisani y es otra visita muy recomendable para los amantes de la música por su interesante museo y su magnífica biblioteca.
A dos pasos del conservatorio hay una opción de alojamiento muy interesante. Es el Palazzeto Pisani. Las críticas son estupendas. La mayoría de las habitaciones dan al Gran Canal y los desayunos se sirven en un salón desde el que se escuchan los ensayos del cercano conservatorio.
El Ospedali della Pietà y Antonio Vivaldi, director de los más reputados coros femeninos de Venecia
Durante el siglo XVIII la ópera fue uno de los mayores reclamos de la ciudad de Venecia. La ópera y los ospedali. Desde la Edad Media los ospedali cumplieron un servicio como hospitales, orfanatos y refugio de necesitados. La idea de dar una formación a los niños y niñas que acogían fue el germen del que crecerían las escuelas de canto femeninas que brillaron con luz propia en el siglo XVIII.
Hubo cuatro hospicios en Venecia siendo el de La Pietà el más grande. Su escuela de canto alcanzó una extraordinaria calidad musical. Algo que no extraña al saber que Antonio Vivaldi trabajó para la Pietà durante unos treinta años. El amor y el conocimiento de la música de Antonio Vivaldi hicieron posibles joyas delicadas y emocionantes que interpretaban mujeres en las iglesias de los ospedali refugiadas tras una celosía.
Vivaldi nació en Venecia en 1678. La etapa barroca de la música le debe a Antonio Vivaldi algunas de sus páginas más brillantes. El talento de este veneciano ilustre es clave en el desarrollo de la música barroca. Famoso intérprete de violín, con veinticinco años fue contratado en el Ospedale della Pietà como profesor de violín y con el tiempo fue maestro di concerti.
Los conciertos ofrecidos en las iglesias de los ospedali eran un gran éxito de público. Los viajeros acudían cada vez en mayor número a Venecia atraídos por la fama de alegría y fiesta de la ciudad de los canales.
La Pietà estaba situado en Riva degli Schiavoni, donde hoy se encuentra el Hotel Métropole que es otra opción de alojamiento muy recomendable.
Si te interesa saber más sobre este interesante periodo en la ciudad de Venecia, te recomendamos el libro de Patrick Barbier, La Venecia de Vivaldi:Música y fiestas barrocas (Contextos). Asegurado disfrute para los amantes de la ciudad de Venecia.
La Fenice, un ave fénix que sigue siendo el templo de la música en Venecia
Entre los numerosos teatros que disfrutaba Venecia en el siglo XVI, privados y de acceso restringido para la aristocracia, nació el Teatro San Cassiano o di San Cassiano creado en 1637. Su andadura comenzó con un primer edificio construido por Andrea Palladio en 1565 cerca del Rialto. Pero su estructura de madera desapareció en un incendio en 1629.
El San Cassiano fue el primer teatro de ópera público en el mundo. En él se creó el concepto de cobrar una entrada para ver una ópera. Fue posible gracias al apoyo financiero de la familia veneciana Tron.
El San Cassiano fue demolido en 1812, pero ya había sembrado el germen que hizo proliferar los teatros públicos. Durante el siglo XVII Venecia fue la Capital lírica del mundo. Pero aquella iniciativa de negocio hizo mucho más, llevó la fascinación por la música a todas las clases sociales. En cualquier rincón de Venecia era fácil escuchar ensayos de pequeños grupos familiares que dejaban volar la música por sus canales.
Antes de la caída del San Cassiano, se inauguró en 1792 La Fenice. Una joya veneciana y uno de los más afamados teatros de ópera de Italia, donde se han estrenado las óperas más famosas.
El nombre le hace honor a su historia jalonada por varios incendios y unos comienzos de litigios que estuvieron a punto de hacerle desaparecer. Pero este ave fénix de la música tiene en sus raíces el espíritu de su ciudad, amenazada por las aguas que la mecen y aún así vibrante y optimista ante la vida.
La última vez que el fuego lo devoró por completo fue el 29 de enero de 1996. Reconstruido por el arquitecto Aldo Rossi y envuelto por la música de Beethoven, Wagner y Stravinski, levantó el vuelo de nuevo en diciembre de 2003.
Escuchar a Vivaldi o a cualquiera de los grandes compositores en La Fenice es uno de los muchos placeres que aguardan en Venecia. El teatro es visitable y algunas de sus salas se pueden alquilar para celebraciones y eventos.