Kaffa, una región de Etiopía, es el más que probable origen de esta bebida estimulante que se ha instalado en la vida diaria de prácticamente todo el mundo. Cómo llegó a las tazas convertida en un caldo humeante, sin el cual muchos no podríamos comenzar nuestro día, es una historia muy viajera, como los que escribimos en este blog, y los que nos leéis.

Difícil de comprobar, parece ser que el viaje de estos preciosos granos comenzó en el siglo VI, aunque algunos no le dan credibilidad a su aparición hasta el siglo XIII. Unos achacan su descubrimiento al comportamiento incansable de unos pájaros, y otros a la locura saltarina de las cabras de un rebaño; en ambos casos, movimiento contínuo y curiosidad por la vida, actitudes que forman parte del equipaje de cualquier viajero.

Planta de café
Planta de café. Fuente

La del café es una historia plagada de desconfianzas y prohibiciones. Los musulmanes, que lo recibieron en un principio como un sustituto del demonizado alcohol, acabaron en concienzudas reuniones para decidir qué hacer al respecto, porque sus efectos chocaban con los preceptos del Corán, ya que éste no permite la intoxicación por ninguna sustancia. Al final acabaron cediendo, y la primera cafetería europea abrió sus puertas en Constantinopla en 1475, entonces en manos de Solimán. El tema llegó a ser tan trascendente como para ser incluido en una ley turca de divorcio, por la cual una esposa podía librarse de su cónyuge si éste no le procuraba una taza diaria de café.

Los venecianos extendieron por el viejo continente el uso de la mágica bebida. Ésta fue cruelmente perseguida en Rusia con penas de tortura y mutilaciones. Y aunque también tuvo al principio asustados censores en la Europa protestante, ya en 1650, un judío llamado Jacob, abrió la primera cafetería en Oxford: el Grand Café Oxford.

EL Gran Café de Oxford
EL Gran Café de Oxford. Fuente

Sin embargo en Italia, y gracias al buen paladar del papa Clemente VIII, que lo bendijo nada más probarlo antes de 1605, se convirtió pronto en un placer del que han surgido variedad de recetas, que a los cafeteros que visitamos Italia, nos hace exclamar de corazón: ¡Grazie mille Italia¡.

Cómplice de charlas banales o trascendentes, alrededor de una taza de café se han reunido enamorados, músicos, escritores, filósofos, poetas o políticos, pobres y ricos, y su sabor ha alimentado ideas que han marcado la historia de éste y el otro lado del Atlántico donde llegó a mediados del siglo XVII.

Lo que Stefan Zweig, cuenta en este párrafo de su autobiografía titulada El mundo de ayer, es algo parecido a lo que sucedía en cualquier cafetería a las que nos vamos a asomar en este post, y seguramente en muchas otras de cualquier rincón del mundo.

Un café vienés de categoría ponía a disposición del público todos los periódicos de Viena, y no sólo de Viena sino de todo el Imperio Alemán, además de los franceses, ingleses, italianos y americanos, así como todas las revistas literarias y artísticas importantes del mundo, tales como el Mercure de France, la Neue Rundschau, el Studio y el Burlington Magazine. De esta manera sabíamos de primera mano todo lo que ocurría en el mundo, nos enterábamos de todos los libros que aparecían, de todos los espectáculos, cualquiera que fuese el lugar donde se representaban, y comparábamos las críticas de todos los diarios; a lo mejor nada ha contribuido tanto a la desenvoltura intelectual y la orientación cosmopolita de Austria como el hecho de que en el café se podía informar uno de todos los acontecimientos del mundo al tiempo que comentarlos con su círculo de amigos.

Por lo tanto, es fácil asociar una taza de café a una manera de viajar, de leer, de compartir ideas. Una asociación que hoy sigue vigente, porque, de alguna manera el café significa hoy también, una pausa para pensar, o para dejar de hacerlo.

Siguiendo la huella de su aroma, os invitamos a entrar en una selección de las cafeterías que no debéis dejar de visitar, aunque no os guste el café.

Argentina

Cafetería Tortoni en Buenos Aires. Su origen es del siglo XIX. Hasta ella llegaron ilustres como Ortega y Gasset, Albert Einstein o Federico García Lorca, y dejaron su recuerdo personajes como Jorge Luis Borges, o Alfonsina Storni, mezclados con los ecos de la voz de Carlos Gardel y su mítico Volver.

Café Tortoni, Buenos Aires.
Café Tortoni, Buenos Aires.. Fuente

Hungría

Café New York. Es la cafetería del hotel Bóscolo de Budapest. Su historia arranca el 1895, y tiene la fama de ser la cafetería más bella del mundo. La verdad es que parece un palacio.

Vivió su momento de esplendor en la época de entreguerras, cuando Budapest era un centro cultural de máxima importancia en Europa central. Años después, en pleno comunismo, llegaría su decadencia, hasta que en 2001 fue abierto de nuevo después de una cuidada restauración. El café de una calidad extraordinaria, es aquí inseparable de las tartas húngaras, y aunque el precio es alto, merece la pena el dispendio, no todos lo días se toma café en un palacio.

New York Café en Budapest
New York Café en Budapest. Fuente
Café New York Budapest
Café New York Budapest. Fuente
Café New York Budapest
Café New York Budapest. Fuente

Italia

El camino del Café Florian en Venecia, arranca en 1720 como Caffè alla Venezia trionfant. Pronto se le conocería como Café Florian, por el nombre de su primer dueño, Floriano Francesconi.

Era éste el único establecimiento donde se permitía entonces el acceso a las señoras, tras la cuales pronto llegaría el famoso Casanova. Frecuentado también por escritores como Carlo Goldoni o Goethe. A lo largo de su historia, se sentarían alrededor de sus magníficos cafés, personajes como Lord Byron, Marcel Proust y Charles Dickens. Cuando aún no existían los quioscos de prensa, aquí se podía comprar el Gasparo Gozzi, publicación anterior a la Gazzetta Veneta. Hoy en su terraza se mezclan sonidos de lenguas distintas, turistas llegados de todas partes del mundo, que viven el privilegio de tomar café en un escenario impagable: La plaza de San Marcos.

En los salones de este café, existe una interesante colección de arte, dándose la circunstancia de que en el Salón del Senado, cada dos años, una pantalla mantiene conectado el incesante movimiento artístico de la Bienal de Arte Contemporáneo, mezclando los últimos enfoques del arte, con el clásico ambiente que envuelve las paredes de este histórico café.

Caffe Florian, Venice
Caffe Florian, Venice. Fuente
Caffe Florian, Venice
Caffe Florian, Venice. Fuente
Caffé Florian, Venezia
Caffé Florian, Venezia. Fuente

Si nos vamos a la capital italiana, encontramos el Café Greco, que pasa por ser la cafetería más antigua de Roma, nacida en 1760, es la segunda más antigua de toda Italia. La encontrareis en la Via Condotti, que es la calle de la moda de la ciudad eterna.

El nombre le viene por ser un griego su primer propietario. Como en todas las demás de esta lista, aquí también fueron tertulianos, famosos intelectuales y artistas, como Orson Welles, Friedrich Nietzsche, Hans Christian Andersen, Giacomo Casanova -a quien ya nos hemos encontrado tomando café en Venecia-, el Papa León XIII, Goethe – a quien también le gustaba mucho el café-, Schopenhauer, Richard Wagner, Mark Twain y una larga lista de personajes.

Café Greco, Roma
Café Greco, Roma. Fuente
Café Greco, Roma
Café Greco, Roma. Fuente

Francia

En París, ciudad llena de cafeterías singulares, El Café Procope, parece ser el más antiguo de la ciudad. Inaugurado en 1686, sus inicios se deben a un siciliano llamado Procopio Dei Coltelli. La historia de esta cafetería la convirtierte en testigo de acontecimientos de enorme importancia.

Frecuentada como el resto de los que estamos viendo en este recorrido por artistas e intelectuales, aquí Voltaire y Rousseau fueron habituales clientes, contertulios de lo que era el primer café literario de la ciudad de la luz.

Café Procope, París
Café Procope, París. Fuente

Parte de la leyenda que envuelve este café, mantiene que Diderot concibió entre sus paredes, su Encyclopédie y Benjamin Franklin, la Constitución de los Estados Unidos. También se afirma que el Club de los Cordeliers, un grupo revolucionario, se reunía aquí con Danton y Marat como figuras principales.

Café Procope, París
Café Procope, París. Fuente

El gorro frigio, símbolo de la libertad desde la Antiguedad, con el que está tocada la alegoría de la libertad del cuadro de Delacroix, La libertad guiando al pueblo, se exhibió en el Procope por primera vez, y de aquí partió la consigna para el ataque a las Tullerías el 10 de agosto de 1792.

La Libertad guiando al pueblo. Eugène Delacroix.
La Libertad guiando al pueblo. Eugène Delacroix.. Fuente

La mesa que usaba Voltaire sirvió de altar votivo temporal de sus cenizas y de los ataúdes de Louis Michel le Peletier de Saint-Fargeau y Jean-Paul Marat camino al Panteón.

Mesa de Voltaire en el Procope
Mesa de Voltaire en el Procope. Fuente
Café Procope, París
Café Procope, París. Fuente

Otro café parisino con una interesante historia es el Café de la Paix, inaugurado en 1862. Su cercanía a la famosa Ópera de Garnier, propició que fueran asiduos visitantes personajes como Piotr Ilich Chaikovski, Jules Massenet, Émile Zola o Guy de Maupassant. Durante la Belle Époque, entre la flor y nata de París, fueron clientes del café, Sergei Diaghilev, y el Príncipe de Gales y futuro rey del Reino Unido, Eduardo VII.

Café de la Paix, París
Café de la Paix, París. Fuente
Café de la Paix, París
Café de la Paix, París. Fuente

Austria

En Viena, el Café Central, se inauguró en 1860, y se convirtió en un punto de encuentro de intelectuales vieneses. Entre otros, Peter Altenberg, Egon Friedell, Hugo von Hofmannsthal, Anton Kuh, Alfred Adler, Sigmund Freud, Adolf Loos, que diseñó el interior del Café Museum, Leo Perutz y Alfred Polgar, o León Trotsky que vivió en Viena como emigrante hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial.

Hasta bien entrado el siglo XX, era conocido con el sobrenombre de la Universidad del Ajedrez, pues fue un centro de reunión de aficionados de este juego. Hoy es una atracción turística.

Café Central, Viena
Café Central, Viena . Fuente
Café Central, Viena
Café Central, Viena . Fuente

España

En España, nos detendremos en el Café Gijón de Madrid. Fundado en 1888, fue tras la guerra civil española, cuando se convirtió en en un centro de tertulia de intelectuales y artistas en la época de la dictadura franquista. Ha llegado al siglo XXI conservado como un lugar de tertulia literaria, de hecho cada año se celebra en este local un premio literario que lleva su nombre y que comenzó en 1949 a instancias del actor Fernando Fernán Gómez, como premio de Novela corta Café Gijón.

Café Gijón, Madrid
Café Gijón, Madrid. Fuente
Café Gijón, Madrid
Café Gijón, Madrid. Fuente
Café Gijón, Madrid
Café Gijón, Madrid. Fuente

Entre la larga lista de asiduos al Gijón se encuentran José Canalejas, Ramón y Cajal, Valle Inclán, Jardiel Poncela, César González-Ruano, Carlos Fernández Cuenca, Manuel Martínez Gargallo, Federico García Lorca, el torero Sánchez Mejías, la actriz Celia Gamez, Camilo José Cela, Gerardo Diego, Gloria Fuertes, Manuel Alexandre, Luis García Berlanga o Pérez Reverte.

A sus famosas mesas acudieron también extranjeros como Truman Capote, actores y directores como Ava Gardner, Orson Welles, Joseph Cotten, o George Sanders. De la historia de éste emblemático café y de la abundante bibliografía que ha generado, hay una buena reseña en el link que os dejamos.

En Barcelona, el Café Els Quatre Gats, fundado en 1897 es un lugar de referencia del modernismo, fueron sus impulsores: Santiago Rusiñol i Prats, Ramon Casas i Carbó, Joaquín Mir Trinxet y Miquel Utrillo. Su nombre hace referencia a la frase «eran cuatro gatos» que indica la poca concurrencia del local en sus inicios. Lugar de reunión de la intelectualidad catalana de finales del siglo XIX y principios del XX, en sus salones han tenido lugar veladas literarias, y musicales. Allí llevó Pablo Picasso sus dos primeras exposiciones individuales en el año 1900.

Els Quatre Gats, Barcelona
Els Quatre Gats, Barcelona. Fuente
Els Quatre Gats, Barcelona
Els Quatre Gats, Barcelona. Fuente

Para cerrar este recorrido por las cafeterías del mundo, nos parece un broche de lujo visitar el Café Royalty, en la tacita de plata, Cádiz.

En 2012, la familia de la Serna, ha reabierto esta joya que nació en 1912, en el centenario de la Pepa, y que ha permanecido cerrada durante más de 70 años, desde poco antes del conflicto civil español.

En una esquina de la céntrica Plaza de la Candelaria, encontramos este establecimiento de decoración exquisita y suntuosa que fue en sus comienzos lugar de reunión de intelectuales, literatos, músicos, toreros y artistas y en cuyos salones Manuel de Falla deleitó al público de su tiempo.

De la belleza de esta romántica cafetería dan idea las siguientes imágenes.

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