El nombre de Baeza, cuando se menta, suele ir adosado al de Úbeda. Son ciudades gemelas y vecinas, están a sólo nueve kilómetros la una de la otra, contienen ambas un patrimonio monumental de primer nivel, entraron las dos, juntas y a la vez, en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO; el turista que las visita no acude a ver una o la otra sino las dos.
Con todo, aunque siempre vayan juntas, Úbeda y Baeza mantendrían su atractivo y su visita seguiría siendo recomendable aunque estuvieran separadas. Para demostrarlo, y sin ánimo de polemizar, ni de clasificarlas, aquí hablaremos sólo de la que por ser hoy más pequeña aparece siempre en segundo lugar, pero que fue, por muchos siglos, la primera y más importante plaza de Jaén.
Baeza sin duda impresionará al viajero que acuda en busca de arte y cultura, que guste de contemplar las maravillas de la arquitectura y de buscar los detalles disimulados y silenciosos de los tiempos pasados. Tiene mil razones para justificar no sólo una parada en cualquier viaje por Andalucía, sino, verdaderamente, una escapada que tenga por único objetivo conocerla. Además de su estupenda gastronomía, aquí van, en ningún orden particular, ocho razones para visitar Baeza.
1. Por el valor y la importancia de su arquitectura
Baeza entró en esa preciada lista del Patrimonio Mundial por su arquitectura, y especialmente por la arquitectura renacentista que erigió a lo largo del siglo XVI, monumental, dorada, que pervive hoy intacta en el edificio de la Catedral, de Andrés de Vandelvira, en la sede de la Universidad o en el actual Ayuntamiento, que fue primero cárcel. Estos edificios se añadieron al patrimonio gótico y románico que ya adornaba la ciudad, y se cuentan entre los primeros edificios renacentistas de la España de Carlos V.
Aquellas construcciones fueron coetáneas de la conquista de América y tuvieron una notable influencia en el aspecto de los primeros edificios coloniales.
Los maestros jiennenses han tenido mucha influencia. El hijo de Vandelvira sin ir más lejos trabajó en Sevilla y todo su conocimientos y las técnicas que aprendió de su padre las pone allí en práctica en su intervención en La Lonja, lo que hoy es el Archivo de Indias, en la Iglesia de Santa Isabel, en el Sagrario de la catedral de Sevilla, en la Iglesia de Santa María de Cádiz, incluso en la catedral vieja de la capital gaditana […] estamos hablando de un gran taller que tiene su centro entre Jaén y Baeza, y de sus maestros que difundieron estas técnicas por toda Andalucía, por el Norte de España, llegando a introducir el renacimiento jiennense en Galicia, y de allí saltando a América.
Pedro Galera, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Jaén.
Como Baeza no volvió a experimentar otro esplendor similar, sino más bien una larga decadencia, aquellas construcciones quedaron sin competencia, y se libraron de los cambios y añadidos que a menudo una época hace sobre las anteriores. Hoy el Renacimiento sigue dominando su trama urbana con la misma soberbia monumentalidad con que lo hizo hace cinco siglos.
2. Por la Plaza de Santa María
Si tres maravillas tiene Jaén una es su Catedral, que pronto puede ser también Patrimonio Mundial, otra es la plaza de El Salvador de Úbeda, que nada tiene que envidiar a otras de más fama, y la tercera es la plaza de Santa María de Baeza, un rincón monumental, pero coqueto, donde sorprende no encontrar, día tras día, hordas de turistas.
Domina este paisaje urbano la torre de la Catedral y su severa fachada septentrional, adornada, en su piso superior, por una sucesión de serlianas (una creación del arquitecto italiano Serlio), y salpicada toda ella de vestigios más antiguos, arcos góticos que aún se dibujan en los muros y arcos de medio punto de épocas aún más antiguas, cuando en el solar de la Catedral se erigía la mezquita aljama de la Baeza musulmana.
En el centro de la plaza se encuentra, desde 1567, un adorno curiosísimo, una fuente original y encantadora, de “ampuloso clasicismo», en palabras de Juan Cruz Cruz, que emula los romanos arcos de triunfo y refleja a pie de calle la decoración serliana de la Catedral.
El paisaje monumental lo completan las Casas Consistoriales, antiguo palacio de los Cabrera, de orgullosa heráldica de época de Juana de Castilla (tristemente conocida como Juana la Loca) y Felipe el Hermoso, y, frente a la Catedral, el Seminario Conciliar, de austera fachada sólo adornada por los vítores de los graduados universitarios.
Pero, bajando por la Cuesta de San Felipe Neri, tan cerca que casi forma parte de la plaza misma, se alzan otros dos excelentes monumentos: a un lado la Iglesia de Santa Cruz, templo románico tardío en medio del esplendor urbano renacentista, y frente a él, la espectacular fachada tardogótica del Palacio de Jabalquinto.
Ver este espacio justifica por sí solo el viaje, pero al viajero aún le falta otra plaza monumental, la de los Leones, y un sinfín de iglesias y de antiguos palacios nobiliarios.A algunos de ellos nos acercaremos a continuación
3. Por la simbólica Plaza de los Leones
Esta plaza pequeña y delicada, atesora en los edificios que la configuran un resumen de la larga historia de Baeza. Un trazado monumental que guarda historias de íberos, cartagineses, romanos, árabes, caballeros medievales, humanistas y guerreros del Renacimiento, y algunas historias de amor de generales y emperadores.
Su nombre se lo debe a la fuente anclada en su centro, llamada popularmente como «fuente de la taza», o «de los leones».
También es conocida como Plaza del Pópulo. Este nombre le viene de la presencia de una «capillita» que contenía un lienzo con «la Virgen del Pópulo», hoy desaparecida. Estaba situada sobre el balconcillo que apoya su extremo derecho en la Puerta de Jaén. Sustituía a otra construida para celebrar la primera misa celebrada tras la conquista de Baeza a los almohades por Fernando III en 1227.
El precioso edificio del Pópulo del siglo XVI, de estilo plateresco, albergaba en la primera planta (hoy oficina de turismo) las Escribanías Públicas, y en la segunda la Audiencia Civil.
Del siglo XVI es también el magnífico edificio de la Antigua Carnicería que actualmente es la sede de los Juzgados de Baeza.
A la salida de la Puerta de Jaén, perteneciente a la antigua muralla que protegía la ciudad, eran despedidos los caballeros medievales que marchaban a combatir contra los ejércitos musulmanes. De aquella puerta, queda sólo el viejo arco árabe, (a la derecha de foto siguiente)
Este arco queda oculto desde dentro de la plaza, por un arco ojival, levantado en 1526 en honor del Emperador Carlos V y su esposa Isabel, cuando recién casados visitaron Baeza en un viaje “turístico» por Andalucía que les llevó a la ciudad de La Alhambra.
Y apoyándose en esta simbólica puerta árabe se levantó en 1521 el Arco de Villalar. Construido para conmemorar la batalla de Villalar en la que los ejércitos de Carlos V acabaron con el levantamiento de los Comuneros. En aquella batalla habían participado a favor del Emperador los miembros de la casa Carvajal de Baeza, que fueron los promotores del arco.
La fuente que centra la plaza, cuya taza está habitada por unos leones mitológicos dominados por una misteriosa dama. Al parecer esos vetustos habitantes provienen de la ciudad íbero-romana de Cástulo (Linares). La figura femenina según unas fuentes podría ser la diosa Cibeles, y según otras más plausibles, es Imilce, una princesa íbera hija del rey de Cástulo.
De la bella Imilce se enamoró el general cartaginés Aníbal convirtiéndola en su esposa y madre de su hijo.
4. Por su fecunda historia universitaria
En 1542 San Juan de Ávila convertía en Universidad la Institución Académica que fundó el clérigo baezano don Rodrigo López, notario y familiar del Papa Pablo III. Saliendo de ella los primeros graduados en 1549.
En el antiguo edificio donde residió esta primera Universidad hoy se encuentra el Museo Municipal de Baeza.
Años más tarde, en 1595, se inauguró un nuevo y suntuoso edificio pleno de Renacimiento, que ampliaba los servicios de la Universidad creada por San Juan de Ávila. Durante algunos años ambas estuvieron en funcionamiento.
El nuevo edifico costeado por don Pedro Fernández de Córdoba, termina su magnífica fachada en la capilla, dedicada a San Juan Evangelista. Esta capilla es la traza más elegante y sobria del espléndido edificio universitario. Fue una de las cuatro Universidades fundadas en Andalucía en el siglo XVI (junto a Sevilla, Granada y Osuna). En 1667 se hermanaron la Universidad de Baeza y la de Salamanca. De ahí que se hable de Baeza como «La Salamanca andaluza». Especializada en Artes y Humanidades, se impartían clases de retórica, gramática, griego, filosofía y teología escolástica.
Se mantuvo en activo hasta 1824. Pasó luego a ser Colegio de Humanidades, y más tarde un Instituto Libre, para convertirse en 1875 en Instituto de Bachillerato. Actualmente es el instituto de enseñanza secundaria Santísima Trinidad en el que fue profesor de Gramática Francesa, entre 1912 y 1919, el poeta Antonio Machado.
Además de esta historia universitaria, Baeza tuvo dos Seminarios. El Seminario Conciliar, fundado en 1672, al que los marqueses de Jabalquinto donaron en 1720 su espléndido palacio. Y uno anterior, de 1609, fundado por los jesuitas bajo la advocación de San Ignacio.
A todo este movimiento estudiantil hay que añadir por su importancia, el Colegio de Santiago, perteneciente también a la Compañía de Jesús. Fundado en 1570, siempre rival de la vecina Universidad, y del que quedan algunos restos en la Calle Compañía. La expulsión de los Jesuitas en 1767, privó a Baeza de dos ilustres focos de intelectualidad.
Todos estos centros educativos propiciaron que en Baeza se imprimieran libros desde 1550.
La Universidad Internacional de Andalucía tiene hoy en Baeza una de sus sedes, la denominada Antonio Machado. Ocupando el espacio del antiguo Seminario y el Palacio de Jabalquinto.
Y el mundo del arte mantiene su refugio y aprendizaje en la escuela de Arte Gaspar Becerra, que debe su nombre al pintor y escultor renacentista, nacido en Baeza, que dejó importantes obras en Astorga, León, o Madrid. En la capital de España trabajó en el Monasterio de las Descalzas Reales, donde realizó el retablo mayor de la iglesia, hacia 1563.
5. Por su céntrico y espléndido repertorio de palacios e iglesias
Pasear por las calles de Baeza es encontrar un repertorio de casas solariegas y palacios que tienen en su mayoría la impronta dorada del Renacimiento.
Hay tantas fachadas jalonadas de blasones que dan idea de la prosperidad de la que disfrutó esta tierra mientras fue plaza de importancia en las batallas contra los árabes, y después sede nobiliaria de afines a la Corona Castellana.
En los alrededores de la catedral el paseo transporta a la Edad Media, por la disposición de sus calles.
En ellas que se mezclan con absoluta naturalidad las huellas del románico tardío en iglesias como la de San Pedro (a penas quedan algunos restos), o la de San Juan Bautista (recientemente restaurada), con casas nobiliarias de los siglos XVI, XVII y XVIII como la de los Ávila, la espléndida Casa de Rubín de Ceballos, o la Casa de Gallego convertida hoy en un restaurante que recomendados vivamente.
Entre estas callejuelas medievales se encuentra el precioso hotel Puerta de la Luna que es una buenísima opción, por sumar a sus estupendos servicios un silencioso entorno.
Saliendo a la zona que fue extramuros por la histórica Puerta de Úbeda, un torreón de la antigua muralla, tiene a la izquierda la «cuesta» de las Barreras. Bajándola nos lleva hasta la Torre de los Aliatares, otro torreón de la antigua muralla, y desde su frente se bifurcan tres posibles recorridos.
Hacia la derecha se encuentra la peatonal Calle de San Pablo. Otro muestrario de palacios impresionantes que viven al ritmo de las campanas de la Iglesia de San Pablo. Templo que comenzó a levantarse en los albores del gótico y que recibió la impronta del Renacimiento y el Barroco. En su cripta descansa el escritor, jurista y político Pablo de Olvide
Al frente de la Torre de los Aliatares, al final de los soportales que cobijan de las inclemencias del tiempo, cerrando el Paseo de la Constitución, hay otro recorrido imprescindible.
El encuentro con la Iglesia de la Concepción, que formaba parte de un hospital fundado en 1529 para enfermedades infecciosas. EL hospital fue después colegio menor de Carmelitas descalzos, y hoy es un estupendo hotel que tiene integrado el antiguo y noble patio de columnas y arcos de medio punto.
A continuación se encuentra el Mercado de Abastos. Antes de llegar al mercado, hay un giro obligado hacia la izquierda para encontrarse con el magnífico Ayuntamiento, antigua cárcel y joya del plateresco. Atribuido a Vandelvira con todas las dudas que plantea la rica ornamentación de su fachada, algo extraño al maestro alcalareño.
De vuelta a la calle de San Francisco, y al final de la preciosa fachada historicista del mercado de mediados del XX, espera la obra cumbre de Vandelvira en Baeza. Las Ruinas del convento de San Francisco. Lo que queda de su capilla mayor (capilla de los Benavides), da una idea de la grandiosidad de este edificio.
Subiendo la calle de San Francisco y a derecha y a izquierda continúa desplegándose un autentico muestrario de iglesias y palacios entre los barrios de El Salvador y San Andrés.
Es en la Iglesia de San Andrés, cuya portada principal es plateresca, donde aguardan los patronos de Baeza: San Andrés y la gótica y bellísima imagen de Santa María del Alcázar, cuyo primero hogar fue la desaparecida Colegial de Santa María del Alcázar.
Hay mucho más y lo mejor de Baeza es que se puede disfrutar de todo este derroche de arte en agradables y cortos paseos, está todo muy concentrado, y sin aglomeraciones de turistas.
6. Por el Paseo de la Constitución y el de sus inolvidables Murallas
A la izquierda de la Torre de los Aliatares se encuentra el Paseo de la Constitución. Creado en el siglo XVI para albergar el mercado, hoy es un bellísimo lugar de encuentro que recibe al paseante con la icónica Fuente de la Estrella. Construida en el siglo XIX en honor de la Revolución de 1868, “La Gloriosa”.
Este céntrico paseo escoltado por una hermosa arboleda entre la que espera el «quiosco de la música», desde el que se regalan actuaciones de la ilustre Banda de Música de Baeza, tiene en sus laterales unos soportales de sabor manchego. En ellos se situaron los gremios de aquella floreciente ciudad del Renacimiento. Entre los edificios de estos soportales destaca el de la Alhóndiga, del siglo XVI. Destinado a la compra-venta y contratación del grano.
En estos soportales se puede hacer un merecido descanso en cualquiera de las cafeterías y restaurantes que en la actualidad ocupan sus locales.
El paseo termina en la salida hacia Jaén, y escorada a la izquierda está la Plaza de los Leones. Al atravesar el Arco de Villalar el espacio se va abriendo hasta llegar al Paseo de Antonio Machado.
Conocido popularmente como «Las Murallas», era la parte natural de la muralla que defendía Baeza, y su inexpugnable Alcázar, cuya investigación arqueológica se encuentra parada.
Este paseo es una ventana abierta al Valle del Guadalquivir. Un espectáculo en el que la vista se pierde y desde el que se disfruta de unos atardeceres inolvidables.
7. Por un pasado rico en historias, personajes y leyendas
La arquitectura es reflejo de un pasado glorioso, que, como es natural, está también jalonado de historias, leyendas y muchos visitantes ilustres.
En el primer escalón de la escalera que da acceso al segundo piso del edificio del Ayuntamiento está marcado en un círculo el kilómetro cero provincial, el centro geográfico –y también histórico– del antiguo Reino de Jaén. La ciudad de Jaén, que hoy es capital, no lo fue hasta finales del XVI. Antes ese título había pertenecido a Baeza, que fue plaza fuerte durante la Reconquista por su situación en el punto más elevado de la comarca y por su poderoso Alcázar, que la hacían inexpugnable y preciadísima. La caída de Granada acabó con la importancia militar de la ciudad y también con su Alcázar, derrumbado, entre irreconciliables pleitos nobilitarios, por orden de Isabel la Católica.
Durante su gran siglo XVI la visitaron dos grandes figuras de las letras: San Juan de Ávila, que organizó y dio lustre a la Universidad, y, poco después, San Juan de la Cruz, que fue Rector del Colegio Mayor entre 1579 y 1582 y que murió en la vecina Úbeda. El primero, en particular, ha dado nombre a una calle preciosa que desemboca en la Cuesta de San Felipe Neri, y su figura jalona un itinerario avilista muy recomendable.
Otro notable que hizo de Baeza su hogar fue el ilustrado Pablo de Olavide, que se retiró aquí a finales del XVIII y compuso algunas de sus mejores obras. Como vimos sus restos permanecen en la cripta de la Iglesia de San Pablo.
En el siglo XX, pasó en Baeza siete años otro ilustre de las letras, Antonio Machado. Aunque no disfrutó especialmente su estancia, era entonces un triste viudo que había perdido en Soria a su jovencísima Leonor. Baeza ha sabido guardar orgullosa las huellas del poeta: se puede visitar el aula donde dio clase, que permanece tal cual y en el Paseo de las Murallas, por donde a don Antonio le gustaba caminar, se erigió un busto en su honor firmado por el escultor Pablo Serrano.
Y desde hace unos años, don Antonio lee ensimismado en la céntrica calle de San Pablo, delante del casino provinciano, antiguo Palacio de Sánchez Valenzuela, al que cantara en sus versos. Si os hospedáis en el espléndido Palacio de los Salcedo, os encontraréis con el poeta cada vez salgáis a la calle.
8. Por su entorno, fecundo para los viajes
Si todo lo anterior es poco, podríamos añadir… por la provincia de Jaén, cuyo célebre eslogan turístico de “paraíso interior” hace justicia a lo muchos tesoros que guarda. Desde Baeza se puede y se debe visitar Úbeda, ciudad hermana, y también se pueden hacer notables excursiones:
- a Jaén, a ver su imponente Catedral de Vandelvira y a subir al Castillo de Santa Catalina, desde el que se pueden ver hermosas vistas de la provincia;
- a Baños de la Encina, a ver su imponente castillo;
- a Sabiote, a completar la ruta de Vandelvira;
- a Linares, que tiene el mejor museo arqueológico de la provincia y las ruinas de la Castulo romana, en pleno proceso de excavación;
- a Cazorla, a ver el pueblo y la sierra que lleva su nombre, rica en zonas de senderismo y donde se puede visitar el nacimiento del Guadalquivir;
- o a Granada, que está a poco más de una hora.